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mercoledì 28 agosto 2019

MARIA SANTISSIMA MEDIATRICE


...Questo quadro della Vergine - come la "Medaglia miracolosa" di Catherina Labouré - rappresenta una sintesi della Fede: alla maniera del Simbolo degli Apostoli.

   La Vergine è raffigurata con le braccia protese.
Ha una corona sulla quale si intravede una colomba in una irradiazione di luce che inonda la parte alta del quadro, rappresentando la Potenza increata.
Porta un lungo manto azzurro che dalle spalle scende ai piedi lasciando indovinare un corpo senza proporzioni: la testa è contenuta dieci volte nel corpo.
L'abito, bianco come quello di una monaca il giorno della professione, è stretto alla vita da un sottile filo dorato per poi cadere fino ai piedi, in tante pieghe.

   Alla zona di luce succede una zona d'ombra che rappresenta il mondo sublunare.
La Vergine unisce i due campi, quello della Pienezza increata e quello dell'Universo. Come la Vergine di rue du Bac.
I due piedi poggiano su una sfera; un serpente si dimena, si attorciglia, morde il calcagno. Ma uno stelo sorge dai piedi della Vergine e, come un albero di Iesse, sale fino al suo Cuore.
Il Cuore è un'Ostia.
Attorno all'emisfero terrestre, un arcobaleno sta a significare la vecchia e la nuova Alleanza, l'eterna Alleanza,

Osservando il quadro, da una certa distanza, la figura verginale e materna ha la forma di una croce.
Dobbiamo chiudere gli occhi e riflettere, se si vuol dare un valore sacro a questo semplicissimo dipinto, assai amato da Marthe Robin, che aveva il metodo di andare oltre: arrivare cioè al senso attraverso i segni. In verità il quadro è bello, probabilmente molto bello.
   








giovedì 20 ottobre 2016

*LA GLORIA DEL OLIVO: BENEDICTO XVI Pastor que da la vida por sus ovejas

Maria Santissima Nostra Signora di Guadalupe, La Perfetta

LA GLORIA DEL OLIVO: BENEDICTO XVI 
 14-10-2016 


Señor mío, esta noche del viernes 14-de octubre del 2016, poco antes del comienzo de mi oración y encuentro contigo, me llevas al encuentro espiritual con el papa Benedicto XVI, siendo conducida por Tu Santo y Divino Espíritu, me unes a él, principalmente, en un acto de despedida, también de agradecimiento por su pontificado y servicio como Tu Vicario aquí en Tu Iglesia. 

Al mismo tiempo, ha sido un encuentro de unión mística de su Iglesia para dar continuidad a lo que él termina. Habiéndolo Tu purificado y llevado a una preparación para este final de su carrera y misión aquí en la tierra, en paz está ya su alma aguardando solamente el día y la hora que Tú ya le tienes destinada para cumplir con su última encomienda, antes de dar la vida por ti, en testimonio de la Verdad por amor a la cruz. 

Él sabe que su hora esta ya próxima, y por eso has permitido este encuentro de almas que Tú, mi Dios, ya habías venido preparando, en días pasados, en mis ofrecimientos por el papa Benedicto XVI. 
Amén  

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Yo conozco todos los caminos del hombre y el fondo de vuestros corazones, voy preparando todos los acontecimientos a fin de que todo se cumpla como os lo he anunciado y en Mi Voluntad. 

Próxima está ya la hora para Mi Benedicto, alma víctima del Amor Santo; por eso, Yo he deseado esta unión de almas víctimas, encuentro de despedida, siendo también un acto de agradecimiento y un pacto de amor, entre Mi Vicario y vosotras, almas unidas místicamente a Él, Pastor que da la vida por sus ovejas; y también de agradecimiento, por parte de Benedicto, con vuestra alma que generosamente asume y tomáis como propio parte de su sufrimiento en su martirio, al igual que otros de mi profetas y almas victimas por amor y fidelidad a Benedicto XVI. Lo mismo es para los dos pilares que ahora sostienen a Mi Iglesia, Juan de Dios Mi ungido, y Joseph. 

El alma de Benedicto comunica a vuestra alma en esta unión mística, unas palabras para su Rebaño y vos, como mensajera, debéis comunicar y hacer llegar su mensaje. 

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Benedicto XVI 

La paz y el amor de Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo esté con todos vosotros, pueblo de Dios, rebaño fiel del PASTOR Eterno de las almas, Jesucristo, el Señor. 

El Señor me eligió como Pastor de Su Rebaño aquí en la tierra, Vicario de Su Iglesia, llevando el emblema LA GLORIA DEL OLIVO; y es ahora, al final de mi carrera, cuando ya mis días están contados, que Jesucristo Misericordioso ha tenido gran Misericordia de mí, su siervo, pues postrado me he encontrado yo a los pies de Mi Salvador; y ante todos vosotros, hermanos míos, me reconozco un gran pecador, habiendo sucumbido a numerosos engaños, tentaciones y trampas del enemigo del alma, que nos sabe bien poner en el camino mientras vamos peregrinos en esta tierra. 

Mi corazón siempre fue recto, siempre fue para el Señor, quien me llamó a servirle y ser pescador de hombres, Jesucristo Salvador, Rey de Reyes, Señor de Señores y Rey de la Gloria. 

Como mi antecesor, Juan Pablo II, yo también llegué a comprender las palabras proféticas para este final de los tiempos: MEXICO SIEMPRE FIEL; lugar en donde quiso establecer su casita la Santísima Virgen María, la Guadalupana, que como a Juan Diego ME SALIÓ AL ENCUENTRO a mi llegada a esta tierra mexicana, porque no sólo el Tepeyac es de María sino toda la nación que tanto la venera. 

Fue como si el Tepeyac, tierra de gracia y bendición, tierra de Santos Mártires, me estuviese revelado a Mi, Siervo de Dios, mi Calvario, porque la Gracia de la gran Madre de Dios me salió al encuentro, y desde ahí marcó, en mi alma, el principio del final de mi misión como Vicario de Cristo. 

Todo estaba ya dicho y elegido por el Cielo, y el que tiene todo el poder, el honor y la gloria, pero mi hora aún no estaba señalada; y la señaló el mismo Dios por medio de la Santísima Virgen María; y el día de mi renuncia a la falsa Iglesia, a la Iglesia apóstata, así lo quiso y lo permitió en mi el Altísimo, a fin de dar todo cumplimiento a este final de los tiempos y a todas la profecías y apariciones de la Santísima Virgen María en el mundo entero. 

EL OLIVO ES EL SEÑOR, EL HIJO DE DIOS, que quiso entregarse en la Cruz para salvarnos y darnos vida eterna. Hay que pasar y subir al Calvario para darle Gloria a Dios, al Señor que nos eligió para completar en nosotros su Obra Divina. 

El Señor, que es siempre fiel, bondadoso y rico en Misericordia, me ha sumergido con Él en sus agonías, en su Pasión dolorosa, que debo yo también, al igual que el Divino Maestro, culminar en el monte calvario, en el huerto de los olivos, en donde he estado este tiempo y en donde debe terminar mis días en esta tierra de paso, para luego ir al encuentro definitivo con el Señor, por la eternidad, donde Él me espera, habiendo sido purificada mi alma por mis numerosos pecados y negligencias en la misión que el Señor me confió. Pueda yo, hermanos míos, darle LA GLORIA AL OLIVO, AL SEÑOR, AL PASTOR SUPREMO DE LAS ALMAS. 

He sufrido con gozo y paz esta purificación para mi propia alma y por el rebaño que se me ha confiado y el depósito de la fe. La Santísima Virgen María ha sido mi fiel compañera del calvario, y lo será hasta mi último suspiro, que será en la cruz del Señor, dando un Verdadero testimonio del amor a la Cruz, para que también cada uno de vosotros, mis hermanos en la Fe, sigan no mis pasos sino los de Aquél que me llamó a servirle, AL HIJO DE DIOS VIVO, DEL DIOS VERDADERO, que murió y resucitó en la cruz por mi, pobre pecador, e indigno siervo suyo, y por cada uno de vosotros, mis queridos hermanos. 

