giovedì 12 dicembre 2013

JESÚS PIDE SILENCIO QUIERE HABLAR DE JUAN BAUTISTA. III Domingo de Adviento - A - 15 /XII/ 2013: Mt 11, 2-11.






"¿ERES TÚ EL MESÍAS?"

PREGUNTAN LOS ENVIADOS DEL 
BAUTISTA.






Jesús está solo con Mateo que se hirió en un pie, y no puede ir con los demás a predicar. Los enfermos y los deseosos de la Buena Nueva afluyen a la terraza y al espacio libre del huerto para oírlo y recibir ayuda.
Jesús termina su discurso: "Después que juntos hemos considerado la frase de Salomón: "En la abundancia de la justicia está la suma fortaleza" os exhorto a poseer esta abundancia porque es moneda que abre para entrar en el reino de los cielos. Quedaos con mi paz y que Dios esté con vosotros."
A continuación se dirige a los pobres y enfermos -muchos son una y otra cosa- y escucha con bondad sus historias, los socorre con dinero, les aconseja con palabras, los sana con la imposición de las manos y con la palabra. Mateo, a su lado, tiene a su cargo dar dinero.

JESÚS HABLA CON UNA MUJER DE COROZAIM QUE SE LE 
MURIÓ SU MARIDO Y TIENE MUCHA NECESIDAD. LE PROMETE 
QUE IRÁ A TRABAJAR A SU CASA PARA TERMINAR LO QUE EL 
MARIDO DEJÓ SIN TERMINAR.

Jesús está escuchando a una pobre viuda que le refiere entre lágrimas la muerte improvisa de su marido carpintero en el banco de trabajo, lo que sucedió unos pocos días antes: "Vine corriendo a buscarte aquí, pero toda la parentela del muerto me acusó de haber sido desordenada y dura de corazón y ahora me maldice. Vine porque sé que resucitas muertos y porque sé que de haberte encontrado, mi marido hubiera resucitado. No estuviste. Hace dos semanas que está en el sepulcro... y tengo cinco hijos... Los parientes me odian y no me ayudan. Tengo olivos y vides, pocos, pero me darían pan para el invierno si pudiese tenerlos hasta la cosecha. No tengo dinero porque mi marido desde hacía tiempo estaba enfermo y trabajaba poco, y para sostenerme comía y bebía mucho. Decía que el vino le hacía bien... y fue al revés, pues le hizo doble mal: matarlo y acabar con los ahorros que se agotaron porque trabajaba poco. Estaba terminando un carro y un cofre y había pedido dos lechos, tablas, ménsulas. pero ahora... no fueron terminados y mi hijo el mayor no tiene todavía ocho años. Perderé el dinero... Deberé vender los instrumentos, la madera. El carro y el cofre no pueden ni siquiera venderse por tales, aunque están casi terminados, y los venderé como leña. Y el dinero no alcanzará porque somos siete personas: yo, mi madre vieja y enferma, y mis cinco hijos... Venderé el viñedo y los olivos... Pero Tú sabes cómo es el mundo, estrangula donde hay necesidad. Dime; ¿qué he de hacer? Quería conservar el banco y los fierros porque mi hijo ya sabe algo de carpintería... quería conservar la tierra para vivir, y para dote de las hijas..."
Está escuchando todo esto cuando un bullicio de la gente le advierte que algo nuevo sucede. Se vuelve y ve a tras hombres que se abren paso por entre la multitud. Se vuelve a la viuda y le pregunta: "¿Dónde vives?"
"En Corozaim, cerca de la calle que va a la Fuente de aguas calientes. Es una casa baja en medio de dos higueras."
"Está bien. Iré a terminar el carro y el cofre y los venderás a quien los había pedido. Espérame mañana a la aurora."
"¡Tú, trabajas Tú por mí!" la mujer apenas si puede hablar de la admiración.
"Volveré a tomar mi trabajo y te daré paz. A los de Corozaim que no tienen alma, les daré una lección de caridad."
"En verdad que no tienen alma. ¡No tienen corazón! Si viviese todavía el viejo Isaac no me dejaría morir de hambre, pero ya regresó al seno de Abraham..."
"No llores. Vete tranquila. Mira, esto es para hoy. Mañana iré. Vete en paz."
La mujer se arrodilla para besarle el vestido y se va consolada.

LLEGAN MANNAÉN Y DOS DISCÍPULOS DEL BAUTISTA PARA 
QUE LE DIJESEN SI ÉL ES EL MESÍAS.

"Maestro tres veces santo, ¿puedo saludarte?" pregunta uno de los que han llegado y que respetuosamente se ha quedado detrás de Jesús, esperando que despidiese a la mujer, y que oye lo que le prometió. El hombre que saluda es Mannaen.
Jesús se vuelve; con la sonrisa en sus labios responde: "¡La paz sea contigo, Mannaen! ¿Te acordaste pues de Mí?"
"Siempre, Maestro. Me había propuesto ir a verte o a casa de Lázaro o al Huerto de los Olivos para estar contigo, pero antes de la Pascua estuve cerca del Bautista. Con una traición fue nuevamente preso y temía que cuando Herodes estuviese ausente por ir a Jerusalén con motivo de la Pascua, Herodíades ordenase que matasen al santo. No quiso ir a las fiestas de Sión, porque dijo que estaba enferma. Enferma, sí, de odio y de lujuria... Estuve en Maqueronte para vigilar y contener a la pérfida mujer que sería capaz de matarlo con su propia mano... No lo hace porque tiene miedo a perder el favor de Herodes que... por miedo o por convicción defiende a Juan, y se limita sólo a tenerlo prisionero. Ahora Herodíades se largó de Maqueronte a causa del calor que hace ahí y se fue a un castillo propiedad suya. Yo he venido con estos amigos míos y discípulos de Juan. Él los había mandado para que te preguntasen, y me uní a ellos."
Al oír hablar de Herodes, y comprendiendo quién era el que hablaba, la gente curiosa se ha agolpado al grupito de Jesús y de los tres.
"¿Qué queríais preguntarme?" pregunta Jesús después de los saludos mutuos con los otros dos austeros personajes.
"Habla tú, Mannaén que sabes todo y te conocen mejor" dice uno de los dos.
"Pues bien, Maestro, debes ser condescendiente si los discípulos por su gran amor desconfían de aquel que toman por antagonista o suplantador de su maestro. Así se comportan los tuyos, así también los de Juan. Son celos comprensibles, pues demuestran todo el amor que los discípulos experimentan por sus maestros... Yo soy imparcial, y estos que están conmigo, pueden decirlo, porque Te conozco a Ti y a Juan y os amo con justicia, tanto es así que aun cuando te amé mucho por lo que eres, preferí hacer el sacrificio de estar junto a Juan porque a él también lo venero por lo que es, y actualmente, porque se encuentra en más peligro que Tú. Ahora por esta amor, que alientan con su rencor los fariseos, llegaron ellos a dudar que Tú no fueses el Mesías. Se lo confesaron a Juan creyendo darle una alegría con decirle: "Para nosotros, tú eres el Mesías. No puede haber uno más santo que tú". Pero Juan ante todo los reprendió, y los llamó blasfemos y después del regaño muy dulcemente les explicó todas las circunstancias que te señalan como al verdadero Mesías. En fin, al no verlos del todo persuadidos, escogió precisamente a estos dos y les dijo: "Id a donde está Él y decidle en mi nombre: '¿Eres Tú el que ha de venir o debemos esperar a otro?". No mandó a los discípulos pastores porque ellos creen ya, y no habría servido para nada el enviarlos. Escogió de entre los que dudan para que viniesen y para que su palabra disipase las dudas de sus compañeros. Los acompañé para poder verte. Es todo lo que debía decir. Tú ahora haz que ya no vacilen."
"¡No nos tomes como a enemigos, Maestro! Las palabras de Mannaén te lo pueden insinuar... Nosotros... nosotros... desde hace años conocemos al Bautista y lo hemos visto siempre portarse como un santo, penitente, inspirado. Tú... a ti no te conocemos sino por las palabras de otros. Tú sabes qué signifique la palabra de los hombres... Crea y destruye famas y alabanzas según haya quien exalte, o quien abata, así como vientos contrarios forman o deshacen una nube."
"Lo sé, lo sé. Lo estoy leyendo en vuestros corazones y vuestros ojos leen la verdad en lo que os rodea, así como vuestros oídos oyeron mi conversación con la viuda. Esto bastaría a persuadir, pero Yo os digo: observad lo que me rodea. Aquí no hay ni ricos ni personas que se entreguen a la diversión, ni seres escandalosos, sino pobres, enfermos, honrados israelitas que quieren conocer la palabra de Dios, y no otra cosa. Este, ese, aquella mujer, aquella niña y aquel viejo llegaron aquí enfermos y ahora están sanos. Preguntadles y os dirán qué tenían y cómo les curé y cómo se sienten ahora. Id, id, entre tanto que hablo con Mannaén" y Jesús hace como que se retira.
"No. Maestro. No dudamos de tus palabras. Danos solo una respuesta que llevemos a Juan, para que vea que vinimos y para que apoyado en ella persuada a nuestros compañeros."
"Id a decirle a Juan esto: "Los sordos oyen, esta niña era sorda y muda. Los mudos hablan, y aquel hombre era mudo de nacimientos. Los ciegos ven". Hombre, ven aquí. Di a estos lo que antes tenías" dice Jesús tomando por el brazo a un curado.
Este dice: "Soy albañil y me cayó en la cara un cubo de cal viva. Me quemó los ojos. Hace cuatro años que vivía en las tinieblas. El Mesías me puso saliva suya en los ojos secos, y se volvieron más vivos que cuando tenía veinte años. Que Él sea bendito."
Jesús vuelve a tomar la palabra: "Y con los ciegos, sordos, mudos curados, se enderezan los cojos , y corren los lisiados. Ved a aquel viejo que antes estaba tullido y ahora está más derecho que una palma del desierto y más ágil que un cervatillo. Las enfermedades más graves son curadas. Mujer, oye, ¿qué tenías?"
"Un mal en el seno por la mucha leche que daba a quienes no se hartaban de ella. El mal me iba royendo la vida así como el seno. Mirad ahora" y se levanta un poquitín el vestido y muestra las tetas intactas: "Era una llaga, y lo demuestra todavía el pus en que está todavía bañada la túnica. Ahora me voy a casa a mudarme de ropa. Me siento fuerte y feliz, cuando ayer estaba mal, casi muerta. Varias personas compasivas me trajeron. Me sentía desdichada... porque iba a dejar a mis hijos huérfanos. ¡Sea dada eterna alabanza al Salvador!"
"¿Habéis oído? Podéis preguntar al sinagogo de esta ciudad de la resurrección de su hija, y regresando por Jericó, pasad a Naim. Preguntad por el joven resucitado en presencia de toda una ciudad, cuando estaba ya camino del sepulcro. Así podréis decir a Juan que los muertos resucitan. Podéis informaros en muchos lugares de Israel que los leprosos son curados, pero si queréis ir a Sicaminón, buscadlos entre los discípulos y encontraréis muchos de ellos. Decid pues a Juan que los leprosos son curados. Y decidle, pues lo estáis viendo, que se anuncia la Buena Nueva a los pobres. Y bienaventurado es el que no se escandalizare de Mí. Decidlo a Juan, y decidle que lo bendigo con todo mi amor."
"Gracias, Maestro. Bendícenos antes de que partamos."
"No podéis partir a esta hora que hace tanto calor; seréis mis huéspedes hasta el atardecer. Viviréis por una jornada la vida de este Maestro que no es Juan, pero a quien Juan ama porque sabe quién es. Venid a casa. Hace fresco allí y os daré algún alimento. Adiós, vosotros. La paz sea con vosotros" y despide a la gente. Entra en casa con los tres huéspedes...

