Estoy viendo un gran salón cuadrado. Digo salón, porque por lo que puedo entender es la sinagoga de Nazaret (así me lo dice quien me habla en el interior) ya que no hay otra cosa que paredes desnudas, pintadas de color amarillo y una especie de púlpito. Hay un atril con rollos encima. Atril o escritorio, como usted quiera llamarlo, no es otra cosa más que una tabla inclinada, levantada sobre un palo y sobre la que están alineados los rollos.
Hay gente que ora, no como oramos nosotros, sino vueltos hacia un lado con las manos separadas como un sacerdote suele tenerlas en el altar.
Hay lámparas puestas sobre el púlpito del atril.
No veo la razón de esta visión, que no cambia y se queda fija por un tiempo, pero Jesús me dice que la escriba y lo hago.
Desde el principio me encuentro en la sinagoga de Nazaret.
Ahora el rabí lee. Oigo la cantinela de su voz nasal, pero no entiendo las palabras que son pronunciadas en una lengua que ignoro. Entre la gente está también Jesús con sus primos los apóstoles y con otros que son ciertamente parientes suyos, pero a quienes no había conocido.
Después de la lectura, el rabí vuelve la mirada a la multitud en muda pregunta. Jesús se adelanta y pide poder dirigir hoy la palabra.
Oigo su hermosa voz que lee el paso de Isaías citado por el Evangelio: "El Espíritu del Señor está sobre de Mí..." y oigo el comentario que de él hace, llamándose "el portador de la Buena Nueva, de la Ley de amor que substituye el rigor de antes con la misericordia, por la que conseguirán la salvación todos los que la culpa de Adán ha enfermado en el corazón y en la carne y por consiguiente, porque el pecado suscita siempre el vicio y el vicio también la enfermedad física. Por ella todos los que son prisioneros del espíritu del Mal obtendrán liberación. He venido a romper estas cadenas, a volver a abrir el camino del cielo, a dar luz a las almas ciegas y oído a las sordas. Ha llegado el tiempo de la gracia del Señor. Está ella entre vosotros, es la que os habla. Los Patriarcas desearon ver este día, cuya existencia la voz del Altísimo ha proclamado y cuyo tiempo predijeron los profetas. Ha llegado a ellos la Voz en alas de un ministerio sobrenatural, y conocen que el alba de este día se ha levantado y que su entrada al Paraíso está ya muy cerca y se alegran con sus espíritus, que santos, no les falta otra cosa sino mi bendición para ser ciudadanos del Cielo. Vosotros estáis viendo el día, venid a la luz que se ha levantado. Despojaos de vuestras pasiones para ser ágiles en el seguimiento del Mesías. Tened la buena voluntad de creer, de mejorar, de querer la salvación y esta se os dará. Está en vuestras manos. Pero no la doy sino a quien tiene buena voluntad de poseerla. Porque sería una injuria a la gracia darla a quien quiere continuar sirviendo a Mammón."
ES BIEN MIRADO EN SU PATRIA.
Un murmullo se levanta en la sinagoga. Jesús mira a su alrededor. Lee en sus rostros y corazones y prosigue: "Comprendo lo que estáis pensando. Vosotros, pues, de Nazaret, querríais un privilegio, pero no porque tengáis una gran fuerza de fe sino de egoísmo. Por lo que os digo que en verdad ningún profeta es bien mirado en su patria. Otras regiones me han acogido y me acogerán con mayor fe, aun aquellos cuyo nombre es un escándalo entre vosotros. Allá cosecharé mis seguidores, mientras que en esta tierra nada podré hacer porque me está cerrada y me es hostil. Os recuerdo a Elías y a Eliseo. El primeroencontró fe en una mujer fenicia, y el segundo en un Sirio y en favor de uno y otra hicieron milagros. Los que morían de hambre en Israel, no tuvieron pan para su hambre, ni limpieza porque su corazón no tenía la buena voluntad, como perla que pudiese ver el profeta. También esto sucederá de nuevo a vosotros que sois hostiles e incrédulos a la palabra de Dios."
DE LA CIUDAD A JESÚS
La multitud comienza a hacer tumulto y dice palabras injuriosas tratando de poner la mano sobre Jesús, pero los apóstoles primos: Judas, Santiago y Simón lo defienden y entonces los fariseos nazarenos, arrojan fuera de la ciudad a Jesús. Lo siguen con amenazas, no solamente verbales, hasta la cima del monte. Pero Jesús se vuelve y los inmoviliza con su mirar magnético, e incólume pasa en medio de ellos, desapareciendo sendero arriba.