No desfallezcáis, porque ahora, comenzando conmigo como Pastor y Vicario de Cristo, es nuestra pasión, la pasión de la Iglesia de Cristo; tenéis a María como LA CORREDENTORA, SEÑORA Y ABOGADA, MEDIADORA DE TODAS LAS GRACIAS, caminemos, pues, de la mano de MARIA, LA MADRE DE DIOS ALTISIMO, LA QUE ES CORREDENTORA EN ESTA HORA, CORREDENTORA DE LA VERDADERA IGLESIA, la que ahora está escondida conmigo, la que persevera en la verdad, la que va rumbo al calvario. 

YO, BENEDICTO XVI, VICARIO DE CRISTO, último Papa y Pastor universal del Rebaño de Cristo, declaro ya desde ahora, a vosotros Iglesia, que EL TRIUNFO YA ES DE MARIA, LA CORREDENTORA, la que en estos tiempos guía y lleva a la Iglesia al monte Calvario, a dar la vida y morir por Cristo Jesús. 

Mis días están ya contados y voy gustoso a dar la vida por Mi Salvador, pidiendo, al que me llamó, a darle Honor y Gloria: que mi purificación, mi martirio del alma, que ya he padecido por tres años y medio en este exilio, sirva para rescate de las almas que Dios Misericordioso me confió a mi, indigno siervo suyo. 

Agradezco a cada uno de vosotros, mis hermanos, los que amáis al Señor y buscáis de todo corazón la verdad, dar testimonio de quien es la Verdad y la Vida, la Luz del mundo y sal de la tierra, JESUCRISTO, CAMINO, VERDAD Y VIDA, ÚNICO medio y camino para la salvación del alma. Sólo por Él se llega al PADRE Y AL CONOCIMIENTO DE LA VERDAD; Y LA VERDAD ES UNA, COMO UNO SOLO ES EL SEÑOR. 
El que nos espera a cada uno en la Cruz, en el huerto de los olivos, en el monte calvario. 

La oración nos une en la Voluntad  Divina, único medio de salvación. Vayamos, pues, hermanos míos al encuentro de Jesús en compañía de María, la Santísima Madre del Salvador; Ella la elegida desde siempre, LA CORREDENTORA EN ESTA HORA. 

Reciban mi Bendición. 

BENEDICAT VOS OMNIPOTENS DEUS, PATER, ET FILIUS ET SPIRITUS SANCTUS. 

Amén, amén, amén.

AVE MARIA PURISSIMA
NOSTRA DIVINA MEDIATRICE 
E CORREDENTRICE 

lunedì 22 agosto 2016

Stampiamoci nella mente e nel cuore le parole della Mamma Celeste perché l'anima nostra sia ricolma del Suo Magnificat per l'eternità


14 giugno 1980. 
Festa del Cuore Immacolato di Maria.

Un fiume di acque

«Figli prediletti, oggi è la vostra festa, perché è la festa del Cuore Immacolato della vostra
Mamma Celeste, a cui vi siete consacrati.

Passatela nel raccoglimento, nella preghiera, nel silenzio, nella fiducia.

Ormai ho impresso il mio segno sulla fronte di ciascuno di voi. Il mio Avversario non può più
nulla contro coloro che sono stati segnati dalla Mamma Celeste.

La stella dell'Abisso perseguiterà i miei figli, perciò essi saranno chiamati a sofferenze
sempre più grandi; molti dovranno offrire anche la propria vita. Sarà con il loro sacrificio di amore e di dolore che Io potrò ottenere la mia più grande vittoria.

Sono la Donna vestita di sole. Sono nell'intimo della Trinità Divina.

Finché non sarò riconosciuta là dove mi ha voluto la Santissima Trinità, Io non potrò
esercitare pienamente il mio potere, nella materna opera di corredenzione e di universale mediazione di grazie. Per questo, mentre la battaglia tra Me e il mio Avversario entrava nella sua fase decisiva, egli ha tentato con ogni mezzo di oscurare la missione della vostra Mamma Celeste.

Il Dragone rosso, per riuscire a dominare la terra, si è messo a perseguitare anzitutto la
Donna vestita di sole. E dalla sua bocca il serpente ha gettato dietro alla Donna un fiume di acque, per sommergerla e farla trascinare via.

Che cos'è questo fiume di acque se non l'insieme di quelle nuove teorie teologiche, con cui si è tentato di far discendere la vostra Madre Celeste dal luogo ove l'ha posta la Trinità Santissima? Si è così potuto arrivare ad oscurarmi nell'anima, nella vita e nella pietà di tanti miei figli; si è persino giunti a negare parte di quei privilegi con cui sono stata adornata dal mio Signore.

Per sfuggire a questo grande fiume di acque, furono date alla Donna le "ali della grande aquila" e così Ella ha potuto trovare il suo posto nel deserto.

Che cos'è il deserto se non un luogo nascosto, silenzioso, appartato ed arido?

Il luogo nascosto, silenzioso, inaridito da tante lotte e da tante ferite, in cui la Donna trova
ora il suo posto, è l'anima e il cuore dei miei figli prediletti e di tutti coloro che si sono
consacrati al mio Cuore Immacolato.

Compio i più grandi prodigi nel deserto in cui mi trovo. Li compio nel silenzio, nel
nascondimento per trasformare l'anima e la vita di quei miei figli che si sono completamente a Me affidati.

Così ogni giorno faccio fiorire il loro deserto nel mio giardino, dove Io posso ancora esercitare pienamente la mia Opera e dove la Santissima Trinità può ricevere gloria perfetta.

Figli, lasciatevi trasformare dalla mia potente azione di Madre, mediatrice di grazie e
corredentrice. Non temete, perché, nel deserto del vostro cuore, Io mi sono rifugiata e ho posto la mia abituale dimora.

Vivete nella gioia e nella fiducia, poiché siete stati da Me segnati col sigillo e siete entrati a
far parte della mia proprietà.

Oggi accolgo i vostri piccoli cuori nel Cuore immenso, Immacolato e Addolorato della vostra Mamma Celeste, che vi guarda con compiacenza e vi benedice col Papa, il mio primo figlio prediletto, che tanta luce dona a tutta la Chiesa»

martedì 17 novembre 2015

"Oh dolcezza dell'anima mia, ...

PREPARAZIONE ALLA FESTA DEL SANTO NATALE



Geltrude la notte antecedente la vigilia della santissima Nascita di Gesù, passò un'ora meditando silenziosamente le parole del Responsorio: De illa occulta habitatione sua egressus est Filius Dei. Descendet visitare et consolari omnes, qui cum de toto corde desiderabant. Ex Sion species decoris ejus. Deus noster manifeste veniet. Descendet. Il Figlio di Dio è uscito dalla sua dimora nascosta. Egli discende a visitare e a consolare tutti coloro che lo desideravano di cuore. Da Sion appare il suo splendore. Il nostro Dio verrà visibilmente. (Responsorio dell'antico Ufficio della Natività).

Ella vide che il Signore Gesù gustava tranquillamente un dolcissimo riposo nel seno del Padre, mentre gli ardenti desideri delle persone che si preparavano a celebrare la prossima festa, ascendevano verso di Lui come leggere nuvolette. Gesù negl'incanti della giovinezza irradiava dal suo divin Cuore fasci di luce che investivano quelle piccole nuvole, come per tracciare la via affine di giungere direttamente a Lui; 
mentre esse ascendevano verso Dio, Geltrude s'accorse, che le anime che si erano umilmente raccomandate alle preghiere altrui, procedevano rapidamente in alto, senza deviazioni, illuminate dalla chiarezza del divin Cuore, quasi condotte per mano su di una via diretta, senza ostacoli, nè a destra, nè a sinistra. 
Quelle invece che, presumendo di sè, contavano solo sui loro sforzi personali per disporsi alla festa imminente, abbandonavano momentaneamente la retta via, ma poi, attratte dalla divina luce, s'avvicinavano al Signore.