LOS DOS ENVIADOS DE JUAN SE DESPIDEN DE JESÚS

... Qué hayan hablado en aquellas horas de bochorno no lo sé. Lo que percibo ahora es la preparación de su partida para Jericó. Los dos discípulos parten. Mannaén parece que se queda porque no han traído su caballo ni los dos fuertes asnos a la entrada del patio. Los dos enviados de Juan, después de muchas inclinaciones al Maestro y a Mannaén, suben en sus sillas y nuevamente voltean a mirar, y saludar, hasta que un recodo del camino los oculta a la vista.
Mucha gente de Cafarnaum se ha juntado para verlos partir, porque la noticia de la llegada de discípulos de Juan y la respuesta que les dio Jesús ha circulado por todo el poblado y hasta me parece que llegó a los circunvecinos. Veo a gente de Betsaida y Corozaim que se entrevistaron con los enviados de Juan y les preguntaron sobre él y que les dijeron que le saludasen en su nombre -tal vez son antiguos discípulos del Bautista- que se quedan en aquel cruce con los de Cafarnaum a comentar. Jesús llevando a su lado a Mannaén, hace como que quiere entrar nuevamente a casa, pero la gente curiosa lo rodea para ver al hermano colactáneo de Herodes y a sus modales respetuosos hacia Jesús, y también porque tiene deseos de hablar con el Maestro.

JAIRO, EL SINAGOGO HABLA CON JESÚS

 REFIERE LO QUE LA HIJA DE JAIRO VIO CUANDO MURIÓ Y 
LUEGO RESUCITÓ

Se encuentra también Jairo, el sinagogo, pero por gracia de Dios, no hay fariseos. Jairo dice: "Juan estará contento, no sólo le enviaste una respuesta completa, sino aun más, al haberlos entretenido un poco, pudiste adoctrinarlos y mostrarles algún milagro."
"¡Y cuánto tiempo hace sucedió!" dice un hombre.
"Traje hoy a propósito a mi niña para que la viesen. Jamás había estado mejor. Es para ella una alegría acercarse al Maestro. ¿Oísteis su respuesta? "No me acuerdo qué es la muerte, pero recuerdo que un ángel me llamó, llevándome a través de una luz siempre más viva, en cuyo extremo estaba Jesús. Y cómo lo vi en aquellos momentos con mi espíritu que volvió en mí, no la veo ni siquiera ahora. Vosotros y yo vemos al Hombre, pero mi espíritu vio a Dios que está encerrado en el Hombre". Y desde entonces qué buena se ha hecho. Ya lo era, pero ahora es un ángel. ¡Ah digan lo que quieran todos, pero para mí Tú eres el único santo!"
"Oye, también Juan es santo" dice uno de Betsaida.
"Sí, pero es muy severo."
"No sólo para los otros, también lo es para consigo."
"Pero no hace milagros y se dice que ayuna porque es un mago."
"Y con todo es un santo" y la discusión se extiende entre la gente.

JESÚS PIDE SILENCIO QUIERE HABLAR DE JUAN

Jesús levanta la mano y la extiende. Es su ademán habitual de cuando pide silencio porque quiere hablar. El silencio al punto se hace.
Dice: "Juan es santo y admirable. No observéis tan sólo su modo de obrar y la ausencia de hacer milagros. En verdad os digo: "Él es un grande del reino de Dios". Allí aparecerá en toda su grandeza.
Muchos se lamentan de que era y es severo hasta aparecer rudo. En verdad os digo que ha trabajado como un gigante para preparar los caminos del Señor y quien trabaja así, no tiene tiempo de perderlo en las comodidades. No acaso decía él, cuando estaba en el Jordán, las palabras de Isaías en que tanto él como el Mesías son profetizados: "Todo valle será rellenado, todo monte aplanado, y los caminos tortuosos serán enderezados y los lugares escabrosos serán planos" ¿y esto para preparar los caminos al Señor y Rey? En verdad, más ha hecho él para prepararme la senda que todo Israel junto. Y quien debe aplanar los montes, llenar los valles, enderezar los caminos o hacer suaves las subidas penosas, no puede sino que trabajar rudamente, porque él era el Precursor y sólo unas cuantas vueltas de la luna se adelantaba a Mí, y todo debía cumplirse antes de que el Sol estuviese en alto en el día de la Redención. Este es el tiempo: el Sol sube para brillar sobre Sión y de allí sobre todo el mundo. Juan preparó el camino. Como era su deber. ¿Qué fuisteis a ver al desierto? ¿Una caña que el viento agita en diversos sentidos? ¿Un hombre vestido de molicie? Estos viven en las casas de los reyes envueltos en vestidos delicados y a quienes sirven miles de siervos y cortesanos, cortesanos también ellos de un pobre hombre. Aquí hay uno. Preguntadle si no existe en él el disgusto de la vida de corte, y si no admira la roca solitaria y escabrosa sobre la que caen rayos y granizadas, y los vientos necios luchan por arrancarla, cuando ella se queda fuerte con el ansia de todas sus partes hacia el cielo, con la cima que predica la alegría de lo alto como una llama que sube.
Tal es Juan. Así lo ve Mannaén porque ha comprendido la verdad de la vida y de la muerte y ve la grandeza allí donde está, aunque escondida bajo apariencias agrestes, rudas.
Y luego ¿qué visteis en Juan cuando fuisteis a verlo? ¿A un profeta? ¿A un santo? Yo os digo: él es más que un profeta. El es más que muchos santos, más que los santos, porque de él está escrito: "He aquí que envío delante de vosotros a mi ángel, para preparar tu camino delante de Ti".

