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martedì 13 ottobre 2020

NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO



NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO 
 DÍA 7 DE OCTUBRE 

 Por P. Juan Croisset, S.J. 

Había más de un siglo que los turcos mahometanos tenían llena de terror á toda la Cristiandad por una continuada serie de victorias que les permitía Dios, ya para castigar los pecados de los cristianos, ya para volver á excitar en sus fríos corazones la medio apagada fe. El año de 1521 se apoderó Solimán II de la plaza de Belgrado; el de 1522 se hizo dueño de la isla de Rodas ; y, pensando ya únicamente en dilatar sus conquistas hasta donde se extendía su ambición, entró en Hungría el año de 1526, ganó la batalla de Mohaes, apoderóse de Budapesth, de Gran y de algunas otras plazas, penetró hasta Viena de Austria, tomó y saqueó á Tauris, y por medio de sus generales rindió con las armas otras provincias de Europa. Su hijo y sucesor Selim II conquistó la isla de Chipre el año de 1571; puso en el mar la más numerosa y la más formidable armada que había visto aquel monstruo sobre sus espaldas, lisonjeándose de hacerse dueño con ella no menos que de toda la Italia. Atónita una gran parte de la Cristiandad, consideró que dependía su fortuna de la dudosa suerte de una batalla. Era muy inferior la armada naval de los cristianos á la de los turcos, y no podía prometerse la victoria sino precisamente con la asistencia del Cielo. Consiguiéronla por, intercesión de la santísima Virgen María ; bajo cuya protección había puesto la armada el Santo Pontífice San Pío V. Dióse esta memorable batalla, la más célebre que los cristianos habían ganado en el mar, el día 7 de Octubre del año de 1571.

 2 Estaban los turcos ancorados en Lepanto, cuando tuvieron aviso de que los cristianos, saliendo del puerto de Corfú, venían á echarse á velas tendidas sobre ellos. Tenían tan bajo concepto de la armada cristiana, que nunca creyeron tuviese atrevimiento á presentarles el combate. Sabían á punto fijo el número de navíos de que se componía; pero ignoraban que venían á pelear bajo la protección de la Santísima Virgen, en quien, después de Dios, tenían colocada toda su confianza; y por eso quedaron extrañamente sorprendidos cuando fueron informados de que la armada naval de los cristianos había ganado ya la altura de la isla de Cefalonia. Acostumbrados los turcos después de tanto tiempo á vencer y derrotar á los cristianos, celebraron su intrépida cercanía como presagio seguro de una completa victoria. Superiores en tropas y en navíos, levantaron áncoras para cerrarles el paso, con ánimo de cortarlos y de envolverlos de manera que ni uno solo escapase para llevar la noticia de su rota. Apenas se dejó ver la armada otomana, mandada por Alí-Bajá, cuando la armada cristiana, que con título de generalísimo mandabael Sr. D. Juan de Austria, hermano natural de Felipe II, rey de España, juntamente con Marco Antonio Colona, general de la escuadra pontificia, levantando un esforzado grito, invocó la intercesión de la Santísima Virgen, su Soberana protectora.

Halláronse á tiro de cañón las dos armadas el día 7 de Octubre de 1571, y se hizo tan terrible fuego de una y otra parte, que por largo espacio de tiempo quedó el aire obscurecido con la densidad del humo. Tres horas había durado ya el obstinado combate con empeñado valor, y con casi igual ventaja de unos y otros combatientes, cuando los cristianos, más confiados en la protección del Cielo que en los esfuerzos de su corazón y de su brazo, observaron que los turcos comenzaban á ceder, y que se iban retirando hacia la costa. Redoblando entonces su

 3 confianza y su ardimiento nuestros generales, hicieron nuevo fuego sobre la capitana turca, mataron á Alí Bajá, abordaron su galera y arrancaron el estandarte. Mandó á este tiempo D. Juan de Austria que todos gritasen victoria, y ya desde entonces, dejando de ser combate, comenzó á ser horrible carnicería en los infelices turcos, que se dejaban degollar sin resistencia. Treinta mil hombres perdieron éstos en aquella célebre batalla, una de las, más sangrientas para ellos que jamás habían conocido desde la fundación del imperio otomano. Hicieron los cristianos cinco mil prisioneros, entre los cuales fueron dos hijos de Alí, y se hicieron dueños de ciento y treinta galeras turcas; más de otras noventa perecieron, ó dando á la costa, ó yéndose á fondo, o consumidas por el fuego : cobraron libertad por esta insigne victoria casi veinte mil esclavos de galera cristianos, y en la armada de éstos faltó tan poca gente, que todo el orbe reconoció visiblemente la asistencia del Cielo y aclamó el portentoso milagro. Tuvo revelación de la victoria el Santo Pontífice Pío V en el mismo punto que fueron derrotados los turcos, tan firmemente persuadido á que habia sido efecto de la particular protección de la Santísima Virgen, que instituyó esta fiesta con el nombre de Nuestra Señora de la Victoria, como lo anuncia el Martirologio Romano por estos términos: El mismo día, 7 de Octubre, la Conmemoración de Nuestra Señora de la Victoria, fiesta que instituyó el santo Papa Pío V en, acción de gracias por la gloriosa victoria que en este día consiguieron los cristianos de los turcos en una batalla naval, por la particular protección de la Santísima Virgen. Para empeñar más particularmente la poderosa protección de esta Señora á favor de las armas cristianas en ocasión tan peligrosa, se había valido el santo pontífice de la devoción del Santo Rosario, tan del