Geltrude, desiderosa di sapere in qual modo la divina Bontà accoglieva ciascuna di quelle anime, le vide ad un tratto trasportate nel seno del Padre, vicino al Figlio di Dio, dove s'inebbriavano di delizie proporzionate ai loro desideri ed alla loro capacità. L'una non era disturbata dalla presenza dell'altra, ma ciascun'anima godeva pienamente di Dio, secondo le sue brame, come se il Signore si fosse accordato solo a lei. 
Alcune l'abbracciavano quale amabile Bambinello incarnatosi per noi; altre si rivolgevano a Gesù come ad un fedelissimo Amico, depositario di tutti i loro segreti; altre infine colmavano di carezze quello Sposo pieno di grazia, scelto fra mille. Ciascuna godeva di Lui secondo l'attrattiva del suo amore.

Geltrude si avanzò, prostrandosi come soleva fare, ai piedi del Salvatore; indi disse: « O mio amatissimo Gesù, quale sarà mai la preparazione mia e quali personali omaggi potrò offrire alla Tua beatissima Madre in questa solennità della tua Nascita? Purtroppo ho omesso e non solo per debolezza di forze, ma anche per negligenza, di recitare l'Ufflcio in suo onore, quantunque obbligata dalla mia Regola ».

Il misericordiosissimo Salvatore ebbe pietà di tanto affanno e raccolse in un fascio tutte le parole che Geltrude aveva pronunciato durante l'Avvento, per lodare Dio e guadagnare le anime, sia istruendole, sia illuminandole nei loro dubbi. 
Indi le offerse con tenerezza alla sua dolcissima Madre, assisa onorevolmente al suo fianco in luce splendida di gloria, per riparare le negligenze di Geltrude verso la Regina del cielo. Vi aggiunse altresì il frutto che quelle parole avrebbero prodotto sino alla fine dei secoli, trasmettendosi dì persona in persona.

La Madre di Dio accettò amabilmente quell'offerta che l'adornava quasi magnífico gioiello. Geltrude le si avvicinò, pregandola d'intercedere per lei presso l'unico suo Figlio, e la Vergine s'inchinò verso la santa con volto sereno, raggiante di bontà. 
Indi, abbracciando il diletto Figlio e coprendolo di baci, Lo pregò in questi termini: « Il tuo amore unito all'amor mio, ti disponga, o Gesù, ad esaudire le preghiere di questa tua diletta sposa ». Geltrude esclamò: « Oh dolcezza dell'anima mia, Gesù amatissimo e desideratissimo, Tu che amo sopra tutte le cose! ».

Dopo di avere ripetuto parecchie volte tali aspirazioni d'amore ed altre consimili, interrogò lo Sposo divino: « Quale può essere il frutto di queste parole, che la mia indegnità certo rende insipide? ». 
Rispose Gesù: « Poco importa che il profumo venga estratto da questa o da quell'essenza d'albero, perché diffonda fragranza gradevole. Così se qualcuno mi dice: « Dolcissimo, amatissimo Gesù... ecc. » quantunque si stimi creatura indegna, commuove la mia Divinità nell'intimo, facendo esalare olezzo di meravigliosa dolcezza che imbalsama, con profumi di salute eterna, l'anima che l'ha provocato con le sue parole di tenerezza ».
Iesu, tibi sit gloria,
Qui natus es de Virgine

martedì 27 gennaio 2015

Maria SS.ma «è invocata nella Chiesa con i titoli di avvocata, ausiliatrice, soccorritrice, mediatrice» (n. 62). Al titolo di mediatrice, possiamo aggiungere quello di co-redentrice? la risposta è affermativa.




Padre Georges Cottier O.P., teologo della Casa Pontificia. Maria SS «è invocata nella Chiesa con i titoli di avvocata, ausiliatrice, soccorritrice, mediatrice». Al titolo di mediatrice, possiamo aggiungere quello di co-redentrice?

Maria corredentrice

Padre Georges Cottier O.P., teologo della Casa Pontificia
Congregazione per il Clero
Teleconferenze - Mariologia - 29/5/2002

 
Nel bel capitolo conclusivo della Constituzione Conciliare Lumen gentium sulla Chiesa, dedicato alla Vergine Maria, leggiamo: «Così anche la beata Vergine avanzò nella peregrinazione della fede e serbò fedelmente la sua unione col  Figlio sino alla croce, dove, non senza un disegno divino, se ne stette (cfr.  Gv 19,25), soffrendo profondamento col suo Unigenito e associandosi con animo materno al suo sacrificio, amorosamente consenziente all’immolazione della vittima da lei generata; e finalmente dallo stesso Gesù morente in croce fu data quale madre al discepolo con queste parole: Donna, ecco tuo figlio (cfr.  Gv 19, 26-27)» (n. 58).
Queste linee di grande intensità sono l’eco di una lunga tradizione autenticata dal Magistero. La Madre del Figlio di Dio fatto uomo è consacrata, sotto la croce, Madre del suo Corpo Mistico. Quindi sarà proclamata Madre della Chiesa da Paolo VI. Questo titolo illumina il senso dell’«intima unione» di Maria con la Chiesa, dove occupa, «in modo eminente e singolare» il «primo posto» (cfr. n. 63). È nella sua persona che la Chiesa ha già raggiunto quella perfezione che la rende senza macchia e senza ruga (cfr. Ef 5, 27). Della Chiesa è il modello (typus). Si deve ritenere sia che Maria non è fuori dalla Chiesa, dal momento che è il suo membro eminente e esemplare, sia che esercita sulla Chiesa una funzione materna. Il mistero della Chiesa et il mistero di Maria s’includono e s’illuminano reciprocamente.

Come spiegarlo? Il Concilio, dopo aver ricordato le parole dell’Apostolo (1 Tim 2, 5-6): «Poiché non vi è che un solo Dio, uno solo è anche il mediatore tra Dio e gli uomini, l’uomo Cristo Gesù, che per tutti ha dato se stesso in riscatto», e aggiunge che «la funzione materna di Maria verso gli uomini in nessun modo oscura o diminuisce questa unica mediazione di Cristo, ma ne mostra l’efficacia» (n.60).

La vita di grazia, partecipazione alla vita divina, esiste in principio e in pienezza in Cristo, Capo del Corpo Mistico, per essere comunicata al suo Corpo, che è la Chiesa. Con questa comunicazione il Cristo attira la Chiesa e ogni suo membro ad assimilarsi a Lui, a conformarsi a Lui e a partecipare al dono di se stesso al Padre, tramite il quale ha salvato l’umanità. Unico mediatore: il dono di se stesso è totalmente, infinitamente sufficiente per la salvezza del mondo. Che ne renda partecipe la sua Chiesa, questo è un segno del suo amore e della profondità dell’unione alla quale l’introduce. Come ogni vita, la vita della grazia è feconda, essa porta il suo frutto in abbondanza. Una legge si verifica qui sia per la Chiesa che per Maria, in proporzione ai suoi singolari privilegi.

Il testo del Concilio, che abbiamo citato, lo rileva con forza: Sotto la croce, Maria soffre profondamente col suo Unigenito; si associa con animo materno al suo sacrificio; amorosamente consenziente all’immolazione della vittima da lei generata: che significano queste affermazioni se non che Maria ha una parte attiva nel mistero della Passione e nell’opera della Redenzione?

Il Concilio stesso lo precisa: la madre del divino Redentore fu «generosamente associata alla sua opera a un titolo assolutamente unico»: «(...)soffrendo col Figlio suo morente in croce, ella cooperò in modo tutto speciale all’opera del Salvatore, coll’obbedienza, la fede, la speranza e l’ardente carità, per restaurare la vita soprannaturale delle anime. Per questo ella è diventata per noi madre nell’ordine della grazia» (n.61).
«Dopo la sua assunzione in cielo non ha interrotto questa funzione salvifica, ma con la sua molteplice intercessione continua a ottenerci i doni che ci assicurano la nostra salvezza eterna».

Per questo Maria «è invocata nella Chiesa con i titoli di avvocata, ausiliatrice, soccorritrice, mediatrice» (n. 62).
Al titolo di mediatrice, possiamo aggiungere quello di co-redentrice? Alla luce di quanto precede, la risposta è affermativa. Infatti, il Concilio stesso per evitare qualsiasi falsa interpretazione, aggiunge che l’impiego di questi titoli, è legittimo se però va inteso «in modo che nulla sia detratto o aggiunto alla dignità e alla efficacia di Cristo, unico mediatore» (ibid).

