PEDRO, EL ROMANO
26-8-2016
Padre mío, heme aquí que he cumplido Tu Santa Voluntad, en esta hora, 11.30 p.m., de
este viernes, 26 de agosto; entrando en comunión espiritual con El Santo Padre Benedicto XVI,
vicario de Tu Iglesia en la tierra, en este encuentro espiritual de nuestras almas bien dispuestas a Tu
Voluntad para Gloria tuya.
Le he hecho llegar Tus Santa palabras que por un tiempo quedaron selladas en mi corazón
dándolas a conocer solamente a Tu sacerdote ungido Juan de Dios y al padre Joseph M., sacerdote
escogido de Tu corazón. Palabras tituladas Benedicto XVI, Mi Vicario, y Juan de Dios, Mi sacerdote
ungido, dictadas a mi corazón el día 14 de junio del 2016.
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Sierva dócil y humilde, pronta en cumplir Mis deseos, disponiendo vuestra alma para
hacer en todo tiempo Mi Santa y Divina Voluntad.
Así lo he deseado Yo: que vuestras almas se encuentren y entréis en fusión
espiritual con Mi Santo Vicario, Benedicto XVI, hoy en esta noche de este viernes, estando
en Adoración y Contemplación Eucarística, habiendo terminado el rezo del Santo Rosario,
en compañía de Mi Benedicto XVI.
Temerosa estaba vuestra alma de este encuentro espiritual, sintiéndoos la más
indigna para hacer este anuncio a Mi Vicario en la tierra.
Conocí el deseo de vuestro corazón, de entrar en una preparación para este
encuentro, y hoy en esta noche os sorprendí haciéndoos saber que era este el momento y
la hora para unir vuestras almas en Mi Voluntad, porque para Dios el alma está preparada
cuando se reconoce nada ante Mí, Su Dios, cuando reconoce su indignidad y su pequeñez,
cuando en la nada se dispone a Mí, anhelando solamente una cosa, servirme y hacer Mi
Santa y Divina Voluntad.
Encontré Yo, vuestro Dios, vuestra alma bien dispuesta, anhelando servirme y tener
este encuentro con Benedicto XVI, Mi Vicario; y en presencia de la Santísima Trinidad y de
María Santísima, Yo, vuestro Dios, fusiono vuestras almas según Mi Voluntad, y preparo y
permito así todo encuentro espiritual entre vosotros, para el cumplimiento de Mis deseos.
En vuestra nada os encontráis reunidos en el fiel cumplimiento de Mis deseos,
haciéndole llegar, en lectura, Mis Santas Palabras, para que Mi Vicario tome contacto
espiritual con Mi ungido, Juan de Dios; porque el tiempo y la hora ya está muy cerca en
donde Yo, Sumo y Eterno Sacerdote, recojo las llaves de la Iglesia a la muerte de Benedicto
XVI, Mi Vicario, para Yo mismo, Eterno Dios, de Mi misma Mano, Poder y Autoridad, darle
las llaves a Mi Sacerdote ungido Juan de Dios, quien guiará a la única y verdadera Iglesia,
el resto Fiel que habrá dejado Benedicto XVI.
Pedro, primer papa de Mi Santa iglesia, fue elegido por la misma Mano de Dios
Altísimo en el Hijo y no por hombres; pues ahora será de igual manera. PEDRO ROMANO
ya ha sido elegido por Mi Mano, con Unción Divina y no de hombres, pues al igual que
Pedro, el primer papa, supo por la acción Divina y unción del Espíritu Santo, reconocer Mi
Divinidad como el Enviado de Dios Altísimo, el Hijo de Dios, el Salvador y Mesías, así es
en Mi ungido y elegido Juan de Dios.
La Santísima Trinidad hemos elegido, en el Padre Altísimo y Supremo, habiendo
elegido como representante de la Iglesia a Benedicto XVI, y en la donación del Hijo que se
entrega por las almas, en Juan de Dios, y en la unción de los siete dones a Mi sacerdote
Joseph M., para ser pilares de la Iglesia en este tiempo.
He hablado Yo, vuestro Dios, a través de vuestro corazón en este encuentro
espiritual con Benedicto XVI, y ahora quedan selladas Mis Santas Palabras y Mi Voluntad
en estos tres siervos Míos, Benedicto XVI, Juan de Dios, muy pronto Pedro Romano, y Mi
predilecto Joseph M.