 4 agrado de la Soberana Reina, y ya entonces muy antigua en la Iglesia de Dios; y por eso mandó que la fiesta de Nuestra Señora de la Victoria fuese al mismo tiempo la solemnidad del Santísimo Rosario. No menos convencido el papa Gregorio XIII de que la batalla de Lepanto ganada contra los turcos se debía á esta célebre devoción, ordenó, en reconocimiento á la Santísima Virgen, que perpetuamente se celebrase la solemnidad del Rosario el primer domingo de Octubre en todas las iglesias donde se erigiese esta devotísima cofradía. Clemente XI, uno de los pontífices que gobernaron la Iglesia de Dios con mayor celo, con mayor prudencia y con mayor dignidad, noticioso de la victoria que las tropas del Emperador consiguieron de los turcos el día de Nuestra Señora de las Nieves, 5 de Agosto de 1716, cerca de Salankemen, conocida con el nombre de la batalla de Selim, mandó desde luego cantar una Misa solemne en Santa María la Mayor en acción de gracias de tan insigne beneficio; al que inmediatamente se siguió otro en nada inferior al primero, cual fué haber levantado él sitio de Corfú en el día de la Octava de la Asunción, 22 del mismo mes y año. Agradecido el piadoso Pontífice á esta doble protección, después de haber publicado una indulgencia plenaria en Santa María de la Victoria, y enviados los estandartes que se tomaron á los turcos á Santa María la Mayor y á Loreto, mandó que la fiesta del Rosario, limitada hasta entonces á las iglesias de los Padres dominicos y á aquellas donde hubiese cofradía de esta advocación, en adelante fuese fiesta solemne de precepto para toda la Iglesia universal en el primer domingo de Octubre (ahora 7 de octubre). Es bien sabido que este método de orar se debe al gran Santo Domingo, que estableció esta admirable devoción en consecuencia de una visión con que le favoreció la Santísima Virgen el año 1208, al mismo

 5 tiempo que estaba predicando contra los errores de los albigenses. Hallábase un día el Santo en fervorosa oración dentro de la capilla de Nuestra Señora de la Provilla, y, apareciéndosele la Madre de misericordia, le dijo: Que habiendo sido la salutación angélica como el principio de la Redención del género humano, era razón que lo fuese también de la conversión de los herejes y de la victoria contra los infieles; que, por tanto, predicando la devoción del Rosario, que se compone de ciento y cincuenta Avemarías, como el Salterio de ciento cincuenta salmos, experimentaría milagrosos sucesos en sus trabajos, y una continuada serie de victorias contra la herejía. Obedeció Santo Domingo el soberano precepto; y en lugar de detenerse, como lo había hecho hasta entonces, en disputas, y en controversias, que por lo regular son de poco fruto, no hizo en adelante otra cosa que predicar las grandezas y excelencias de la Madre de Dios, explicando á los pueblos el mérito, las utilidades y el método práctico del Santísimo Rosario. Luego se palpó la excelencia de esta admirable devoción; siendo la mayor prueba de su maravillosa eficacia la conversión de más de cien mil herejes, y la mudanza: de vida de un prodigioso número de pecadores, atraídos á la verdadera penitencia, y arrancados de sus inveteradas costumbres. Esta fué hablando en propiedad, la verdadera época de la devoción del Santísimo Rosario y de su famosa cofradía, tan célebre en todo el mundo cristiano, autorizada por tantos Sumos Pontífices con tantos, y tan singulares privilegios, y considerada ya como dichosa señal de predestinación respecto de todos sus cofrades. A la verdad, ¿qué devoción puede haber más grata á los ojos de Dios, ni qué oración más eficaz para merecer la protección de la Santísima Virgen? El Padrenuestro ó la oración dominical, que en ella se repite tantas veces, nos la enseñó el mismo Jesucristo; la salutación angélica, que se reza ciento y cincuenta, se compone de las mismas

 6 palabras del Ángel, y de las que pronunció Santa Isabel cuando la Virgen la visitó; la oración que la acompaña es oración de la Iglesia. Compónese el Rosario entero de quince dieces de Avemarías y de quince Padrenuestros. Los cinco primeros son de los cinco misterios gozosos, los cinco segundos de los dolorosos, y los cinco terceros de los gloriosos, que fueron de tanto consuelo para la santísima Virgen (ahora también hay los misterios Luminosos). Los misterios gozosos son la Anunciación, la Visitación, el Nacimiento de Cristo, la Purificación, y el Niño Jesús perdido y hallado en el templo en medio de los doctores. Los misterios dolorosos son la Oración del Huerto, el Paso de los azotes, la Coronación de espinas, la Cruz á cuestas, y Crucifixión del Salvador en el monte Calvario. Los misterios gloriosos son la Resurrección y aparición á su santísima Madre, su Ascensión, la Venida del Espíritu Santo, la Triunfante ascensión de María en cuerpo y alma á los Cielos, y su Coronación en la Gloria. Bien se puede asegurar que entre todos los cultos que se tributan á la Iglesia en la Madre de Dios, uno de los que más la honran es la devoción del Rosario. Es cierto que para la Santísima Virgen no hubo cosa más gloriosa que la embajada del ángel cuando la vino á anunciar que había de ser Madre de Dios; por consiguiente, siempre que se la repite esta salutación parece que en cierta manera se ejercita el empleo y la comisión del Ángel; y lo que no tiene duda es que, por decirlo así, se la trae á la memoria la insuperable honra que recibió en aquella divina elección, por lo que parece que ninguna devoción la puede ser más agradable. Ayúdanse recíprocamente la oración y la meditación, dice San Bernardo, siendo la oración como una resplandeciente hacha que comunica luz y ardor á la meditación. Todo esto se halla unido en el Rosario, y por eso sin duda dijo el bienaventurado Alano de Rupe que el Rosario era la más insigne y como la reina de todas las

