giovedì 10 settembre 2015

Chiesa e post concilio: Sinodo, Müller: rischio scisma

Chiesa e post concilio: Sinodo, Müller: rischio scisma: Marco Tosatti su La stampa di ieri. Per completezza, dobbiamo ricordare quanto, su Müller e la sua posizione sinodale in ordine al cosidde...

Abierta la puerta al divorcio en la Iglesia !!!



«Y por cuanto en vuestro Foro predominan las causas matrimoniales, la Sagrada Rota Romana tiene la gloria de ser el Tribunal de la familia cristiana, humilde o noble, rica o pobre, en la cual entra la justicia para hacer triunfar la ley divina en la unión conyugal, cual defensora del vínculo indisoluble, de la plena libertad del consentimiento en la unidad de vida, de la santidad del sacramento. Por ello vosotros, con cuidado muy atento, examináis y ponderáis las declaraciones de las partes, los testigos, las relaciones de los peritos, los documentos, los indicios, a fin de lograr descubrir posibles fraudes y para impedir así la violación de un tálamo bendecido, en que el Creador puso la fuente de la multiplicación del género humano, de los compañeros de los bienaventurados ángeles hasta la consumación de los siglos, cuando los innumerables grupos de hijos de Adán se presentarán ante el Tribunal de Cristo, juez de vivos y de muertos, para dar cuenta de sus obras, buenas o malas» (Pío XII -De la Alocución Mentre il tumulto, a la Rota Romana, en la Inauguración del Año Jurídico, 1 octubre 1940).
Jesús sólo dio a Pedro las llaves de la Iglesia. No son los Obispos los que deciden en el asunto de la anulación de un matrimonio. Es el Papa, con su Tribunal Romano, el que da validez o anulación a un matrimonio.
Por eso, los juicios de los Tribunales ordinarios sobre un matrimonio pasan a otro tribunal, a otra instancia superior, que dé valor a lo juzgado por el Obispo. El juicio de un Obispo, en materia de anulación de un Sacramento, no es la llave de la Iglesia. Esto es muy importante a tener en cuenta. No se está hablando de la potestad de juzgar la conciencia interna de una persona, sino de la potestad de anular un vínculo que pertenece a dos personas y que constituye su vida matrimonial, que es el camino de salvación en sus vidas.
En el juicio sobre la nulidad o validez del matrimonio hay que observar todos los trámites por la suma gravedad y trascendencia de este asunto. Tiene que ser minucioso. Debe llevar su tiempo. Y, por eso, no es posible un proceso breve. No existen casos «en que la nulidad esté sostenida por argumentos particularmente evidentes»(Bergoglio), porque siempre se ha de suponer que existe el vínculo matrimonial. Siempre.
Nunca es evidente una anulación matrimonial.
«Vuestro primer afán de servicio al amor será, pues, reconocer el pleno valor del matrimonio, respetar del mejor modo posible su existencia, proteger a quienes ha unido en una sola familia. Sólo por razones válidas y por hechos probados se podrá poner en duda su existencia y declarar su nulidad. El primer deber que os incumbe es el respeto al hombre que ha dado su palabra, ha expresado su consentimiento y ha hecho así don total de sí mismo» (Juan Pablo II – Del Discurso Sono lieto, a la Rota Romana, en la Inauguración del Año Jurídico, 28 enero 1982).
El primer afán de todo juez eclesiástico es reconocer que existe un matrimonio, a pesar de todos los problemas que se vean en esa familia. Hay que proteger el Sacramento del Matrimonio. No hay que destrozarlo con estas reformas, propias de un hereje, de un apóstata  y de un cismático.
Razones válidas y hechos probados: no hay nada evidente, no hay argumentosparticularmente evidentes. Todo lo que traiga la pareja hay que ponerlo a discusión, porque hay que proteger el vínculo matrimonial, que es lo más sagrado  y divino en los cónyuges.
Se ha reformado el código para esto: para meter la trampa del divorcio.
Se ha anulado el Canon 1676, que decía: «Antes de aceptar una causa y siempre que vea alguna esperanza de éxito, el juez empleará medios pastorales para inducir a los cónyuges, si es posible, a convalidar su matrimonio y a restablecer la convivencia conyugal».
Porque ya no hay que convencer a los cónyuges que están casados, que el vínculo del matrimonio es para siempre y que, por tanto, ni los problemas de la vida ni los pecados son causa para romper un matrimonio.
Se ha reformado con esta nueva ley: «El juez, antes de aceptar la causa, debe tener la certeza de que el matrimonio fracasó irreparablemente, de modo que sea imposible restablecer la convivencia conyugal» (Can 1675).
Fuera proselitismo, fuera predicación del Evangelio, fuera conversión del alma. Se exigela certeza de que ese matrimonio no sirve para nada. El matrimonio fracasó. Ya el fundamento del juicio no es el vínculo. No se comienza porque existe un vínculo. Es sólo un matrimonio roto, irreparable. Por lo tanto, abierto el camino para encontrar una nulidad lo más pronto posible, porque los dos están sufriendo mucho y quieren casarse de nuevo y comulgar.
Es llorar por la vida de los hombres, pero condenando las almas a la oscuridad del pecado, justificando sus pecados.
