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venerdì 7 febbraio 2014

TRES HORAS EN EL PURGATORIO



 


Las almas que están en el Purgatorio siempre desean ir lo más pronto a Dios, se siente amadas por nuestro Padre Dios, desean la presencia de Jesucristo, algo que les haría olvidar los sufrimientos que padecen. Pero han de esperar todo el tiempo que Dios haya determinado hasta quedar totalmente purificadas todas las almas que están el Purgatorio. 

 


Hay personas que dicen que pasarán al Purgatorio antes de ir al cielo. Pues nada manchado puede entrar el Reino de Dios. Se le podría preguntar, ¿Quieres pasar de aquí al Purgatorio cuando no puedes soportar los sufrimientos que Dios te permite tener con las enfermedades, adversidades ahora que puedes? ¿Y te quejas mucho? Ya quisieran las almas del purgatorio sufrir tus enfermedades, lo llevarían mucho mejor, pues existe una gran diferencia. 

 


Pero seria mejor que el Purgatorio lo debemos pasar en la tierra. A Fray Daniele también pensaba que después de morir pasaría un tiempo en el Purgatorio, pero el Señor le llevó allí en vida para hacerle reflexionar.

 


Una cosa es pensar, pero otra es vivirla, sentir en su propio ser los padecimientos, las penas del Purgatorio. Después de que en su cuerpo sintió el gran rigor de las penas del Purgatorio, y cuando volvió en sí, determinó servir de un modo más perfecto a Dios y pasar su purgatorio en vida. Y esto es lo que debemos hacer todo. Porque la experiencia de Fray Daniele, nos hace saber que un momento en el Purgatorio es mucho tiempo; una hora en el Purgatorio parece una eternidad.

 


Vivamos en gracia de Dios, pidamos a Dios ahora que podemos que nos de fortaleza para no sucumbir en nuestros dolores. Por muy terrible que nos parezca todo tipo de dolores, de persecuciones, de adversidades, de incomprensiones, todo eso es nada ante la eternidad feliz que Dios tiene preparado para sus fieles, para sus hijos. Soportémoslo todo como lo hizo con infinita perfección nuestro Santísimo Señor Jesucristo y la Santísima Virgen María. 

 


SOL DE FATIMA publica el testimonio de Fray Daniele, compañero inseparable del P. Pío. Este interesante relato sobre la experiencia del Fray Daniele y el purgatorio y posterior resurrección, está tomado del libro «Omagio a Fray Daniele». 

 


Traducción del italiano del libro «Omagio a Fra'Daniele, capuchino». Autor, Padre Remigio Fiore, capuchino y sobrino de Fray Daniele, 

 


Aprobación eclesiástica de Monseñor Serafino Spreafico, Obispo Capuchino, 29 de julio de 1998. «Convento de Santa María de las Gracias», San Giovanni Rotondo Foggia). Fray Daniele y el purgatorio Relato de Fray Daniele Soy un simple hermano lego capuchino.

 


He desenvuelto mi vida haciendo el trabajo que me correspondía; de portero, sacristán, pedir limosnas y cocinero. Con frecuencia me iba con la mochila en la espalda a pedir limosnas de puerta en puerta. Hacía la compra todos los días para el convento. Todos me conocían y me querían bien. Siempre que compraba alguna cosa me hacían descuentos, y aquellas pocas liras que recogía, en vez de entregárselas al superior, las conservaba para la correspondencia, para mis pequeñas necesidades y también para ayudar a los militares que llamaban a la puerta del convento.

 


Inmediatamente después de la guerra, me encontraba en San Giovanni Rotondo, mi pueblo nativo, en el mismo convento del P. Pío. Un poco tiempo después comencé con algunos dolores en el aparato digestivo y me fui a una consulta médica, y el médico me diagnosticó un mal incurable: un tumor. 

 


Pensando ya en la muerte, fui a referírselo todo al Padre Pío, el que -después de haberme escuchado- bruscamente me dijo: «Opérate.» Permanecí confuso y reaccionando le dije: «Padre, no me vale la pena. El médico no me ha dado ninguna esperanza. Ahora sé que debo morir.»

 


«No importa lo que te ha dicho el médico: opérate, pero en Roma en tal clínica y con tal profesor.»

 


El P. me dijo esto con tal fuerza y con tanta seguridad que le contesté: 

 


«Si Padre, lo haré». Entonces él me miró con dulzura y, conmovido, añadió: 

 


«No temas, yo estaré siempre contigo». 

 


A la mañana siguiente salí ya en viaje para roma, y estando sentado en el tren. Advertí al lado mío una presencia misteriosa: era el Padre Pío que mantenía la promesa de estar conmigo.

 


Cuando llegué a Roma super que la clínica era «Regina Elena», y que el profesor se llamaba Ricardo Moretti. Hacia el atardecer ingresé en la clínica. Parecía que todos me esperaban, como si alguno hubiera anunciado mi llegada, y me acogieron inmediatamente. 

 


A las 7 de la mañana estaba ya en la sala de operaciones. Me prepararon la intervención. A pesar de la anestesia, permanecí despierto y me encomendé al Señor con las mismas palabras que Él dirigía al Padre antes de morir:

 


«Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu».

 


Comenzaron los médicos la intervención y yo sentía todo lo que decían. Sufría dolores atroces, pero no me lamentaba, al contrario, estaba contento de soportar tanto dolor que ofrecía a Jesús, ya que aquellos todos sufrimientos purificaban mi alma de mis pecados. Un rato después me adormecí. 

 


Cuando recobré la conciencia me dijeron que había estado tres días en coma antes de morir. Me presenté delante del Trono de Dios. Veía a Dios pero no como juez severo, sino como Padre afectuoso y lleno de amor. Entonces comprendí que el Señor había hecho todo por amor hacia mí desde el primero al último instante de mi vida, amándome como si fuera la única criatura existente sobre la tierra. 

 


No obstante me di cuenta también de que no solamente no había cambiado este inmenso amor divino, sino que lo había descuidado totalmente.

 


Fui condenado a dos / tres oras de Purgatorio

 


«¿Pero cómo? -me pregunté- ¿Solamente dos / tres horas? Y después podré quedarme siempre próximo a Dios eterno amor? Di un salto de alegría y me sentía como hijo predilecto. La visión desapareció y me volví a encontrar en el Purgatorio.