 7 devociones. (in Compl. Psalt. Mar.) Por lo mismo se aplica con razón al Rosario lo que San Juan Crisóstomo dice de la oración frecuente y muchas veces repetida. Esta oración es un escudo contra todos los golpes del enemigo, un tesoro infinito, un fondo inagotable de riquezas espirituales. No se puede dudar que entre todas las oraciones vocales con que honra la Iglesia á la Santísima Virgen, una de las más santas y de las más agradables á Dios es el Rosario, por componerse de las dos oraciones más sagradas que hay, conviene á saber: de la oración dominical y de la salutación angélica, acompañándose al mismo tiempo con muchas meditaciones sobre la vida y muerte del Salvador y de su santísima Madre. Todo es misterioso en el Rosario; hasta el mismo número de ciento y cincuenta Avemarías, por el cual se llama también el Salterio de la Virgen. Los herejes de todos los siglos, tan enemigos de la Madre como del Hijo, blasfemaron muchas veces contra esta devoción; pero, particularmente los de estos últimos tiempos, se desenfrenaron furiosamente contra el Rosario. Como fué tan funesta á los albigenses esta devoción, precisamente había de ser objeto del odio y de las imprecaciones de sus infelices descendientes, los que no han omitido medio alguno para desacreditarla;' pero todos sus esfuerzos no han servido más que para aumentar el número de sus cofrades y de sus devotos. Ninguna cofradía de la Virgen es más célebre que ésta, ninguna más provechosa á los fieles, ninguna más autorizada por la Iglesia. Doce ó trece pontífices la han franqueado con piadosa profusión los tesoros espirituales de que son depositarios; los reyes y los pueblos se han apresurado con ansiosa devoción á alistarse en ella. Pero ¿qué victorias se han conseguido contra los enemigos de la fe, qué reforma de costumbres, qué ejemplar edificación no se ha visto en todos los estados desde que se extendió en el mundo esta sólida



 8 devoción? Aun en vida de su santo, fundador y restaurador la vió propagada con maravilloso fruto en España, en Francia, en Alemania, en Polonia, en Rusia, en Moscovía y hasta en las islas del Archipiélago. Pero muchos mayores progresos hizo á esfuerzos de los herederos del celo y de las virtudes del gran patriarca Santo Domingo. El Beato Alano de Rupe predicó el Rosario en todos los países septentrionales con tal feliz suceso, que florecía en todo el Universo el culto y la devoción de la santísima Virgen, fundándose en todas las ciudades de la Cristiandad la cofradía del Rosario; lo que obligó al Papa Sixto V (ver en mi sitio web Constitución Apostólica “Effraenatam” contra el aborto por este Papa de feliz memoria) á enriquecerla aún con mayores gracias y privilegios que sus predecesores, como se ve en la Bula expedida el año de 1586, tan honrosa y de una espiritual utilidad para todos los cofrades. El título de Nuestra Señora de la Victoria es más antiguo que la batalla de Lepanto. Desde la tierna edad de la Iglesia experimentaron los cristianos la especial protección de la santísima Virgen contra las armas de los enemigos de la fe, y por esta especial protección se la comenzó á apellidar Nuestra Señora de la Victoria. En el famoso sitio de Rodas, tan gloriosamente defendido el año de 1480 por los caballeros de San Juan de Jerusalén, hoy caballeros de Malta, siendo gran maestre el célebre Pedro Aubuson, contra todas las fuerzas del imperio otomano en tiempo de Mahometo II, terror de todo el mundo cristiano; después que los caballeros obligaron á los turcos á levantar el sitio, muchos desertores que se pasaron al campo de los caballeros cuando sus victoriosas tropas volvían á entraren la plaza, refirieron que en el calor del combate habían visto los turcos en la región del aire una cruz de oro rodeada de una resplandeciente luz, y al mismo tiempo 9 una hermosísima señora, cuyo traje era más blanco que la misma nieve, con una lanza en la mano derecha y en el brazo siniestro una rodela, acompañada de un hombre serio y severo vestido de pieles de camello, seguidos ambos de una tropa de jóvenes guerreros, todos armados con espadas de fuego; visión, añadieron ellos, que llenó de terror á los infieles tanto, que cuando se desplegó el estandarte de la religión de Malta, en que estaban pintadas las imágenes de la Virgen y de San Juan Bautista, muchos turcos cayeron muertos en tierra sin haber recibido herida ni golpe del enemigo. Luego que el gran maestre se vió enteramente curado de sus heridas, hizo voto de erigir una suntuosa iglesia con la advocación de Nuestra Señora de la Victoria, en cuya magnífica obra se trabajó inmediatamente que se repararon las fortificaciones de la plaza.



sabato 4 ottobre 2014

Beata Vergine Maria del Rosario

Liturgia della Beata Vergine Maria del Rosario 

  
   
7 OTTOBRE
BEATA VERGINE MARIA DEL ROSARIO 
Memoria
   
LETTURE: Gl 1,13-15; 2,1-2Sal 9; Lc 11,15-26
  
Nel medioevo, i vassalli usavano offrire ai loro sovrani delle corone di fiori in segno di sudditanza. I cristiani adottarono questa usanza in onore di Maria, offrendole la triplice «corona di rose» che ricorda la sua gioia, i suoi dolori, la sua gloria nel partecipare ai misteri della vita di Gesù suo figlio. Inizialmente questa festa si chiamò di «Santa Maria della vittoria» per celebrare la liberazione dei cristiani dagli attacchi dei Turchi, nella vittoria navale del 7 ottobre 1571 a Lepanto (Grecia). Poiché in quel giorno, a Roma, le Confraternite del Rosario celebravano una solenne processione, san Pio V attribuì la vittoria a «Maria aiuto dei Cristiani» e in quel giorno ne fece celebrare la festa nel 1572. Dopo le altre vittorie di Vienna (1683) e di Peterwaradino (1716), papa Clemente XI istituì la festa del Rosario nella prima domenica di ottobre. Ora, la memoria è intitolata «Beata Maria Vergine del Rosario».

Noi ci rivolgiamo a Maria, meditando e pregando, perché ci aiuti a partecipare ai misteri della vita, morte, risurrezione di Cristo. Sono i misteri che si attualizzano a nostra salvezza nella celebrazione eucaristica e noi chiediamo alla sua materna intercessione che si compiano in pienezza «nell’ora della nostra morte».
 
