JOSÉ DIALOGA CON MARÍA
"La paz sea contigo, querida mía" dice. "La paz sea con todos vosotros." Y luego que se le ha respondido, agrega: "Vi lo contenta que te pusiste el día en que te di un ramo de tu huerto y pensé traerte uno de mirto que corté cerca de la gruta que tanto quieres. Quería traerte rosas que empiezan a florear enfrente de tu casa, pero no duran mucho, y sobre todo en estos viajes... Habría llegado sólo con las espinas. Y yo, amada mía, quiero ofrecerte tan sólo rosas y con flores delicadas y llenas de perfume quiero cubrir tu camino, para que sobre ellas pongas tus pies y no encuentren ni suciedad, ni asperezas."
"¡Cuánto te lo agradezco! ¿Cómo hiciste para que llegase tan fresco?"
"Puse un vaso en la silla y dentro puse varias ramas en flor. Durante el camino florecieron. Aquí los tienes, María. Tu frente se adorne con cosa tan bella, símbolo de la prometida, pero que jamás igualará a la pureza que llevas en el corazón."
Isabel y las maestras hacen de las flores una guirnalda y se la ponen a María, entreverando rosas blancas que toman de un jarrón que hay sobre un cofre. María va a tomar su amplio y blanco manto, pero su novio se le adelanta y la ayuda a sostenérselo con dos hebillas de plata sobre la espalda. Las maestras arreglan los pliegues con mucho cuidado y primor.
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