 


Las dos / tres horas de Purgatorio fueron dadas sobre todo por haber faltado al voto de pobreza, es decir, por haber conservado para mí unas pocas liras -como dije antes.

 


Eran unos dolores terribles que no sabia de donde venían, pero se sentía intensamente. Los sentidos con los cuales se había ofendido más a Dios en este mundo: los ojos, la lengua... experimentaba mayor dolor y era una cosa increíble porque allí abajo, en el Purgatorio, uno se siente como si tuviese cuerpo y conoce / reconoce a los demás como sucede en el mundo.

 


Mientras tanto, que no había pasado más que unos instantes con aquellas penas, me parecía ya que fuera una eternidad. Lo que más hace sufrir en el Purgatorio no es tanto el fuego -también muy intenso- sino aquel sentirse lejos de Dios -y lo que más aflige es haber tenido todos los medios a disposición para la salvación y no haber sabido aprovecharse de ellos.

 


Fue entonces cuando pensé ir a un hermano de mi convento para pedirle que rezara por mí que estaba en el Purgatorio. Aquel hermano quedó maravillado porque sentía mi voz pero no me veía y me preguntó:

 


¿Dónde estás, porque no te veo?

 


Yo insistían y, viendo que no tenía otro medio para llegar a él, pero mis brazos se cruzaban pero no llegaba. Sólo entonces me di cuenta que estaba sin cuerpo. Me contenté con insistirle para que rezase mucho por mí y me fuera del Purgatorio.

 


«¿Pero cómo? -me decía a mí mismo- ¿no debería estar solo dos / tres horas en el Purgatorio? Y han transcurrido ya trescientos años? Por lo menos así me parecía. De repente se me aparece la Bienaventurada Virgen María y le pedí insistentemente, le supliqué, diciéndole:

 


«¡Oh Santísima Virgen María, Madre de Dios, consígueme del Señor la gracia de volver a la tierra para vivir y trabajar solamente por amor de Dios!».

 


Acudí también ante el P. Pío e igualmente le supliqué: «Por tus atroces dolores, por tus benditas llagas, padre Pío, ruega por mí a Dios para que me libere de estas llamas y me conceda continuar el Purgatorio en la tierra».

 


Después no vi nada más, pero me di cuenta de que el Padre hablaba a la Virgen. Unos instantes después se me apareció nuevamente la Bienaventurada Virgen María: era Santa María de las gracias, pero venía sin el Niño Jesús, inclinó la cabeza y me sonrió. En aquel mismo momento volví a tomar posesión de mi cuerpo, abrí los ojos y extendí los brazos. Después, con un movimiento brusco, me liberó de la sabana que me cubría. Estaba contento, había recibido la gracia. La Santísima Virgen me había escuchado.

 


Inmediatamente después los que me velaban y rezaban, asustadísimos, se precipitaron fuera de la sala a buscar enfermeros y doctores. En pocos minutos la clínica estaba abarrotada de gente. Todos creían que yo era un fantasma y decidieron cerrar bien las puertas y desaparecer, por cierto temor a los espíritus.

 


A la mañana siguiente me levanté muy pronto y me senté en una butaca. A pesar de que la puerta estaba cuidadosamente vigilada, algunos lograron entrar y me pidieron les explicara lo que me había sucedido. Para tranquilizarles, les dije que estaba llegando el médico de guardia, al cual tenía que decir lo que me había pasado. Corrientemente los médicos no llegaba antes de las diez, pero aquella mañana todavía no eran las siete y dije a los presentes:

 


«Mirad; el médico está llegando; ahora está aparcando el coche en tal puesto».

 


Pero nadie me creía. Y yo continuaba diciéndole:

 


«Ahora está atravesando la carretera, lleva la chaqueta sobre el brazo y se pasa la mano por la cabeza como si estuviera preocupado, no sé que tendrá»...

 


Pero nadie daba crédito a mis palabras. Entonces dije: «Para que me creáis que no os miento, os confirmo que ahora el médico está subiendo en el ascensor y está para llamar a la puerta». Apenas había terminado de hablar, se abre la puerta y entró el médico quedando maravillados todos los presentes. Con lagrimas en los ojos, el doctor dijo:

 


«Sí, ahora creo en Dios, creo en la Iglesia y creo en el Padre Pío...». 

 


Aquel médico que primero no creía o cuya fe era como agua de rosas, confesó que aquella noche no había logrado cerrar los ojos pensando en mi muerte, que él había comprobado, sin dar más explicaciones. Dijo que a pesar del certificado de muerte que había escrito, había vuelto para cerciorarse qué era lo que había sucedido aquella noche que tantas pesadillas le había ocasionado, porque aquel muerto (que era yo) no era un muerto como los demás y que, efectivamente, no se había equivocado.

 


Conclusión Después de esta experiencia, Fray Daniele vivió verdaderamente el Purgatorio en esta tierra, purificándose a través de enfermedades, sufrimientos y dolores, conformándose siempre y en todo con la voluntad de Dios. Solamente recuerdo algunas intervenciones que sufrió: de próstata, coliscititis, aneurisma de la vena abdominal con relativa prótesis; otra intervención después de un accidente callejero cerca de Bolonia, prescindiendo ya de otros dolores no sólo físicos, sino también morales.

 


A la hermana Felicetta, que le preguntó cómo se sentía de salud, Fray Daniele le confió: «Hermana mía, hace más de 40 años que no recuerdo que significa estar bien».

 


Para terminar podría decir que este relato de Fray Daniele es un episodio más que prueba el amor de Fray Daniele por la Virgen. Fray Daniele falleció el 6 de julio de 1994. Mientras colocaban convenientemente sus restos mortales en la capilla de la Enfermería del Convento de los Hermanos Capuchinos, en San Giovanni Rotondo, y se recitaba el Rosario en sufragio de su alma, a algunos de los presentes les parecía que Fray Daniele movía los labios como para contestar al Ave María del Rosario. La voz se difundió tan rápidamente, que el superior, Padre Livio de Matteo, para quedar tranquilo, quiso cerciorarse de que no se trataba de una muerte aparente. Por este motivo hizo venir de la Casa Alivio del sufrimiento próxima, al doctor Nicolás Silvestri, ayudante de Medicina Legal y doctor José Pasanella, asistente también de medicina Legal, los cuales hicieron un electrocardiograma a Fray Daniele y le tomaron la temperatura, por lo cual confirmaron definitivamente su muerte.