Si rileverà che questo titolo di co-redentrice non figura nel testo conciliare. Si può pensare che questa assenza voluta obbediva ad una motivazione ecumenica. L’uso del termine necessitava di ulteriori sviluppi[1].

È vero che, se il termine di co-redenzione doveva evocare una giustapposizione e un’addizione all’opera redentrice del Salvatore, doveva essere respinto con vigore. È in quanto predestinata, suscitata, contenuta dal sacrificio redentore di Cristo, in modo subordinato, partecipato, in totale dipendenza da Lui, che s’intende la co-redenzione di Maria sotto alla Croce, così come è pienamente compenetrata dall’intercessione del Figlio nella gloria, la sua mediazione d’intercessione al cielo.

Il Concilio ha enunciato il principio che, traducendo una intuizione della fede, regola tutta la riflessione teologica in questo campo: «Ogni salutare influsso della beata Vergine verso gli uomini non nasce da una necessità oggettiva, ma da una disposizione puramente gratuita di Dio, e sgorga dalla sovrabbondanza dei meriti di Cristo; pertanto si fonda sulla médiazione di questi, da essa assolutamente dipende e attinge tutta la sua efficacia, e non impedisce minimamente l’unione immediata dei credenti con Cristo, anzi la facilita» (n. 60).
Alla luce di questo principio, comprendiamo in che senso Maria, a titolo unico, è co-redentrice, e come in modo proporzionale la Chiesa è co-redentrice. Comprendiamo ancora in che senso, la vocazione di tutti i battezzati alla santità  li porta a partecipare al mistero della salvezza. Ognuna di queste participazioni è come un’epifania della fecondità della Croce di Gesù.


Note:

[1]Ciò, logicamente, rileviamolo, vale anche per il termine mediatrice, ma lì c’è l’autorità di una tradizione liturgica.


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AMDG et BVM

venerdì 22 agosto 2014

I TESORI DI CORNELIO A LAPIDE: Maria (V) : 41. Maria è mediatrice. 42. Maria è riparatrice. 43. Maria è nostra madre. 44. Necessità della devozione a Maria. 45. Il culto dovuto a Maria. 46. Bisogna invocare Maria. 47. Maria ottiene insigni vittorie a quelli che la invocano. 48. La devozione a Maria è segno di predestinazione. 49. Felicità dei servi di Maria. 50. Dio punisce i nemici di Maria.

S. Giovanni Damasceno scrive che «il più perfetto dei doni celesti è Maria, perché essa sola è degna del suo Creatore; essa è un cielo vivente più grande dei cieli medesimi (Orat. de Nativ. Virgin.)».
I TESORI DI CORNELIO A LAPIDE: Maria (V)


41. Maria è mediatrice.  
42. Maria è riparatrice.  
43. Maria è nostra madre.  
44. Necessità della devozione a Maria.  
45. Il culto dovuto a Maria.  
46. Bisogna invocare Maria.  
47. Maria ottiene insigni vittorie a quelli che la invocano.  
48. La devozione a Maria è segno di predestinazione.  
49. Felicità dei servi di Maria.  
50. Dio punisce i nemici di Maria.




41. MARIA È MEDIATRICE. - 

«Noi abbiamo bisogno, scrive S. Bernardo (Serm. in illud. AposSignum magnum) di avere un mediatore presso il nostro avvocato Gesù Cristo e non ve n'è altro più utile di Maria». Essa fu costituita da Gesù Cristo mediatrice tra Dio e l'uomo e per ciò arricchita con grazie speciali non solamente per sé, ma anche a vantaggio di tutti i fedeli, in qualità di loro capo. Possiamo ripetere qui con S. Anselmo: «Chi mai, riflettendo a queste cose, può giudicare di quanta lode sia degna colei, che sola fra tutte le creature, fu scelta ad essere la mediatrice di tanti favori? (De excell. Virg. c. IX)».

Eva fu lo strumento della perdita di Adamo; perché fu lei che porse al primo nostro padre il frutto vietato (Gen. III, 13). Maria fu lo strumento del perdono, della redenzione e della risurrezione dell'uomo: perché da lei nacque il frutto di vita, Gesù Cristo; ed essa lo presentò al mondo. Consentendo a divenire madre del Salvatore, essa divenne in realtà la mediatrice della nostra salute. La stirpe umana cadde per colpa di Eva; fu rialzata per merito di Maria. Senza Maria che cosa sarebbe avvenuto del mondo? Vi era bisogno di un redentore; sarebbe venuto senza di lei? 

Da tutta l'eternità Dio aveva disposto di salvare il mondo per mezzo del Verbo fatto carne; ma da tutta l'eternità aveva anche determinato di prendere Maria per madre al Verbo incarnato, e per conseguenza di servirsene a nostra salute. Tanta parte ebbe Maria alla redenzione, quanta Eva ne ebbe alla caduta... Da Maria il serpente infernale ebbe schiacciata la testa (Gen. III, 15).

«La morte ci è venuta da Adamo, scrive il Crisostomo, e la vita da Gesù Cristo: il serpente sedusse Eva, Maria diede il suo consenso all'angelo Gabriele; ma la seduzione di Eva cagionò la morte al mondo, mentre il consenso di Maria gli ha dato un salvatore. Quello che era perito per colpa di Eva, venne ristorato per mezzo di Maria; il Cristo ha riscattato il genere umano che Adamo aveva ridotto a schiavitù; l'angelo Gabriele venne a promettere il ritorno di quei beni, che il demonio ci aveva rubato senza speranza di poterli ricuperare (Serm. de Incarn. Verb.)».

Dopo il diluvio, Dio fece comparire nel cielo l'arco baleno, come segno di alleanza con l'uomo: «Io porrò, disse, il mio arco nelle nubi, come segno di alleanza tra me e la terra. Mi ricorderò del patto con voi conchiuso e non verrà più altro diluvio a distruggere la terra» (Gen. IX, 12, 13, 15). L'iride è figura di Maria che Dio ha collocato tra il cielo e la terra, come indizio e pegno della sua amicizia con gli uomini, ecc... E come potrebbe Iddio negare alcuna grazia a Maria, se volle che tutto ci venisse da Maria?...

S. Bernardo dà alla Beata Vergine i nomi di scala di Giacobbe, di roveto ardente, di arca dell'alleanza, di stella del mattino, di verga di Aronne, di vello di Gedeone, di letto nuziale, di porta del cielo, di orto assiepato, di aurora di salute (Serm. In Assumpt.).

Maria ha riconciliato Dio con l'uomo. In grazia della sua umiltà e purità, ha chiamato Gesù Cristo dal cielo su la terra; con le sue parole, i suoi esempi, la sua protezione, ci ha aperto la porta del cielo e ce ne ha additato il cammino. Ecco perché Gesù Cristo l'ha innalzata al di sopra di tutti gli eletti e non vuole che nessuno si salvi e giunga al cielo se non col consenso, l'aiuto e la direzione di Maria. Dunque chi vuole salvarsi, deve mantenersi fedele e costante servo di Maria e cercare di progredire sempre più nell'amore e nella divozione a questa Vergine potente.

Maria è nostra madre: ora le braccia e il cuore di una madre sono sempre aperti per ricevere, scusare, difendere, abbracciare, accarezzare e benedire i suoi figli... I meriti di Maria intercedono sempre per noi presso Dio, e ci ottengono ogni grazia... Essendo ella stata la madre di Dio e avendo cooperato in modo attivo all'incarnazione e per conseguenza alla redenzione, S. Anselmo e gli altri santi padri la chiamano la mediatrice di tutta la Chiesa e dei fedeli...

Per mezzo di Maria, madre della grande famiglia umana e mediatrice tra noi e Gesù Cristo, Dio dà ai martiri la forza, alle vergini la castità, lo zelo agli apostoli, la pazienza ai confessori, l'austerità agli anacoreti; la povertà, l'obbedienza, l'umiltà ai religiosi; ai vedovi la continenza, agli sposi la fedeltà coniugale, a tutti i fedeli i doni, le virtù, le grazie convenienti al loro stato e condizione...