Se ha perdido la figura del defensor del matrimonio: la Rota Romana es un tribunal que defiende el vínculo matrimonial, no que anula matrimonios. Esta es la grandeza de la Rota, que Bergoglio se la ha cargado.
Ahora, son los Obispos los que atacan el vínculo, los que anulan matrimonios, con un tribunal de tres jueces: un clérigo y dos laicos. Gente experta en ciencias jurídicas o humanas (Cf. Can 1673, § 3 y § 4). Ya no son abogados eclesiásticos. Son abogados civiles que también tratan asuntos eclesiásticos. Y es el juez principal un sacerdote, que no tiene potestad para juzgar porque no posee la plenitud del sacerdocio.
Esto es muy grave, porque lo civil de un matrimonio sólo pertenece al juez civil; lo eclesiástico al juez eclesiástico. Bergoglio junta las dos cosas. Señal de que, en su mente, el matrimonio es sólo un asunto humano, que se resuelve por caminos humanos.
Y tanto que habla que son los Obispos los jueces y, después, pone al frente del tribunal a un clérigo para resolver los anulaciones más breves.
Ha puesto algo nuevo: «El tribunal de segunda instancia para la validez debe ser siempre colegial», es decir, no hay que ir a Roma para liquidar un matrimonio. Es suficiente que en el Obispado se halle otro tribunal para que dé validez al matrimonio, en caso de apelación.
Sólo hay una sentencia: «La sentencia que por la primera vuelta ha declarado la nulidad del matrimonio… se convierte en ejecutiva» (Can 1679). Ya los cónyuges no tienen que esperar el juicio de una instancia superior, como la Rota, y pueden casarse, si quieren con otra persona.  Es ejecutiva. Es un hecho la anulación en primera instancia.
Si apelan, entonces se constituye otro tribunal que resuelva la apelación. La Rota Romana ha dejado de existir. Ahora sólo queda la Sede Metropolitana: «Conviene que se restablezca el recurso a la Sede del Metropolitano ya que ese oficio de cabeza de la provincia eclesiástica, estable a lo largo de los siglos, es un signo característico de la sinodalidad de la Iglesia» (Bergoglio).
Es la cuestión de la Sinodalidad, es decir, del cisma. Los Obispos, que se juntan en un Sínodo, para votar por la opinión más bonita y agradable para todos.
Hay que recurrir al Obispo, no al Papa. El Papa, con Bergoglio, es sólo una figura vacía, una carcasa sin vida, un monstruo de dos cabezas.
«Es conveniente, de todas formas, que se mantenga el recurso al Tribunal ordinario de la Sede Apostólica, es decir a la Rota Romana, respetando un principio jurídico antiquísimo, para que se refuerce el vínculo entre la Sede de Pedro y las Iglesias particulares, vigilando sin embargo, en la disciplina de dicho recurso, para contener cualquier abuso de derecho para que no se perjudique la salvación de las almas» (Bergoglio).
¿Ven la desfachatez de la mente de este hombre?
Es conveniente que se mantengan las formas exteriores, pero que en la práctica no se cumplan: hay que vigilar la disciplina de dicho recurso, para que no sea como ahora, que todo va a la Rota.
No hay que perjudicar la salvación de las almas.
Es decir, no hay que perjudicar la nulidad rápida, el proceso breve, en donde cualquier sacerdote, sin examinar los casos, puede resolver:
«el recurso a los hechos y circunstancias de las personas, apoyadas por testimonios o documentos, que no requieren de una investigación o de una instrucción más completa, y que pone de manifiesto la nulidad» (Can 1683).
Si los dos dicen que su matrimonio es nulo, y lo apoyan con hechos, con documentos, con testigos, entonces no hay que investigar más. Ni siquiera si esos documentos son verdaderos o falsos. Es el testimonio de los dos. Eso vale.
Esta es la desfachatez de este hombre: habla de salvación de las almas y las está condenando al infierno.
«Por ello vosotros, con cuidado muy atento, examináis y ponderáis las declaraciones de las partes, los testigos, las relaciones de los peritos, los documentos, los indicios, a fin de lograr descubrir posibles fraudes y para impedir así la violación de un tálamo bendecido…».
¿Dónde queda esta enseñanza de Pío XII con Bergoglio? En la basura.
Hay que examinar y ponderar todas las declaraciones, todos los documentos, todos los testigos. No es posible un proceso rápido.
Esta es la verdad que anula Bergoglio.
La Sagrada Rota Romana tiene la gloria de ser el Tribunal de la familia cristiana, porque todos los casos matrimoniales pasan por Ella. Porque es un tribunal que no anula matrimonios, sino que vela por todos los matrimonios.
Ahora, los tribunales de la familia serán compuestos por personas del pueblo que no tienen ni idea de lo que es el vínculo matrimonial, y que se dedican a romperlo todo.
Bergoglio ha anulado el segundo juicio, con lo cual ha declarado el cisma en la Iglesia. Ha anulado el Tribunal de Rota, que es el sello de la Iglesia en cuestión del matrimonio.
Bergoglio ha puesto al Obispo como el que resuelve el asunto de los matrimonios: él mismo está declarando que no es Papa de la Iglesia Católica, que no posee la Mente de Cristo, que no es regido por el Espíritu de Pedro.
¿A dónde la Iglesia va a llegar?