QUÉ SON LOS ÁNGELES

Ángel. Pensad bien. Sabéis que los ángeles son espíritus puros que Dios creó a su semejanza espiritual, y que puso como seres intermediarios entre el hombre que es perfección de lo creado visible y material, y Dios: perfección de cielo y tierra, creador del reino espiritual y del reino animal. En el hombre aun el más santo está siempre la carne y la sangre que pone un abismo entre él y Dios. Y el abismo se ahonda con el pecado que rebaja lo que hay de espiritual en el hombre. Entonces Dios creó los ángeles, creaturas que tocan la cúspide de la escala creadora, igualmente los minerales que señalan la base; los minerales, el polvo que compone la tierra, los materiales inorgánicos en general. Espejos tersos del pensamiento de Dios, llamas que obran por amor, prontos a comprender, diligentes en el obrar, libres en el querer como nosotros, pero con un querer que es todo santo, que ignora las rebeliones y los incentivos del pecado. Esto son los ángeles adoradores de Dios, sus mensajeros ante los hombres, nuestros protectores, que nos dan la luz que los reviste y el fuego que recogen en su adoración.
La palabra del profeta retrató a Juan: de "ángel". Pues bien. Yo so digo: "Entre los nacidos de mujer no ha nacido uno mayor que Juan Bautista", y con todo, el más pequeño en el reino de los cielos será mayor que él. Porque uno del reino de los cielos es hijo de Dios y no hijo de mujer. Tratad cada uno de vosotros de ser ciudadanos del reino.
"¿Qué os decíais?"
"Decíamos: "¿Pero Juan estará en el reino? ¿Y cómo estará?" "
"En su espíritu está ya en el reino y será después de su muerte como uno de los soles más esplendentes de la eterna Jerusalén, y esto se debe a la gracia que existe en él sin ninguna sombra, y a su voluntad propia. El fue y ha sido violento también consigo mismo por un motivo santo. A partir del Bautista en adelante el reino de los cielos es de quienes saben conquistárselo con la fuerza opuesta al mal, y se lo conquistan los violentos, pues todo lo que tiene que hacerse es conocido y todo se ha dado para lograr esta conquista. Pasó el tiempo en que hablaban solo la Ley y los Profetas. Estos han hablado hasta Juan. Ahora habla la Palabra de Dios y no esconde ni una tilde de cuanto tiene que saberse para la conquista. Si creéis en Mí debéis por lo tanto ver en Juan como si fuese Elías que debe venir. Quien tiene oídos que entienda.
¿Pero con quien compararé esta generación? Es semejante a la que describen los muchachos que sentados en la plaza gritan a sus compañeros: "Hemos tocado y no bailasteis; entonamos lamentos y no llorasteis". De hecho, vino Juan que no come ni bebe, y esta generación dice: "Puede hacer así porque el demonio le ayuda". Vino el Hijo del hombre que come y bebe y dicen: "He aquí a un glotón y a un bebedor, amigo de publicanos y pecadores". De este modo a la justicia le dan razón sus hijos. En verdad os digo que sólo los párvulos saben reconocer la verdad porque en ellos no hay malicia."
"Has dicho bien, Maestro" aprueba el sinagogo. "He aquí porqué mi hija, todavía sin malicia, te ve como nosotros no logramos verte. Y sin embargo esta ciudad y las comarcas vecinas rebosan de tu poder, sabiduría y bondad, y debo confesarlo, no adelantan sino en perversidad contra ti. No se corrigen de sus yerros, y el bien que les das, es un fermento de odio contra Ti."
"¿Cómo te expresas, Jairo? Nos calumnias. Estamos aquí nosotros porque somos fieles al Mesías" dice uno de Betsaida.
"Así es. Nosotros. ¿Pero cuántos somos? Menos de cien de tres ciudades que deberían estar a los pies de Jesús. De entre los que faltan, y me refiero a los varones, la mitad de ellos es enemiga suya, una cuarta parte indiferente, la otra, supongamos, que no pudo venir. ¿No es acaso esto una culpa delante de Dios? ¿Y este rencor y esta pertinencia en el mal no serán castigados? Habla Tú, Maestro que sabes, y que si callas es por tu bondad, no porque lo ignores. Eres magnánimo, y esto se te toma por ignorancia y debilidad. Habla pues, y que tus palabras sacudan al menos a los indiferentes, en el caso de que los malvados no se conviertan, sino que se hagan peores."
"Sí. Es una culpa y será castigada. Porque el don de Dios no debe jamás despreciarse ni usarse para hacer mal. ¡Ay de ti Corozaim! ¡Ay de ti Betsaida! que hacéis mal uso de los dones de Dios. Si en Tiro y en Sidón hubiesen sucedido los milagros que se han hecho en medio de vosotros, desde hace ya mucho tiempo, hubieran hecho penitencia vestidos de cilicio y cubiertos de ceniza, y habrían venido a Mí. Por esto os digo que con Tiro y Sidón se tendrá más clemencia que con vosotros en el día del juicio. Y tú Cafarnaum ¿crees que por el hecho de haberme hospedado tan solo, serás elevado hasta el cielo? Bajarás hasta el infierno. Porque si en Sodoma hubiesen sido hechos los milagros que te he dado, todavía sería una ciudad floreciente, porque habría creído en Mí y se hubiera convertido. Por esta razón se tendrá mayor clemencia con Sodoma en el último juicio, porque no conoció al Salvador ni su palabra y por lo tanto es menor su culpa. Pero no se te tendrá igual clemencia a ti que conociste al Mesías y oíste su palabra y no mudaste de vida. Y como Dios es justo, se tendrá gran misericordia con los que de Cafarnaum, Betsaida y Corozaim creyeron y se santificaron obedeciendo a mi palabra. Pues no es correcto que los justos se vean arrastrados en medio de la ruina de los pecadores. En cuanto a tu hija, Jairo, y a la tuya, Simón, y a tu  niño, Zacarías, y a tus nietos, Benjamín, os digo que ellos como inocentes que son, ven a Dios. Vosotros lo comprobáis al notar que su fe es pura y activa en ellos, unida a una sabiduría celestial y con anhelos de caridad que los adultos no tienen."

ORACIÓN DE JESÚS

Y Jesús levantando sus ojos al cielo que empieza a oscurecerse, exclama: "Te doy gracias ¡oh Padre, Señor del cielo y tierra! porque escondiste estas cosas a los sabios y a los doctos y las revelaste a los pequeñuelos. Así se ha hecho. Porque tal es tu agrado, Padre. El Padre todo me ha confiado, y nadie lo conoce fuera del Hijo, y a quienes el Hijo lo quisiera revelar. Yo lo he revelado a los pequeños, a los humildes, a los puros, porque Dios se comunica con ellos, y la verdad desciende como semilla en terrenos libres y sobre ella el Padre hace llover sus luces para que eche raíces y se convierta en planta. Aun más el Padre prepara los espíritus de los niños en edad o niños por voluntad para que conozcan la verdad, y Yo reciba gozo de su fe."
V. 813-822
A. M. D. G.et B.V.M.

Domenica 15 dicembre 2013, III Domenica di Avvento - Anno A - Dal Vangelo di Gesù Cristo secondo Matteo 11,2-11.


"Prendete, prendete quest’opera e ‘non sigillatela’, ma leggetela e fatela leggere"
Gesù (cap 652, volume 10), a proposito del
"Evangelo come mi è stato rivelato"
di Maria Valtorta



Domenica 15 dicembre 2013, III Domenica di Avvento - Anno A

Dal Vangelo di Gesù Cristo secondo Matteo 11,2-11.
Giovanni intanto, che era in carcere, avendo sentito parlare delle opere del Cristo, mandò a dirgli per mezzo dei suoi discepoli:
«Sei tu colui che deve venire o dobbiamo attenderne un altro?». 
Gesù rispose: «Andate e riferite a Giovanni ciò che voi udite e vedete: 
I ciechi ricuperano la vista, gli storpi camminano, i lebbrosi sono guariti, i sordi riacquistano l'udito, i morti risuscitano, ai poveri è predicata la buona novella, 
e beato colui che non si scandalizza di me». 
Mentre questi se ne andavano, Gesù si mise a parlare di Giovanni alle folle: «Che cosa siete andati a vedere nel deserto? Una canna sbattuta dal vento? 
Che cosa dunque siete andati a vedere? Un uomo avvolto in morbide vesti? Coloro che portano morbide vesti stanno nei palazzi dei re! 
E allora, che cosa siete andati a vedere? Un profeta? Sì, vi dico, anche più di un profeta. 
Egli è colui, del quale sta scritto: Ecco, io mando davanti a te il mio messaggero che preparerà la tua via davanti a te. 
In verità vi dico: tra i nati di donna non è sorto uno più grande di Giovanni il Battista; tuttavia il più piccolo nel regno dei cieli è più grande di lui.

Traduzione liturgica della Bibbia 



Corrispondenza nel "Evangelo come mi è stato rivelato" di Maria Valtorta : Volume 4 Capitolo 266 pagina 279.


1Gesù è solo con Matteo che, ferito ad un piede, non è potuto andare con gli altri a predicare. Ma però malati e desiderosi della Buona Novella affollano la terrazza e lo spazio libero dell’orto per udirlo e averne aiuto. 
Gesù termina di parlare dicendo: «Contemplato che abbiamo insieme la grande frase di Salomone: “Nell’abbondanza della giustizia sta la somma fortezza”, Io vi esorto a possedere questa abbondanza perché essa è moneta per entrare nel Regno dei Cieli. State con la mia pace e Dio sia con voi». E poi si volge ai poveri e ai malati - e in molti casi sono l’uno e l’altro insieme - e ascolta con bontà i loro racconti, soccorre con denaro, consiglia con parole, sana coll’imposizione delle mani e con la parola. Matteo, al suo fianco, provvede a dare le monete.