 


Ahora Fray Daniele goza ciertamente de la visión beatifica de Dios y, desde el cielo, sonríe, bendice y protege.

 


(SOL DE FATIMA, número 188, pagina 26-27. noviembre-diciembre, 1999), 

 


«A algunos de los presentes les parecía que Fray Daniele moviera los labios, como para contestar al Ave María del rosario». Después de que el alma ya no estaba en el cuerpo de Fray Daniele, aún así, para aquellos, algunos de los presentes, veían como seguía orando al Señor.

 


«Y lo vieron más de uno.»

 


El cuerpo acostumbrado a tanta oración, todavía permanecía como si estuviera bien vivo, aunque en ese mismo momento su alma ya gozaba de la presencia de Dios. Se había convertido en instrumento de oración, aun cuando su alma había quedado libre de aquel cuerpo bendecido por Dios. Se cuenta también en la historia que ha habido personas que poco antes de morir, tuvieron deseos de pecar, y acabaron en ruina perpetua. Unos cuerpos se convierten en bendición y otros en maldición.

 


A esto, remito el Santo Rosario que Adry Treviño nos ha aportado para alivio de las benditas almas del Purgatorio:

 

Sagrado Corazón de Jesús en Vos Confío, Sagrado Inmaculado Corazon de María Santisima, sed nuestra salvación. Jesús y María Santísima, bendecid y proteged a todos tus hijos e hijas que participan con deseos de aprender las enseñanzas de Jesús en la Iglesia católica, Santa, Apostólica y Romana.

giovedì 31 ottobre 2013

Subito in Cielo



Preghiera per evitare il Purgatorio

PREGHIERA RIPARATRICE




Una povera Clarissa defunta apparve alla sua Abadessa che pregava per lei e le disse: «Sono andata subito al Cielo perché, avendo recitato ogni sera questa preghiera, ho pagato tutti i miei debiti e sono stata preservata dal Purgatorio.



"Eterno Padre, per le mani di Maria Addolorata, VI offro il Sacratissimo Cuore di Gesù con tutto il Suo amore, con tutte le Sue sofferenze e con tutti i Suoi meriti: 

Per espiare tutti i peccati che ho commesso quest’oggi e durante tutta la mia vita passata.
Gloria al Padre...

Per purificare il bene che ho mal fatto quest’oggi e durante tutta la mia vita passata. Gloria al Padre...

Per supplire al bene che ho trascurato di fare quest’oggi e durante tutta la mia vita passata. Gloria al Padre". 

lunedì 9 settembre 2013

AYUDEMOSLAS


¿Por qué y para qué rezar por las ánimas benditas
del Purgatorio?


CAPITULO 4

Alma del purgatorio esperando su liberacionEl gran Mandamiento de Nuestro Señor Jesucristo es que nos amemos los unos a los otros, genuina y sinceramente. El Primer Gran Mandamiento es amar a Dios sobre todas las cosas. 

El Segundo, o mejor dicho el corolario del Primero, es amar al prójimo como a nosotros mismos. No es un consejo o un mero deseo del Todopoderoso. Es Su Gran Mandamiento, la base y esencia de Su Ley. 
Es tanta la verdad encerrada en esto que El toma como donación todo aquello que hacemos por nuestro prójimo, y como un rechazo hacia El cuando rechazamos a nuestro prójimo.

Leemos en el Evangelio de San Mateo 
(Mt 25,34-46), las palabras de Cristo que dirijirá a cada uno en el Día del Juicio Final.

Algunos católicos parecen pensar que su Ley ha caído en desuso, pues en estos días existe el egoísmo, el amor a sí mismo, y cada uno piensa en sí mismo y en su engrandecimiento personal. "Es inútil observar la Ley de Dios en estos días", dicen, "cada uno debe mirar por sí mismo, o te hundes".

¡No hay tal cosa! La ley de Dios es grandiosa y todavía y por siempre tendrá fuerza de ley. Por eso, es mas que nunca necesaria, mas que nunca nuestro deber y por nuestro mayor interés.


ESTAMOS MORALMENTE OBLIGADOS A ROGAR POR LAS ANIMAS BENDITAS

Siempre estamos obligados a amar y ayudar al otro, pero cuanto mayor es la necesidad de nuestro prójimo, mayor y mas estricta es nuestra obligación. No es un favor que podemos o no hacer, es nuestro deber; debemos ayudarnos unos a otros.

Sería un monstruoso crimen, por caso, rehusar al poder y desposeído el alimento necesario para mantenerse vivo. 

Sería espantoso rehusar la ayuda a alguien en una gran necesidad, pasar de largo y no extender la mano para salvar a un hombre que se está hundiendo. 

No solamente debemos ayudar cuando es fácil y conveniente, sino que debemos hacer cualquier sacrificio para socorrer a nuestro hermano en dificultades.

Ahora, qué puede estar más urgido de caridad que las almas del Purgatorio? Qué hambre o sed o sufrimiento en esta Tierra puede compararse con sus mas terribles sufrimientos? 

Ni el pobre, ni el enfermo, ni el sufriente que vemos a nuestro alrededor necesitan de tal urgente socorro. 

Aún encontramos gente de buen corazón que se interesa en los sufrientes de esta vida, pero, ¡escasamente encontramos a gente que trabaja por las Almas del Purgatorio!

Y quién puede necesitarnos más? Entre ellos, además, pueden estar nuestras madres, nuestros padres, amigos y seres queridos.



DIOS DESEA QUE LAS AYUDEMOS

Ellas son los amigos más queridos. El desea ayudarlos; El desea mucho tenerlos cerca de Él en el Cielo. Ellas nunca más lo ofenderán, y están destinadas a estar con Él por toda la Eternidad. Verdad, la Justicia de Dios demanda expiación por los pecados, pero por una asombrosa dispensación de Su Providencia El pone en nuestras manos la posibilidad de asistirlos, El nos da el poder de aliviarlas y aún de liberarlas. 