Bisogna meditare i misteri della salvezza
 
Dai «Discorsi» di san Bernardo, abate
(Disc. «De aquaéductu»; Opera omnia, edit. Cisterc. 5 [1968] 282-283) 

Il Santo che nascerà da te, sarà chiamato Figlio di Dio (cfr. Lc 1, 35), fonte della sapienza, Verbo del Padre nei cieli altissimi.
Il Verbo, o Vergine santa, si farà carne per mezzo tuo, e colui che dice: «Io sono nel Padre e il Padre è in me» (Gv 10, 38) dirà anche: «Sono uscito dal Padre e sono venuto nel mondo» (Gv 16, 28).
Dunque «In principio era il Verbo», cioè già scaturiva la fonte, ma ancora unicamente in se stessa, perché al principio «Il Verbo era presso di Dio» (Gv 1, 1), abitava la sua luce inaccessibile. Poi il Signore cominciò a formulare un piano: Io nutro progetti di pace e non di sventura (cfr. Ger 29, 11). Ma il progetto di Dio rimaneva presso di lui e noi non eravamo in grado di conoscerlo. Infatti: Chi conosce il pensiero del Signore e chi gli può essere consigliere? (cfr. Rm 11, 24). E allora il pensiero di pace si calò nell'opera di pace: «Il Verbo si fece carne e venne ad abitare in mezzo a noi» (Gv 1, 14); venne ad abitare particolarmente nei nostri cuori per mezzo della fede. Divenne oggetto del nostro ricordo, del nostro pensiero e della nostra stessa immaginazione.
Se egli non fosse venuto in mezzo a noi, che idea si sarebbe potuto fare di Dio l'uomo, se non quella di un idolo, frutto di fantasia?
Sarebbe rimasto incomprensibile e inaccessibile, invisibile e del tutto inimmaginabile. Invece ha voluto essere compreso, ha voluto essere veduto, ha voluto essere immaginato. Dirai: Dove e quando si rende a noi visibile? Appunto nel presepio, in grembo alla Vergine, mentre predica sulla montagna, mentre passa la notte in preghiera, mentre pende sulla croce e illividisce nella morte, oppure mentre, libero tra i morti, comanda sull'inferno, o anche quando risorge il terzo giorno e mostra agli apostoli le trafitture dei chiodi, quali segni di vittoria, e, finalmente, mentre sale al cielo sotto i loro sguardi.
Non è forse cosa giusta, pia e santa meditare tutti questi misteri? Quando la mia mente li pensa, vi trova Dio, vi sente colui che in tutto e per tutto è il mio Dio. E' dunque vera sapienza fermarsi su di essi in contemplazione. E' da spiriti illuminati riandarvi per colmare il proprio cuore del dolce ricordo del Cristo.
 
MESSALE 
Antifona d'Ingresso  Lc 1,28.42
Ave, Maria, piena di grazia: il Signore è con te;
tu sei benedetta fra le donne
e benedetto è il frutto del tuo seno.


Ave, María, grátia plena, Dóminus tecum: benedícta 
tu in muliéribus, et benedíctus fructus ventris tui.

Colletta

Infondi nel nostro spirito la tua grazia, o Padre; tu, che all'annunzio dell'angelo ci hai rivelato l'incarnazione del tuo Figlio, per la sua passione e la sua croce, con l'intercessione della Beata Vergine Maria, guidaci alla gloria della risurrezione. Per il nostro Signore ...


Grátiam tuam, quæsumus, Dómine, méntibus nostris infúnde, ut, qui, Angelo nuntiánte, Christi Fílii tui incarnatiónem cognóvimus, beáta María Vírgine intercedénte, per passiónem eius et crucem ad resurrectiónis glóriam perducámur. Per Dóminum.


LITURGIA DELLA PAROLA


Prima Lettura 
 Gl 1,13-15; 2,1-2
Il giorno del Signore, giorno di tenebra e di caligine.
 

Dal libro del profeta Gioèle
Cingete il cilicio e piangete, o sacerdoti,
urlate, ministri dell’altare,
venite, vegliate vestiti di sacco,
ministri del mio Dio,
perché priva d’offerta e libagione
è la casa del vostro Dio.
Proclamate un solenne digiuno,
convocate una riunione sacra,
radunate gli anziani
e tutti gli abitanti della regione
nella casa del Signore, vostro Dio,
e gridate al Signore:
«Ahimè, quel giorno!
È infatti vicino il giorno del Signore
e viene come una devastazione dall’Onnipotente».
Suonate il corno in Sion
e date l’allarme sul mio santo monte!
Tremino tutti gli abitanti della regione
perché viene il giorno del Signore,
perché è vicino,
giorno di tenebra e di oscurità,
giorno di nube e di caligine.
Come l’aurora,
un popolo grande e forte
si spande sui monti:
come questo non ce n’è stato mai
e non ce ne sarà dopo,
per gli anni futuri, di età in età.

Salmo Responsoriale  Sal 9
Il Signore governerà il mondo con giustizia.

Renderò grazie al Signore con tutto il cuore,
annuncerò tutte le tue meraviglie.
Gioirò ed esulterò in te,
canterò inni al tuo nome, o Altissimo.

Hai minacciato le nazioni, hai sterminato il malvagio,
il loro nome hai cancellato in eterno, per sempre.
Sono sprofondate le genti nella fossa che hanno scavato,
nella rete che hanno nascosto si è impigliato il loro piede.

Ma il Signore siede in eterno,
stabilisce il suo trono per il giudizio:
governerà il mondo con giustizia,
giudicherà i popoli con rettitudine.

Canto al Vangelo  G 12,31-32
Alleluia, alleluia.

Ora il principe di questo mondo sarà gettato fuori.
E io, quando sarò innalzato da terra, attirerò tutti a me
.
Alleluia.

   
   
Vangelo  
Lc 11,15-26
Se io scaccio i demòni con il dito di Dio, allora è giunto a voi il regno di Dio
.
 