2Gesù sta ascoltando attentamente una povera vedova, che gli narra fra le lacrime della morte improvvisa del marito legnaiuolo al suo banco di lavoro, avvenuta pochi giorni prima: «Sono corsa a cercarti qui, e tutto il parentado del morto mi accusò di essere scomposta e dura di cuore e ora mi maledice. Ma io ero venuta perché so che risusciti e so che se potevo trovarti il mio uomo sarebbe risorto. Non c’eri… Ora egli è nel sepolcro da due settimane… ed io sono qui con cinque figli… I parenti mi odiano e non mi aiutano. Ho degli ulivi e delle viti. Pochi, ma mi darebbero pane per l’inverno se potessi tenerli fino alla raccolta. Ma non ho denaro, perché l’uomo da tempo era poco sano e poco lavorava, e per sostenersi mangiava e beveva anche troppo. Diceva che il vino gli faceva bene… invece fece il doppio male di ucciderlo e di consumare i risparmi già ridotti per il suo poco lavoro. Stava finendo un carro ed un cofano, e aveva ordinati due letti, delle tavole e mensole. Ma ora… Non sono finiti e mio figlio maschio non ha ancora otto anni. Perderò il denaro… Dovrò vendere gli arnesi, il legname. Il carro e il cofano non posso neppure venderli per tali, per quanto quasi ultimati, e li dovrò dare come legna da ardere. E non basteranno i denari perché io, mia madre vecchia e malata, e cinque figli, siamo sette persone… Venderò il vigneto e gli ulivi… Ma tu sai come è il mondo… Strozza dove c’è il bisogno. Dimmi, che devo fare? Io volevo serbare il banco e i ferri per il figlio che già sa qualcosa del legno… volevo serbare la terra per vivere e per dote alle figlie…». 
Sta ascoltando tutto questo quando un rimescolio fra la gente lo avverte che c’è qualcosa di nuovo. Si volta per vedere e vede tre uomini che si fanno strada fra la folla. Si torna a voltare per parlare alla vedova: «Dove abiti?». 
«A Corozim, presso la strada che va alla Fonte calda. Una casa bassa in mezzo a due fichi». 
«Va bene. Verrò ad ultimare il carro ed il cofano, e li venderai a chi li ha ordinati. Aspettami domani all’aurora». 
«Tu! Tu lavorare per me!». La donna è soffocata dallo stupore. 
«Riprenderò il lavoro mio e ti darò pace. Intanto, a quelli di Corozim senza cuore impartirò la lezione della carità». 
«Oh! sì! Senza cuore! Ci fosse stato ancora il vecchio Isacco! Non mi avrebbe lasciata morire di fame! Ma egli è tornato ad Abramo…». 
«Non piangere. Va’ tranquilla. Ecco quanto serve per oggi. Domani verrò Io. Va’ in pace». 
La donna si prostra a baciargli la veste e se ne va più sollevata.

3«Maestro tre volte santo, ti posso salutare?» chiede uno dei tre sopraggiunti che si sono fermati rispettosamente dietro a Gesù, attendendo che Egli congedasse la donna, e che perciò hanno sentito la promessa di Gesù. E quest’uomo che saluta è Mannaen. 
Gesù si volta con un sorriso e dice: «Pace a te, Mannaen! Ti sei dunque ricordato di Me?». 
«Sempre, Maestro. E avevo divisato di venire da Te in casa di Lazzaro o all’Orto degli Ulivi per stare con Te. Ma prima di Pasqua fu preso il Battista. Fu ripreso con tradimento ed io temevo che, nell’assenza di Erode venuto a Gerusalemme per la Pasqua, Erodiade ordinasse l’uccisione del santo. Non è voluta andare per le feste a Sionne dicendosi malata. Malata, sì. Di odio e lussuria… Io sono stato a Macheronte per controllare e… trattenere la perfida donna, che sarebbe capace di uccidere di sua mano… E non lo fa perché teme di perdere il favore di Erode, che… per paura o per convinzione difende Giovanni limitandosi a tenerlo prigioniero. Ora Erodiade è fuggita dal caldo opprimente di Macheronte andando in un castello di sua proprietà. Ed io sono venuto con questi amici miei e discepoli di Giovanni. Egli li mandava perché ti interrogassero. E io mi sono unito a loro».


4La gente, sentendo parlare di Erode e comprendendo chi è che ne parla, si affolla curiosa intorno al gruppetto di Gesù e dei tre. 
«Che volevate chiedermi?» chiede Gesù dopo scambievoli saluti coi due austeri personaggi. 
«Parla tu, Mannaen, che sai tutto e sei più amico» dice uno dei due. 
«Ecco, Maestro. Tu devi compatire se per troppo amore i discepoli vanno in diffidenza verso Colui che credono antagonista o soppiantatore del loro maestro. Così fanno i tuoi, così quelli di Giovanni. È una comprensibile gelosia, che dimostra tutto l’amore dei discepoli per i maestri. Io… sono imparziale, e questi che con me sono lo possono dire, perché conosco Te e Giovanni e vi amo con giustizia, tanto che, per quanto ami Te per quello che sei, ho preferito fare il sacrificio di stare presso Giovanni, perché venero lui pure per quello che è, ed attualmente perché più in pericolo di Te. Ora per questo amore, nel quale soffiano col loro astio i farisei, essi sono giunti a dubitare che Tu sia il Messia. E lo hanno confessato a Giovanni credendo di dargli gioia col dire: “Per noi sei tu il Messia. Non ci può essere uno più santo di te”. Ma Giovanni li ha rimproverati per prima cosa chiamandoli bestemmiatori, e poi, dopo il rimprovero, con più dolcezza, ha spiegato tutte le cose che ti indicano come vero Messia. Infine, vedendoli ancora non persuasi, ha preso due di essi, questi, e ha detto: “Andate da Lui e ditegli in mio nome: ‘Sei Tu quello che ha da venire, o dobbiamo attenderne un altro?’ “. Non ha mandato i discepoli già pastori, perché essi credono e non sarebbe giovato mandarli. Ma ha preso fra quelli che dubitano per farteli avvicinare e perché la loro parola dissipi i dubbi dei loro simili. Io li ho accompagnati per poterti vedere. Ho detto. Tu ora calma i loro dubbi».


5«Ma non ci credere ostili, Maestro! Le parole di Mannaen te lo potrebbero far pensare. Noi… noi… Noi conosciamo da anni il Battista e lo abbiamo sempre visto santo, penitente, ispirato. Tu… non ti conosciamo che per parola altrui. E Tu sai cosa è la parola degli uomini… Crea e distrugge fama e lodi nel contrasto fra chi esalta e chi abbatte, così come una nuvola viene formata e disciolta da due venti contrari». 
«So, so. Leggo nel vostro animo, e i vostri occhi leggono la verità in quanto vi circonda, così come le vostre orecchie hanno sentito il colloquio con la vedova. Questo basterebbe a persuadere. Ma Io vi dico. Osservate chi mi circonda. Qui non sono ricchi né gaudenti, qui non persone scandalose. Ma poveri, malati, onesti israeliti che vogliono conoscere la Parola di Dio. E non altro. Questo, questo, questa donna, e poi quella fanciullina e quel vecchio, sono venuti qui malati ed ora sono sani. Interrogateli e vi diranno cosa avevano e come li guarii e come stanno ora. Fate, fate. Io intanto parlo con Mannaen» e Gesù fa per ritirarsi. 
«No, Maestro. Noi non dubitiamo delle tue parole. Solo dàcci una risposta da dare a Giovanni, perché egli veda che siamo venuti e perché possa, in base a quella, persuadere i nostri compagni». 
«Andate a riferire questo a Giovanni: “I sordi odono; questa fanciulla era sorda e muta. I muti parlano; e quell’uomo era muto dalla nascita. I ciechi vedono”. 6Uomo, vieni qui. Di’ a costoro ciò che avevi» dice Gesù prendendo per un braccio un miracolato.
Questo dice: «Sono muratore e mi cadde sul viso un secchio pieno di calce viva. Mi bruciò gli occhi. Da quattro anni ero nelle tenebre. Il Messia mi ha bagnato gli occhi seccati con la sua saliva e sono tornati più freschi di quando avevo venti anni. Che Egli ne sia benedetto». 
Gesù riprende: «E coi ciechi, sordi, muti guariti, si raddrizzano gli storpiati e corrono gli zoppi. Ecco lì quel vecchio rattrappito poco anzi e ora dritto come una palma del deserto e agile come una gazzella. Si sanano le malattie più gravi. Tu, donna, che avevi?». 
«Un male al seno per il troppo latte dato a bocche voraci. E il male, col seno, mi rodeva la vita. Ora guardate» e si socchiude la veste mostrando intatte le mammelle e aggiunge: «Era tutta una piaga, e lo dimostra la tunica ancor bagnata del marciume. Ora vado a casa per mettere veste monda e sono forte e felice. Mente solo ieri ero morente, portata qui da pietosi, e tanto infelice… per i bambini prossimi ad essere senza madre. Eterna lode al Salvatore!». 
«Udite? E potete interrogare il sinagogo di questa città sulla risurrezione della figlia sua e, tornando verso Gerico, passate da Naim, chiedete del giovane risuscitato alla presenza di tutta la città e mentre stava per essere messo nel sepolcro. Così potrete riferire che i morti risuscitano. Che molti lebbrosi siano guariti, potete saperlo da molti luoghi in Israele, ma se volete andare a Sicaminon, cercatene fra i discepoli, e molti ne troverete. Dite dunque a Giovanni che i lebbrosi sono mondati. E dite, poiché lo vedete, che ai poveri è annunziata la Buona Novella. Ed è beato chi non si sarà scandalizzato di Me.


7Dite questo a Giovanni. E ditegli che Io lo benedico con tutto il mio amore». 
«Grazie, Maestro. Benedici noi pure prima della partenza». 
«Voi non potete partire in queste ore calde. Rimanete perciò miei ospiti fino a sera. Vivrete per un giorno la vita di questo Maestro che non è Giovanni, ma che Giovanni ama perché sa Chi è. Venite nella casa. Vi è fresco e vi ristorerò. Addio, miei ascoltatori. La pace sia con voi» e congedate le turbe entra in casa coi tre ospiti…


8…Quanto si dicano in quelle ore affocate non so. Ciò che vedo ora è la preparazione della partenza per Gerico dei due discepoli. Mannaen pare che resti, perché il suo cavallo non è stato portato con i due robusti asini davanti all’apertura del muro del cortile. I due inviati di Giovanni, dopo molti inchini al Maestro e a Mannaen, montano in sella e ancora si voltano a guardare e a salutare, finché un angolo di via non li nasconde alla vista. 

