Es bueno, siempre y sobretodo en los momentos criticos de la vida, orar y mirar a la vida de los Santos y dejarnos iluminar por ellos y por sus resoluciones.
C A
P Í T U L O X,
De
la resolución que tomé de hacerme fraile
de
la Cartuja de Monte-Alegre
77.
Desengañado, fastidiado y aburrido del mundo, pensé dejarle y huirme a una
soledad, meterme cartujo; y a este objeto y fin hacía yo mis estudios. Consideré
que habría faltado a mi deber si no hubiese participado a mi Padre, y, en
efecto, se lo dije en la primera ocasión que tuve, en una de las muchas veces
que iba a Barcelona por razón del comercio. Grande fue el sentimiento que tuvo
cuando le dije que quería dejar la fabricación, el grande negocio que ambos
podíamos hacer, y creció de punto su pena cuando le dije que me quería hacer
fraile cartujo.
78.
Como era tan buen cristiano, me (dijo): Yo no quiero quitarte la vocación. Dios
me libre; piénsalo bien y encomiéndalo a Dios y consúltalo bien con tu Director
espiritual, y si te dice que s ésta la voluntad de Dios, la acato y la adoro,
por más que lo sienta en mi corazón; sin embargo, si fuera posible que en lugar
de meterte fraile fueras sacerdote secular, me gustaría. Con todo, hágase la
voluntad de Dios.
79.
Me dediqué al estudio de la gramática latina con toda la aplicación posible. El
primer maestro fue un tal D. Tomás, sacerdote [de] muy buen latín. A los dos
meses y medio de darme lección tuvo un ataque apoplético, que perdió el habla y
murió a las pocas horas. Otro desengaño más. Después de éste tomé a D. Francisco
Mas y Artigas, en quien seguí hasta que salí de Barcelona para Vich, para
empezar Filosofía, y fue de esta manera:
80.
Mi hermano mayor, llamado (Juan), ya estaba casado con María Casajuana, hija de
D. Mauricio Casajuana, que era encargado del Señor Obispo de Vich para cobrar el
producto de ciertas propiedades y Señoríos que tenía en Sallent, y por esto era
muy apreciado del Señor Obispo, a quien con frecuencia iba a ver, y en una de
estas visitas le habló de mi insignificante (persona). Qué sé yo qué cosas le
diría, que el Señor Obispo entré en deseos de verme.
81.
Me dijeron que pasara a Vich. Yo no quería ir, porque me temía que me
estorbarían el que me metiera a cartujo, que yo tanto deseaba. Lo comuniqué a mi
Maestro, y él me dijo: Yo le acompañaré con un Padre de San Felipe Neri, el
Padre Cantí, hombre muy sabio, prudente y experimentado, y él dirá lo que se
haya de hacer. Nos presentamos, y, después de haber oído todas las razones que
alegaba para no ir, me dijo: Vaya V., y si el Señor Obispo conoce que es
voluntad (de Dios el) que V. Entre cartujo, estará tan lejos de oponerse, que
aun le protegerá.
82.
Yo me callé y obedecí, y salí de Barcelona después de haber estado cerca [de]
cuatro años, habiendo[me] resfriado bastante en el fervor y llenado demasiado
del viento de la vanidad, de elogios y aplausos, singularmente en los tres
primeros años. ¡Oh, cuánto lo siento y lo lloro amargamente! Pero el Señor ya
tuvo cuidado de humillarme y confundirme. ¡Bendito sea por tantas bondades y
misericordias como me ha dispensado!.
*
Dichoso quien honra tu nombre, Virgen Marìa, * Tu gracia consolarà su espìritu.
Serà como un jardìn a orillas del arroyo, * Tu produciràs en él frutos de santidad.
Bendita eres tù entre las mujeres * por la fe y la humildad de tu Corazòn.
Tù eres la màs bella de todas las criaturas * y màs santa de los Angeles y Arcangeles.
Tu misericordia y tu gracia son ensalzadas en todo lugar, * Dios ha bendecido tus obras.
Gloria al Padre, y al Hijo, * y al Espiritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.
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