Dal vangelo secondo Luca

In quel tempo, [dopo che Gesù ebbe scacciato un demonio,] alcuni dissero: «È per mezzo di Beelzebùl, capo dei demòni, che egli scaccia i demòni». Altri poi, per metterlo alla prova, gli domandavano un segno dal cielo.
Egli, conoscendo le loro intenzioni, disse: «Ogni regno diviso in se stesso va in rovina e una casa cade sull’altra. Ora, se anche Satana è diviso in se stesso, come potrà stare in piedi il suo regno? Voi dite che io scaccio i demòni per mezzo di Beelzebùl. Ma se io scaccio i demòni per mezzo di Beelzebùl, i vostri figli per mezzo di chi li scacciano? Per questo saranno loro i vostri giudici. Se invece io scaccio i demòni con il dito di Dio, allora è giunto a voi il regno di Dio.
Quando un uomo forte, bene armato, fa la guardia al suo palazzo, ciò che possiede è al sicuro. Ma se arriva uno più forte di lui e lo vince, gli strappa via le armi nelle quali confidava e ne spartisce il bottino.
Chi non è con me, è contro di me, e chi non raccoglie con me, disperde.
Quando lo spirito impuro esce dall’uomo, si aggira per luoghi deserti cercando sollievo e, non trovandone, dice: “Ritornerò nella mia casa, da cui sono uscito”. Venuto, la trova spazzata e adorna. Allora va, prende altri sette spiriti peggiori di lui, vi entrano e vi prendono dimora. E l’ultima condizione di quell’uomo diventa peggiore della prima».


Sulle Offerte

O Padre, rendici degni del sacrificio eucaristico e f
a' che celebriamo con sincera fede i misteri del tuo Figlio, per raccogliere i frutti della redenzione. Per Cristo ...

Fac nos, quæsumus, Dómine, his munéribus oblátis conveniénter aptári, et Unigéniti tui mystéria ita recólere, ut eius digni promissiónibus éffici mereámur. Qui vivit et regnat in sæcula sæculórum.

Prefazio della Beata Vergine Maria I

La maternità della beata Vergine Maria


E’
 veramente cosa buona e giusta,  

nostro dovere e fonte di salvezza,
rendere grazie sempre e in ogni luogo
a te, Signore, Padre santo, Dio onnipotente ed eterno.

Noi ti lodiamo, ti benediciamo, ti glorifichiamo,
nella memoria della beata sempre Vergine Maria.
Per opera dello Spirito Santo,
ha concepito il tuo unico Figlio;
e sempre intatta nella sua gloria verginale,
ha irradiato sul mondo la luce eterna,
Gesù Cristo nostro Signore.
Per mezzo di lui si allietano gli angeli
e nell’eternità adorano la gloria dei tuo volto.
Al loro canto concedi, o Signore,  

che si uniscano le nostre umili voci nell’inno di lode:

Santo, Santo, Santo …


Vere dignum et iustum est, æquum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens ætérne Deus: Et te in ... beátæ Maríæ semper Vírginis collaudáre, benedícere et prædicáre. Quæ et Unigénitum tuum Sancti Spíritus obumbratióne concépit, et, virginitátis glória permanénte, lumen ætérnum mundo effúdit, Iesum Christum Dóminum nostrum. 
Per quem maiestátem tuam laudant Angeli, adórant Dominatiónes, tremunt Potestátes. Cæli cælorúmque Virtútes, ac beáta Séraphim, sócia exsultatióne concélebrant. Cum quibus et nostras voces ut admítti iúbeas, deprecámur, súpplici confessióne dicéntes:

Sanctus, Sanctus, Sanctus Dóminus Deus Sábaoth.


Antifona alla Comunione  
Lc 1,31

L'angelo disse a Maria: 
«Ecco, concepirai
e darai alla luce un figlio e gli porrai nome Gesù».


Ecce concípies in útero, et páries fílium, et vocábis nomen eius Iesum.

Dopo la Comunione

O Dio, nostro Padre, concedi a noi, che in questo sacramento abbiamo annunziato la morte e risurrezione del tuo Figlio, di essere sempre uniti alla sua passione per condividere la gioia immensa del suo regno. Per Cristo ...


Quæsumus, Dómine Deus noster, ut, qui in hoc sacraménto Fílii tui mortem et resurrectiónem annuntiámus, eius sócii passiónum effécti, consolatiónis étiam ac glóriæ mereámur esse partícipes. Per Christum.

lunedì 7 ottobre 2013

Regina della Vittoria.

7 Ottobre. Siamo nel mese del Santo Rosario

La memoria Mariana di oggi di origine devozionale ricorda la Beata Vergine del Rosario. Si collega con la vittoria di Lepanto (1571), che arrestò la grande espansione dell'impero ottomano. San Pio V attribuì quello storico evento alla preghiera che il popolo cristiano aveva indirizzato alla Vergine nella forma del Rosario. (Mess. Rom.) Fu chiamata in quell'occasione Regina della Vittoria.

La devozione della recita del rosario ebbe larga diffusione per la facilità con cui si poteva pregare; fu chiamato il vangelo dei poveri, che in massima parte non sapevano leggere, perché rendeva possibile pregare e nello stesso tempo meditare i misteri cristiani senza la necessità di leggere su un testo.
Così parla del Santo Rosario Giovanni Paolo II.

Noi ci rivolgiamo a Maria, meditando e pregando, perché ci aiuti a partecipare ai misteri della vita, morte, risurrezione di Cristo. Sono i misteri che si attualizzano a nostra salvezza nella celebrazione eucaristica e noi chiediamo alla sua materna intercessione che si compiano in pienezza «nell’ora della nostra morte».


FESTA DEL SANTO ROSARIO: 7 ottobre 1571

 
7 OTTOBRE
FESTA DEL SANTO ROSARIO

Devozione della Chiesa per Maria.
La Liturgia nel corso dell'anno ci ha mostrato più volte che Gesù e Maria sono così uniti nel piano divino della Redenzione che si incontrano sempre insieme ed è impossibile separarli sia nel culto pubblico che nella devozione privata. La Chiesa, che proclama Maria Mediatrice di tutte le grazie, la invoca continuamente per ottenere i frutti della Redenzione che con il Figlio ha acquistati. Comincia sempre l'anno liturgico col tempo di Avvento, che è un vero mese di Maria, invita i fedeli a consacrarle il mese di maggio, ha disposto che il mese di ottobre sia il mese del Rosario e le feste di Maria nel Calendario Liturgico sono così numerose che non passa un giorno solo dell'anno, senza che Maria in qualche luogo della terra sia festeggiata sotto un titolo o sotto un altro, dalla Chiesa universale, da una diocesi o da un Ordine religioso.