Molti di Cafarnao si sono affollati per vedere questa partenza, perché la notizia della venuta dei discepoli di Giovanni e la risposta di Gesù a loro hanno fatto il giro del paese, e credo anche di altri paesi vicini. Vedo persone di Betsaida e Corozim, che si sono presentate ai messi di Giovanni chiedendo di lui e dicendo di salutarlo - forse sono ex discepoli del Battista - rimanere ora, in crocchio con quelli di Cafarnao, a commentare. Gesù, con a fianco Mannaen, fa per rientrare in casa parlando. Ma la gente gli si stringe intorno, curiosa di osservare il fratello di latte di Erode e i suoi modi pieni di ossequio per Gesù, e desiderosa di parlare col Maestro. 


9C’è anche Giairo, il sinagogo. Ma, per grazia di Dio, non ci sono farisei. È proprio Giairo che dice: «Sarà contento Giovanni! Non solo hai mandato esauriente risposta, ma anche, trattenendoli, hai potuto ammaestrarli e mostrare loro un miracolo». 
«E non da poco, anche!» dice un uomo. 
«Io avevo portato apposta la mia bambina oggi perché la vedessero. Non è mai stata così bene e per lei è una gioia venire dal Maestro. Avete sentito, eh?, la sua risposta? “Io non mi ricordo cosa è la morte. Ma mi ricordo che un angelo mi ha chiamata portandomi ad una luce sempre più viva, al termine della quale era Gesù. E come l’ho visto allora, col mio spirito che tornava in me, non lo vedo neppure ora. Voi ed io ora vediamo l’Uomo. Ma il mio spirito ha visto il Dio che è chiuso nell’Uomo”. E come si è fatta buona da allora! Lo era buona. Ma ora è un vero angelo. Ah! per me, dicano quello che vogliono tutti, non ci sei che Tu di santo!». 
«Ma anche Giovanni è santo però» dice uno di Betsaida. 
«Sì. Ma è troppo severo». 
«Non lo è più per gli altri che per sé». 
«Ma non fa miracoli e si dice che digiuni perché sia come un mago». 
«Eppure è santo». 
Il battibecco fra la folla si estende. 10Gesù alza la mano e la stende col gesto abituale che ha quando chiede silenzio e attenzione perché vuole parlare. Il silenzio si fa subito. 

Gesù dice: 
«Giovanni è santo e grande. Non guardate il suo modo di fare né l’assenza di miracoli. In verità ve lo dico: “Egli è un grande del Regno di Dio”. Là apparirà in tutta la sua grandezza. 
Molti si lamentano perché egli era ed è severo fin ad apparire rude. In verità vi dico che egli ha lavorato da gigante per preparare le vie del Signore. E chi lavora così non ha tempo da perdere in mollezze. Non diceva egli, mentre era lungo il Giordano, le parole di Isaia in cui lui e il Messia sono profetizzati: “Ogni valle sarà colmata, ogni monte sarà abbassato, e le vie tortuose saranno raddrizzate e le scabre fatte piane”, e ciò per preparare le vie al Signore e Re? Ma in verità ha fatto più egli che non tutto Israele per prepararmi la via! E chi deve abbattere monti e colmare valli e raddrizzare vie o rendere dolci le salite penose, non può che lavorare rudemente. Perché egli era il Precursore e solo il giro di poche lune lo anticipava da Me, e tutto doveva essere fatto prima che il Sole fosse alto sul giorno della Redenzione. Il tempo è questo, il Sole ascende per splendere su Sionne e da lì su tutto il mondo. Giovanni ha preparato la via. Come doveva. 
Che siete andati a vedere nel deserto? Una canna che ogni vento agita in diversa direzione? Ma che siete andati a vedere? Un uomo vestito mollemente? Ma questi abitano nelle case dei re, avvolti in morbide vesti e ossequiati da mille servi e cortigiani, cortigiani essi pure di un povero uomo. Qui ve ne è uno. Interrogatelo se in lui non è il disgusto della vita di Corte e ammirazione per la rupe solitaria e scabra, sulla quale invano si avventano fulmini e gragnuole e i venti stolti giostrano per svellerla, mentre essa sta solida con lo slancio di tutte le sue parti verso il cielo, con la punta che predica la gioia dell’alto tanto è eretta, puntuta come una fiamma che sale. Questo è Giovanni. Così lo vede Mannaen, perché ha compreso la verità della vita e della morte, e vede grandezza là dove è, anche se nascosta sotto le apparenze selvagge. 
E voi, che avete visto in Giovanni quando siete andati a vederlo? Un profeta? Un santo? Io ve lo dico: Egli è da più di un profeta. Egli è da più di molti santi, da più dei santi perché è colui del quale sta scritto: “Ecco, Io mando dinnanzi a voi il mio angelo a preparare la tua via dinnanzi a Te”. 


11Angelo. Considerate. Voi sapete che gli angeli sono spiriti puri, creati da Dio a sua somiglianza spirituale, messi a congiunzione fra l’uomo: perfezione del creato visibile e materiale, e Dio: Perfezione del Cielo e della terra, Creatore del Regno spirituale e del regno animale. Nell’uomo anche più santo vi è sempre la carne e il sangue a porre un abisso fra lui e Dio. E l’abisso si sprofonda per il peccato che appesantisce anche ciò che è spirituale nell’uomo. Ecco allora Dio creare gli angeli, creature che toccano il vertice della scala creativa così come i minerali ne segnano la base; i minerali, la polvere che compone la terra, le materie inorganiche in genere. Specchi tersi del Pensiero di Dio, fiamme volenterose operanti per amore, pronti a comprendere, solleciti ad operare, liberi nel volere come noi, ma di un volere tutto santo che ignora le ribellioni e i fomiti del peccato. Questo sono gli angeli adoratori di Dio, suoi messaggeri presso gli uomini, protettori nostri, datori a noi della Luce che li investe e del Fuoco che essi raccolgono adorando. 
Giovanni è detto “angelo” dalla parola profetica. Ebbene Io vi dico: “Tra i nati di donna non ne è mai sorto uno più grande di Giovanni Battista”. Eppure, il più piccolo del Regno dei Cieli sarà più grande di lui-uomo. Perché uno del Regno dei Cieli è figlio di Dio e non figlio di donna. Tendete dunque tutti a divenire cittadini del Regno. 


12Che vi chiedete l’un l’altro?». 
«Dicevamo: “Ma Giovanni sarà nel Regno? E come vi sarà?”». 

«Egli nel suo spirito è già del Regno e vi sarà dopo la morte come uno dei soli più splendidi dell’Eterna Gerusalemme. E ciò per la Grazia che è senza incrinatura in lui e per la sua volontà propria. Perché egli fu ed è violento anche con se stesso per fine santo. Dal Battista in poi, il Regno dei Cieli è di coloro che sanno conquistarselo con la forza opposta al Male, e se lo acquistano i violenti. Perché ora sono note le cose da farsi e tutto è dato per questa conquista. Non è più il tempo che parlavano solo la Legge ed i Profeti. Questi hanno parlato sino a Giovanni. Ora parla la Parola di Dio e non nasconde un iota di quanto è da sapersi per questa conquista. Se credete in Me, dovete perciò vedere Giovanni come quell’Elia che deve venire. Chi ha orecchi da intendere, intenda. Ma a chi paragonerò questa generazione? È simile a quella che descrivono quei ragazzi, che seduti sulla piazza gridano ai loro compagni: “Abbiamo suonato e non avete ballato; abbiamo intonato lamenti e non avete pianto”. Difatti è venuto Giovanni che non mangia e non beve, e questa generazione dice: “Può fare così perché ha il demonio che lo aiuta”. È venuto il Figlio dell’uomo che mangia e beve, e dicono: “Ecco un mangione e un beone, amico di pubblicani e peccatori”. Così alla Sapienza viene resa giustizia dai suoi figli! 13 In verità vi dico che solo i pargoli sanno riconoscere la verità, perché in essi non è malizia». 
«Bene hai detto, Maestro» dice il sinagogo. «Ecco perché mia figlia, ancor senza malizia, ti vede quale noi non giungiamo a vederti. Eppure questa città e quelle vicine traboccano della tua potenza, sapienza e bontà e, devo confessarlo, non procedono che in cattiveria verso di Te. Non si ravvedono. E il bene, che Tu dai loro, fermenta in odio verso di Te». 
«Come parli, Giairo? Tu ci calunni! Noi siamo qui perché fedeli al Cristo» dice uno di Betsaida. 
«Sì. Noi. Ma quanti siamo? Meno di cento su tre città che dovrebbero essere ai piedi di Gesù. Fra quelli che mancano, e parlo degli uomini, la metà è nemica, un quarto indifferente, l’altra voglio mettere non possa venire. Non è questo colpa agli occhi di Dio? E non sarà punito tutto questo livore e questa pertinacia nel male? Parla Tu, Maestro che sai, e che se taci è per la tua bontà, non già perché Tu ignori. Longanime sei, e ciò è preso per ignoranza e debolezza. Parla dunque e possa il tuo parlare scuotere almeno gli indifferenti, posto che i malvagi non si convertono ma sempre più malvagi divengono». 