Al cisma, el gran cisma. Cisma creado por ellos, no por los verdaderos católicos. Éstos tienen que sufrir la persecución de los herejes que se visten de sacerdotes y Obispos para declarar que la Verdad, que el Magisterio de la Iglesia, es una herejía.
Esta reforma del derecho matrimonial es una catástrofe, que indica la cancelación del vínculo matrimonial procurando el divorcio rápido en la Iglesia.
Se convierte los Tribunales ordinarios de la Iglesia en simples colegios civiles en donde se juzga el problema de la persona, pero no su vida espiritual.
«Entre las circunstancias que pueden permitir la tramitación de la causa de nulidad del matrimonio por medio del proceso más corto… se encuentran, por ejemplo: esa falta de fe que puede generar la simulación del consenso o el error que determina la voluntad, la brevedad de la convivencia conyugal….» (Art. 14).
La falta de fe que genera una simulación de la voluntad: esta es la primera mentira.
Una cosa es no tener fe; otra cosa es simular la voluntad, engañar.
Un hombre puede tener fe y no casarse, porque engañó a la hora de dar su voluntad. Su sí es un no.
El problema de la intención en la voluntad no se resuelve en un proceso corto. Es precisamente este problema el que lleva a buscar más instancias superiores para no equivocarse en el juicio.
El Sacramento del Matrimonio da la gracia a los que se casan, aunque su fe sea débil o pobre. Cuando hay intención y voluntad en casarse, siempre hay matrimonio. Porque en la Iglesia, antes de todo matrimonio, se enseña a los que se van a casar lo que es un matrimonio por la Iglesia, lo que significa ese Matrimonio para la vida de la fe.
Nadie va ignorante a un matrimonio.
Lo que impide y anula un matrimonio es la voluntad perversa de no casarse. No hay intención. Y esto hay que demostrarlo al detalle. Y lleva su tiempo muy largo.
Para que los dos se casen válidamente sólo tienen que saber que el matrimonio es uno e indisoluble, y que está abierto a la vida.
Todos conocen esto. Luego, hay muy pocos matrimonios nulos. La gente sabe a qué va al matrimonio por la Iglesia.
La falta de fe no genera la simulación de la voluntad, porque la fe no está en la voluntad, en la intención del que se casa. La persona es libre para casarse o no casarse, tenga o no tenga fe. La voluntad de la persona no depende de su fe para obrar, para elegir.
Este es el sentimentalismo propio de los modernistas: meten la mera declaración subjetiva de ignorancia o de carencia de fe para anular un matrimonio. Esto es abominable.
Esto es cerrar las puertas del Paraíso a muchos hombres y mujeres que van a buscar el divorcio rápido.
Si has fracasado en tu matrimonio entonces vive en absoluta castidad, no queriendo otra unión para tu vida. Y sólo así la comunión sacramental tiene valor.
Pero se da a la gente el camino parar vivir sus impurezas, sus lujurias, colgados de una ley infame.
El sacrificio de la castidad se anula para justificar el pecado con estas leyes abominables.
Si hay error en la voluntad, no es posible discernirlo en un proceso corto. Hay que examinar ese error, que no es en la voluntad, sino en el entendimiento, y ver de qué manera influyó en la voluntad. Y esto no lo sabe hacer hombres llenos de jurisprudencia y de humanismo. Hay que meterse en el alma, mirar un alma y ver hasta qué punto estaba influenciada por ese error.
Esta reforma de Bergoglio es anatema: va en contra del Evangelio de Cristo. Busca sólo el favor de los hombres, el agradar al mundo, el tener contento y dar felicidad a los hombres. Y eso es contrario a quien se dice Siervo de Cristo. Esto lo hace un anticristo, como Bergoglio.
¡La brevedad de la convivencia conyugal! ¿Desde cuándo esto es un impedimento para el matrimonio?
¿Los encuentros conyugales tienen que ser largos para que el matrimonio sea válido?
¿Cómo se mide esa brevedad para dar un juicio justo?
¿Cómo se hace eso en un proceso corto?
Bergoglio es un hombre sin inteligencia: necio, estúpido y loco. Un idiota que sólo sabe hablar lo que tiene en su mente humana.
Todas las circunstancias de que habla Bergoglio para permitir un proceso breve son para el proceso largo y con la Rota Romana.
«Vuestro trabajo es judicial, pero vuestra misión es evangélica, eclesial y sacerdotal, sin que pierda su carácter de humanitaria y social» (Juan Pablo II – Del Discurso È per me, al Tribunal de la Rota Romana, 30 enero 1986).
La misión de todo juez en la Iglesia es dar el Evangelio en lo que juzga, unir en la comunión con la Iglesia con los dictámenes de sus juicios y, sobre todo, salvar las almas de los que buscan la anulación del matrimonio.
Salvar sus almas, no poner leyes que conduzcan por atajos a la anulación del matrimonio.
Bergoglio dice que ha seguido las huellas de sus predecesores para impulsar esta reforma. Lo que ha seguido ha sido su mente perversa para dar esta falacia a todos.
¡Qué gran engaño para todos es Bergoglio! Y muchos todavía no quieren verlo.
Por sus obras los conoceréis.
Bergoglio es el «pastor ídolo, que será y estará donde quieren sus amos»(Valtorta). Ahí lo ha puesto la masonería, sus amos, para destrozar toda la Iglesia.