La festa del Rosario.
La Chiesa riassume nella festa di oggi tutte le solennità dell'anno e, con i misteri di Gesù e della Madre sua, compone come un'immensa ghirlanda per unirci a questi misteri e farceli vivere e una triplice corona, che posa sulla testa di Colei, che il Cristo Re ha incoronata Regina e Signora dell'Universo, nel giorno del suo ingresso in cielo.

Misteri di gioia che ci riparlano dell'Annunciazione, della Visitazione, della Natività, della Purificazione di Maria, di Gesù ritrovato nel tempio;

Misteri di dolore, dell'agonia, della flagellazione, della coronazione di spine, della croce sulle spalle piagate e della crocifissione;

Misteri di gloria, cioè della Risurrezione, dell'Ascensione del Salvatore, della Pentecoste, dell'Assunzione e dell'incoronazione della Madre di Dio. Ecco il Rosario di Maria.


Storia della festa.
La festa del Rosario fu istituita da san Pio V, in ricordo della vittoria riportata a Lepanto sui Turchi. È, cosa nota come nel secolo XVI dopo avere occupato Costantinopoli, Belgrado e Rodi, i Maomettani minacciassero l'intera cristianità.

Il Papa san Pio V, alleato con il re di Spagna Filippo II e la Repubblica di Venezia, dichiarò la guerra e Don Giovanni d'Austria, comandante della flotta, ebbe l'ordine di dar battaglia il più presto possibile. Saputo che la flotta turca era nel golfo di Lepanto, l'attaccò il 7 ottobre dei 1571 presso le isole Echinadi. Nel mondo intero le confraternite del Rosario pregavano intanto con fiducia. I soldati di Don Giovanni d'Austria implorarono il soccorso del cielo in ginocchio e poi, sebbene inferiori per numero, cominciarono la lotta. Dopo 4 ore di battaglia spaventosa, di 300 vascelli nemici solo 40 poterono fuggire e gli altri erano colati a picco mentre 40.000 turchi erano morti.

L'Europa era salva.
Nell'istante stesso in cui seguivano gli avvenimenti, san Pio V aveva la visione della vittoria, si inginocchiava per ringraziare il cielo e ordinava per il 7 ottobre di ogni anno una festa in onore della Vergine delle Vittorie, titolo cambiato poi da Gregorio XIII in quello di Madonna del Rosario.

Il santo Rosario.
L'uso di recitare Pater e Ave Maria risale a tempi remotissimi, ma la preghiera meditata del Rosario come noi l'abbiamo oggi è attribuita a san Domenico. È per lo meno certo che egli molto lavorò con i suoi religiosi per la propagazione del Rosario e che ne fece l'arma principale nella lotta contro gli eretici Albigesi, che nel secolo XIII infestavano il sud della Francia.
La pia pratica tende a far rivivere nell'anima nostra i misteri della nostra salvezza, mentre con la loro meditazione si accompagna la recita di decine di Ave Maria,precedute dal Pater e seguite dal Gloria Patri. A prima vista la recita di molte Ave Maria può parere cosa monotona, ma con un poco di attenzione e di abitudine, la meditazione, sempre nuova e più approfondita, dei misteri della nostra salvezza, porta grandiosità e varietà. D'altra parte si può dire che nel Rosario si trova tutta la religione e come la somma di tutto il cristianesimo.

Il Rosario è una somma di fede: riassunto cioè delle verità che noi dobbiamo credere, che ci presenta sotto forma sensibile e vivente. Le espone unendovi la preghiera, che ottiene la grazia per meglio comprenderle e gustarle.

Il Rosario è una somma di morale: Tutta la morale si riassume nel seguire e imitare Colui, che è " la Via, la Verità, la Vita " e con la preghiera dei Rosario noi otteniamo da Maria la grazia e la forza di imitare il suo divino Figliolo.

Il Rosario è una somma di culto: Unendoci a Cristo nei misteri meditati, diamo al Padre l'adorazione in spirito e verità, che Egli da noi attende e ci uniamo a Gesù e Maria per chiedere, con loro e per mezzo loro, le grazie delle quali abbiamo bisogno.

Il Rosario sviluppa le virtù teologali e ci offre il mezzo di irrobustire la nostra carità, fortificando le virtù della speranza e della fede, perché "con la meditazione frequente di questi misteri l'anima si infiamma di amore e di riconoscenza di fronte alle prove di amore che Dio ci ha date e desidera con ardore le ricompense celesti, che Cristo ha conquistate per quelli che saranno uniti a Lui, imitando i suoi esempi e partecipando ai suoi dolori. In questa forma di orazione la preghiera si esprime con parole, che vengono da Dio stesso, dall'Arcangelo Gabriele e dalla Chiesa ed è piena di lodi e di domande salutari, mentre si rinnova e si prolunga in ordine, determinato e vario nello stesso tempo, e produce frutti di pietà sempre dolci e sempre nuovi" (Enciclica Octobri mense del 22 settembre 1891).

Il Rosario unisce le nostre preghiere a quelle di Maria nostra Madre. "Santa Maria, Madre di Dio, prega per noi poveri peccatori". Ripetiamo con rispetto il saluto dell'Angelo e umilmente aggiungiamo la supplica della confidenza filiale. Se la divinità, anche se incarnata e fatta uomo, resta capace di incutere timore, quale timore potremmo avere di questa donna della stessa nostra natura, che ha in eterno il compito di comunicare alle creature le ricchezze e le misericordie dell'Altissimo? Confidenza filiale. Sì, perché l'onnipotenza di Maria viene dal fatto di essere Madre di Gesù, l'Onnipotente, e ha diritto alla nostra confidenza, perché è nello stesso tempo nostra Madre, non solo in virtù del testamento dettato da Gesù sulla Croce, quando disse a Giovanni: "Ecco tua Madre", e a Maria: "Ecco tuo figlio", ma ancora perché nell'istante dell'Incarnazione, la Vergine concepì, insieme con Gesù, tutta l'umanità, che egli incorporava a sé.
Membri del Corpo mistico di cui Cristo è il capo, siamo stati formati con Gesù nel seno materno della Vergine Maria e vi restiamo fino al giorno della nostra nascita alla vita eterna.
Maternità spirituale, ma vera, che ci mette con la Madre in rapporti di dipendenza e di intimità profondi, rapporti di bambino nel seno della Madre.
Qui è il segreto della nostra devozione per Maria: è nostra Madre e come tale sappiamo di poter tutto chiedere al suo amore, perché siamo suoi figli!
Ma, se la madre, appunto perché madre, pensa necessariamente ai suoi figli, i figli, per l'età, sono facili a distrarsi e il Rosario è lo strumento benedetto che conserva la nostra intimità con Maria e ci fa penetrare sempre più profondamente nel suo cuore.