«Sì. È colpa e sarà punita. Perché il dono di Dio non va mai sprezzato o usato per fare del male. Guai a te, Corozim, guai a te, Betsaida, che fate mal’uso dei dono di Dio. Se in Tiro e in Sidone fossero già avvenuti i miracoli avvenuti in mezzo a voi, già da gran tempo, vestiti di cilizio e aspersi di cenere, avrebbero fatto penitenza e sarebbero venuti a Me. E perciò vi dico che a Tiro e a Sidone sarà usata maggiore clemenza che a voi nel giorno del Giudizio. E tu, Cafarnao, credi che per avermi ospitato soltanto sarai esaltata fino al Cielo? Tu scenderai fino all’inferno. Perché se in Sodoma fossero stati fatti i miracoli che Io ti ho dati, essa ancora sarebbe fiorente, perché in Me avrebbe creduto e si sarebbe convertita. Perciò sarà usata maggior clemenza a Sodoma nell’ultimo Giudizio, perché essa non ha conosciuto il Salvatore e la sua Parola, e perciò è meno grande la sua colpa di quanto non ne verrà usata a te, che hai conosciuto il Messia e udita la sua parola e non ti sei ravveduta. Però, siccome Dio è giusto, a quelli di Cafarnao, Betsaida e Corozim che hanno creduto e che si santificano ubbidendo alla mia parola, sarà usata misericordia grande. Perché non è giusto che i giusti siano coinvolti nella rovina dei peccatori. 14Riguardo a tua figlia, Giairo, e alla tua, Simone, e al tuo bambino, Zaccaria, ai tuoi nipoti, Beniamino, Io vi dico che essi, essendo senza malizia, già vedono Dio. E voi lo vedete come la loro fede è pura e operosa in essi, unita a sapienza celeste, a aneliti di carità quali gli adulti non hanno». 

E Gesù, alzando li occhi al cielo che incupisce nella sera, esclama: «Io ti ringrazio, o Padre, Signore del Cielo e della terra, perché hai nascosto queste cose ai sapienti e ai dotti e le hai rivelate ai piccoli. Così, o Padre, perché così ti è piaciuto. Tutto è stato affidato a me dal Padre mio, e nessuno lo conosce tranne il Figlio e coloro ai quali il Figlio avrà voluto rivelarlo. Ed Io l’ho rivelato ai piccoli, agli umili, ai puri, perché Dio si comunica ad essi, e la verità scende come seme nei terreni liberi, e su essa il Padre fa piovere le sue luci perché getti radice e faccia pianta. Anzi, che in verità il Padre prepara questi spiriti di pargoli per età o pargoli di volere, perché essi conoscano la Verità ed Io abbia gioia dalla loro fede»…

Estratto di "l'Evangelo come mi è stato rivelato" di Maria Valtorta ©Centro Editoriale Valtortiano http://www.mariavaltorta.com/ 

Danilo Quinto e la storia più recente

Scalfari, la cultura comunista e il berlusconismo

Scalfari(di  (Danilo Quinto) Dopo essere stato sconfessato ‒ seppur con ritardo ‒ in merito all’intervista a pF, rimossa nei giorni scorsi dal sito ufficiale del Vaticano, Eugenio Scalfari è tornato ad occuparsi della politica italiana. In uno dei suoi più recenti editoriali della domenica ‒ sempre da non perdere ‒ il fondatore de “La Repubblica” si chiede: «Che accadrà di tutti noi senza più il caimano?».

Ha paragonato Berlusconi al diavolo, ha rivendicato il dissenso nei suoi confronti e nei confronti del berlusconismo come «asset» del suo giornale fin dal 1987 ‒ molti non se ne erano accorti fino ad ora ‒ «quando apparve chiaro il connubio di affari tra lui, i dorotei della Dc e soprattutto i socialisti di Craxi», ha ricordato lo scontro con la Mondadori dell’’89 (la guerra di Segrate, l’ha chiamata) e la nascita di Forza Italia come «fenomeno devastante della vita pubblica italiana».

Dopo vent’anni, dice Scalfari, «Berlusconi è fuori gioco», ma «è ancora in forze nel Paese, il berlusconismo», che paragona al fascismo. «Ricordo a chi l’avesse dimenticato ‒ scrive Scalfari ‒ la polemica non solo politica, ma culturale che si ebbe nel 1945 tra Benedetto Croce e Ferruccio Parri sul fascismo. Croce sosteneva che la dittatura di Mussolini era stato un deplorevole incidente di percorso della nostra storia, che aveva certamente avuto conseguenze terribili, ma non si era mai verificato prima, sicché una volta terminato dopo una guerra perduta e un paese pieno di rovine, il corso della nostra storia sarebbe ripreso e la libertà avrebbe di nuovo avuto la sua pienezza».

Scalfari si schiera con Parri e afferma: «Demagogia, qualunquismo, assenza di senso dello Stato sono altrettanti elementi che restano nascosti per lungo tempo, ma non scompaiono dall’animo di molti e di tanto in tanto emergono in superficie. Un fiume carsico che crea situazioni diverse tra loro, ma legate da profonde analogie che hanno reso tardiva la nostra unità nazionale e fragile la nostra democrazia».

Le parole di Scalfari sono la dimostrazione più coerente dell’odio che la sinistra italiana ha manifestato nei confronti del “nemico” Berlusconi, al quale va ascritto il merito storico di aver impedito che la cultura comunista trionfasse nel Paese, dopo la discesa in campo manu militari dei giudici, che agli inizi degli anni ’90 spazzarono via tutti i partiti della Prima Repubblica, tranne ‒ appunto ‒ il Partito Comunista. È questo che non gli hanno mai perdonato. Per questo, l’accanimento nei suoi confronti ha raggiunto livelli storicamente mai visti prima in Italia, con l’unica eccezione ‒ appunto ‒ di Piazzale Loreto.

Quell’accanimento, non è terminato con la decadenza votata dal Senato alla fine di novembre e c’è da prevedere che nelle prossime settimane si accentuerà e si doterà di tutte le armi a disposizione. Coinvolgerà anche i milioni di italiani che nel corso di questi anni hanno dato il loro consenso alle liste di Berlusconi e che ancora oggi ‒ lo attestano tutti i sondaggi, a cominciare da quello che ogni settimana divulga l’Osservatorio Demos, di Ilvo Diamanti ‒ sono disponibili a votarlo, nonostante il disprezzo che molti nutrono nei loro confronti.

A testimonianza del fatto che l’Italia, nella sua maggioranza, intende ancora esprimere una speranza di libertà dall’egemonia culturale della sinistra, che dalla Rivoluzione del ’68 in poi, è entrata con una forza dirompente e distruttiva nella scuola e nell’Università e quindi nella società. Il “berlusconismo” di cui si duole Scalfari in fondo è proprio questo e sta a Berlusconi comprendere ‒ ne ha ancora la possibilità ‒ che gli errori di convenienza e di opportunismo del passato, devono lasciare spazio solo alla politica, intesa nella sua accezione più nobile e più alta. (Danilo Quinto)

L’ennesimo «schiaffo in faccia ai cristiani»


In Inghilterra un nuovo caso di discriminazione cristiana

Peter e Hazelmary Bull(di Lupo Glori) Ancora un caso di intolleranza e discriminazione cristiana. Dall’Inghilterra arriva, infatti, la notizia della condanna da parte della Corte Suprema al pagamento di una multa di 3.600 sterline (circa 4.400 €) per due albergatori cristiani, Peter e Hazelmary Bull, che nel settembre 2008 si rifiutarono, all’interno del loro hotel, di mettere a disposizione di una coppia omosessuale una stanza matrimoniale. Lady Hale, vice presidente della Corte Suprema, ha giustificato con queste parole la sentenza arrivata a cinque anni di distanza dall’accaduto: «l’orientamento sessuale è una componente fondamentale dell’identità di un individuo ma secoli di discriminazioni e persecuzioni hanno negato agli omosessuali il diritto di realizzare se stessi e questo è un affronto alla loro dignità umana».


Tuttavia la vicenda ha delle cause ben precise. In coerenza con il credo religioso i proprietari del Chymorvah Hotel da 25 anni hanno adottato all’ interno dell’hotel la seguente regola: solo le coppie regolarmente sposate possono dividere una camera matrimoniale, indipendentemente dal loro orientamento sessuale. In tal senso i coniugi Bull, ignari del fatto che la prenotazione di una camera doppia fosse stata fatta da una coppia omosessuale, non avevano fatto altro che applicare il principio che da sempre vigeva all’interno dell’ hotel.


Cosi quando Steven Preddy e il suo compagno Martyn Hall si presentarono al Chymorvah Hotel furono pregati di rispettare le “regole della casa” e alloggiare in due stanze singole invece che nella matrimoniale. Per tutta risposta la coppia omosessuale abbandonò l’albergo furibonda accusando i coniugi Bull di discriminazione sessuale e promettendo che la vicenda non si sarebbe chiusa li. Dalle parole ai fatti e così i Bull furono citati in giudizio per danni dalla coppia omosessuale e condannati prima dal tribunale di Bristol, successivamente dalla Corte d’Appello e ora dalla Corte Suprema che con la sua sentenza mette la parola fine sulla vicenda.

La signora Bull, non appena appresa la condanna definitiva, ha espresso il suo disappunto al “Daily Mail” dichiarando: «siamo profondamente delusi e amareggiati dalla sentenza perché io e mio marito siamo solo dei semplici cristiani che credono nell’importanza del matrimonio come unione di un uomo e una donna e questo convincimento non è basato sull’ostilità nei confronti di nessuno. La Gran Bretagna dovrebbe essere un paese di libertà e tolleranza, ma sembra che il credo religioso sia destinato a passare sempre in secondo piano di fronte all’esigenza del “politicamente corretto ad ogni costo”(…), ma i giudici hanno, non solo eluso il problema, ma anche rafforzato la convinzione che i diritti dei gay debbano trionfare sempre e comunque».
Purtroppo per i coraggiosi coniugi Bull oltre i danni si è aggiunta anche la beffa dal momento che si sono trovati improvvisamente, loro malgrado, al centro di una persecuzione morale che non gli ha risparmiato atti vandalici e minacce di morte. Il boicottaggio mediatico scatenatosi nei loro confronti ha portato ad un drastico calo nelle prenotazioni e alla fine, lo scorso settembre, la coppia è stata costretta a chiudere la loro trentennale attività del Chymorvah Hotel. Tuttavia la signora Bull, consapevole di aver agito secondo coscienza, non è pentita ed ha cosi tenuto a precisare: «non abbiamo rimpianti per quello che abbiamo fatto e non ci vergogneremo mai delle nostre convinzioni religiose».