Né gli angeli, né gli uomini avrebbero potuto, ancorché tuttiinsieme uniti, meritare ed ottenere la riabilitazione del mondo. Ci fu bisogno di Gesù Cristo e, dopo lui e per lui, della Beata Vergine; per conseguenza ha maggior potere e autorità presso Dio Maria sola, che tutti gli uomini e gli angeli insieme. 

Questo fece dire a S. Anselmo, che l'universo è debitore a Maria, se uscì dalle sue rovine, se si rialzò e fu rinnovato. «O donna, esclama S. Bonaventura, che avete ricevuto la pienezza e la sovrabbondanza della grazia! abbondanza che si è riversata sopra ogni creatura e le ha ridato vita! (Specul. c. VII)».

Gesù Cristo che ha scelto Maria per vestire la nostra natura, vuole anche riceverci per mezzo di Maria. Com'egli si è incarnato e si è fatto, secondo S. Paolo, nostra sapienza e giustizia, santificazione e redenzione (I Cor I, 30); così ha concesso alla madre sua di essere, per sua cooperazione, nostra sapienza, e giustizia, e santificazione, la redenzione di cui esso è il principio... Essendo madre di Gesù Cristo, la Beata Vergine è necessariamente il mezzo e lo strumento della nostra redenzione e di tutto l'ordine della grazia istituito da Gesù Cristo...

Dio ci ha data Maria per madre, affinché nelle tentazioni, nei dubbi, negli scoraggiamenti, nelle difficoltà, noi ricorriamo a lei, come alla migliore delle madri; affinché riceviamo dalle sue mani ogni bene e per conseguenza in lei e per lei, noi rendiamo continuamente grazia al Signore Dio nostro... 
Fortunata Vergine, esclama S. Pier Crisologo, fortunata vergine che sola nell'universo ha meritato di udire queste parole: Voi avete trovato grazia agli occhi del Signore! E quale grazia? quella che l'angelo le annunziò salutandola, grazia completa e sovrabbondante: - Ave, gratia plena: - Si, veramente abbondante, perché la spandete su tutta la terra. Avete incontrato grazia presso Dio; e dopo di aver casi parlato, l'angelo ammira egli medesimo che una donna sia dotata di tanta grandezza e che gli uomini vadano debitori della vita a una donna (Serm. CXLI).

«Maria, dice S. Bernardo, domanda questa sovrabbondanza, per la salute dell'universo. Lo Spirito Santo verrà in voi, o Maria, e vi colmerà di tanta grazia, che riboccherà da ogni lato; sarà piena e perfetta per voi, sovrabbondante per noi. - Il Dio di ogni bontà ha dato. la pienezza e la sovrabbondanza della grazia a Maria, affinché noi mettiamo in lei la nostra speranza; questa sovrabbondanza, quest'inondazione di grazia si riversa su noi» (Serm. de Aquaeductu).

Maria è una nuvola gravida delle acque incorruttibili della grazia, una nuvola che bagna, vivifica e feconda le anime, tempra l'ardore del fuoco delle vendette celesti, estingue le fiamme della concupiscenza... Maria somiglia alla colonna che precedeva Israele nel deserto: ella porta Dio nel suo cuore e guida il popolo cristiano per il deserto di questo mondo... Maria è la madre del bell'amore, della scienza e della santa speranza (Eccli. XXIV, 24).
«Figli miei, predicava S. Bernardo ai suoi religiosi, Maria è la scala dei peccatori, essa è la più salda fiducia, è il fondamento di tutta la mia speranza (Serm. de Aquaed.)». 

E in altro luogo la chiama la lunghezza, la larghezza, l'altezza, la profondità senza misura della misericordia. La lunghezza di questa misericordia si estende fino all'ultimo giorno, per soccorrere tutti quelli che la invocano; la sua larghezza empie il mondo; la sua altezza giunse fino alla riedificazione della città celeste; la sua profondità si spinse fino ad ottenere la salute di quelli che giacevano sepolti nelle tenebre e nelle ombre di morte (Serm. IV de Assumpt.).

Anche S. Fulgenzio vede in Maria la scala celeste per la quale Dio discese su la terra, affinché gli uomini fossero resi meritevoli di ascendere per mezzo di essa al cielo (De Laud. Mar.). Amo dolcissimo è Maria, che pesca tutte le anime rette... 
S. Efrem, dopo di averla chiamata speranza dei disperati, aiuto dei peccatori, consolazione del mondo, porta dei cieli (De Laud. B. V.), così continua: Per voi, o Maria, noi siamo riconciliati con Gesù Cristo nostro Dio e vostro figlio, voi siete l'avvocata dei peccatori e dei derelitti, voi il rifugio e sostegno; voi porto sicurissimo per i naufraghi, consolazione dei mondo, famosissima liberatrice di quei che gemono tra i ferri. Voi raccogliete gli orfani, riscattate gli schiavi, guarite gli infermi; voi siete la salvezza di tutti gli uomini, la stabilità dei monaci e dei solitari, la speranza dei secolari, la gloria dei vergini, la felicità della terra; voi siete, o pia Ausiliatrice, il nostro pilota e il nostro scampo. Io vi saluto, sostegno dei deboli, dolce libertà, sorgente di grazia e di consolazione: Io vi saluto, asilo aperto ai peccatori; vi saluto, riposo di quei che lavorano; vi saluto, chiave del regno celeste; vi saluto, o protettrice e gloria del mondo universo (Ut sup.).
Diciamo dunque anche noi con S. Bernardo: «Fate, o Maria che per mezzo vostro noi troviamo adito al vostro figlio. O Vergine benedetta che avete trovato grazia, che avete partorito la vita, o madre di salute! deh! per voi ci riceva Colui che ci fu dato per mezzo vostro (Serm. de Assumpt.)».



42. MARIA È RIPARATRICE.

Per la sublimità delle sue virtù, Maria ha meritato di essere la degnissima riparatrice del genere umano. E' questa la sentenza di S. Anselmo e del Damasceno; S. Bonaventura aggiunge che non solamente Maria ha rialzato il mondo caduto, ma con la sua protezione lo mantiene perché non ricada (Specul.). Né può essere altrimenti se in lei si trovano tutte le ricchezze, la gloria, e la giustizia (Prov. VIII, 18). Dio ha creato tutto; il serpente ha infettato e rovinato tutto; Maria ha riparato tutto per mezzo di Gesù Cristo.

La vera vita è venuta al mondo per mezzo di Maria, dice S. Epifanio, affinché generando essa la vita, sia la madre dei viventi. Eva è la madre dei morti; Maria è la madre dei vivi. Il demonio si è servito di una donna per trarre a rovina il genere umano; e di una donna si è servito Iddio per ristorarlo (Serm. de Nativ.). 
La stessa cosa ripete S. Agostino nel suo Sermone XXXV de Sanctis: «Voi siete benedetta fra tutte le donne, o Maria; voi che avete partorito colui che è nostra vita. La madre del genere umano ha cagionato la morte del mondo, la madre del nostro Signore gli ha ridonato la vita. Causa del peccato è Eva, causa del merito è Maria; Eva ferisce, Maria guarisce; Eva uccide, Maria risuscita. L'obbedienza di Maria ha riparato i danni recati dalla disobbedienza di Eva». E di nuovo nel Sermone XVIII: «Maria è riempita di grazia e la colpa di Eva rimane cancellata; di modo che la maledizione di questa si converte in benedizione per quella (Serm. XVIII de Sanct.)».

« La malizia del serpente, nota S. Bernardo, ha trionfato della prima donna divenuta insensata; ma la malizia del serpente che vinse per un tempo, si vide vinta per tutta l'eternità, da Maria. Sfigurati da Eva, abbiamo ripigliato la nostra primiera sembianza per mano di Maria» - (Homil. II, Sup. Missus). Una vergine, dice S. Pier Crisologo, riceve un Dio nel suo seno e procura la pace agli uomini, la salute ai peccatori, la vita ai morti; diventa la madre dei viventi su la terra e nel cielo» (Serm. CXLI). «La grazia di Maria, scrive anche San Lorenzo Giustiniani, è stata così grande e sovrabbondante, che ha dato gloria al cielo, gioia agli angioli, pace al mondo, fede ai popoli, termine ai vizi» (Serm. de Annunt.).