Strumento divino il Rosario che la Vergine porta in tutte le sue apparizioni da un secolo in qua e che non cessa di raccomandare. Strumento della devozione cattolica per eccellenza, in cui l'umile donna senza istruzione e il sapiente teologo sono a loro agio, perché vi trovano il cammino luminoso e splendido, la via mariana, che conduce a Cristo e, per Cristo, al Padre.
Così considerato il Rosario realizza tutte le condizioni di una preghiera efficace, ci fa vivere nell'intimità di Maria e, essendo essa Mediatrice, suo compito è di condurci a Dio, di portare le nostre preghiere fino al cuore di Dio. Per Maria diciamo i Pater, che inquadrano le decine di Ave Maria, e, siccome quella è la preghiera di Cristo e contiene tutto ciò che Dio volle che noi gli chiedessimo, noi siamo sicuri di essere esauditi.

MESSA

EPISTOLA (Prov. 8, 22-25; 32-35). - Il Signore mi possedette all'inizio delle sue opere, fin dal principio, avanti la creazione. Ab aeterno fui stabilita, al principio, avanti che fosse fatta la terra. Non erano ancora gli abissi, ed io ero già concepita. Or dunque, o figli, ascoltatemi: Beati quelli che battono le mie vie. Ascoltate i miei avvisi per diventare saggi: non li ricusate. Beato l'uomo che mi ascolta e veglia ogni giorno alla mia porta, e aspetta all'ingresso della mia casa. Chi troverà me, avrà trovato la vita, e riceverà dal Signore la salute.

Maria nel compito di educatrice.
Non si può eludere il carattere mariano di questa pagina dei Proverbi, obiettando che si applica al Verbo Incarnato e solo per accomodamento la Chiesa la riferisce alla Santa Vergine. La Chiesa non fa giochi di parole e la Liturgia non si diverte a far bisticci. Trattandosi di vite, che nel pensiero di Dio e nella realtà sono unite insieme, come le vite del Signore e della Madre sua unite nello stesso decreto di predestinazione, il senso accomodatizio è in sé e deve esserlo per noi uno degli aspetti multipli del senso letterale.
"Giova a noi, per onorare Maria, considerarla agente della nostra educazione soprannaturale. Noi non siamo mai grandi per Dio, né per la nostra madre, né per la Madre di Dio. Come non vi è cristianesimo senza la Santa Vergine così se l'amore di Dio non è accompagnato da un tenero amore per la Santa Vergine qualsiasi vita soprannaturale è in qualche modo mancante.
Maria è tutto quello che Essa insegnerà a chi l'ascolta e l'ama: l'esempio, la carità, l'influenza persuasiva...
Maria ha educato il Figlio ed educherà noi. Non si resiste ad una Madre" (Dom Delatte, Omelie sulla Santa Vergine, Plon, 1951).

Parole benedette.
Il Vangelo è quello del Santo nome di Maria del 12 settembre.
Il Vangelo dell'Incarnazione dei quale rileggiamo volentieri le parole. Parole benedette perché vengono da Dio: L'Angelo infatti ne è soltanto il messaggero, parole e messaggio gli sono stati affidati da Dio. Parole benedette perché vengono da Maria, che, sola, poté riferire con ferma precisione di dettagli, che rivelano un testimonio e una esperienza immediata.

Messaggio di gioia.
Questo messaggio è un messaggio di gioia. La gioia mancava nel mondo da molto tempo: era sparita dopo il primo peccato. Tutta l'economia dell'Antico Testamento e tutta la storia dell'umanità portavano un velo di tristezza, perché era continuamente presente all'uomo la coscienza di una inimicizia nei suoi rapporti con Dio, che doveva ancora essere espiata. Il messaggio è preceduto da un saluto pieno di gioia e da una parola pacifica, carezzevole: Ave. Questo Ave, primo elemento del messaggio, detto una volta verrà poi ripetuto per l'eternità.

La fede di Maria.
La fede di Maria fu perfetta e non dubitò della verità divina neppure nel momento in cui chiedeva all'Angelo come si poteva compiere il messaggio. Gabriele rivelò il modo verginale della concezione promessa, sollecitando il consenso della Vergine per l'unione ipostatica, perché, per l'onore della Vergine e per l'onore della natura umana, Dio voleva avere da Maria il posto che avrebbe occupato nella sua creazione. E allora fu pronunziata con libertà e con consapevolezza la parola, che farà eco fino all'eternità: "Io sono l'umile ancella dei Signore: sia fatto secondo la sua volontà" (Dom Delatte: Opere citate).

