martedì 22 marzo 2016

Catecismo Catecismo Catecismo


IV. Preceptos concernientes a la fe. La enseñanza catequística y la Suma de Santo Tomás de Aquino.

— ¿Existen en la ley divina preceptos concernientes a la fe? 
— Sí señor; y particularmente en la ley nueva (XVI, 1, 2). 

— ¿Por qué decís, particularmente en la ley nueva? 
— Porque la antigua no mandaba creer los dogmas en concreto, puesto que no fue voluntad de Dios ex-ponerlos al pueblo en esta forma (XVI, 1). 

— ¿Por qué no se exigió al pueblo judío conocimiento y fe explícita de los misterios en concreto, o por lo menos de los principales, el de la Trinidad y el de la Encarnación, como se exige hoy a todos los hombres?
— Porque el misterio de la Encarnación no existía en el Antiguo Testamento más que como figura y promesa, y estaba reservada a Jesucristo la misión de revelarlo junto con el de la Santísima Trinidad. 

— Por consiguiente, ¿qué cosas estaban obligados a creer los fieles de la antigua ley? 
— Explícitamente nada en particular ni en concreto de los dos grandes misterios; implícitamente, todo, puesto que creían en la inefable grandeza de Dios, y confiaban en sus divinas promesas (XVI, 1). 

— ¿Era aquello suficiente para que sus actos de fe fuesen actos de virtud sobrenatural? 
— Sí señor. 

— ¿Es nuestra fe más completa y perfecta que la de los judíos? 
— Sí señor. 

— ¿En qué consiste esta superioridad? 
— En que a ellos sólo fue dado entrever de una manera vaga y simbólica los misterios sobrenaturales de la gloria que a nosotros, aunque velados y entre sombras, expresamente se nos declaran. 

— ¿Estamos obligados a meditar en ellos con frecuencia y a ejercitarnos en penetrar lo más recóndito de su sentido mediante los dones del Espíritu Santo? 
— Sí señor; y con objeto de facilitarnos el cumplimiento de esta obligación, despliega la Iglesia tanto celo y diligencia en enseñar a los fieles las verdades de la fe. 

— ¿Qué método emplea ordinariamente la Iglesia? 
— El de enseñar el Catecismo. 

— Luego, ¿tienen obligación todos los fieles de aprender el Catecismo en la medida que lo permitan sus facultades? 
— Sí señor. 

— ¿Tiene el Catecismo importancia y autoridad especiales? 
— Sí señor; porque es una iniciación en el estudio y conocimiento de las más sublimes y deslumbradoras verdades del orden sobrenatural. 

— ¿Quién ejerce el magisterio catequístico? 
— La Iglesia por medio de sus más grandes genios y doctores. 

— ¿Podemos decir que la enseñanza catequística es fruto de los dones del Espíritu Santo en la Iglesia de Dios? 
— Sí señor; porque en el fondo se reduce a proponer a los fieles con mayor o menor extensión el más preciado y maravilloso fruto de los dones del Espíritu Santo, la Suma Teológica de Santo Tomás de Aquino. 

— ¿Tiene la Suma Teológica grande y especialísima autoridad en la Iglesia de Cristo? 
— Sí señor; la Iglesia impone a todos los que enseñan en su nombre la obligación de inspirarse y enseñar sus doctrinas (Código, cánones 589, 1366).

— ¿Es, por consiguiente, digna del mayor encomio la labor de los que a esta enseñanza se dedican? 
— Sí señor; porque es el medio más seguro para que nadie se desvíe de lo que enseña la fe, y de lo que, exige la razón.


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