«Dio è nostro re innanzi ai secoli, canta il Salmista, egli ha operato la nostra salute in mezzo alla terra», cioè nel seno di Maria (Psalm. LXXIII, 12)... Per Maria noi diventiamo buoni e generosi, possediamo la gioia... Per Maria raggiungiamo l'eternità beata...

«Siate lodata, o santa madre di Dio, esclamiamo con S. Cirillo, voi siete la gemma, voi la luce del mondo; voi la corona della verginità, lo scettro della fede» (Homil. contro Nestor.). E col Crisostomo: «Io vi saluto, o madre, o cielo, o trono della nostra Chiesa; vi saluto, o decoro, gloria, sostegno del mondo (Serm. de Deip.)».


 43. MARIA È NOSTRA MADRE. - 

Gesù, avendo dalla croce veduto la madre sua che se ne stava accanto ad essa col discepolo prediletto, «a lei disse: Eccoti, o donna, tuo figlio; poi al discepolo: Ecco la madre tua. E da quel punto questi se l'ebbe in madre» (IOANN. XIX, 26-27). Mentre stava per spirare per la salute degli uomini, Gesù Cristo ci diede per madre Maria, essendo noi rappresentati dalla persona di S. Giovanni apostolo ed evangelista.
Maria nostra madre ci ha dato Gesù, suo figliuolo, per nostro riscatto, per rimedio ai nostri mali, per nutrimento e per ricompensa, e con lui ci diede il regno dei cieli ed ogni bene... Maria è la madre di tutti i credenti: quindi i padri la chiamano Madre dei viventi per contrapposto ad Eva da loro chiamata Madre dei morti.

S. Antonino e Alberto Magno portano quattro ragioni per cui Maria è la madre di tutti gli uomini: la 1.a è ch'ella genera spiritualmente tutti i santi...; la 2.a è ch'ella si prende cura di tutti gli uomini...; la 3.a è che nacque prima di ogni creatura ed è la più eccellente di tutte...; la 4.a è che fu predestinata prima ancora che fosse il tempo, ad essere lo strumento di una nuova creazione... .

Commentando Origene le parole del Redentore su la croce, così si esprime: Quando Gesù disse: - Eccoti, o donna, tuo figlio, - fu come se avesse detto, accennando Giovanni: Questi è Gesù Cristo che tu hai partorito. E, infatti, il cristiano perfetto non è più lui che vive, ma è Gesù che vive in lui, perciò di lui fu detto a Maria: Ecco il figliuolo tuo Gesù Cristo (Comment. in Ioann. Praefat.).

Il Vangelo ci dice che Maria partorì il figliuolo suo primogenito (Luc. II, 7). Ora queste parole ci fanno capire, che essendo Gesù Cristo il primogenito di Maria, gli altri figli da lei partoriti sono tutti gli uomini. 

«Dando il consenso all'incarnazione, la Beata Vergine, dice S. Bernardo, domandò con tutto l'ardore dell'anima sua e ottenne la salute di tutti gli eletti; e da quel punto, li ha portati tutti nel suo seno, come la più tenera delle madri porta i propri figli (Tom. III, serm. VI, art. II, c. 2)». 
S. Anselmo osserva che; «riparando la Beata Vergine ogni cosa con i suoi meriti, è la madre di tutti (De Excell. virg c. XI)». Gesù Cristo, facendosi uomo, si è fatto nostro fratello, e S. Paolo ci assicura che noi siamo membri di Gesù Cristo (I Cor XII, 27). Maria è dunque nostra madre, come Dio è nostro padre!...O quanto è mai grande e felice l'uomo!... Avere Maria per madre! o fortuna, vantaggio, tesoro inestimabile!... rendiamocene degni...; siamo altrettanti Cristi...; invochiamola, onoriamola, imitiamola...; diciamo con la Chiesa: Maria madre di grazia, madre di misericordia, difendi ci tu contro i nostri nemici e accoglici nell'ora della nostra morte.


 44. NECESSITÀ DELLA DIVOZIONE A MARIA. -

Quando Gesù dal legno della croce pronunziò quelle dolci parole: «Tutto è compiuto» (IOANN. XIX, 30), ultime parole che uscirono dalla sua bocca divina, il mondo era riscattato e salvo, la collera celeste disarmata, l'inferno chiuso, i demoni prostrati, i nostri ceppi infranti; era terminata la schiavitù del genere umano, cancellato 1'anatema scolpito su la fronte dell'uomo, il cielo era di nuovo aperto e noi avevamo riacquistato il diritto all'eredità celeste. 
Tutto è consumato: - Consummatum est. - Gesù Cristo aveva fatto tutto ciò che richiedeva la giustizia del Padre, l'adempimento delle profezie, la redenzione del mondo. Ma, cosa degna di singolare attenzione e che prova come necessaria sia alla salute la divozione a Maria, solo allora Gesù Cristo annunzia che tutto è compito, quando ha detto a Maria, indicandole Giovanni, e in lui tutta l'umanità cristiana: Ecco tuo figlio e a Giovanni, additandogli Maria: Ecco la madre tua (IOANN. XIX, 26-27).

Il divin Redentore dice che più nulla gli resta a compire, dopo che ci ha dato Maria per madre; egli mette dunque le relazioni materne e filiali tra Maria e gli uomini, tra le cose necessarie alla redenzione ed alla salvezza: la divozione a Maria è dunque necessaria per salvarsi.

Gesù Cristo ci ha dato Maria per madre; ora un figlio deve alla madre sua amore, rispetto ed obbedienza, nel che appunto consiste la devozione. Amiamo dunque, rispettiamo, serviamo Maria ed obbediamole, se vogliamo andare in cielo.

Gesù Cristo pone la madre sua al di sopra di tutti gli eletti e dispone che nessuno entri in cielo senza il consenso, l'aiuto, la direzione di lei. Dunque, chi desidera di assicurare la propria salvezza, deve essere fervoroso servo di Maria e crescere ogni di più in devozione verso di lei.
Inoltre Maria porta il titolo di mediatrice e di riparatrice del genere umano; potrà dunque sperare di andar salvo senza la devozione alla Beata Vergine, colui che può dire di non essere caduto, di non avere bisogno di mediazione... Tutte le grazie che Dio concede al mondo, passano per le mani di Maria: ora la salute è opera suprema della grazia, la devozione a Maria è dunque necessaria a chi voglia andar salvo...

S. Germano, patriarca di Costantinopoli, asserisce in termini formali, che nessuno si salva, se non per mezzo della beatissima Vergine (Serm. de Zona B. Virg.). S. Bonaventura afferma anch'esso, che «chi serve degnamente e venera Maria, andrà salvo; chi non se ne dà pensiero, morrà nei suoi peccati», e poi rivolto a lei, esclama: «Colui che voi volete salvo, lo sarà; colui dal quale torcete lo sguardo, andrà perduto (In Psalm. Virgin.)». Ecco perché S. Giovanni Damasceno scrive che «il più perfetto dei doni celesti è Maria, perché essa sola è degna del suo Creatore; essa è un cielo vivente più grande dei cieli medesimi (Orat. de Nativ. Virgin.)».
S. Agnese apparve un giorno a S. Brigida e le fece conoscere le grandezze mirabili della madre di Dio, le lodi che le venivano tributate, e soggiunse: Come è propria del sole illuminare e vivificare il cielo e la terra; cosi è proprio della dolcezza di Maria ottenere il dono della pietà a tutti quelli che la servono (Revelat.).




45. IL CULTO DOVUTO A MARIA. - 

Insegna S. Tommaso che la Beata Vergine è onorata di un culto speciale, non prestato né ad angeli né a santi, e che si chiama culto d'iperdulia, cioè culto superiore ad ogni altro, eccetto quello dovuto a Dio. E la ragione è questa, dice il santo dottore, «che Maria per la sua operazione e cooperazione, si è avvicinata più di tutti ai confini della divinità; poiché nell'incarnazione di Gesù Cristo, essa raggiunse il sommo grado al quale può arrivare la forza della natura, e dove questa fece difetto, la divinità intervenne per compire da sola la sostanza dell'opera (2.a 2.ae quaest., CIII, art. 4 ad 2)».