Nada le place mas a Dios que les ayudemos. El está tan agradecido como si le ayudáramos a El.



NUESTRA SEÑORA QUIERE QUE LOS AYUDEMOS:

Nunca, nunca una madre de esta tierra amó tan tiernamente a sus hijos fallecidos, nunca nadie consuela como María busca consolar sus sufrientes niños en el Purgatorio, y tenerlos con Ella en el Cielo. Le daremos gran regocijo cada vez que llevamos fuera del Purgatorio a un alma.


LAS BENDITAS ANIMAS DEL PURGATORIO NOS DEVUELVEN
EL MIL POR UNO
Pero qué podremos decir de los sentimientos de las Santas Almas? Sería prácticamente imposible de describir su ilimitada gratitud con para aquellos que las ayudan! Llenas de un inmenso deseo de pagar los favores hechos por ellas, ruegan por sus benefactores con un fervor tan grande, tan intenso, tan constante, que Dios no les puede negar nada. 

Santa Catalina de Bologna dice :"He recibido muchos y grandes favores de los Santos, pero mucho mas grandes de las Santas Almas (del Purgatorio)".

Cuando finalmente son liberadas de sus penas y disfrutan de la beatitud del Cielo, lejos de olvidar a sus amigos de la Tierrra, su gratitud no conoce límites. Postradas frente al Trono de Dios, no cesan de orar por aquellos que los ayudaron. 

Por sus oraciones ellas protegen a sus amigos de los peligros y los protegen de los demonios que los asechan.
No cesan de orar hasta ver a sus benefactores seguros en el Cielo, y serán por siempre sus más queridos, sinceros y mejores amigos.

Si los católicos solamente supieran cuan poderosos protectores se aseguran con sólo ayudar a las Animas benditas, no serían tan remisos de orar por ellos.




LAS ANIMAS BENDITAS DEL PURGATORIO PUEDEN ACORTAR
NUESTRO PROPIO PURGATORIO


Otra gran gracia que obtenemos por orar por ellas es un corto y fácil Purgatorio, o su completa remisión!

San Juan Massias, sacerdote dominicano, tenía una maravillosa devoción a las Almas del Purgatorio. 

El obtuvo por sus oraciones (principalmente por la recitación del Santo Rosario) la liberación de ¡un millón cuatrocientas mil almas! 

En retribución, el obtuvo para sí mismo las más abundantes y extraordinarias gracias y esas almas vinieron a consolarlo en su lecho de muerte, y a acompañarlo hasta el Cielo.

Este hecho es tan cierto que fue insertado por la Iglesia en la bula de decretaba su beatificación.

El Cardenal Baronio recuerda un evento similar.
Fue llamado a asistir a un moribundo. De repente, un ejército de espíritus benditos aparecieron en el lecho de muerte, consolaron al moribundo, y disiparon a los demonios que gemían, en un desesperado intento por lograr su ruina.

Cuando el cardenal les preguntó quiénes eran, le respondieron que eran ocho mil almas que este hombre había liberado del Purgatorio gracias a sus oraciones y buenas obras. Fueron enviadas por Dios, según explicaron, para llevarlo al Cielo sin pasar un solo momento en el Purgatorio.

Santa Gertrudis fue ferozmente tentada por el demonio cuando estaba por morir. El espíritu demoníaco nos reserva una peligrosa y sutil tentación para nuestros ultimos minutos. 

Como no pudo encontrar un asalto lo suficientemente inteligente para esta Santa, el pensó en molestarla su beatífica paz sugiriéndole que iba a pasar larguísimo tiempo en el Purgatorio puesto que ella desperdició sus propias indulgencias y sufragios en favor de otras almas. 

Pero Nuestro Señor, no contento con enviar Sus Angeles y las miles de almas que ella había liberado, fue en Persona para alejar a Satanás y confortar a su querida Santa. El le dijo a Santa Gertrudis que a cambio de lo que ella había hecho por las ánimas benditas, le llevaría directo al Cielo y multiplicaría cientos de veces todos sus méritos.

El Beato Enrique Suso, de la Orden Dominicana, hizo un pacto con otro hermano de la Orden por el cual, cuando el primero de ellos muriera, el sobreviviente ofrecería dos Misas cada semana por su alma, y otras oraciones también. 

Sucedió que su compañero murió primero, y el Beato Enrique comenzó inmediatamente a ofrecer las prometidas Misas. Continuó diciéndolas por un largo tiempo. 

Al final, suficientemente seguro que su santamente muerto amigo había alcanzado el Cielo, cesó de ofrecer las Misas. Grande fue su arrepentimiento y consternacion cuando el hermano muerto apareció frente a él sufriendo intensamente y reclamándole que no hubo celebrado las Misas prometidas.

El Beato Enrique replicó con gran arrepentimiento que no continuó con las Misas, creyendo que su amigo seguramente estaría disfrutando de la Visión Beatífica pero agregó que siempre lo recordaba en sus oraciones. "Oh hermano Enrique, por favor dame las Misas, pues es la Preciosísima Sangre de Jesús lo que yo más necesito" lloraba la sufriente alma.

El Beato recomenzó a ofrecerlas, y con redoblado fervor, ofreció Misas y ruegos por su amigo hasta que recibió absoluta certeza de su liberación. Luego fue su turno de recibir gracias y bendiciones de toda clase por parte de su querido hermano liberado, y muchas más veces que las que hubiera esperado.


GESU' MARIA AMORE, 
VENITE INSIEME NEL MIO CUORE

domenica 4 agosto 2013

I pellegrini in cerca di lavoro // Una parabola indimenticabile

Le parabole di Gesù
(031)
I pellegrini in cerca di lavoro (385.4 - 385.5 - 385.6)

Un gruppo di pellegrini, venuti da lontane regioni in cerca di lavoro, si trovò ai confini di uno stato. A questi confini erano dei procacciatori di lavoro mandati da diversi padroni. 

Vi era 
chi cercava uomini per le miniere e 
chi per campi e boschi, 
chi servi per un ricco infame e 
chi soldati per un re che stava in cima ad un monte, nel suo castello al quale si accedeva per una strada molto erta. Il re voleva milizie, ma esigeva che le stesse fossero non tanto milizie di violenza quanto di sapienza, per mandarle poi per le città a santificare i suoi sudditi. Per questo viveva lassù, come in un romitaggio, per formare i suoi servi senza che le distrazioni mondane li corrompessero rallentando o annullando la formazione dello spirito. Non prometteva alte mercedi. Non prometteva vita comoda. Ma dava assicurazione che dal suo servizio sarebbe scaturita santità e premio.