Proclama_di_Conchiglia

«Ascolta, figlio mio, ...


....
118. «Ascolta, figlio mio, riponilo nel tuo cuore. Non temere e non affliggerti. Non si turbi il tuo cuore e non preoccuparti né di questa né di qualsiasi altra infermità.

119. Non sto forse qui io, che sono tua Madre? Non stai forse sotto la mia protezione? Non sono forse io la fonte della tua gioia? Non sei forse nel cavo del mio manto, nella croce delle mie braccia? Cosa vuoi di più?

120. Niente deve affliggerti e turbarti. Non angustiarti per l'infermità di tuo zio, perché per ora non morirà. Sappi anzi con certezza che è già perfettamente guarito».

121. (Nello stesso istante, come si poté constatare in seguito, suo zio guarì).
122. Appena Juan Diego ebbe udite le amorevoli parole della Regina del Cielo, provò un grande sollievo e si sentì confortato.
123. La supplicò allora che lo mandasse immediatamente dal vescovo per portargli il segno che lo avrebbe indotto a credere al messaggio.
124. La celeste Signora lo invitò quindi a salire sulla sommità del colle, dove gli era apparsa precedentemente.

125. Gli disse: «Sali, mio piccolo figlio amatissimo, sulla cima del colle, dove mi hai visto e dove ti ho affidato la missione.
126. Lì troverai una grande varietà di fiori. Tagliali e raccoglili, facendone dei mazzetti. Poi scendi e portali alla mia presenza».

127. Juan Diego salì subito sul colle,
128. e quando giunse in cima si stupì per la gran quantità di fiori di Castiglia appena sbocciati, graziosi e belli, che vi aveva trovato nonostante si fosse fuori stagione;
129. si era infatti nel periodo invernale.
130. I fiori diffondevano un odore soavissimo; sembravano gioielli preziosi imperlati di rugiada notturna.
131. Cominciò dunque a tagliarli, ne fece dei mazzetti e li avvolse nella sua tilma.
132. È certo che la sommità del colle non era il luogo adatto perché vi nascessero fiori; vi abbondano solo pietraie, cardi, spini, cactus e mezquites,
133. e se per caso fosse stato possibile che vi nascesse qualche erba, non era certo quello il tempo. Si era infatti nel mese di dicembre, la stagione in cui il gelo la fa da padrone e distrugge ogni vegetazione.