E' concorde insegnamento dei dottori della Chiesa, che la Beata Vergine sopravanza in grazia, in virtù, in perfezione, in dignità, in onore, in potenza, in gloria, tutti gli angeli e i santi. La Chiesa onora i santi col culto di dulìa, ossia con culto ordinario, ma porge alla Beata Vergine il culto d'iperdulia, il più vicino al culto di latrìa, dovuto al solo Dio, perché è un culto di adorazione. Se mettiamo insieme tutti gli onori che sono dovuti e si rendono a ciascun angelo e a ciascun santo e a tutti insieme, questi onori non costituiranno mai altro culto che quello di dulìa né, per grandi che divengano, giungeranno mai a vestire il nome di culto d'iperdulia, culto tutto speciale e proprio di Maria. Questo culto è d'un ordine superiore al merito di tutti gli angeli e di tutti i santi riuniti: esso è tanto superiore al culto dovuto agli angeli e ai santi, quanto Maria è per la sua dignità e per la sua potenza; superiore a tutti i membri della corte celeste.

Maria si esalterà ella stessa, dice la Scrittura, si onorerà in Dio e si glorificherà in mezzo al suo popolo: aprirà la bocca nelle assemblee dell'Altissimo e si glorierà innanzi alle schiere del Signore. Ella sarà sublimata in mezzo al suo popolo, e sarà ammirata nelle assemblee dei santi; sarà encomiata dalla moltitudine degli eletti e benedetta dai benedetti di Dio (Eccli. XXIV, 1-4). La Chiesa ha inserito nell'ufficio della Beata Vergine, ed applica direttamente a Maria queste parole che la Scrittura pone sulle labbra della Sapienza. Per mezzo di Maria, infatti, si è compita l'opera somma della divina sapienza. In quest'opera mirabilissima che è la concezione e la natività di Maria, la generazione umana del Verbo, la santificazione e la glorificazione degli uomini, Dio ha manifestato una sapienza infinita e di gran lunga superiore a quella mostrata nella creazione del cielo e della terra, e anche in quella degli angeli e degli uomini...

Maria è madre, figlia e sposa di Dio; essa ha congiunto la divinità all'umanità, il cielo alla terra, la maternità alla verginità, i peccatori alla santità. Tutti questi titoli le meritano di diritto il culto d'iperdulia.





46. BISOGNA INVOCARE MARIA. - 

Di Maria si può dire, come della Sapienza, che «sfavilla, e il suo splendore non patisce oscuramento; chi l'ama la vede, e chi la cerca, facilmente la trova. Essa precorre coloro che la cercano e si manifesta loro la prima» (Sap. VI, 13-14). Colui che invoca Maria, la desidera, la conosce, l'ama, la trova; e desiderare, conoscere amare e trovare Maria è per il cristiano il massimo dei tesori. «Pensare a lei, dice ancora il Savio, è somma saggezza; vigilare per amor suo, reca pronta sicurezza » (Sap. VI, 16).



Quando soffia il vento delle tentazioni, dice S. Bernardo, quando le spine delle tribolazioni vi lacerano, guardate alla stella, invocate Maria. - Se la collera, l'avarizia e la voluttà minacciano di sommergere la fragile vostra barchetta, volgetevi pronti a guardare Maria. - Se il peso dei vostri misfatti vi accascia, se il misero stato della vostra coscienza vi rattrista, se cominciate a turbarvi e a perdervi di coraggio all'idea del tremendo giudizio di Dio, pensate a Maria. - Nei pericoli, nelle angustie, nelle dubbiezze, pensate a Maria, invocate Maria; non cessi mai di essere nelle vostre labbra, non si parta mai dal vostro cuore (Homil. II sup. Missus).

«Tutte le volte che sospiro e respiro, io aspiro a voi, o Gesù e Maria», diceva un santo. Chi cerca Maria e l'invoca, la trova ben presto e attinge in abbondanza da lei, come da un mare, ogni sorta di aiuto e di beni. Anzi, come disse il concilio di Blois, instituendo la festa della Visitazione della Santa Vergine, Maria non aspetta di essere pregata per esaudire, ma previene, secondo l'uso della sua clemenza, le preghiere di coloro che a lei intendono ricorrere.

S. Anselmo, per incoraggiare i fedeli ad invocare spesso e con fiducia Maria, non dubita di asserire che si ottiene talora più presto il desiderato soccorso invocando il nome di Maria, che non quello di Gesù; non perché ella sia più grande e più potente di lui, poiché non Gesù da Maria, ma Maria da Gesù trae la sua grandezza e potenza, ma perché Gesù è il Signore ed il giudice di tutti, egli discerne e pesa i meriti di ciascuno. Quando pertanto non esaudisce chi invoca il suo nome, egli fa da giudice e tratta secondo giustizia; al contrario quando uno invoca il nome di Maria, ancorché non meriti di essere esaudito, i meriti di Maria intercedono per lui. Ella si diporta da madre, non da giudice (De excell. Virg. 1. 1).



47. MARIA OTTIENE INSIGNI VITTORIE A QUELLI CHE LA INVOCANO. ­ 

Maria ascolta le suppliche di coloro che ne implorano il patrocinio.

Nel 552 Narsete, generale dell'imperatore Giustiniano, vedendosi ridotto in durissima e disperata condizione dai Goti e non soccorrendogli aiuto umano, si volge al divino, invoca di tutto cuore Maria, poi si slancia alla testa di un pugno di armati contro le numerosissime schiere di quei barbari, ne fa macello e libera l'Italia dall'oppressione in cui gemeva (EVAGR. Stor. eccles. p. I).

Aveva Cosroe, re di Persia, invaso gran parte dei paesi appartenenti all'impero romano e minacciava di avanzarsi più oltre. L'imperatore Eraclio allora, non contento delle previdenze umane, che pure non aveva dimenticato, pose la sua confidenza in Maria, l'invocò con fede, e poi, misuratosi a battaglia con l'esercito nemico, lo sbaragliò più volte finché Cosroe medesimo vi lasciò la vita, e fu dal cristiano imperatore ricuperata la vera croce nel 626 (PAOLO DIACONO, Storia Longob. lib. XVIII, e THEOPHAN. Chronogr.).

Pelagio, re delle Asturie, implora il soccorso della Beata Vergine e riconquista, nel 718, dopo una terribilissima zuffa in cui passa a fil di spada ottanta mila infedeli insieme al re loro, il suo principato occupatogli dai Mori (Luc. TUD. MARIAN. et alior. Histor. Hisp.).

L'anno 867 Basilio I, imperatore di Costantinopoli, sconfisse, con l'aiuto di Maria, i Saraceni che avevano insultato Gesù Cristo e la Vergine Santissima, e loro ritolse quasi tutte le conquiste fatte.
Alla protezione di Maria si deve ancora la conquista che fecero di Gerusalemme nel 1099 i crociati guidati da Goffredo di Buglione. Infatti insieme al maneggio delle armi, dovevano unire, quelli che ne fossero capaci, la recita quotidiana del piccolo Uffizio della Beata Vergine (GULIELM. TYR. Belli sac. hist. - BARON. et alii).

L'anno 1212 Alfonso VIII, re di Castiglia, presa con sé una mano di soldati e preceduto dalla croce e da uno stendardo sul quale campeggiava l'immagine di Maria e del suo divin Figlio, penetrò nel campo dei Mori e ne trucidò un duecento mila circa, senza perdere dei suoi più che un venticinque o trenta uomini. Celebrano tuttavia gli Spagnuoli ciascun anno questa insigne vittoria, con una festa che ha luogo il dì 16 luglio, e si chiama la festa del Trionfo della croce.

Finalmente, all'intercessione ed all'aiuto della Beata Vergine le armi cristiane vanno debitrici della segnalatissima vittoria navale da loro riportata sui Turchi, nel golfo di Lepanto, addì 7 ottobre 1571, sotto il pontificato di San Pio V, il quale in Roma ne ebbe notizia per divina rivelazione, nel punto stesso in cui avveniva la rotta dei musulmani e il trionfo dei cristiani. Per ringraziare Maria di questo pegno di sua protezione e perpetuarne la memoria, fu stabilita la festa della Madonna delle Vittorie, altrimenti detta del Rosario, perché la battaglia fu combattuta e vinta mentre per ordine del Sommo Pontefice tutte le Confraternite di Roma attendevano a recitare la preghiera del Rosario.

