afirma que
continuamente debes pedirle a Dios estas siete cosas, diciendo:
<<Buen Jesús, haced
que os ame desde lo más profundo de mi ser,
que os tema por encima de todo,
que os reverencie y
que tenga fortísimo celo por tu honor, de tal manera que, ansioso de tu gloria, aborrezca vehementísimamente
cualquier oprobio contra ti, y más si se hace por mí o en mí.
Dame, Señor,
que te adore a ti humildemente como
criatura tuya y te reconozca, y
que por todos los beneficios que me has dado, te dé siempre
gracias con toda gratitud de corazón. Dame también
que en todas las cosas te bendiga siempre,
te alabe y glorifique con sumo júbilo, danzando el corazón,
y que, conformándome y obedeciéndote en todo,
me sacie siempre de tu dulcísima e inefable suavidad,
como comensal de tu mesa,
con tus santos ángeles y apóstoles,
aunque totalmente indigno e ingrato.
Tú, que con el Padre y el Espíritu Santo,
vives y reinas por los siglos de los siglos. Amen.>>
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