CAPÍTULO X
Cómo el hermano Maseo quiso poner a prueba la humildad de San Francisco
10. Se hallaba San Francisco
en el lugar de la Porciúncula con el hermano Maseo de Marignano, hombre de gran
santidad y discreción y dotado de gracia para hablar de Dios; por ello lo amaba
mucho San Francisco. Un día, al volver San Francisco del bosque, donde había
ido a orar, el hermano Maseo quiso probar hasta dónde llegaba su humildad; le
salió al encuentro y le dijo en tono de reproche: ¿Por qué a ti? ¿Por qué a ti?
¿Por qué a ti?
10. ¿Qué quieres decir con
eso? - repuso San Francisco. Y el hermano Maseo: Me pregunto ¿por qué todo el
mundo va detrás de ti y no parece sino que todos pugnan por verte, oírte y
obedecerte? Tú no eres hermoso de cuerpo, no sobresales por la ciencia, no eres
noble, y entonces, ¿por qué todo el mundo va en pos de ti? Al oír esto, San
Francisco sintió una grande alegría de espíritu, y estuvo por largo espacio
vuelto el rostro al cielo y elevada la mente en Dios; después, con gran fervor
de espíritu, se dirigió al hermano Maseo y le dijo:
10. ¿Quieres saber por qué a
mí? ¿Quieres saber por qué a mí? ¿Quieres saber por qué a mí viene todo el
mundo? Esto me viene de los ojos del Dios altísimo, que miran en todas partes a
buenos y malos, y esos ojos santísimos no han visto, entre los pecadores,
ninguno más vil ni más inútil, ni más grande pecador que yo. Y como no ha
hallado sobre la tierra otra criatura más vil para realizar la obra maravillosa
que se había propuesto, me ha escogido a mí para confundir la nobleza, la
grandeza, y la fortaleza, y la belleza, y la sabiduría del mundo, a fin de que
quede patente que de El, y no de creatura alguna, proviene toda virtud y todo
bien, y nadie puede gloriarse en presencia de El, sino que quien se gloría,
ha de gloriarse en el Señor , a quien pertenece todo honor y toda gloria
por siempre.
10. El hermano Maseo, ante
una respuesta tan humilde y dicha con tanto fervor, quedó lleno de asombro y
comprobó con certeza que San Francisco estaba bien cimentado en la verdadera
humildad. En alabanza de Cristo. Amén.
AVE AVE AVE MARIA!
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