134. Juan Diego scese quindi di corsa e portò alla celeste Signora i diversi fiori che aveva raccolto.
135. Quando li vide, lei li prese nelle sue mani venerabili;
136. poi li ripose tutti insieme nell'ayate di Juan Diego dicendogli:

137. «Mio piccolo figlio amatissimo, questi diversi fiori costituiscono la prova, il segno, che tu devi portare al vescovo.
138. Da parte mia gli dirai che essi sono la prova che il mio messaggio è l'espressione della mia volontà, che egli deve eseguire.
139. Sono anche la prova che tu sei il mio messaggero e sei meritevole della massima fiducia.
140. Ti comando tuttavia con molto rigore di aprire il tuo ayate unicamente alla presenza del vescovo, solo a lui mostrerai ciò che porti.
141. Gli racconterai tutto puntualmente. Gli dirai che ti ho ordinato di salire sulla sommità del colle per tagliare fiori e gli riferirai tutto ciò che hai visto e ammirato.
142. In modo che tu possa vincere il vescovo e lui si decida ad edificare il tempio che gli ho chiesto, in conformità alla mia volontà».

143. Appena la celeste Signora ebbe finito di parlare, Juan Diego si mise in cammino sulla strada che porta a México. Procedeva contento.
144. Camminava con il cuore pieno di gioia perché era sicuro che questa volta ogni cosa sarebbe andata bene e tutto sarebbe stato portato a termine perfettamente.
145. Faceva molta attenzione a ciò che portava nel cavo del suo mantello perché nulla andasse perduto;
146. e si deliziava della fragranza dei diversi preziosi fiori.

147. Quando raggiunse il palazzo del vescovo, gli andarono incontro il maggiordomo e gli altri servitori.
148. Li supplicò di introdurlo alla presenza del vescovo, ma nessuno se ne diede pensiero. Facevano finta di non capirlo o perché era ancora molto presto,
149. o perché ormai già lo conoscevano e lo ritenevano un importuno.
150. I compagni che in precedenza lo avevano pedinato, avevano infatti raccontato loro come lo avevano misteriosamente perso di vista.
151. Egli dovette attendere molto a lungo prima di avere una risposta.

152. Nonostante fosse già trascorso molto tempo, continuava a rimanere lì, con la testa bassa, senza far nulla aspettando di essere chiamato. I servi, essendosi accorti che portava qualcosa nella sua tilma, gli si avvicinarono per vedere di che si trattasse e soddisfare la loro curiosità.
153. Quando Juan Diego si rese conto che in nessun modo poteva nascondere loro ciò che portava e temendo che potessero spintonarlo e malmenarlo, mostrò loro, aprendo leggermente la tilma, che erano fiori.
154. I servi videro che si trattava di fiori preziosi, variegati, fioriti in una stagione insolita e li ammirarono molto soprattutto per la loro freschezza, per la loro bellezza e per il loro profumo.
155. Tentarono perciò di portargliene via qualcuno.
156. Per ben tre volte cercarono di prenderli, ma non ci riuscivano in nessun modo.
157. Infatti, ogni volta che provavano, i fiori si sottraevano apparendo come ricamati, o dipinti, o cuciti sulla tilma.

158. Allora corsero immediatamente dal vescovo e gli raccontarono ciò che avevano visto.
159. Gli dissero che l'indio, che già altre volte era venuto e che ora già da tanto tempo attendeva di essere ricevuto, desiderava vederlo.
160. Il vescovo, udito ciò, ritenne che quella fosse la prova per convincerlo a mettere in atto quanto quel piccolo uomo sollecitava
161. e subito dette ordine che fosse introdotto.
AVE MARIA PURISSIMA!

martedì 8 settembre 2015

Memorie del Beato Giuseppe Allamano

LA FAMIGLIA - RAPPORTI CON I FAMILIARI
Memorie del Beato Giuseppe Allamano

Il nonno non l’ho conosciuto, e il bisnonno? E nel mondo chi si ricorda di questi cari morti?
(cfm,II, 768)

Quando io studiavo in Seminario, avevo un fratello che studiava all’Università, e veniva tutti i
giorni a trovarmi... E io gli ho detto: “Questo non va bene, dà nell’occhio” - “Ma se non vengo
qui dove vado...”. Finché i superiori mi hanno poi imposto di andare tutti i giorni, perché
dicevano che potevo dargli un po’ di aiuto e di consiglio... (cfm,III, 518)

Pag 5
(Ci raccomandò pure un suo cognato che era moribondo dicendoci di pregare per lui). Sono stato
a vederlo ieri in Castelnuovo; mi fermai solo poche ore; alle due pomeridiane ero ancora a
Torino ed alle sette avevo già finito il mio viaggio. Da ben quindici anni non ero più stato in
Castelnuovo. (cfs,I, 227)

(Ci annunzia la morte di suo cognato. Ci disse che era un uomo retto, poi benefattore delle nostre
Missioni alle quali rendeva molti servigi, come occupandosi a comperare il grano, ecc. Nel
ricordare le virtù del cognato s'intrattiene a parlare della sua famiglia, in particolare della sua
compianta madre. Ci narrò la disgrazia successa al minore dei suoi fratelli, quando era ancora
ragazzo).

