Quiero que me explique el desenlace de San Juan Bautista: ¿lo mataron o fue
arrebatado?
En las
Sagradas Escrituras aparecen dos Juan el Bautista: uno
verdadero y otro falso.
La razón es
una maniobra de aquellos que odiaban a Jesús para meter miedo a sus discípulos
y hacer que se apartasen de Él. Ellos, por mandato de Herodes (cf. Lc 3, 20),
encarcelaron a un inocente haciendo creer que se trataba de Juan el Bautista.
Después lo decapitaron.
El falso
Juan no conocía a Jesús:
«Y Juan, habiendo en la prisión oído las obras de Cristo, enviándole un
recado por medio de sus discípulos, le dijo: ¿Eres tú el que ha de venir o
aguardamos a otro?» (Mt 11, 2).
Esto está en
oposición:
1. Con el
conocimiento de Jesús que tenía el verdadero Juan desde el seno de su madre
Isabel, cuando saltó de gozo en su seno en presencia de María:
«Y
aconteció que al oir Isabel la salutación de María, dio saltos de gozo el niño
en su seno» (Lc 1, 41).
Este
conocimiento desde el seno materno revela que Juan el Bautista no fue concebido
en pecado, pues la ignorancia de las cosas y de los seres es natural en los
hombres que nacen con el pecado original. Quien tiene el pecado original le es
imposible conocer desde el seno materno. Adam, el primer hombre, con su pecado
genéticamente impide el conocimiento natural de las cosas. El alma, desde el
seno materno, tiene inteligencia con la cual puede conocer todas las cosas. El
pecado original consiste en impedir que esta inteligencia pueda manifestarse
como es. Si Juan podìa conocer a Jesús, que estaba en el seno de su Madre, la
Virgen María, es que lo vio cuando María entró en casa de Isabel, y él, ante
este conocimiento natural saltó de gozo. Quien no tiene pecado original puede
ver a través de los cuerpos y entender lo que ve.
2. El
verdadero Juan no tenía ninguna duda de quién era Jesús ni que Él fuera el Mesías:
«Yo
os bautizo en agua; viene el que es más fuerte que yo, ante quien no soy digno
de desatar la correa de sus zapatos; Él os bautizará en Espíritu Santo y fuego» (Lc 3,
16).
«Al
día siguiente ve a Jesús venir hacia él, y dice: He aquí el Cordero de Dios,
que quita el pecado del mundo. Este es aquel de quien yo dije: Detrás de mí
viene un hombre que ha sido puesto delante de mí, porque era primero que yo» (Jn 1,
29).
«Y
yo no le conocía, mas el que me había enviado a bautizar en agua, me dijo:
“Aquel sobre quien vieres descender el Espíritu y posarse sobre Él, éste es el
que bautiza en el Espíritu Santo”. Y yo lo he visto, y he dado testimonio de
que éste es el Hijo de Dios» (Jn 1, 33).
«…
y fijando los ojos en Jesús, que caminaba, dice: He aquí el Cordero de Dios» (Jn 1,
36).
Y
yo no le conocía: Juan vivió toda su vida en el desierto
como preparación a su misión divina. En el desierto, no conocía el desarrollo
de Jesús en cuanto a su cuerpo, a su apariencia física.
3. El
verdadero Juan había bautizado a Jesús cuando Éste se lo pidió:
«Entonces
Jesús… se presenta a Juan para ser bautizado por él. Mas Juan le atajaba
diciendo: Yo tengo necesidad de ser bautizado por ti, ¿y Tú vienes a mi? Jesús
le dijo: Déjame hacer ahora, pues así nos cumple realizar plenamente toda
justicia. Entonces le dejó hacer. Así que fue bautizado…» (Mt 3,
13).
4. El
verdadero Juan había oído, de la propia Voz de Dios Padre, que Jesús era Su
Hijo:
«Y
he aquí una Voz venida de los cielos que decía: Este es Mi Hijo Amado, en quien
tengo mis complacencias» (Mt 3, 17).
5. El
verdadero Juan habìa visto descender sobre Jesús el Espíritu Santo:
«Y he aquí que se le abrieron los cielos, y vio el Espíritu de Dios
descender a manera de paloma y venir sobre Él» (Lc 3, 16).
6. El
verdadero Juan dio testimonio de Jesús, de la Luz:
«Apareció
un hombre enviado por parte de Dios, su nombre era Juan. Éste vino como
testigo, para dar testimonio de la Luz, a fin de que todos creyesen por él» (Jn 1,
6).
San Juan
Bautista, una vez bautizó a Jesús en el Jordán, fue arrebatado al Cielo, como
lo fueron Elías y Henoc, sin pasar por la muerte. No podía morir como los
hombres entienden la muerte, como efecto del pecado original, separación entre
alma y cuerpo. San Juan Bautista, una vez cumplió su misión en la tierra, pasó
a otra dimensión:
«Elías
ya vino y no le reconocieron, antes hicieron con él cuanto quisieron» (Mt 17,
12).
Elìas
ya vino y no le reconocieron: Juan, no sólo tenía el Espíritu de Elías,
como lo tenía Eliseo, sino que era Elías en el sentido que vivió la misma vida
de Elías: en el desierto, en penitencia, sin vida social, y fue llevado al
cielo.
Hicieron
con él: con su
nombre, con su obra, con su predicación lo que quisieron. Pero no se habla de la
muerte de Juan, sino del padecimiento que se tuvo por el odio a Juan.
AMDG et DVM
Nessun commento:
Posta un commento