Mike Judge, portavoce del “Christian Institute”, che si è fatto carico delle spese legali del processo ha denunciato il clima di intolleranza anti-cristiano sottolineando come la decisione della Corte Suprema rappresenti l’ennesimo «schiaffo in faccia ai cristiani». Questa nuova, triste ed allarmante, vicenda, conferma il clima di repressione e intolleranza nei confronti di coloro che, in nome del loro credo religioso, si oppongono alla dittatura omosessualista rivendicando l’unicità del matrimonio tra un uomo ed una donna. (Lupo Glori)

mercoledì 11 dicembre 2013

OCCORRE VEGLIARE SU DI SE' ! FONDAMENTALE INSEGNAMENTO


Invocazione a Cristo della sposa afflitta da diversi e futili pensieri, che non riesce a scacciare. Cristo risponde alla sposa che cio è permesso da Dio. Grande utilità dei sentimenti di dolore e di timore a confronto della corona e come il peccato veniale non debba essere disprezzato, perché non conduca a quello mortale.

Capitolo Diciannovesimo

Parla il Figlio alla sposa: Figlia, perché ti preoccupi e sei agitata? Ella risponde: Perché sono presa da vari e vani pensieri e non posso liberarmene e mi turba udire il tuo giudizio terribile.

Risponde il Figlio: Questa è vera giustizia. Come prima ti dilettavi degli affetti del mondo contro la mia volontà, così ora permetto ti vengano codesti pensieri contro il tuo volere. Temi però con misura e confida assai in me, tuo Dio, sapendo sicurissimamente che quando la mente non si compiace nei pensieri peccaminosi, ma vi resiste, detestandoli, essi sono purificazione e corona dell'anima. Se poi t'accorgi di compiacerti in qualche piccolo peccato, che sai essere peccato, e lo fai, trascurando d'astenerti e presumendo della grazia e non ne fai penitenza né altra emenda, sappi ch'esso può diventare mortale. Perciò se ti viene in mente qualche dilettazione di peccato, qualunque sia, rifletti subito dove va a finire e pentiti.

Dopo che, infatti, la natura umana s'è indebolita, da tale debolezza proviene spesso il peccato. Non c'è infatti uomo, che non pecchi venialmente. Ma Dio misericordioso ha dato all'uomo il rimedio, e cioè il pentimento d'ogni peccato anche di quelli già emendati, se per caso non se ne sia fatta adeguata emenda. Nulla infatti Dio odia di più che il sapere d'aver peccato e non curarsene o il presumere dei propri meriti, quasi Dio tollerasse qualche tuo peccato, perché non può essere onorato se non da te, o ti permettesse di compierne anche uno solo, dato che hai già fatto tanto altro bene. Anche se avessi pur fatto milioni di atti buoni, non basterebbero per redimere un solo peccato, data la bontà e la carità di Dio. Temi perciò in modo ragionevole e, se non riesci a scacciare questi pensieri, abbi almeno pazienza e sforzati con la volontà contraria. Infatti non ti dannerai perché essi ti vengono, ma se ne prendi diletto.



Anche se non acconsenti ai pensieri, temi di cadere in superbia. Chi sta in piedi, infatti, sta solo per forza di Dio. Perciò il timore è come un'introduzione al cielo; molti infatti caddero nel baratro della propria morte, perché avevano allontanato da sé il timore di Dio e si vergognarono di confessare davanti a Dio. Perciò mi rifiuterò di sollevare dal peccato chi trascura di chiedere perdono. Aumentando i peccati con la pratica, quello che era perdonabile per il pentimento essendo veniale, diventa, per negligenza e disprezzo, assai grave, come potrai comprendere in quest'anima già giudicata. Dopo che commise infatti il peccato veniale e perdonabile, l'aumentò per l'abitudine, confidando in alcuni suoi meriti e in alcune opere da poco, non pensando al mio giudizio. E così, l'anima adescata dall'abitudine alla disordinata affezione, non si emendò né frenò la volontà di peccato, fino a che non venne l'ultimo momento e fu pronto il giudizio. Mentre si avvicinava la fine, ancor più s'avviluppava miserabilmente la sua coscienza, si addolorava di dover presto morire costretta a separarsi da quel piccolo bene terreno che amava.

Dio infatti sopporta l'uomo fino all'ultimo e aspetta, semmai il peccatore voglia rimuovere totalmente la sua libera volontà, dall'affetto al peccato. Ma quando la volontà non si corregge, l'anima è avvinta quasi invincibilmente, perché il Diavolo sa che ognuno sarà giudicato secondo la coscienza e la volontà e fa ogni sforzo in quel punto, affinché l'anima prenda la cosa alla leggera e s'allontani dalla retta intenzione. E Dio lo permette, perché l'anima, quando doveva, non volle vigilare.

Non voler poi considerare e presumere troppo, se chiamo qualcuno amico e servo, come prima ho chiamato costui, perché anche Giuda fu chiamato amico e Nabuccodonosor servo. Ma come dissi direttamente: « Voi siete miei amici, se farete quel che vi comando », così dico ora: sono amici quando mi imitano, nemici quando, disprezzando i miei comandamenti, mi perseguitano. Forse che David non peccò di omicidio dopo che l'ebbi detto uomo secondo il mio cuore? E Salomone non decadde dalla sua bontà, pur avendo ricevuto tanti doni ammirabili e tante promesse? La promessa non s'adempì in lui, a causa della sua ingratitudine, ma in me, Figlio di Dio. Perciò come nei tuoi contratti si mette la clausola con la finale, così io nel mio parlare appongo questa clausola con la finale: se qualcuno farà la mia volontà e lascerà la sua eredità, avrà la vita eterna. Chi invece ascolterà, ma non persevererà nelle opere, sarà come il servo inutile e ingrato. Ma neppure devi diffidare, se chiamo qualcun altro nemico, perché appena il nemico volge la volontà verso il bene, subito è amico di Dio. Non era Giuda uno dei Dodici, quando dissi: Voi siete miei amici, perché mi avete seguito e sederete sopra i dodici seggi? Allora Giuda mi seguiva, ma non sederà con i Dodici. Come s'adempiono allora le parole di Dio?

Ti rispondo: Dio, che vede i cuori e le volontà degli uomini, secondo questa li giudica e li rimunera per quel che vede. L'uomo, invece, giudica per quel che vede in faccia. Perciò, affinché non insuperbisse il buono, né diffidasse il cattivo, Dio chiama all'apostolato sia i buoni che i cattivi e ogni giorno chiama agli onori i buoni e i cattivi, affinché chiunque in vita esercita un ufficio si glori nella vita eterna. Chi poi ha dignità senza il peso (dei doveri) se ne glori nel tempo, essendo destinato alla morte eterna. Poiché dunque Giuda non mi seguiva con cuore perfetto, non valeva per lui quel « mi avete seguito », perché non perseverò sino al premio; bensì valeva per quelli che avrebbero perseverato, sia allora che poi. Giacché il Signore, alla cui presenza io sto, parla a volte al presente di cose che riguardano il futuro e di quelle da fare come se fossero già fatte; talvolta unisce anche passato e futuro e usa il passato per il futuro, perché nessuno ardisca porre in discussione gli imperscrutabili consigli della Trinità.

Ascolta ancora una parola: Molti sono i chiamati, pochi invece gli eletti. Così costui è stato chiamato all'episcopato, ma non è eletto, perché è ingrato alla grazia di Dio. Perciò, vescovo di nome ma decaduto dal merito, sarà trattato come quelli che scendono e non salgono.




Aggiunta.

Il Figlio di Dio parla e dice: Ti meravigli, o figlia, che un vescovo fece una bellissima fine e un altro una fine orrenda, perché gli cadde una parete addosso e poco sopravvisse, e quel poco in gran dolore. Ti dico quel che dice la Scrittura, anzi io stesso, che il giusto di qualunque morte muoia è giusto presso Dio, mentre gli uomini del mondo reputano giusto quello che fa una bella fine senza dolori e vergogna. Dio invece ritiene giusto colui che è provato da lunga astinenza o che ha sofferto per la giustizia, perché gli amici di Dio sono tribolati in questo mondo e avranno minor pena in futuro o maggior gloria in cielo. Pietro e Paolo infatti son morti per la giustizia, ma Pietro morì più amaramente di Paolo, perché amò la carne più di Paolo e perché, avendo ricevuto il primato nella mia Chiesa, dovette a me assomigliare con una morte più crudele. Paolo invece, che amò di più la castità e faticò di più, ebbe la spada come egregio soldato, perché io dispongo le cose secondo i meriti e secondo misura. Perciò nel giudizio di Dio, non sono corona o condanna la fine o la morte spregevole, ma l'intenzione e la volontà degli uomini e la loro causa.