Eravamo tre fratelli, uno dottore, l'altro avvocato ed io. Quello avvocato non aveva un braccio,
amputatogli in conseguenza di un forte stiramento avuto mentre suonava le campane (il braccio
s'era impigliato nella corda ed i compagni, non accorgendosene, avevano continuato a suonare
senza udire le grida del poverino coperte dal suono delle campane, per il ché il povero braccio
malconcio dovette poi venir amputato). Ora tutti e due sono morti, rimango solo più io. (cfs,I,
236)
Non aver paura di rompersi l'osso del collo. Mia sorella è morta cadendo e rompendosi questo
osso. (cfs,II, 96)

Mio zio sacerdote ci diceva: Non c'è più pane per le mezze volontà. Egli parlava riguardo al
materiale... (cfs,II, 274)

Una volta a Passerano, paesetto dove io andavo a passare un po' di campagna da un mio zio
parroco, quando moriva qualche capo di famiglia si faceva un gran banchetto. Pare una cosa
crudele, eppure no; i primi cristiani facevano così. Se fosse fatto bene, sarebbe vero spirito
cristiano. (cfs,III, 108)

L'altro giorno venne a trovarmi un mio cuginetto, non so se di terzo o di qual grado; un cugino
che non conoscevo neppure, né sapevo di avere; e gli dissi: Ti ricordi ancora di tuo nonno? Ed
egli mi rispose: Oh! no, perché non l'ho mai visto. - E di quel tuo zio prete, te ne ricordi? Non te
ne han mai parlato? Intanto tra me pensavo: non son passati tanti anni dacché è morto, e questo
ragazzo non ha mai sentito parlare di suo zio; è caduto dalle nuvole al sapere che aveva uno zio
prete. (cfs,II, 544)

Io avevo una nipote che era suora; le mancavano tutti i denti e mi diceva: Se potesse comprarmi
una dentiera... è necessaria. Io le risposi: Hai da fare scuola? hai da predicare?... Se hai solo da
lavorare non ti è necessaria, e... per mangiare si mette il pane nell'acqua... E la dentiera non l'ha
ancora adesso. (cfs,II, 674)

SALUTE

Il Signore mi ha fatto debole di salute perché chi doveva dipendere da me stesse più buono per
riguardo a questa mia debolezza. (cfs,I, 28)

Pag 6
Ma possibile! bisogna sempre gridare; non dico qui e neppure là... Mi stupisco come faccio a
resistere. Tutti i miei fratelli, più robusti di me, sono morti, e non so perché sono rimasto io!
(cfs,II, 201)
Un malato piangeva perché non era morto la notte prima. Sedici anni fa io pure dovevo morire;
non sono morto, anch'io ho pianto... ma poi... (cfs,I, 289)

[Il nostro Card. Richelmy...] ci vuol tanto bene, anzi è lui che non mi ha lasciato morire: Non
devi morire, mi disse... (cfs,I, 332)
Il miracolo della mia guarigione il Signore l'ha fatto per voi, mica per me. Mons. Bertagna [o,
secondo suor Emilia Tempo, il Card. Richelmy] era venuto a trovarmi allora, e mi diceva: Fa'
coraggio. Ed io gli rispondevo: Sono tranquillo; morirei volentieri adesso, ho l'età del
Venerabile; non sono come lui, ma morirei volentieri. E Monsignore: No no, non morrai, devi
ancora fare quell'opera: - La farà un altro se non la faccio io. - No no, la farai tu. - Ed è stato
profeta: l'ho proprio fatta io. (cfs,III, 441-442)

Io lo dico chiaro: trent'anni fa non avrei creduto di arrivare a questo punto... (cfs,II, 11)
Del mio corso di studio siamo solo più sette o otto ed io ero il più delicato. (cfs,I, 351)

Non ho mai portato né mitene né guanti ecc. e non ho mai avuto geloni, un po’ di artritidi di più
nell’estate che nell’inverno: è niente! E invece i geloni vengono per la diversità di temperatura
del sangue un po’ caldo e un po’ freddo. E così questo servirà per il bene del corpo e anche per
sacrificio; sta così male vedere un prete con le mani in tasca! (cfm,II, 383)

Da quanti anni io prendo solo caffè e latte a colazione, caffè e latte con un po' di pane oppure
solo, poi vado in confessionale. Da tanti anni faccio così; il Signore ha ancora pazienza di
tenermi in vita e... non sono un colosso, eppure ne ho già seppelliti tanti! Quando ero ammalato
il dottore mi aveva ordinato di prendere del latte; ma il latte non lo digerivo benché unito ad altre
sostanze; finii per mangiare un po' di tutto e riuscii a rimettermi in salute. (cfs,I, 302)