Mi Poder y Mi Autoridad actuará en ellos; la Santísima Trinidad actúa para que se
lleve a cabo lo que ya ha sido determinado por el mismo Cielo para Mi Iglesia, que pronto
dejará de ser terrenal, pues Mi Iglesia pasará a ser espiritual, como ya lo es para algunos
que ya se encuentran en el desierto, reunidos sólo en espíritu, ahora aun gobernada por
Benedicto XVI, en su remanente Fiel.
Todos vosotros que lleváis el ritual de la Santa misa, revelada y elaborada por Mi
ungido Juan de Dios, quien a su tiempo y bajo Mi orden llevará el nombre de Pedro Romano,
cuando la Gloria del Olivo me entregue, en el final de su carrera, las llaves de Mi Iglesia,
que se le fue confiada por un tiempo determinado, sois Mi Verdadera Iglesia.
Os digo que así como el anticristo de estos tiempos ya está en el mundo, y se
encuentra oculto entre vosotros, porque aún no le ha llegado su hora, Yo os digo que Pedro
Romano ya está entre vosotros, desconocido aún para el mundo, pero ya le llega el día y
la hora de ejercer su ministerio petrino, para Gloria y Triunfo de Mi Resto Fiel.
Al remanente Fiel de Mi Iglesia os pido de orar para que llegue pronto el día y la
hora en que todo esto, que os he anunciado, llegue a su cumplimiento. Serán días de
grandes tribulaciones y de grandes pruebas; para eso debéis retiraos del mundo, de sus
distracciones y vanidades, que os impiden prepararos espiritualmente para estos grandes
y terribles acontecimientos.
Solamente las almas que vivan ya, desde ahora, en recogimiento y oración podrán
soportar, con gozo y paz, todo cuanto vendrá para esta humanidad que se apartó de Mí.
No corráis más por las cosas del mundo, huid de ellas, id tras los bienes eternos
que serán la recompensa de los justos, de los que buscaron de corazón vivir cada día en
Mi Santa Voluntad.
Sostener a Mi Vicario, Benedicto XVI, ofrecedle vuestro amor y donación, como él
mismo se ha ofrecido por vosotros, su rebaño Fiel. Al final es sólo el amor y la caridad lo
que queda entre vosotros.
Orad por Mi ungido Juan de Dios, quien pronto pastoreará a Mi Rebaño en medio
de grandes tribulaciones y persecuciones, sostenido en compañía de mi predilecto Joseph
M., mis dos pilares.
Orad, ayunad y haced penitencia por Mis dos testigos, quienes predican con valentía
la verdad y no temen a la muerte, por ser Mis Verdaderos testigos en la tierra, pues muchos
son mis amigos que han roto su alianza conmigo, Su Maestro.
La Corte Celestial os custodia de día y de noche; resguardados estáis todos
vosotros, Mi resto Fiel, dentro de Mis Santas Llagas que adoráis, dándome alivio a todos
Mis dolores y agonías, porque sufro en Mi Cuerpo Místico.
Abrazad con mayor ánimo y fuerza la cruz, en ella ganareis todas las batallas, en
ella alcanzareis la vida eterna, en ella ganareis Conmigo muchas almas para Mi Reino.
Ay de aquellos hermanos vuestros que rechazan todo dolor y sufrimiento, toda cruz;
les llegará la hora en que buscareis haber sido crucificados Conmigo, por amor, en la Cruz
de Redención, pues pesada, dolorosa y temible será el peso de la Cruz que recibiréis
vosotros, los que rechazasteis la Cruz, para ser purificados y alcanzar salvación. Dichosos
todos vosotros los que, día a día, caminaron Conmigo llevando la Cruz de cada día, grande
será vuestro gozo, aún en medio de las tribulaciones.
Aprended de vuestros hermanos, los santos que vivieron día a día en el gozo de la
Cruz, que les alcanzó el gozo eterno, la corona de la victoria y la resurrección.
Grandes milagros obrará el Cielo a la llegada de Benedicto XVI a la Casa Paterna,
quien por su sangre derramada, por martirio y amor a la Iglesia, seguirá intercediendo por
vosotros, Mi Resto Fiel, la Verdadera Iglesia, que habrá quedado en la mayor tribulación a
su partida.
Orad por él, para que pronto entregue las llaves de la Iglesia en el fin y fiel
cumplimiento de su Misión como papa y Vicario de Mi Iglesia.
Os bendigo, a vosotros, Mis almas dóciles y humildes, vosotros que buscáis a diario
Mi Voluntad para alcanzar la Santidad, a vosotros os aseguro la Victoria en esta batalla
final.
Mi paz este con vosotros.
