Es agradable convidarlos todos a gustar-saborear la bellisima oraciòn de san Pedro de Alcantara (1499 - 1562) del "Tratado de la Oraciòn y Meditaciòn" cap. XI.
PETICIÓN ESPECIAL DEL
AMOR DE DIOS
<<...Sobre todas estas
virtudes, dame, Señor, tu gracia, para que te ame yo con todo mi corazón, con
toda mi ánima, con todas mis fuerzas y con todas mis entrañas, así como tú lo
mandas. ¡Oh, toda mi esperanza, toda mi gloria, todo mi refugio y alegría! ¡Oh,
el más amado de los amados! ¡Oh, esposo florido, esposo suave, esposo melifluo!
¡Oh, dulzura de mi corazón! ¡Oh, vida de mi ánima y descanso alegre de mi
espíritu! ¡Oh, hermoso y claro día de la eternidad, y serena luz de mis
entrañas, y paraíso florido de mi corazón!¡ Oh, amable principio mío y suma
suficiencia mía!
Apareja, Dios mío,
apareja, Señor, una agradable morada para ti en mí, para que, según la promesa
de tu santa palabra, vengas a mí y reposes en mí. Mortifica en mí todo lo que
desagrada a tus ojos y hazme hombre según tu corazón. Hiere, Señor, lo más
íntimo de mi ánima con las saetas de tu amor, y embriágala con el vino de tu
perfecta caridad. ¡Oh! ¿Cuándo será esto? ¿Cuándo te agradaré en todas las
cosas? ¿Cuándo dejaré de ser mío? ¿Cuándo ninguna cosa fuera de ti vivirá en mí?
¿Cuándo ardentísimamente te amaré? ¿Cuándo me abrasará toda la llama de tu
amor? ¿Cuándo estaré todo derretido y traspasado con tu eficacísima suavidad?
¿Cuándo abrirás a este pobre mendigo y le descubrirás el hermosísimo Reino tuyo
que está dentro de mí, el cual eres tú con todas tus riquezas? ¿Cuándo me
arrebatarás y anegarás y transportarás y esconderás en ti, donde nunca más
parezca? ¿Cuándo, quitados todos impedimentos y estorbos, me harás un espíritu
contigo, para que nunca ya me pueda más apartar de ti?
¡Oh, amado, amado,
amado de mi ánima! ¡Oh dulzura, dulzura de mi corazón! ¡Óyeme, Señor, no por mis
merecimientos, sino por tu infinita bondad! Enséñame, alúmbrame, enderézame y
ayúdame en todas las cosas para que ninguna cosa se haga ni diga, sino lo que
fuere a tus ojos agradable. ¡Oh Dios mío, amado mío, entrañas mías, bien de mi
ánima! ¡Oh amor mío dulce! ¡Oh deleite mío grande! ¡Oh fortaleza mía, veladme;
luz mía, guiadme!
¡Oh Dios de mis
entrañas! ¿Por qué no te das al pobre? ¡Hinches los cielos y la tierra, y mi
corazón dejas vacío! Pues vistes los lirios del campo, y guisas de comer a las
avecillas y mantienes los gusanos, ¿por qué te olvidas de mí, pues a todos
olvido por ti? ¡Tarde te conocí, bondad infinita! ¡Tarde te amé, hermosura tan
antigua y tan nueva! ¡Triste del tiempo que no te amé! ¡Triste de mí, pues no te
conocía! ¡Ciego de mí, que no te veía! ¡Estabas dentro de mí, y yo andaba a
buscarte por de fuera! Pues aunque te hallé tarde, no permitas, Señor, por tu
divina clemencia, que jamás te deje.
Y porque una de las
cosas que más te agradan y más hieren tu corazón es tener ojos para saberte
mirar, dame, Señor, esos ojos con que te mire; conviene saber: ojos de paloma
sencillos; ojos castos y vergonzosos; ojos humildes y amorosos; ojos devotos y
llorosos; ojos atentos y discretos, para entender la voluntad y cumplirla, para
que, mirándote yo con estos ojos, sea de ti mirado con aquellos ojos con que
miraste a San Pedro, cuando le hiciste llorar su pecado; con aquellos ojos con
que miraste al Hijo Pródigo, cuando le saliste a recibir y le diste beso de paz;
con aquellos ojos con que miraste al publicano, cuando él no osaba alzar los
ojos al cielo; con aquellos ojos con que miraste a la Magdalena, cuando ella
lavaba tus pies con las lágrimas de los suyos; finalmente, con aquellos ojos con
que miraste a la Esposa en los cantares, cuando le dijiste: Hermosa eres, amiga
mía; hermosa eres, tus ojos son de paloma, para que, agradándote de los ojos y
hermosura de mi ánima, le des aquellos arreos de virtudes y gracias con que
siempre te parezca hermosa.
¡Oh Altísima,
Clementísima, Benignísima Trinidad, Padre, Hijo, Espíritu Santo, un solo Dios
verdadero, enséñame, enderézame y ayúdame, Señor, en todo! ¡Oh Padre
todopoderoso, por la grandeza de tu infinito poder, asienta y confirma mi
memoria en ti e hínchela de santos y devotos pensamientos! ¡Oh Hijo Santísimo,
por la eterna sabiduría tuya, clarifica mi entendimiento y adórnalo con el
conocimiento de la suma verdad y de mi extremada vileza! ¡Oh Espíritu Santo,
amor del Padre y del Hijo, por tu incomprensible bondad, traspasa en mí toda tu
voluntad y enciéndela con un tan grande fuego de amor, que ningunas aguas la
puedan apagar!
¡Oh Trinidad Sagrada, único Dios mío, y todo mi bien! ¡Oh si
pudiese yo alabarte y amarte como te alaban y aman todos los ángeles! ¡Oh si
tuviese yo el amor de todas las criaturas, cuán de buena gana te lo daría y
traspasaría en ti, aunque ni éste bastaría para amarte como tú mereces! Tú sólo
te puedes dignamente amar y dignamente alabar, porque tú sólo comprendes tu
incomprensible bondad, y así tú solo la puedes amar cuanto ella merece, de
manera que en sólo ese divinísimo pecho se guarda justicia de amor.
¡Oh María, María,
María, Virgen Santísima, Madre de Dios, Reina del cielo, Señora del mundo,
Sagrario del Espíritu Santo, Lirio de pureza, Rosa de paciencia, Paraíso de
deleites, Espejo de Castidad, Dechado de inocencia! Ruega por este pobre
desterrado y peregrino, y parte con él de las sobras de tu abundantísima
caridad. Oh vosotros, bienaventurados Santos y Santas, y vosotros,
bienaventurados espíritus, que así ardéis en el amor de vuestro Criador, y
señaladamente vosotros, Serafines, que abrasáis los cielos y la tierra con
vuestro amor, no desamparéis este pobre miserable corazón, sino limpiadlo,
como los labios de Isaías, de todos sus pecados, y abrasadlo con la llamada de
ese vuestro ardentísimo amor, para que sólo a este Señor ame, a Él sólo busque, en El sólo repose y more en siglos de los siglos. Amen.>>
JESU DULCIS MEMORIA
DANS VERA CORDIS GAUDIA:
Sed super mel et omnia
Eius dulcis praeséntia