Essendo Maria la donna che secondo la promessa di Dio, doveva schiacciare il capo al serpente infernale, noi possiamo sempre essere sicuri di mandare a monte i disegni e rendere vani gli sforzi dell'inferno... Per mezzo di Maria si trionfa in ogni incontro del mondo, della concupiscenza della carne, di tutte le passioni e tentazioni. Niente a lei resiste, neppure Gesù Cristo, suo divin figliuolo...



48. LA DEVOZIONE A MARIA È SEGNO DI PREDESTINAZIONE. - 

Il culto e la divozione verso la madre di Dio sono un segno sicuro di predestinazione; come la noncuranza, la disobbedienza, il disprezzo di Maria sono causa e segnale di riprovazione. Nestorio, Elvedio, Costantino Copronimo, Giuliano l'Apostata e mille altri, l'hanno provato e ne furono terribile esempio al mondo intero.

Chi serve, onora, prega Maria, prega, onora, serve Gesù Cristo. Chi invece disprezza ed oltraggia Maria, misconosce e calpesta il suo divin figliuolo. 
Nella Chiesa, Gesù è come il padre di famiglia in mezzo ai suoi figli, e similmente Maria per dono e speciale volontà di Gesù Cristo, nella Chiesa sia militante, sia purgante, sia trionfante, tiene il luogo di madre di famiglia e ne veste la dignità e il potere. 

Perciò S. Germano di Costantinopoli predicava che siccome il respiro è non solamente un segnale, ma di più una causa di vita; così la frequente invocazione di Maria, non solamente dimostra che si vive della vera vita, ma dà ancora questa vita e la conserva (Serm, de Zona B. Virg.).

La Beata Vergine è la guida, la regina, la madre, la custode degli eletti... Buona parte dei teologi danno come nota caratteristica e infallibile di elezione divina e di eterna salvezza, la sincera devozione alla Santissima Vergine... Nessuno, disse la Vergine a S. Brigida, per quanto scapestrato e nemico di Dio, se già non si è assolutamente maledetto, m'invocherà senza che ritorni a Dio e ottenga misericordia (Revelat.)... Tanto buona e potente è Maria, che non ricusa nulla ai suoi fedeli servi; e Gesù Cristo per parte sua tanto ama la divina sua madre, che ne esaudisce tutte le preghiere. Del resto, la quotidiana esperienza ci mostra che il vero servo di Maria aborre dal peccato e cammina fedelmente nella via della virtù; ora l'eterna salute è posta a questo prezzo.



49. FELICITÀ DEI SERVI DI MARIA. - 

«Felici quelli che vi amano, o Maria, esclamava in spirito profetico Tobia, beati quelli che si allietano nella vostra pace» (TOB. XIII, 18)

Maria è l'albero della vita per coloro che si stringono a lei; felice chi vi si tiene abbracciato! Ella ne sarà la vita dell’anima e l'ornamento del cuore (Prov. III, 18-22).

«Beato colui che ascolta le mie parole, dice Maria per bocca del Savio, felice chi passa i suoi giorni vegliando all'entrata dei miei padiglioni, su la soglia della mia stanza! Chi trova me, trova la vita, e avrà per mezzo mio salute dal Signore» (Prov. VIII, 34-35). 

S. Bernardo dice che Maria è tutta soavità ed offre a tutti il latte e la lana; poi esclama: «Il sommo della felicità e della gloria consiste, dopo la vista di Dio, nel vedere voi, o Maria! (Sup. Cantic.)». 
S. Ambrogio volendo dare un'idea della dolcezza della beatissima Vergine e delle soavi delizie di cui ricolma i suoi servi, la paragona alla manna (De B. Virg.).

Per un bambino non vi è felicità più ambita né più cara, che quella di trovarsi tra le braccia della sua tenera madre. Ora qual madre uguaglierà in tenerezza Maria? A lei applica la Chiesa quelle parole dell'Ecclesiastico: «Io sono la madre del bell'amore e delle santa speranza. In me è la grazia dell'onestà, la speranza della virtù e della vita. Venite a me, voi tutti che mi desiderate e saziatevi dei miei frutti; perché più dolce del miele è il mio spirito, e la mia porzione è meglio che il favo di miele. Chi mangia di me avrà sempre fame, e chi beve alle mie acque, sarà sempre assetato di me. Chi mi ascolta non rimarrà confuso e chi opera dietro mio impulso non cadrà in peccato. Chi vorrà farmi conoscere, giungerà alla vita eterna» (Eccli. XXIV, 24-31).

Nessun servo fedele di Maria non andò mai perduto; ora non è dunque felicità inestimabile onorare, pregare, amare, imitare Maria? Inoltre il vero figlio, il devoto cliente di Maria, riceve da lei mille grazie e aiuti e conforti ad assicurare la propria salute; felice dunque e infinitamente beato chi si abbraccia a lei e la venera con fervoroso culto!


50. DIO PUNISCE I NEMICI DI MARIA. - 

Maria è la vera arca dell'alleanza che tenne custodito nel suo seno, e poi diede al mondo Gesù Cristo, autore del Nuovo Testamento. 

Ora se tanto severamente fu punita l'impudenza di Oza, come non sarà punita l'impudenza di chi assale irriverente l'arca santa del Cristianesimo? 

Ah! per costui sta proferita quella sentenza di Tobia: «Maledetti saranno quelli che ti disprezzeranno; condannati quelli che ti motteggeranno» (TOB. XIII, 16).

L'empio Nestorio che osò negare la maternità divina di Maria, fu colpito dalla giustizia di Dio; la sua lingua bestemmiatrice, rosa dai vermi, gli s'infracidì in bocca (Stor. eccles.). 
Costantino Copronimo, per avere fatto oltraggio alle immagini di Maria, si sentì divampare le viscere da così ardente calore, che non cessava dal gridare, che egli era stato gettato vivo nell'inferno, per causa dei suoi insulti alla madre di Dio; vinto dal male, si studiò di far ristabilire il culto verso Maria (Stor. eccles.). 
E quanti altri spaventosi esempi si potrebbero citare di divini castighi toccati ai nemici di Maria, a coloro che con sarcasmi e beffe ne canzonano il culto, le immagini, i templi, gli altari, la verginità, la maternità divina, ecc.!...

Chiunque affronta la madre, affronta anche il figlio... Le glorie di Maria sono le glorie di Gesù il quale fu, è, e sarà sempre vendicatore severo. dei diritti e dell'onore della santa sua madre... «Chi mi offende, dice Maria nei Proverbi, danneggia l'anima sua; e quelli che odiano me, amano la morte» (VIII, 36).

Voi dite, Vergine Santa, per bocca del Savio, che chi studia di conoscervi e di farvi conoscere, avrà in premio la vita eterna (Eccli. XXIV, 31). Io farò dunque tutto il possibile per conoscervi, onorarvi, pregarvi, amarvi ed imitarvi; non la perdonerò a fatiche, e studi per mettere in luce le vostre virtù, i vostri meriti, le perfezioni e le prerogative vostre, la vostra misericordia, la vostra gloria, le grazie di cui il mondo vi è debitore. 

Mi adoprerò a propagare il vostro culto e a farvi conoscere, onorare, amare, invocare, ed imitare. Oh, mi fosse data di condurvi ai piedi il mondo intero!... Voglio vivere e morire nelle vostre braccia, sul vostro cuore di Madre... Deh! valgano le mie fatiche sostenute per gloria vostra, a ricondurre al vostro seno i peccatori, a mantenere nella perseveranza tutti quelli che vi servono, e ad ottenere a me la grazia preziosa di servirvi con fervore fino all'ultimo di mia vita. L'ultima parola che pronunzierò nell'uscire da questa vita, sia l'amabilissimo vostro nome, o Maria!


NOS CUM PROLE PIA
BENEDICAT VIRGO MARIA
pgerardomaria@libero.it 


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