Nihil Obstat e Imprimatur al Poema de El Hombre Dios .
Aprobación formal otorgada por el Obispo Roman Danylak en la Ciudad de Roma, el 13 de febrero de 2002
“Digo que no hay nada objetable en el Poema de El Hombre-Dios y en todos los demás escritos de Valtorta en lo que respecta a la fe y la moral”.
Bishop Roman Danylak
Titular Bishop of Nyssa
Parrocchia degli Ss. Sergio e Bacco
Piazza della Madonna dei Monti, 3
00184 Roma Italia
El Nihil Obstat e Imprimatur, con los que la Iglesia Católica respalda los libros religiosos, era y es una prueba de la
ortodoxia de la doctrina que se le otorga a un libro. Esta autorización no necesariamente transmite las opiniones y
convicciones personales, tanto del delegado sacerdote/teólogo censor, quien da su Nihil Obstat, o del obispo, que concede
el permiso para imprimir el libro. Es una garantía de que no hay nada contra la fe Cristiana Católica y la doctrina moral.
Esta práctica ha servido bien a las necesidades de los fieles. Sin embargo, ha habido abusos en la historia pasada. Hemos
oído historias de eclesiásticos católicos (obispos, sacerdotes y teólogos) quienes prohibieron libros, incluso acusaron de
herejía a hombres y mujeres, quienes fueron quemados en la hoguera. Tenemos los ejemplos de santa Juana de Arco y
Savonarola, los cuales fueron quemados en la hoguera por cargos de herejía. Igualmente hay historias de la Inquisición
española. Otros dos santos, teólogos y místicos: santo Tomás de Aquino y el santo padre Pío de Pietrelcina, fueron
acosados por sus superiores eclesiásticos, con acusaciones de herejía (el primero) y de histeria (el segundo). Al final, la
Iglesia los reconoció como santos. Hay hechos similares en nuestros días. Celosos cazadores de brujas, con la intención de
defender la pureza de la doctrina, denuncian los escritos no tan sólo de los sospechosos teólogos modernistas sino
también hasta de gente devota, cuyos escritos o afirmaciones sobre mensajes celestiales, no se ajustan a su particular
esquema mental. Acusaciones de alucinación y cualquier otra cosa. Varios nombres acuden a mi mente. Luisa Piccarreta,
Concepción Cabrera de Armida (Conchita), María Valtorta, Julia Kim y otras. En otras épocas hemos tenido también a la
venerable María de Ágreda y la bienaventurada Catalina Emerich.
Algunos teólogos y obispos tienen problemas con los
fenómenos sobrenaturales.
Quiero señalar varias cuestiones relacionadas con la vida y los escritos de una de ellas: María Valtorta. Ella nació en
Caserta, Italia en 1897 y falleció en Viareggio en 1961. Estuvo encamada desde abril del año 1934, después de un ataque
irracional hecho por un muchacho callejero que golpeó su columna con una barra de fierro. El Señor aceptó su ofrecimiento
de llevar su cruz unida a Su pasión. Ella se convirtió en un alma victima. Jesús recompensó su sufrimiento generoso, con
gracias innumerables. La hizo su escribiente. Él le dictó y reveló la historia de su vida, muerte y resurrección, así como la
de su Madre y de la Iglesia naciente, en una serie de revelaciones privadas que empezaron en 1943 y continuaron hasta
1954. Así como lo hizo con otras almas santas, tenía el propósito de concederle los estigmas visibles de Su Pasión. Sin
embargo, Él respetó la humilde declinación de María Valtorta, quien le pidió que las señales de su pasión permanecieran
invisibles para el mundo exterior. En los últimos años de su vida ella quedó totalmente ensimismada interiormente. Con
todo, su producción literaria en los 12 años entre 1943 y 1954, llenó muchos volúmenes.
María, fiel a Cristo y a su Iglesia, estuvo en total obediencia a las leyes y reglas de la Iglesia Católica. Nada debía ser
impreso sin aprobación eclesiástica. A pesar de esta insistencia, su director espiritual fray Migliorini y el primer editor de
sus escritos, Michael Pisani, empezaron a divulgar fragmentos de los escritos. Posteriormente, tres padres Siervos de María,
presentaron al Papa Pío XII copias mecanografiadas del primer volumen de El Poema del Hombre-Dios. El Papa les dijo:
Publíquenlo sin añadir ni quitar nada .