Così dicevano i suoi messi a quelli che giungevano alle frontiere. 
Invece i messi dei padroni delle miniere o dei campi dicevano: "Non sarà vita comoda, ma però sarete liberi e guadagnerete di che darvi un poco di sollazzo." E quelli che cercavano servi per un padrone infame promettevano addirittura cibo abbondante, ozio, godimenti e ricchezze: "Basta che acconsentiate ai duri capricci - oh! per nulla penosi! - e godrete come tanti satrapi".


I pellegrini si consultarono fra loro. Dividersi non volevano.... Chiesero: "Ma i campi e le miniere, il palazzo dell'uomo gaudente e quello del re, sono vicini?"
"Oh! no!" risposero i procacciatori. " venite a quel quadrivio e vi mostreremo le diverse strade."

Andarono.

"Ecco! Questa splendida via, ombrosa, fiorita, liscia, con fonti fresche, discende al palazzo del signore" dissero i procacciatori dei servi.

"Ecco! Questa è polverosa, fra campi sereni, conduce ai campi. C'è sole, ma vedete che è bella ancora" dissero quelli dei campi.

"Ecco! Questa così solcata da ruote pesanti e sparsa di chiazze scure segna la direzione delle miniere. Non è nè bella nè brutta..." dissero quelli delle miniere.

"Ecco, questo sentiero ripido, tagliato fra rocce che il sole accende, sparso di pruni e burroni che rallentano l'andare, ma in compenso fanno difesa facile contro gli assalti dei nemici, conduce a oriente, al castello severo, diremmo quasi sacro, dove gli spiriti si formano al bene" dissero quelli del re.

I pellegrini guardavano, guardavano. Calcolavano.... Tentati da molte cose delle quali solo una era totalmente buona. E lentamente si divisero. Erano dieci. Tre piegarono verso i campi... e due verso le miniere. 

I superstiti si guardarono e due dissero: "Venite con noi. Dal re. Non guadagneremo e non godremo sulla Terra, ma saremo santi in eterno."

"Quel sentiero lì? Fossimo matti! Non guadagnare? Non godere? Non valeva la pena lasciare tutto e venire in esilio per avere ancor meno di ciò che avevamo nella patria nostra. Noi vogliamo guadagnare e godere..."
"Ma perderete il bene eterno! Non avete sentito che è padrone infame?"
"Fole! Dopo un poco lo lasceremo, ma avremo goduto e saremo ricchi."
"Non ve ne libererete più. Male hanno fatto i primi seguendo l'avidità del denaro. Ma voi! Voi seguite l'avidità del piacere. Oh! non mutate per un'ora fuggente la sorte eterna!"
"Siete degli stolti e credete alle promesse ideali. Noi andiamo alla realtà. Addio!..." e di corsa presero la bella via ombrosa, fiorita, ricca d'acque, liscia, in fondo alla quale brillava al sole il magico palazzo del gaudente.

I due superstiti presero, piangendo e pregando, l'erto sentiero. E dopo pochi metri quasi si sconfortarono tanto era difficile. Ma perseverarono. E la carne parve sempre più lieve più essi procedevano, la fatica si faceva consolata da un giubilo strano. Giunsero anelanti, graffiati, in cima al monte e furono ammessi al cospetto del re, il quale disse loro tutto quanto esigeva per farne i suoi prodi, e terminò dicendo: "Pensateci per otto giorni e poi rispondete."

Ed essi molto pensarono e dure lotte sostennero col Tentatore che voleva sgomentarli, con la carne che diceva: "Voi mi sacrificate", col mondo i cui ricordi seducevano ancora. Ma vinsero. Rimasero. Divennero eroi del Bene. Venne la morte, ossia la glorificazione. 

Dall'alto dei Cieli videro nel profondo quelli che erano andati al padrone infame. Incatenati anche oltre la vita gemevano nel buio dell'Inferno. "E volevano essere liberi e godere!" dissero i due santi.
E i tre dannati li videro e, orridi, li maledissero e maledissero tutti, Dio per primo, dicendo: "Ci avete tutti ingannati!"
"No. Non lo potete dire. Vi era stato detto del pericolo. Avete voluto il vostro male" risposero i beati, sereni anche vedendo e udendo gli scherni osceni e le oscene bestemmie lanciate ad essi.

E videro quelli dei campi e delle miniere in diverse regioni purgative, e quelli li videro e dissero: "Non fummo nè buoni nè cattivi, ed ora espiamo la tiepidezza nostra. Pregate per noi!"
"Oh! lo faremo! Ma perchè mai non siete venuti con noi?"
"Perchè fummo non demoni, ma uomini... Ingenerosi fummo. Amammo il transitorio, anche se onesto, più dell'Eterno e Santo. Ora impariamo a conoscere e ad amare con giustizia".



venerdì 12 aprile 2013

E' BENE SAPERE



Si legge nelle vite dei santi Padri che un religioso, per nome Stefano, venne trasportato in ispirito al tribunale di Dio. Era egli ridotto in agonia sul suo letto di morte, quando eccolo turbarsi improvvisamente e rispondere ad un interlocutore invisibile. I suoi fratelli di religione, che circondavano il letto, ascoltavano con terrore queste sue risposte: - Vedi, è vero, tale azione, ma mi imposi poi tanti anni di digiuno. - Io - non nego quel tal fatto, ma l'ho pianto per tanti anni. Ancor questo è vero, ma in espiazione ho servito il mio prossimo, per tre anni continui. - Indi, dopo, un momento di silenzio, esclamò: Ah! su questo non ho nulla a rispondere; voi giustamente mi accusate, e non ho altro per mia difesa che raccomandarmi, alla misericordia infinita di Dio. 