C’era il dott. Battistino (?) gli dicevo che il caffè e latte al mattino mi faceva da purga; e lui
diceva: Deo gratias! Se fa già non c’è più bisogno di prenderla. Non è un male, anzi. (cfm,II,
313)
Domenica avevo preparato un argomento, ma poi non potei venire (causa l'emicrania). (cfs,I,
418)

Bisogna che abbiate pietà del mio stomaco... Parlerò piano e farò un po' di scuola a voi. (cfs,III,
337)
Senza la pazienza si è di peso a sé e agli altri... A me... quando mi viene l'emicrania offro tutto al
Signore prima: già inteso, tutto per voi... e poi mentre si soffre bisogna rinnovare di tanto in tanto
le intenzioni. (cfs,III, 248)

Pag 7
E’ un poco che non ci vediamo più, perché ho avuto un malessere che mi ha costretto a star
chiuso in camera, eppure il mondo è andato avanti senza di me, l’Istituto è andato bene senza di
me. In questi casi si medita, ed io ho meditato come v’è nessuno necessario; quando un’opera è
di Dio Egli la fa procedere senza bisogno d’alcuno. (cfm,I, 94)

Vedete, non è per parlar di me, ma pur bisogna che si dica: io da giovane ero molto più debole di
salute che non ora; ogni quindici giorni un’emicrania che non mi lasciava più far nulla. Allora
andavo in refettorio e mangiavo più poco in modo che niuno se ne accorgesse; in studio me ne
stavo coprendo la fronte con le mani parendo che studiassi, insomma niuno mai si accorse di
questo mio male. L’ultimo anno poi di seminario quand’ero prefetto, un mattino uscii di cappella
e andai a gettarmi sul letto in camera. Il Direttore venne per parlarmi e trovatomi in tale stato, me
ne chiese la cagione, e saputala, stupito disse: ma è soggetto a questo male, lei? (Non s’era mai
accorto). Oh, sì, risposi. Io sapeva che quel male non mi avrebbe recato danno, che bastava
osservare una dieta moderata ed aspettare che passasse. (cfm,I, 113)

Io mi faceva sempre questa interrogazione: Posso studiare? Dunque se posso, devo studiare. Se
poi non posso studiare, ma posso leggere, leggere cose buone. Ma di regola poteva sempre
studiare quando poteva leggere, poteva anche studiare. (cfm,II, 243)

Bene, bene, è un po’ di tempo che non ci vediamo più, un po’ per la mia testa ecc... è stata un po’
prolungata (l’emicrania) si dà gloria a Dio quando viene, si prova quello che siamo. Tanquam
nihilum ante te. Quando uno ha quei mali si sta nella passività, si offre subito al Signore quello
stato passivo. Si potrebbe fare del bene, e invece, fanno vedere quello che siamo, il Signore tocca
quando crede bene, vuole consumare questa testa. (cfm,II, 58)

Quando io non sono ammalato dico al Signore: Signore, che io mi faccia un po' di bene, perché
quando sarò ammalato non potrò più. (cfs,II, 689)
Quando non sono ammalato, io prego così il Signore: Signore che mi faccia un po' buono mentre
sto bene, se no quando son malato non posso più. (cfs,II, 691)

Vedete, anch’io dopo pranzo dormo sopra il letto, ma lo faccio per ordine del dottore Fissore,
che mi ha detto che avevo bisogno di riposare le gambe, ché altrimenti le gambe non si
riposavano, e che avevo bisogno di riposare le gambe che erano già un po’ gonfie... e così avevo
bisogno di rompere la giornata con un’ora di riposo dopo pranzo; ed io lo faccio per ordine del
Dottore. (cfm,II, 661)

Vedete, domenica passata non ho potuto venire perché non stavo bene, per qualche miseriuccia:
non ho potuto celebrare Messa... ho digiunato, ma... Il giorno dopo però ho domandato al
Signore doppia razione al posto di quella del giorno prima. Avevo la testa... il capo che mi
faceva male; ho provato ad alzarmi, ma non potevo stare in piedi, e ho dovuto cedere. Ma poi mi
è passato e l’indomani ho già potuto dir Messa. (cfm,II, 671)

Un religioso quest’oggi [66° compleanno] mi diceva: “Non credevo mai più che lei giungesse
fino a quest’età!” Che bel complimento neh?... E veramente da chierico ho fatto una gravissima
malattia. E poi dopo, la famosa malattia di 17 anni or sono: ero proprio già spedito; ma il Signore
mi ha conservato per voi, come diceva il Cardinale. E infatti perché non potevo morire, come era
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morto il Ven. Cafasso? Avevo l’età del Ven. Cafasso proprio, senza averne i meriti... ma il
Signore non ha voluto. (cfm,III, 34)

