sabato 14 maggio 2016

LA CORREDENCIÓN DE MARÍA


QUINTO DOGMA MARIANO: LA CORREDENCIÓN DE MARÍA

12.13- 5-2016 

        Señor mío, acabando de pasar unas horas contigo en este jueves de Getsemaní, buscando tan solo Alabarte y darte un poco de nuestro consuelo y amor por cuanto desamor recibes de tantos hombres. Quiero agradecerte el llamarnos al congregarnos en la oración que tanto bien hace a nuestras almas. 

       Bendice al sacerdote que nos enseñó a hacerte compañía en estos jueves de Getsemaní, bendice su entrega, sus desvelos y su ministerio sacerdotal. Guárdanos en Tu santa y Divina Voluntad para que busquemos a diario permanecer fieles a Ti, a la Verdad y perseverantes en esta hora que Tu Iglesia Fiel entrara en su Getsemaní, en la noche obscura, la noche de la traición, la noche en que ya vemos llegar lo que está por venir y está ya a la puerta, así como Tú en aquella noche de jueves Santo contemplaste Tu pasión dolorosa, todos los crímenes, pecados y la iniquidad de todos los hombres, EL CUMPLIMIENTO DE TU MISION y ahora nosotros Tu Iglesia Fiel, lo contemplamos en el cumplimiento de nuestra misión para cada uno de nosotros, los que seguimos Tus huellas y deseamos cumplir como Tu nuestro Divino Maestro LA SANTA VOLUNTAD DEL PADRE ETERNO. Amen. 

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         Mis amados: cuánto agrado encuentro en vuestra compañía y oración sincera, oración que brota de vuestros corazones y da consuelo a vuestro Salvador, porque, en esta hora, el Hijo de Dios sufre terriblemente por ver la noche obscura que ya llega para Mi Iglesia, y pocos son los que parecen percatarse de esta hora. 

         Vosotros, Mis Fieles, que tanto Me amáis y Me dais consuelo por el desamor de tantos hombres, os digo: que también vosotros seréis consolados en vuestra pasión dolorosa, y el bálsamo de Mi Amor, que es Mi Sangre preciosa derramada, os fortalecerá para que también vosotros bebáis el Cáliz amargo, que ya está por derramarse en los hombres de esta generación malvada y perversa, porque los pecados de esta generación ya sobrepasan los pecados de Sodoma y Gomorra. 

         Uno hay quien es el Pastor Universal de Mi Iglesia, Mi Vicario, a quien el Padre Celestial, en una noche obscura como a Mí, le dará a beber el Cáliz amargo, y bebiéndolo, Él se entregará a la muerte, porque caerá en manos de sus enemigos, quienes le darán muerte, para qué con su sangre, derramada como Mártir y Santo, selle a la Verdadera Iglesia, al Rebaño Fiel, el cual él pastorea en Espíritu, porque la Silla de Pedro la ocupa el impostor, el traidor, Judas de este tiempo, el obispo de Roma, el falso profeta. 

        El poder del Altísimo lo cubrirá, a Mi Verdadero Vicario, haciéndole saber que la hora ha llegado para exaltar a María, la Reina del Cielo y Tierra, la Madre del Salvador, cumpliéndose, con este anuncio y proclamación, EL ÚLTIMO DOGMA DE LA IGLESIA, para que María sea exaltada como CORREDENTORA, quien por Ella y en Ella, Esposa del Espíritu Santo, el Paráclito y Consolador, se manifieste nuevamente al mundo entero en un segundo Pentecostés, para darle a Su Amada Esposa, EL TRIUNFO DE SU CORAZÓN INMACULADO, que debe triunfar en este final de los tiempos, junto a Mi Sagrado Corazón del Hijo del Hombre. 

