I. De la existencia de Dios
— ¿Hay Dios? — Sí señor (II).
— ¿Por qué lo decís? — Porque si no lo hubiese, no podría existir cosa alguna (II, 3).
— ¿Cómo lo demostraríais? — Mediante el siguiente raciocinio: Lo que necesariamente ha de recibir de Dios el ser no existiría, si Dios no existiese. Es así que nada puede ser, excepto el mismo Dios, si no recibe de El la existencia. Luego si no hubiese Dios, no podría existir cosa alguna.
— ¿Y cómo demostraríais que ninguna cosa puede existir, excepto el mismo Dios, si no recibe de El la existencia? — Desarrollando el mismo raciocinio: Lo que existe y puede no existir, depende, en último análisis, de algo que existe necesariamente, y a este algo llamamos Dios. Es así que nada de lo que existe, excepto Dios, existe por sí mismo, esto es, en virtud de exigencia forzosa de su naturaleza. Luego necesariamente ha de recibir de Dios la existencia.
— ¿Por qué decís que nada de lo que existe, excepto Dios, existe por sí mismo?
— Porque ningún ser que necesita algo, existe en virtud de exigencias de su naturaleza. Es así que todos los seres excepto Dios, necesitan de alguna cosa. Luego ninguno puede existir por sí mismo.
— ¿Por qué los seres que necesitan de algo no pueden existir por sí mismos? — Porque lo que existe por sí mismo, ni depende, ni puede depender de nada ni de nadie; y el que forzosamente necesita de alguna cosa o persona, de esa cosa o persona depende.
— ¿Y por qué el ser que existe por sí mismo no depende ni puede depender de nada ni de nadie? — Porque en el hecho de existir per se va incluida la posesión actual de todas las perfecciones, por virtualidad de su naturaleza y con absoluta independencia: no puede, por tanto, recibir cosa alguna de afuera.
— Por tanto, la existencia de los seres contingentes, ¿es prueba evidente de la existencia de Dios? — Sí lo es.
— ¿Qué hacen, en consecuencia, los que la niegan? — Sostener la verdad de esta proposición: El ser que todo lo necesita, de nada tiene necesidad.
— Pero eso es contradictorio. — Evidentemente: como que es imposible negar la existencia de Dios sin contradecirse.
— ¿Es, por tanto, una locura negar la existencia de Dios? — De verdadera locura puede calificarse.
AMDG et BVM