Una volta quand’ero Superiore in Seminario mi raccomandava ai Chierici, essendo di
costituzione debole, che non mi facessero morire; ed ora se volete ancora allungarmi un po’ la
vita, se quest’è la volontà di Dio, siate buoni e docili. (cfm,III, 677)
Quando lo vedete dipinto [S. Filippo Neri] ha sempre una corona in mano; c’è anche vestito da
sacerdote; ma il suo vero ritratto è quello che ha la corona. Questa corona la conservano, e la
portano qualche volta ai malati, anche a me l’hanno portata. Un giorno pregheremo P. Giaccardi
che la porti qui, e la bacieremo tutti. (cfm,III, 166-167)

Tanti che da chierici erano finiti, pareva volessero metter fuori l’anima dalla bocca da un
momento all’altro e poi si son rimessi. Anch’io quando ero in terza teologia dovevo morire. I
compagni mi dicevano poi: “Non te lo abbiamo detto, ma ti avevamo salutato come per l’ultima
volta”. Era una certa sfinitezza: non si mangia perché non si digerisce, si è debole perché non si
mangia... Ebbene, ho tenuto fermo tanti anni, e sono ancora qui... (cfm,III, 391)

Vedete, il Signore ha creduto di provarmi un po’, ma la mia malattia era una malattia comoda.
Sono vecchio ed ho bisogno, secondo il medico, di riposo e di dormire. Se andiamo ai
particolari, diceva, il cuore è buono, i polmoni sono sani, ma deboli. Eh!... che cosa facciamo
allora?... cercherò di darle un po' di vita...
Che cosa volete, quello che si deve fare si fa: è un obbligo anche quello. Il cattivo tempo esigeva
delle cure ed ho dovuto farle, ma con tutto questo sempre soggetto alla volontà di Dio. Si faccia
sempre la sua santa volontà! In questo tempo ho domandato al Signore di guarire se era sua
volontà. Non ho mai domandato al Signore che mi prolungasse la vita: questa volta l'ho fatto. E'
vero che la mia missione è compiuta, ma avrei bisogno ancora di qualche mese per qualche
cosa... Certo non sono un colosso, e non devo esserlo, del resto sarebbe chiedere una cosa fuori
luogo; ma solo tanto che possa fare il dovere verso di voi e verso di me. Già, sono tante le cose
che mi stanno a cuore, ed il Signore ha ascoltato le vostre preghiere.

Quelle là, dicevo, chiederanno anni ed anni e non due o tre mesi; ebbene mettiamo solo quello
che è necessario, dicevo al Signore. Anche S. Giuseppe sa quello che si fa e mi ha ristabilito un
poco. Certo non posso fare tutto quello che vorrei fare, ma posso fare abbastanza; del resto
continuate a pregare che si faccia la volontà di Dio: ciò che è meglio per tutti. Alle volte noi
crediamo che sia meglio una cosa, invece è meglio un'altra. Il Signore adesso ha dimostrato
ch'era meglio che mi desse un po' di salute ed io la prendo: ma io non voglio morire né un'ora
prima né un'ora dopo di quella che ha assegnato la Divina Provvidenza perché so che quell'ora è
meglio per me e così anche meglio per voi. (cfs,III, 499-500)

Trovo anch’io il tempo lungo perché non vi vedo più!... Non sarò a S. Giuseppe a celebrare la
Messa da voi: sono 22 anni che ci vado! Ma ora il medico non vuole: dico Messa qui in camera:
sono come il vetro, non si può più passar sopra le cose come una volta!... (cfm,III, 668)
Venite a trovar me; io non posso più andare da voi: quando farà bello guarderò di andarci: vado
neppur più in Duomo. Ho esposto al Papa se era il caso di non più andarci e mi ha risposto:
“altro che necessario!”. (cfm,III, 701)

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(Ricevendoci nella sua camera da studio ci disse:) E’ un pezzo che non posso più venirvi a
trovare e parlarvi, ma vi mando sempre le mie preghiere e la mia benedizione. (cfm,III, 706)
Per ubbidire al medico e per conservarmi un po’ in forza per andare a Roma, non ho più mai
osato uscire, né andarvi a trovare... Andrò a Roma la prossima settimana. (cfm,III, 720)
Vorrei poter continuare a fare ciò che faceva una volta: venirvi a trovare ogni settimana; ma è
volontà di Dio anche quella... spero che qualcuno si ricorderà ancora di qualcosa. Adesso c’è chi
fa al mio posto. Allegri, di buon umore, ed io vi ricorderò a Roma e vi porterò il Decreto di
Beatificazione. Il Papa mi aspetta... (cfm,III, 722)