         Así, Mi Siervo y Vicario, habrá cumplido fielmente su misión, la misión que se le confió de lo Alto, en este acto de amor, de valentía y fidelidad al Único y Verdadero Dios y a la Única y Verdadera Iglesia, que Yo, Jesucristo, el Hijo de Dios, fundé sobre Roca firme. Con esto marcará, Mi Vicario, el inicio de la noche obscura, el Getsemaní de Mi Iglesia, para que se cumpla todo cuanto les ha sido anunciado de parte del Altísimo, y anunció Mi Madre. 

         El Pastor y Vicario de Mi Santa Iglesia, la que Me es Fiel, anunciará y proclamará a María, Mi Santísima Madre, como la Corredentora, en una festividad de la Iglesia a la Mujer Santa y Bendita, a quien en la Cruz del Calvario, siendo traspasado Su Corazón, queda Ella, la Madre de Dios, como MADRE DE LA IGLESIA, Madre de los hombres, la nueva Eva, que también Ella, con Su Fiat, Su Humildad y Obediencia, redime al mundo, siendo Conmigo, el Hijo de Dios, la Corredentora, Madre de todos los Hombres, Madre de todos los Pueblos. 

        Cuando vuestro Santo Vicario rompa el silencio, será visible al mundo entero la oposición entre dos papas, quedando al descubierto y cumpliéndose a los ojos del mundo entero, el Tercer Secreto de Fátima. 

       La consecuencia de este hecho hará que se derrame la Ira de Mí Padre, porque Me habrán crucificado a Mí en Pedro, a quien di las Llaves de Mi Iglesia. 

       Oh, Madre Mía, Madre Dolorosa al pie de la Cruz, llega ya el día en que Tu Corazón traspasado sea exaltado en la Cruz de Redención. 

       Velad y orad con María, que Ella os traerá ese Fuego ardiente, al Paráclito, el que os revela todo que aún estaba oculto y velado, porque Él es el Consolador, Renovador y Dador de Vida, LA TERCER PERSONA DE LA TRINIDAD, EL ESPIRITU SANTO, ESPOSO DE MARIA. 

        Dejaos abrazar por este dulce Huésped del alma, Señor y Dador de Vida, el Fuego ardiente en los corazones de los Hijos del Altísimo. 

        Aclamad, con gozo y jubilo, la llegada del Espíritu Santo, porque este segundo Pentecostés para toda la humanidad es también EL TRIUNFO DEL PARÀCLITO, LA SANTISIMA TRINIDAD EN MARÍA, LA CORREDENTORA. Dejaos abrazar y habitar por el Espíritu Santo, y así sabréis reconocer, cada uno, cuál es la misión que se os ha sido confiada y llevarla a cabo. 

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       Mi Jesús, cuantos consuelos para nuestras almas, tan llenas de dudas y cuestionamientos humanos. Tus palabras son bálsamo de amor, de paz y esperanza para nuestros corazones. Envíanos el Espíritu Santo y seremos renovados y guiados por su luz y Fuego Divino, a fin de cumplir fielmente con la misión que se nos ha sido confiada. 

       Ven, Espíritu Santo, fuente de Luz y de amor, Ven Espíritu Santo, amor del Padre y del Hijo, Ven Espíritu Santo, dulce esposo de LA SANTISIMA VIRGEN MARIA. 

       Padre Santo y Eterno, Tu palabra es vida, santifícanos en la Verdad, envía ya sobre los hombres Ese Fuego Divino que nos renovará y encenderá de nuevo los corazones ya apagados de todos los hombres. 

       Padre Eterno, Yo me ofrezco como penitencia, os ofrezco Padre eterno, mi alma en penitencia a vuestra justicia y Misericordia Divina, en expiación de mis propio pecados, los pecados de mi familia y de vuestros sacerdotes, y os ofrezco, Padre Eterno, EL SANTO CUERPO, EL ALMA, LA SANGRE Y LA DIVINIDAD DE NUESTRO AMADISISMO SEÑOR JESUCRISTO, EN EXPIACION DE NUESTROS PECADOS, para lavar en estos tiempos a la Iglesia, la Esposa del Cordero Inmaculado, y darles consuelo a los corazones de Jesús y de María. Amen.