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Bendito mi Dios y mi Señor, somos tuyos, para ti vivimos y por ti morimos. Abrazando Tu Santa
cruz, precio de nuestra Salvación.
AMEN, AMEN, AMEN
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ESTA ES MI SANTA VOLUNTAD
6-10-2016
Después del gozo que ha experimentado vuestra alma en esta Santa
Misa, os llamo Yo, Dios Altísimo, a servirme y ser Mi instrumento y Mi
mensajera, en este mensaje que os doy para Mis dos siervos, Juan de Dios y
Joseph.
Yo, Dios Altísimo, dispongo para Mi Resto Fiel, que ya ha sido
preparado en estos meses desde que Mi ungido, Juan de Dios, dio inicio a la
Santa Misa espiritual, con oraciones propias en el ritual de consagración, que
Yo mismo le inspiré, para preparar y purificar los corazones y las mentes de Mi
Resto Fiel, que hasta ahora llevó el ritual de consagración, y ya no será más.
Todo tiene un porque y un para qué.
Todo tiene un tiempo.
Ahora, este es ya el momento, en que todo Mi resto Fiel dé inicio a la
Santa Misa que Mi siervo y predilecto Josep hace llegar cada día, de viva voz,
a muchas almas, LA SANTA CELEBRACION DEL SANTO SACRIFICIO DEL
ALTAR.
Dejarán ya el ritual de inicio, revelado a Mi Ungido, Juan de Dios, que
sirvió de preparación en su primera etapa para la Iglesia Remanente, y la han
llevado a crecer espiritualmente, aumentando su Fe.
Es la hora ya de que, a una sola voz universal, todo el Resto Fiel se una
en el ritual de siempre, la liturgia pura y sagrada, digna para el Santo Sacrificio
del Calvario.
EL RITO ANTIGUO, LA SANTA MISA EN LATIN.
Así, Benedicto XVI, Mi Vicario, aun por pocos días,
Juan de Dios,
próximo Pastor Universal de Mi Iglesia,
y Joseph, Mi predilecto,
entren en una
fusión total de almas, un solo espíritu, una misma Fe, un solo Señor, un solo
Sacrificio Santo y Puro, agradable a Mis ojos.
Un mismo espíritu, guiado y
sostenido por la Trinidad Santa, y a ellos se unirá todo el Resto Fiel, el
Remanente obediente y dócil, que es ya la Iglesia peregrina en el desierto, en
sus inicios de renovación y trasformación, porque esta Iglesia ha sido fiel a Mis
mandatos Divinos y a Mi Voluntad.
Este Domingo, día de Gloria, iniciará todo el Remanente, el Resto Fiel,
a segur la Santa Misa, que os pido en comunión con Joseph y Juan de Dios
unidos a Benedicto XVI.
Esta será como una consagración de Mis tres predilectos a su rebaño, al
resto Fiel, que ya congregan en un mismo Espíritu.
Este domingo vestíos de
penitencia por los que no han abandonado la Iglesia infiel, la que Me ofende y
se prostituye, y también vosotros, Mis Elegidos, vestíos de fiesta para entrar
en Mi presencia Santa, cada uno desde sus pequeños y humildes Altares, en
donde acostumbráis a hacer vuestra oración y Santa Misa.
El cielo sellará esta acción y marcará un fin y un principio en Mi Iglesia,
el resto Fiel. Cuanto me agrado con vuestra obediencia, cuando sois dóciles y
humildes a Mi Santa Voluntad, aun cuando, a veces, no la comprendéis y caéis
en el error, engañados por el enemigo, pero sois prontos para levantaros de
nuevo.
Les basta Mi Gracia.
Benedicto XVI espera ya está fusión de alma con él, el pastor con sus
ovejas y así en sucesión.
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Padre mío, en esta Santa Misa me has llenado de un gozo inmenso, has hecho una bendición
de Tus Santa manos sobre las mías para poder escribir este mensaje, que es un sello para Tu Iglesia
Verdadera.
Me has conducido a ofrecer mi nada, mi vida, aun llena de tantas miserias, y esta y cada Santa
Comunión por el resto de mis días en esta tierra, ofrecértela por Tus Tres siervos y ungidos, EL PAPA
BENEDICTO XVI, JUAN DE DIOS Y JOSEPH. Y en ellos todos tus sacerdotes, que tú bien sabes llevo
guardados en mi corazón. Poca cosa soy, pero aquí estoy, Padre mío, para servirte y solo buscar hacer,
día a día, Tu Santa y divina Voluntad. AMEN, AMEN, AMEN, 5.20 pm.