- S. Giovanni Climaco, che riferisce questo fatto, di cui fu testimone oculare ci fa sapere che questo religioso aveva vissuto quarant'anni nel suo monastero, aveva il dono delle lingue e molti altri privilegi, avanzava di gran lunga gli altri monaci per la esemplarità della sua vita e pei rigori delle sue penitenze; e conchiude con queste parole: Me infelice! che cosa mai diverrò, e qual cosa potrò sperare io sì meschino, se il figlio del deserto e della penitenza trovasi privo di difesa dinanzi a poche colpe leggere? Egli che ha passato una lunga serie di anni fra le austerità e la solitudine, egli arricchito da Dio di privilegi e di doni straordinari, abbandona questa vita lasciandoci nella incertezza della sua eterna salute!... Ma forse, dirà qualcuno per confortarsi, non si sarà trattato in questo caso che di una visione intellettuale, e i terrori di quel buon monaco sul giudizio di Dio si potrebbero ritenere come effetto della sua immaginazione riscaldata dalla febbre. Ad ovviare a questa difficoltà riferirò la storia della venerabile Angela Tolomei, religiosa domenicana e sorella del beato Giovanni Battista Tolomei.


Era ella cresciuta di giorno in giorno in virtù, e per la sua fedeltà nel corrispondere alla grazia divina era giunta ad un alto grado di perfezione, quando si ammalò gravemente. Il suo fratello, ricco egli pure di meriti innanzi a Dio, non poté con tutte le sue fervorose preghiere ottenerne la guarigione; ricevette ella perciò, con commovente pietà, gli ultimi Sacramenti, e poco prima di spirare ebbe una visione, nella quale osservò il posto che le era riservato in Purgatorio, in punizione di alcuni difetti che non erasi abbastanza studiata di correggere durante la vita; in pari tempo le furono manifestati i diversi tormenti che le anime soffrono laggiù; quindi spirò raccomandandosi alle preghiere del suo santo fratello. Mentre il cadavere veniva trasportato alla sepoltura, il beato Giovanni Battista, appressandosi al feretro, ordinò alla sorella di alzarsi, ed ella, quasi risvegliandosi da un sonno profondo, ritornò con strepitoso miracolo in vita. Nel tempo che proseguì a vivere sulla terra, quell'anima santa raccontava sul giudizio di Dio tali cose da far fremere di terrore, ma ciò che più di tutto confermò la verità delle sue parole fu la vita che menò, poìchè spaventevoli erano le sue penitenze, avendo perfino inventato nuovi segreti, oltre alle comuni penitenze, per martoriare il suo corpo. Leggiamo che durante l'inverno era solita tuffarsi fino al collo in uno stagno gelato, ove rimaneva per lungo tempo recitando il salterio; talvolta bruciava di proposito le sue povere carni, finché il suo corpo diveniva oggetto di orrore e di pietà. 

E poichè di ciò veniva talvolta ripresa e biasimata, avida com'era di umiliazioni e di contrarietà, non se la prendeva affatto, ed a coloro che la rimproveravano, rispondeva: - Oh! se conosceste il rigore dei giudizi di Dio, non parlereste così! E che è mai quel che io faccio in confronto dei tormenti riservati nell'altra vita alle infedeltà che qui in terra osiamo commettere verso il nostro Creatore? Che è mai, che è mai ciò che io faccio, mentre dovrei fare cento volte di più? - Dopo alcuni anni di così orribili penitenze, la serva di Dio fu chiamata dal celeste Sposo all'altra vita, vivo lasciando tra le sue consorelle il ricordo di sè, delle sue parole e delle sue penitenze.

Ciò che è da osservare in questa storia è che non si tratta di un peccatore che muore in disgrazia di Dio, ma di una fervente religiosa, tutta dedita ai doveri del suo stato, e che per alcune imperfezioni di nessuna gravità secondo il giudizio degli uomini, subì i rigori del giudizio di Dio. Ahimè! se i giusti sono trattati in tal guisa, che cosa accadrà di noi peccatori?

Sono dunque tremendi i giudizi divini! E pensare che ad ogni battito del nostro cuore si rinnova la grande scena: anime ed anime si presentano al trono di Sua Divina Maestà per essere giudicate! Se pensassimo a ciò saremmo presi da immensa compassione, e pregheremmo con fervore per tanti infelici che stanno per comparire davanti al loro Giudice.. Ma purtroppo, non vi pensiamo e continuiamo a vivere come se tanti nostri fratelli non ci chiedessero il soccorso delle nostre preghiere. Un giorno saremo anche noi sul letto della nostra agonia e allora sarà spesa per noi la medesima moneta che noi spendemmo per gli altri, saremo pagati con la medesima indifferenza. Adottiamo la santa abitudine di pregare per gli agonizzanti, affinchè un giorno vi sia chi preghi per noi in quell'ora tremenda nella quale tanto ne avremo bisogno.

LAUDETUR  JESUS  CHRISTUS!
LAUDETUR  CUM  MARIA!
SEMPER  LAUDENTUR!


mercoledì 5 dicembre 2012

PER SUFFRAGARE LE ANIME SANTE DEL PURGATORIO

Madre Maria Costanza Zauli 
ha sempre suffragato con grande pietà 

le Anime sante del Purgatorio

Pax et bonum
I 14 Santi Ausiliatori


MODO BREVE E FACILE PER SUFFRAGARE
LE ANIME SANTE DEL PURGATORIO



Vuoi pregare per una certa categoria di Anime sante del Purgatorio? Clicca su una casella dell'elenco a tuo piacimento, oppure estrai a sorte cliccando sul bottone sottostante. 

Settando questa pagina come pagina inziale, ti ricorderai più facilmente di pregare per i Defunti, adempiendo così a un dovere di carità e traendone tu stesso grandi benefici.