Così e di questi due Vescovi: Uno infatti soffrì di buona volontà più amarezze ed ebbe una morte più spregevole; l'altro morì con minori pene, ma non per la gloria, perché non soffriva di buona volontà; e perciò l'altro conseguì una fine gloriosa. Questo avvenne secondo la mia segreta giustizia, ma non per il premio eterno, perché non corresse la sua volontà durante la vita.



Parole della Madre alla figlia, riguardanti, con alcuni esempi, la magnificenza e la perfezione della vita di S. Benedetto. Com'è indicata in un legno sterile l'anima non fruttuosa, nella pietra la superbia della mente, e nel cristallo l'anima fredda; tre scintille da osservare nel cristallo, nato da pietra e legno.  Libro III, 19







martedì 10 dicembre 2013

Madonna di Loreto


NOTIZIE VARIE SULLA MADONNA DI LORETO

Cos’è la “Santa Casa” racchiusa nel Santuario della Madonna di Loreto ?
E’ la casa abitata dalla famiglia della Vergine Maria a Nazaret e trasportata da lì sino a Loreto.  Gli studi recenti delle pietre e dei graffiti e di altri documenti, purificando la tradizione da elementi leggendari, confermano e attestano l'autenticità della Santa Casa.
La Storia e la fama del Santuario iniziano proprio nel sec. XIII (10 dicembre 1294) con detto arrivo.

Perché è la patrona degli Aviatori ?
Secondo la tradizione cattolica, quando Nazaret, dove la Santa Casa di Nazareth si trovava, stava per essere conquistata nuovamente dai musulmani, che nel 1291 cacciarono via definitivamente i cristiani da Gerusalemme, un gruppo di angeli prese la Casa e la portò in volo fino a Loreto, transitando dapprima a Tersatto in Croazia e poi, essendo preda molto spesso di ladri oltre che di pellegrini, giunse nelle Marche arrivando a Loreto in più tappe. Una leggendaria monaca trecentesca avrebbe visto arrivare, avvolta in una nube, la casa di Maria a Nazareth, l’avrebbe quindi vista sostare nei pressi della chiesa di Portonovo su uno scoglio, e infine proseguire il suo volo per posarsi sul colle di Loreto.
Per questo motivo la Madonna di Loreto è venerata come patrona degli aviatori. La richiesta di proclamare la Madonna di Loreto Patrona degli aeronauti venne favorevolmente accolta da Papa Benedetto XV che emise il relativo Decreto il 24 marzo 1920, vigilia dell'Annunciazione del Signore.

Perché e detta “La Madonna Nera” ?
La Madonna di Loreto, detta anche Vergine Lauretana, è la statua venerata nella Santa Casa. Si tratta di una Madonna Nera: la sua particolarità è il volto scuro, comune alle icone più antiche
La Madonna di Loreto è di volto scuro perché rappresenta quanto citato nel "Cantico dei Cantici" dove si dice: “Bruna sono, ma bella” e più avanti alle amiche: “Non state a guardare che sono bruna perché mi ha abbronzata il sole” (1, 5-6). Ed il Sole è figura di Dio. 

Interpretazioni e origini del colore scuro
 - Il colore del volto è stato alterato dal fumo (delle candele o di un incendio) o dall'alterazione dei pigmenti a base di piombo della pittura (è questo, ad esempio, il caso della Madonna di Montserrat in Spagna);
 - Le caratteristiche fisiognomiche del volto aiutano a comprendere che il colore è motivato da un adattamento alle caratteristiche di una popolazione non europea (è il caso di molte madonne africane e di Nostra Signora di Guadalupe in Messico).
 - La carnagione ocra, più o meno scura, delle icone bizantine (molto diffuse nell'Italia meridionale e nell'Europa orientale) nasce da una precisa scelta stilistica e teologica di non rappresentare personaggi sacri (non solo la Madonna, ma i Santi e Cristo stesso) come corpi nello spazio naturale, ma solo come evocazioni spirituali (cfr. iconografia cristiana (origini)).
Negli altri casi il valore simbolico dei loro volti neri resta sconosciuto per i più e misterioso anche per gli esperti, lasciando spazio a diverse ipotesi. Solo in rari casi l'indagine scientifica sul simulacro fornisce indicazioni utili: nel corso dei secoli, infatti, molte immagini sono state ridipinte più volte, alterate radicalmente nel corso di restauri o addirittura totalmente rimpiazzate o per il loro deperimento o per la perdita totale a causa di incendi, alluvioni o furti. Il culto, in genere, sembra essere molto più antico della documentazione a noi pervenuta, costringendo lo storico a cercare di fornire una valutazione critica del possibile contenuto di verità presente in resoconti leggendari.
Aneddoto
Quando la ciurma di Cristoforo Colombo è sorpresa dalla tempesta, Colombo fa il voto di inviare un pellegrino alla Santa Maria di Loreto,   « che si trova nel territorio di Ancona, terra del papa ; è la casa dove la Madonna ha fatto e ancora fa numerosi e grandi miracoli ».
Ordine dei cavalieri della Madonna di Loreto
Storicamente, è conosciuto un unico Ordine della Madonna di Loreto, o meglio dei Cavalieri Lauretani, fondato nel 1586 da Papa Sisto V per concretizzare un'idea del predecessore Paolo III. L'Ordine nacque al fine di proteggere dai saraceni la Santa Casa la quale, trovandosi (com'è noto) in terra marchigiana, ebbe nel sanguigno pontefice francescano originario di Grottammare un verace fedele ed uno strenuo paladino.
I cavalieri venivano dichiarati familiari di Sua Santità, e nobilitati del titolo di Conti Lateranensi. In tutto, pare che Sisto V ne nominò 260, ma a tanto sviluppo non conseguì altrettanta durata nel tempo: all'epoca di Napoleone l'Ordine risultava estinto da parecchio

PREGHIERA QUOTIDIANA NELLA SANTA CASA DI LORETO

Accendi, o Maria, la lampada della fede
in ogni casa d'Italia e del mondo.
Dona ad ogni mamma e ad ogni padre
il tuo limpido cuore,
affinché riempiano la casa della luce
e dell'amore di Dio.
Aiutaci, o Madre del sì,
a trasmettere alle nuove generazioni
la Buona Notizia che Dio ci salva in Gesù,
donandoci il Suo Spirito d'Amore.
Fa' che in Italia e nel mondo
non si spenga mai il canto del Magnificat,
ma continui di generazione in generazione
attraverso i piccoli e gli umili,
i miti, i misericordiosi e i puri di cuore
che fiduciosamente attendono il ritorno di Gesù,
frutto benedetto del tuo seno.
O clemente, o pia, o dolce Vergine Maria!
Amen. 

SUPPLICA ALLA MADONNA DI LORETO

O Maria Loretana, Vergine gloriosa, noi ci accostiamo fiduciosi a Te: accogli oggi la nostra umile preghiera.
L'umanità è sconvolta da gravi mali dai quali vorrebbe liberarsi da sola. Essa ha bisogno di pace, di giustizia, di verità, di amore e si illude di poter trovare queste divine realtà lontano dal Tuo Figlio.
O Madre! Tu portasti il Salvatore Divino nel Tuo seno purissimo e vivesti con Lui nella Santa Casa che noi veneriamo su questo colle loretano, ottienici la grazia di cercare Lui e di imitare i Suoi esempi che conducono alla salvezza.
Con fede e amore filiale, ci portiamo spiritualmente alla Tua Casa benedetta. Per la presenza della Tua Famiglia essa è la Casa santa per eccellenza alla quale vogliamo si ispirino tutte le famiglie cristiane: da Gesù ogni figlio impari l'ubbidienza e il lavoro; da Te, o Maria, ogni donna apprenda l'umiltà e lo spirito di sacrificio; da Giuseppe, che visse per Te e per Gesù, ogni uomo impari a credere in Dio e a vivere in famiglia e nella società con fedeltà e rettitudine.
Molte famiglie, o Maria, non sono un santuario dove si ama e si serve Dio, per questo Ti preghiamo affinchè Tu ci ottenga che ognuna imiti la Tua, riconoscendo ogni giorno e amando sopra ogni cosa il Tuo Figlio Divino.
Come un giorno, dopo anni di preghiera e di lavoro, Egli uscì da questa Casa santa per far sentire la Sua Parola che è Luce e Vita, così ancora dalle sante mura che ci parlano di fede e di carità, giunga agli uomini l'eco della Sua Parola onnipotente che illumina e converte.
Ti preghiamo, o Maria, per il Papa, per la Chiesa universale, per l'Italia e per tutti i popoli della terra, per le istituzioni ecclesiali e civili e per i sofferenti e i peccatori, affinchè tutti divengano discepoli di Dio.
O Maria, in questo giorno di grazia, uniti ai devoti spiritualmente presenti a venerare la santa Casa ove fosti adombrata dallo Spirito Santo, con viva fede Ti ripetiamo le parole dell'Arcangelo Gabriele: Ave, o Piena di grazia, il Signore è con Te!
Noi Ti invochiamo ancora: Ave, o Maria, Madre di Gesù e Madre della Chiesa, Rifugio dei peccatori, Consolatrice degli afflitti, Aiuto dei cristiani.
Tra le difficoltà e nelle frequenti tentazioni noi siamo in pericolo di perderci, ma guardiamo a Te e Ti ripetiamo: Ave, Porta del Cielo; ave, Stella del mare!
Salga a Te la nostra supplica, o Maria. Essa ti dica i nostri desideri, il nostro amore a Gesù e la nostra speranza in Te, o Madre nostra.
Ridiscenda la nostra preghiera sulla terra con abbondanza di grazie celesti. Amen.