LA PESCA MILAGROSA
La visión continúa con las palabras de Jesús:
VIENTOS, LLUVIAS Y SOLES Y TEMPESTADES TIENEN QUE PASAR
ESTÉRIL LO QUE TENDRÍA QUE BROTAR DE ESTE VUESTRO
FLORECER EN DIOS.
Os lo advierto porque lo sé. ¿Pero acaso todo quedará perdido cuando Yo, como agricultor enfermo, más que enfermo: muerto, no podré hablaros más y haceros algún milagro? ¡No! Siembro y cultivo mientras es mi tiempo. Después crecerá y madurará en vosotros, si tenéis cuidado.
¿SERÉIS MENOS QUE UNA PLANTA?
AMAD A DIOS Y AL PRÓJIMO. ES LA CONDICIÓN PRIMERA PARA
PODER REALIZAR CUALQUIER OTRO BIEN.
QUIENES AMEN A DIOS EN DIOS Y POR EL SEÑOR DIOS,
TENDRÁN EN LA TIERRA Y EN EL CIELO LA PAZ POR
HABITACIÓN Y POR CORONA.
La gente difícilmente quiere separarse de Jesús después de que la bendijo. No hay enfermos ni pobres.
Y ESCUCHA SIEMPRE AL QUE TE AMA.
HARÉ LO QUE DICES POR RESPETO A TU PALABRA
"Maestro, no puedo mover los brazos porque toda la noche he estado arrojando y sacando la red y para nada. Los peces están en lo profundo o quién sabe en dónde."
"Haz lo que te digo, Pedro, y escucha siempre al que te ama."
"Haré lo que dices por respeto a tu palabra" y llama en voz alta a los trabajadores y también a Santiago y a Juan. "Vamos a pescar, el Maestro quiere." Mientras se alejan dice a Jesús: "Pero, Maestro, te aseguro que no es esta la hora. Porque a esta hora ¡quién sabe en dónde estarán los peces descansando!..."
Jesús sentado en la proa, sonríe y calla.
Hacen un arco de círculo sobre el lago y después echan la red. Pocos minutos de espera y luego la barca se siente mover extrañamente, porque el lago está terso como si fuese un vidrio fundido bajo el sol que está ya sobre el horizonte.
"Pero... si estos son peces, ¡Maestro!" dice Pedro con los ojos fuera de órbita.
Jesús sonríe y calla.
"¡Jalad, jalad!" ordena Pedro a los trabajadores. Pero la barca se va del lado de la red. "¡Ey! ¡Santiago... Juan! Pronto, ¡venid con los remos! ¡Pronto!"
Veloces vienen y con los esfuerzos de los remeros de ambas embarcaciones logran levantar la red sin perder la pesca.
Las barcas se juntan. Un cesto, dos, cinco, diez, están llenos de una pesca sin igual, y todavía hay multitud de peces que se mueven en la red: plata y bronce vivo que se mueven para escapar de la muerte. Entonces no queda otro remedio que echar el resto en le suelo de las barcas. Lo hacen y ese suelo es un todo agitarse de vidas en agonía. Los remeros están más arriba de donde se mete el remo y hasta ahí llegan los montones de pescado y las barcas se hunden más arriba de la línea de inmersión por el peso excesivo.
"¡A tierra! ¡Vira! ¡Fuerzas! ¡Las velas! ¡Cuidado con el fondo! prontas las varas para evitar el choque,¡es mucho peso!"
¡NO SOY DIGNO DE ESTAR CERCA DE TI!
¡LEVÁNTATE, SÍGUEME! ¡NO TE DEJO MÁS! DE AHORA EN
ADELANTE SERÁS PESCADOR DE HOMBRES Y CONTIGO ESTOS
TUS COMPAÑEROS. NO TENGÁIS MIEDO. OS LLAMO. ¡VENID!
Jesús lo mira y sonríe. "¡Levántate, sígueme! ¡No te dejo más! De ahora en adelante serás pescador de hombre y contigo estos, tus compañeros. No tengáis más miedo. Os llamo. ¡Venid!"
I. 385-397
A. M. D. G.