1. Per le anime dei tuoi genitori e dei tuoi parenti 2. Per le anime che ti vollero bene, e tu le hai dimenticate 3. Per le anime che, abbandonate, aspettano soccorso dai parenti
4. Per quelle anime che in vita ti fecero del bene 5. Per le anime che attendono il tuo soccorso 6. Per le anime di questa casa, che penano in Purgatorio
7. Per le anime che sono piu' abbandonate 8. Per le anime che soffrono di piu' 9. Per l'anima di un tuo defunto piu' caro
10. Per quelle piu' lontane a finire il loro Purgatorio 11. Per le anime che furono piu' devote verso le anime del Purgatorio 12. Per le anime che fecero l'atto eroico di carita' per i Defunti
13. Per le anime che nominarono il nome di Dio invano 14. Per le anime che profanarono il nome di Dio e dei Santi 15. Per le anime che giurarono senza necessita'
16. Per le anime che ebbero poco zelo per l'onore di Dio 17. Per le anime che amarono poco Dio 18. Per le anime che peccarono con la speranza del perdono
19. Per le anime che disperarono della misericordia di Dio 20. Per le anime che ebbero poca fiducia nella Provvidenza 21. Per le anime che ebbero poca fede e vissero indifferenti
22. Per le anime che diedero ascolto alle superstizioni 23. Per le anime che non osservarono le promesse fatte a Dio 24. Per le anime che trascurarono il precetto della Messa festiva
25. Per le anime che ascoltarono la S. Messa con poca devozione 26. Per le anime che lavorarono nei giorni festivi 27. Per le anime che pregarono poco
28. Per le anime che pregarono volontariamente distratte 29. Per le anime che trascurarono la pratica dei Sacramenti 30. Per le anime che si confessarono senza preparazione e senza dolore
31. Per le anime che si comunicarono senza devozione 32. Per le anime che derisero cose e persone sacre e devote 33. Per le anime che differirono la conversione della loro vita
34. Per le anime che trascurarono le istruzioni e le funzioni religiose 35. Per le anime che si vergognarono di mostrarsi devote 36. Per le anime che ebbero poco rispetto per il Vicario di Gesu' Cristo
37. Per le anime che disobbedirono alla parola dei Sacerdoti 38. Per le anime che non osservarono le vigilie ed i digiuni comandati dalla Chiesa 39. Per le anime che nell'operare non ebbero retto fine
40. Per i Religiosi o le Religiose che trascurarono i propri doveri 41. Per le anime che non portarono rispetto ai genitori 42. Per le anime che non educarono bene i loro figli
43. Per le anime che recarono scandalo 44. Per le anime che furono facili a giudicare male il prossimo 45. Per le anime che desiderarono il male agli altri
46. Per le anime che non compatirono gli altrui difetti 47. Per le anime che alimentarono avversioni o antipatie 48. Per le anime che alimentarono sentimenti di vendetta
49. Per le anime che ricordarono troppo il male ricevuto 50. Per le anime che mancarono di sincerita' 51. Per le anime che recarono danno materiale al prossimo
52. Per le anime che rivelarono con leggerezza i difetti altrui 53. Per le anime che derisero gli altri per i loro difetti 54. Per le anime che disgustarono il prossimo con parole mordaci
55. Per le anime che portarono la discordia nelle famiglie 56. Per le anime che ti fecero del male 57. Per le anime che tardarono a perdonare gli offensori
58. Per le anime che ebbero poco rispetto e poca carita' per i poveri 59. Per le anime che pregarono poco per i loro defunti 60. Per le anime che trascurarono le opere di misericordia corporali
61. Per le anime che trascurarono le opere di misericordia spirituali 62. Per le anime che in qualche modo mancarono ai doveri di giustizia 63. Per le anime che furono vanitose e superbe
64. Per le anime che ambirono lodi, onori ecc. 65. Per le anime che furono avare 66. Per le anime che furono accidiose e pigre
67. Per le anime che invidiarono il bene altrui 68. Per le anime che furono impazienti 69. Per le anime che furono disobbedienti
70. Per le anime che furono intemperanti nel bere e nel mangiare 71. Per le anime che dissero parole oziose e vane 72. Per le anime che perdettero il tempo in cose inutili
73. Per le anime che andarono a divertimenti pericolosi e proibiti 74. Per le anime che furono poco mortificate nella vista 75. Per le anime che parteciparono a discorsi poco convenienti
76. Per le anime che alimentarono sentimenti di tristezza 77. Per quelle anime alle quali tu causasti dispiacere 78. Per le anime che offendesti con qualche scandalo
79. Per le anime che fecero poco conto della purezza spirituale 80. Per le anime che aumentarono pensieri ed affetti disordinati 81. Per le anime che dissero parole poco decenti
82. Per le anime che fecero discorsi disonesti 83. Per le anime che cantarono canzoni disoneste 84. Per le anime che fecero scherzi poco convenienti
85. Per le anime che lessero libri proibiti 86. Per le anime di coloro che muoiono in questo momento 87. Per le anime che furono piu' devote e piu' care a Maria SS.
88. Per le anime che curarono, fecero stampare e tennero appeso in casa loro questo quadro in suffragio dei Defunti 89. Per quelle anime non comprese in questo elenco 90. Per tutte le anime Sante del Purgatorio

REQUIEM AETERNAM DONA EIS, DOMINE; ET LUX PERPETUA LUCEAT EIS. REQUIESCANT IN PACE. AMEN

Semplici pensieri sul Purgatorio
Esistenza del purgatorio
I fedeli pentiti dei loro peccati che muoiono nella carità di Dio, prima di aver fatto frutti degni di penitenza e soddisfatto la Giustizia di Dio per le loro colpe, vengono purificati con pene espiatorie nel Purgatorio. (Concilio di Firenze)
Coloro che muoiono nella grazia e nell'amicizia di Dio, ma sono imperfettamente purificati, sebbene siano certi della loro salvezza eterna, vengono però sottoposti, dopo la loro morte, ad una purificazione, al fine di ottenere la santità necessaria per entrare nella gioia del cielo. (CCC 1030)

Quanto si soffre in Purgatorio?
Ogni minima pena del Purgatorio è più grave della massima pena del mondo. Tanto differisce la pena del fuoco del Purgatorio dal nostro fuoco, quanto il nostro fuoco differisce da quello dipinto. (S. Tommaso)

Meglio il Purgatorio di qua che di là
Il Signore dispone che tante anime facciano il loro Purgatorio in terra e fra noi, sia per istruzione dei vivi, sia a suffragio dei defunti. (S. Tommaso)

Quanti vanno in Paradiso subito dopo la morte?
Dopo la morte sono rare le anime che vanno direttamente in Paradiso; la moltitudine delle altre che muoiono in grazia di Dio debbono essere purificate dalle pene acerbissime del Purgatorio. (S. Roberto Bellarmino)

