lunedì 12 ottobre 2020

Due Giovanni: uno vero e l'altro falso




Quiero que me explique el desenlace de San Juan Bautista: ¿lo mataron o fue arrebatado?


En las Sagradas Escrituras aparecen dos Juan el Bautista: uno verdadero y otro falso.

La razón es una maniobra de aquellos que odiaban a Jesús para meter miedo a sus discípulos y hacer que se apartasen de Él. Ellos, por mandato de Herodes (cf. Lc 3, 20), encarcelaron a un inocente haciendo creer que se trataba de Juan el Bautista. Después lo decapitaron.

El falso Juan no conocía a Jesús:
«Y Juan, habiendo en la prisión oído las obras de Cristo, enviándole un recado por medio de sus discípulos, le dijo: ¿Eres tú el que ha de venir o aguardamos a otro?» (Mt 11, 2).

Esto está en oposición:

1. Con el conocimiento de Jesús que tenía el verdadero Juan desde el seno de su madre Isabel, cuando saltó de gozo en su seno en presencia de María:

«Y aconteció que al oir Isabel la salutación de María, dio saltos de gozo el niño en su seno» (Lc 1, 41).

Este conocimiento desde el seno materno revela que Juan el Bautista no fue concebido en pecado, pues la ignorancia de las cosas y de los seres es natural en los hombres que nacen con el pecado original. Quien tiene el pecado original le es imposible conocer desde el seno materno. Adam, el primer hombre, con su pecado genéticamente impide el conocimiento natural de las cosas. El alma, desde el seno materno, tiene inteligencia con la cual puede conocer todas las cosas. El pecado original consiste en impedir que esta inteligencia pueda manifestarse como es. Si Juan podìa conocer a Jesús, que estaba en el seno de su Madre, la Virgen María, es que lo vio cuando María entró en casa de Isabel, y él, ante este conocimiento natural saltó de gozo. Quien no tiene pecado original puede ver a través de los cuerpos y entender lo que ve.

2. El verdadero Juan no tenía ninguna duda de quién era Jesús ni que Él fuera el Mesías:

«Yo os bautizo en agua; viene el que es más fuerte que yo, ante quien no soy digno de desatar la correa de sus zapatos; Él os bautizará en Espíritu Santo y fuego» (Lc 3, 16).

«Al día siguiente ve a Jesús venir hacia él, y dice: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es aquel de quien yo dije: Detrás de mí viene un hombre que ha sido puesto delante de mí, porque era primero que yo» (Jn 1, 29).

«Y yo no le conocía, mas el que me había enviado a bautizar en agua, me dijo: “Aquel sobre quien vieres descender el Espíritu y posarse sobre Él, éste es el que bautiza en el Espíritu Santo”. Y yo lo he visto, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios» (Jn 1, 33).

«… y fijando los ojos en Jesús, que caminaba, dice: He aquí el Cordero de Dios» (Jn 1, 36).

Y yo no le conocía: Juan vivió toda su vida en el desierto como preparación a su misión divina. En el desierto, no conocía el desarrollo de Jesús en cuanto a su cuerpo, a su apariencia física.

3. El verdadero Juan había bautizado a Jesús cuando Éste se lo pidió:

«Entonces Jesús… se presenta a Juan para ser bautizado por él. Mas Juan le atajaba diciendo: Yo tengo necesidad de ser bautizado por ti, ¿y Tú vienes a mi? Jesús le dijo: Déjame hacer ahora, pues así nos cumple realizar plenamente toda justicia. Entonces le dejó hacer. Así que fue bautizado…» (Mt 3, 13).

4. El verdadero Juan había oído, de la propia Voz de Dios Padre, que Jesús era Su Hijo:

«Y he aquí una Voz venida de los cielos que decía: Este es Mi Hijo Amado, en quien tengo mis complacencias» (Mt 3, 17).

5. El verdadero Juan habìa visto descender sobre Jesús el Espíritu Santo:
«Y he aquí que se le abrieron los cielos, y vio el Espíritu de Dios descender a manera de paloma y venir sobre Él» (Lc 3, 16).

6. El verdadero Juan dio testimonio de Jesús, de la Luz:

«Apareció un hombre enviado por parte de Dios, su nombre era Juan. Éste vino como testigo, para dar testimonio de la Luz, a fin de que todos creyesen por él» (Jn 1, 6).

San Juan Bautista, una vez bautizó a Jesús en el Jordán, fue arrebatado al Cielo, como lo fueron Elías y Henoc, sin pasar por la muerte. No podía morir como los hombres entienden la muerte, como efecto del pecado original, separación entre alma y cuerpo. San Juan Bautista, una vez cumplió su misión en la tierra, pasó a otra dimensión:

«Elías ya vino y no le reconocieron, antes hicieron con él cuanto quisieron» (Mt 17, 12).

Elìas ya vino y no le reconocieron: Juan, no sólo tenía el Espíritu de Elías, como lo tenía Eliseo, sino que era Elías en el sentido que vivió la misma vida de Elías: en el desierto, en penitencia, sin vida social, y fue llevado al cielo.

Hicieron con él: con su nombre, con su obra, con su predicación lo que quisieron. Pero no se habla de la muerte de Juan, sino del padecimiento que se tuvo por el odio a Juan.

AMDG et DVM

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