Más tarde M. Pisani, publicó los primeros volúmenes de Valtorta sobre la Vida de Cristo: El Poema del Hombre-Dios sin
la aprobación del obispo local. Celosos eclesiásticos informaron a sus superiores de este hecho. Así, El Poema del
Hombre-Dios fue incluido en el índice de libros prohibidos, no por contener errores doctrinales, sino porque fue impreso
sin solicitar el requerido Nihil obstat e Imprimatur.
El Poema del Hombre-Dios , como es su título en la actual traducción al inglés, o El Evangelio como me ha sido
revelado , como es conocido en las siguientes ediciones en italiano, está en su cuarta edición. Ha sido traducido a muchos
otros idiomas.
El Cardenal Ratzinger, en cartas privadas ha reconocido que la obra está libre de errores en doctrina y moral.
La Conferencia de Obispos Italianos, ha reconocido lo mismo en la correspondencia con el actual editor, Dr. Emilio Pisani.
El Papa Pablo VI, eliminó la Institución del Índice de Libros Prohibidos en 1965/6. La aprobación previa de escritos
conteniendo nuevas revelaciones ya no es necesaria. Los autores y editores deben someter su juicio relativo a las
pretendidas revelaciones, al último juicio de la Iglesia, sin hacer afirmaciones sobre su veracidad. Esta regla es retroactiva y
abarca las anteriores revelaciones si no hay nada contrario a la fe y a la moral. A pesar de esto, eslabonando una comedia
de errores, algunos de estos mismos eclesiásticos, ahora ignoran la regla de la ley del Canon, y continúan condenando los
escritos de María Valtorta.
El tema central es este: ¿Hay algo contra la fe o la moral en sus escritos? De mala gana, todos sus críticos han reconocido
que no hay nada contra la fe y la moral. El viejo Índice deLibros Prohibidos ha sido eliminado.
A pesar de esto,
ostentándose como católicos, algunos teólogos, sacerdotes, sitios de la web, periódicos y hasta programas de radio, insisten
en desenterrar el viejo esqueleto de la original condena de la Congregación para la Doctrina de la fe de 1958. No solamente
es una mala erudición: francamente es inmoral y pecaminoso continuar levantando dedos acusadores contra este regalo del
cielo a la fiel servidora de Dios y alma víctima: María Valtorta.
La anterior introducción ha resultado un poco larga para mi intención original: Presentar una carta de aprobación, un Nihil Obstat, Imprimatur y además un testimonio a este sitio de internet de un monje católico, sobre los escritos de María
Valtorta. No tan sólo estoy diciendo que no hay nada objetable en El Poema del Hombre-Dios y todos los demás escritos
de Valtorta, en lo que se refiere a la fe y la moral.
También recomiendo el trabajo de selección que este monje ha hecho,
recopilando los escritos de varios teólogos como fray Karl Rahner sobre el significado de las revelaciones privadas, y de
otros muchos que han dado testimonios sobre los escritos de María Valtorta, así como los comentarios teológicos y escritos
de su último director espiritual, fray Corrado Berti; y de otros numerosos testimonios y estudios de varios aspectos de los
escritos de María Valtorta.
También hay expertos bíblicos, geógrafos de Tierra Santa, teólogos, prelados y científicos,
abogados consistoriales, quienes conocieron y visitaron a María Valtorta en el tiempo de su vida. Además presenta el
testimonio del venerable fray Gabriel Allegra, OFM, exégeta bíblico y misionero; y la selección erudita del actual editor de
las obras, Dr. Emilio Pisani, que ha recopilado todos los argumentos, en pro y contra, sobre los escritos de María Valtorta.
Vale la pena visitar este sitio de internet varias veces, tanto para los que ya han adquirido los escritos de María Valtorta, así
como los que todavía no hayan leído la vida de Cristo y de su Bienaventurada Madre, y, especialmente, aquellos que
quieren seguirle lanzando piedras. [!!!!!!]
Fechado en Roma, Italia, el 13 de febrero de 2002
Obispo Roman Danylak,
http://www.heartofjesus.ca
+Roman Danylak, obispo.
Responsable de la traducción al español: Teodoro García Maldonado. e mail: ted@mx.inter.net
DEO GRATIAS et B. V. M. IMMACULATÆ!
*
Maria Mater gratiæ,
Dulcis Parens clementiæ,
Tu nos ab hoste protege,
Et mortis hora suscipe.
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