KILÓMETROS DE NAZARET, REFUGIADO ALLÍ
Veo un pequeño, un pequeñísimo poblado. Un puñado de casas, Está más alto que Nazaret, que se ve allá abajo, y distante unos pocos kilómetros. Un poblado verdaderamente miserable.
Jesús y María, sentados en una pequeña barda cerca de unas casuchas, están hablando. Tal vez es la casa de algún amigo, o de quien le da hospedaje, según las leyes de la hospitalidad oriental. Jesús se ha refugiado allí después de que lo arrojaron de Nazaret, para esperar a los apóstoles que se habían esparcido por la región mientras Él estuvo con su Madre.
JUDAS, SANTIAGO, SIMÓN Y JOSÉ
No están con Él sino los tres apóstoles primos, quienes en estos momentos están en la cocina y hablan conuna mujer anciana a quien Tadeo llama "madre". Por lo que entiendo es María de Cleofás. Es una mujer más bien anciana, y reconozco que es la que estuvo con María Santísima en las bodas de Caná. Ciertamente María de Cleofás y sus hijos han ido allí para que Jesús y su Madre puedan libremente hablar.
María está afligida. Se ha enterado de lo que ha sucedido en la sinagoga y está adolorida. Jesús la consuela. María suplica a su Hijo que se aleje de Nazaret, donde todos están en contra suya, aun los parientes que lo tienen por un loco deseoso de suscitar rencores y disputas.
HE VENIDO PARA HACER LA VOLUNTAD DEL PADRE
Y REDIMIR AL HOMBRE
EL AMOR ERES TÚ, MAMÁ, AMOR QUE ME COMPENSA
DE TODO
Una sonrisa se dibuja en los labios de Jesús. Parece como si dijese: "¡No faltaba más! No te preocupes." Pero María insiste. El Hijo responde: "Mamá, si el Hijo del Hombre tuviese que ir únicamente a donde le aman, debería de dejar la tierra e irse al Cielo. Dondequiera tengo enemigos, porque la Verdad es odiada y Yo soy la Verdad. Pero no he venido a encontrar un amor fácil. He venido para hacer la voluntad del Padre y redimir al Hombre. El amor eres Tú, Mamá, amor que me compensa de todo. Tú y esta pequeña grey que diariamente aumenta con alguna ovejita que arranco de los lobos de las pasiones y llevo al redil de Dios. Lo demás es un deber. He venido para cumplir ese deber y debo cumplirlo aún cuando me parta en pedazos contra las piedras de los durísimos corazones que se oponen al bien ¡Antes bien,cuando haya caído bañando con mi sangre los corazones, los suavizaré estampando y anulando al Enemigo. Mamá, para esto bajé del Cielo. No puedo sino desear que se cumpla."
" ¡Oh! ¡Hijo! ¡Hijo mío!" María tiene la voz destrozada. Jesús la acaricia. Noto que María tiene sobre la cabeza además del velo, el manto. Más que nunca está velada cual sacerdotisa.
"Me ausentaré por algún tiempo para contentarte. Cuando esté cerca te mandaré avisar."
DE TU MADRE POR ELLA! ¿QUÉ TE HARÁN, HIJO?
¿HIJO REDENTOR, DE CUYO MARTIRIO TAN GRANDE
HABLAN LOS PROFETAS?
"Manda a Juan. Me parece ver un poco de Ti al verlo a él. También su madre está preocupada por Ti y por mí. Ella espera, es verdad, un puesto de privilegio para sus hijos. Hablará de ello contigo. Pero está entregada a Ti sinceramente. Y cuando se vea libre de su fragilidad humana, que fermenta en ella y en sus hijos, como en otros, como en todos, Hijo mío, será grande en la fe. Es doloroso que todos esperen de Ti un bien humano, un bien que aunque no sea humano, es egoísta. Es el pecado en ellos y su concupiscencia. Aun no ha venido la hora bendita y temida, aunque el amor de Dios y del hombre me la hacen desear, en que anularás el pecado. ¡Oh! ¡Aquella hora! ¡Cómo tiembla el corazón de tu Madre por ella! ¿Qué te harán, Hijo? ¿Hijo Redentor, de cuyo martirio tan grande hablan los Profetas?"
"No te preocupes, Mamá. Dios te ayudará en esa hora. Dios me ayudará y te ayudará y después será la paz. Te lo digo de una vez. Ahora vete que el atardecer está pronto y largo el camino. Te bendigo."
II. 648-652
A. M. D. G.
Domine Iesu,
Humiliem me, exaltem
te.
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