In Purgatorio c'é anche gioia?
Non credo che dopo la felicità dei Santi che godono nella gloria, vi sia una gioia simile a quella delle anime purganti. È certo che queste anime conciliano due cose in apparenza irriducibili: godono di una gioia somma e nello stesso tempo soffrono innumerevoli tormenti senza che le due cose così opposte si escludano e distruggano a vicenda. (S. Caterina da Genova)

Le anime del Purgatorio ci aiutano?
La mia vocazione religiosa e sacerdotale è una grazia immensa che attribuisco alla mia quotidiana preghiera per le anime del Purgatorio, che ancor bambino imparai da mia madre. (Beato Angelo D'Acri)

Quando voglio ottenere qualche grazia da Dio ricorro alle anime del Purgatorio e sento di essere esaudita per la loro intercessione. (S. Caterina da Bologna)

Per la strada, nei ritagli di tempo, prego sempre per le anime del Purgatorio. Queste sante anime con la loro intercessione mi hanno salvato da tanti pericoli dell'anima e del corpo. (S. Leonardo da Porto Maurizio)
Non ho mai chiesto grazie alle anime purganti senza essere esaudita, anzi, quelle che non ho potuto ottenere dagli spiriti celesti l'ho ottenuto per intercessione delle anime del Purgatorio. (S. Caterina da Genova)
Ogni giorno ascolto la S. Messa per le anime sante del Purgatorio: a questa pia consuetudine debbo tante grazie che continuamente ricevo per me e per i miei amici. (S. Contardo Ferrini)

I nostri suffragi
I mezzi principali con cui possiamo soccorrere e liberare le anime del Purgatorio sono:
1) - La preghiera e la elemosina.
2) - La S. Messa e la S. Comunione.
3) - Le indulgenze e le opere buone.
4) - L'atto eroico di carità.

Per quattro motivi dobbiamo meditare sul Purgatorio e pregare per le anime purganti.
1) - Le pene del Purgatorio sono più acerbe di tutte le pene di questa vita.
2) - Le pene del Purgatorio sono lunghissime.
3) - Le anime purganti non possono aiutarsi da sé, ma solo noi possiamo suffragarle.
4) - Le anime in Purgatorio sono moltissime, vi rimangono lunghissimamente, soffrono pene innumerevoli. (S. Roberto Bellarmino)

La devozione delle anime purganti è la migliore scuola di vita cristiana: ci spinge alle opere di misericordia, ci insegna la preghiera, ci fa ascoltare la S. Messa, abitua alla meditazione e alla penitenza, sprona a compiere buone opere ed a fare l'elemosina, fa evitare il peccato mortale e temere il peccato veniale, causa unica della permanenza delle anime del Purgatorio. (S. Leonardo da Porto Maurizio)
La preghiera per i defunti è più accetta a Dio di quella per i vivi perché i defunti ne hanno bisogno e non possono aiutarsi da sé, come possono invece fare i vivi. (S. Tommaso)

La Santa Messa per i defunti
Per i vostri defunti, per dimostrare ad essi il vostro amore, non offrite solo viole, ma soprattutto preghiere; non curate soltanto la pompa funebre, ma suffragateli con elemosine, indulgenze, ed opere di carità; non preoccupatevi solo per la costruzione di tombe sontuose, ma specialmente per la celebrazione del santo Sacrificio della Messa. Le manifestazioni esterne sono un sollievo per Voi, le opere spirituali sono un suffragio per essi, da essi tanto atteso e desiderato. (S. Giovanni Crisostomo)

È certo che nulla è più efficace per il suffragio e la liberazione delle anime dal fuoco del Purgatorio dell'offerta a Dio per esse del Sacrificio della Messa. (S. Roberto Bellarmino)

Durante la celebrazione della S. Messa quante anime vengono liberate dal Purgatorio! Quelle per cui si celebra non soffrono, accelerano la loro espiazione o volano subito in Cielo, perché la S. Messa, è la chiave che apre due porte: quella del Purgatorio per uscirne, quella del Paradiso per entrarvi per sempre. (S. Gerolamo)

Prega sempre la SS. Vergine per le anime del Purgatorio.
La Madonna attende la tua preghiera per portarla al trono di Dio e liberare subito le anime per cui tu preghi. (S. Leonardo da Porto Maurizio)

Ammonimento ai vivi
Con troppa facilità voi peccate e tornate ancora a peccare. Se provaste per un solo istante quante, quanto gravi, quanto lunghe pene dovrete soffrire in Purgatorio commettendo anche solo il peccato veniale, lo evitereste più della morte. Pregate per noi che espiamo le nostre colpe passate, evitate il peccato, ogni peccato, causa unica di queste inudite sofferenze. Predicate a tutti quanto siano gravi queste pene ove dovranno essere espiati i peccati che in vita gli uomini tanto facilmente commettono. (Cronache dei Minori)
***
Gesù Cristo apparve a S. Geltrude in punto di morte e le disse: «Coraggio e fiducia. Tra breve sarai in cielo. Ecco la moltitudine di anime da te liberate dal Purgatorio: ti vengono incontro con canti di esultanza per accompagnarti al premio eterno in Paradiso». (Vita di S. Geltrude)

Atto eroico di Carità

È noto dal Catechismo che per ogni opera cristiana compiuta in grazia di Dio si acquistano tre meriti:
1) - Un aumento di gloria per il Cielo.
2) - Un aumento di grazia per il presente.
3) - Una riduzione delle pene dovute alle colpe passate che debbono essere espiate in terra o nel Purgatorio. I primi due meriti non si può rinunciare, sono inalienabili; al terzo, invece, si può rinunciare e può essere applicato alle sante anime del Purgatorio: questo atto personale costituisce l'atto eroico di Carità che consiste nel «fare alla Maestà divina, a vantaggio delle anime del Purgatorio, l'offerta di tutte le proprie opere soddisfattorie durante la vita e di tutti i suffragi che ci possono venire applicati dopo la nostra morte». Questo atto eroico può essere fatto col cuore ed è valido, non occorre una formula esterna. È bene farlo dopo la S. Comunione. Quante anime possiamo liberare dalle terribili pene del Purgatorio con questo santissimo atto di carità! 

FAC, DOMINA, 
ut vivamus in gratia Spiritus Sancti,
et perduc animas nostras ad sanctum finem.