Preghiera alla Vergine del Rosario.
Ti saluto, o Maria, nella dolcezza del tuo gioioso mistero e all'inizio della beata Incarnazione, che fece di te la Madre dei Salvatore e la madre dell'anima mia. Ti benedico per la luce dolcissima che hai portato sulla terra.
O Signora di ogni gioia, insegnaci le virtù che danno la pace ai cuori e, su questa terra, dove il dolore abbonda, fa che i figli camminino nella luce di Dio affinché, la loro mano nella tua mano materna, possano raggiungere e possedere pienamente la meta cui il tuo cuore li chiama, il Figlio del tuo amore, il Signore Gesù.
Ti saluto, o Maria, Madre del dolore, nel mistero dell'amore più grande, nella Passione e nella morte del mio Signore Gesù Cristo e, unendo le mie lacrime alle tue, vorrei amarti in modo che il mio cuore, ferito come il tuo dai chiodi che hanno straziato il mio Salvatore, sanguinasse come sanguinano quelli del Figlio e della Madre. Ti benedico, o Madre del Redentore e Corredentrice, nel purpureo splendore dell'Amore crocifisso, ti benedico per il sacrificio, accettato al tempio ed ora consumato con l'offerta alla giustizia di Dio del Figlio della tua tenerezza e della tua verginità, in olocausto perfetto.
Ti benedico, perché il sangue prezioso che ora cola per lavare i peccati degli uomini, ebbe la sua sorgente nel tuo Cuore purissimo. Ti supplico, o Madre mia, di condurmi alle vette dall'amore che solo l'unione più intima alla Passione e alla morte dell'amato Signore può far raggiungere.
Ti saluto, Maria, nella gloria della tua Regalità. Il dolore della terra ha ceduto il posto a delizie infinite e la porpora sanguinante ti ha tessuto il manto meraviglioso, che si addice alla Madre dei Re dei re e alla Regina degli Angeli. Permetti che levi i miei occhi verso di te durante lo splendore dei tuoi trionfi, o mia amabile Sovrana, e diranno i miei occhi, meglio di qualsiasi parola, l'amore del figlio il desiderio di contemplarti con Gesù nell'eternità, perché tu se!, Bella, perché sei Buona, o Clemente, o Pia, o Dolce Vergine Maria!

da: dom Prosper Guéranger, L'anno liturgico. - II. Tempo Pasquale e dopo la Pentecoste, Alba, 1959, p. 1150-1156 
 Intercede pro nobis salutifera Mater Dei:
quia angelorum et hominum salutem peperisti

venerdì 27 settembre 2013

L'Angelo con la chiave e la catena.

Madonna del santo Rosario
E. Murillo

In occasione delle prossime ricorrenze mariane del 7 e 13 ottobre mi piace offrire alla vostra riflessione due Messaggi bellissimi e di gran conforto: Alzate gli occhi al cielo   e  L'Angelo con la chiave e la catena.
*

Blumenfeld (Germania), 7 ottobre 1992. 
Festa della Madonna del Rosario.



L'Angelo con la chiave e la catena.



«Oggi ti trovi qui, nella sede del mio Movimento della Germania, per fare un Cenacolo con i sacerdoti ed i fedeli consacrati al mio Cuore Immacolato.
Mi venerate come la Madonna del Santo Rosario. 
Il Rosario è la mia preghiera; è la preghiera che Io sono venuta dal cielo a domandarvi, perché è l'arma che dovete usare in questi tempi della grande battaglia ed è il segno della mia sicura vittoria.

La mia vittoria si compie quando Satana, con il suo potente esercito di tutti gli spiriti infernali, verrà chiuso dentro il suo regno di tenebre e di morte, da dove non potrà più uscire per nuocere nel mondo.
Per questo deve scendere dal cielo un Angelo, a cui viene data la chiave dell'Abisso ed una catena con la quale legherà il grande drago, il serpente antico, Satana con tutti i suoi seguaci.


L'Angelo è uno Spirito, che viene inviato da Dio, per compiere una particolare missione.
Io sono la Regina degli Angeli, perché entra nel mio stesso disegno quello di essere inviata dal Signore a compiere la più grande ed importante missione di vincere Satana.
Infatti, già dal principio, sono preannunciata come Colei che è nemica del serpente, Colei che lotta contro di lui, Colei che alla fine gli schiaccerà il capo.
"Porrò inimicizia fra te e la donna, fra la tua e la sua discendenza. Essa ti schiaccerà il capo, mentre tenterai di mordere il suo calcagno". (Gen. 3, 15)
La mia discendenza è Cristo.
In Lui, che ha operato la Redenzione e vi ha liberati dalla schiavitù di Satana, si compie la mia completa vittoria.
Per questo a Me è affidata la chiave, con cui è possibile aprire e chiudere la porta dell'Abisso.


La Chiave è il segno del potere che ha chi è signore e padrone di un luogo, che gli appartiene.
In questo senso colui che possiede la chiave del creato è solo il Verbo incarnato, perché per mezzo di Lui tutto è stato fatto, e perciò Gesù Cristo è il Padrone ed il Re di tutto l'universo, cioè del cielo, della terra e dell'abisso.

Solo mio figlio Gesù possiede la chiave dell'abisso, perché è lui stesso la Chiave di Davide, che apre e nessuno può chiudere, che chiude e nessuno può aprire. (cf. Ap. 3, 7)
Gesù consegna questa chiave, che rappresenta il suo divino potere, nella mia mano, perché come Madre sua, mediatrice fra voi e mio Figlio, è stato affidato a Me il compito di vincere Satana e tutto il suo potente esercito del male.
È con questa chiave che Io posso aprire e chiudere la porta dell'abisso.

La catena, con cui il grande Drago deve essere legato, è formata dalla preghiera fatta con Me e per mezzo di Me.
Questa preghiera è quella del Santo Rosario.
Una catena infatti ha il compito prima di limitare l'azione, poi di imprigionare ed infine di rendere vana ogni attività di colui che viene con essa legato.

- La catena del Santo Rosario ha anzitutto il compito di limitare l'azione del mio Avversario.
Ogni Rosario, che voi recitate con Me, ha come effetto di restringere l'azione del Maligno, di sottrarre le anime dal suo malefico influsso e di dare maggiore forza alla espansione del bene
nella vita di tanti miei figli.

- La catena del Santo Rosario ha anche l'effetto di imprigionare Satana, cioè di rendere impotente la sua azione e di diminuire ed indebolire sempre di più la forza del suo diabolico potere.
Per questo ogni Rosario recitato bene è un duro colpo dato alla potenza del male, è una parte del suo regno che viene demolita.

- La catena del Santo Rosario ottiene infine il risultato di rendere Satana completamente inoffensivo.
Il suo grande potere viene distrutto.
Tutti gli spiriti maligni sono cacciati dentro lo stagno di fuoco e di zolfo, viene da Me chiusa la porta con la chiave della Potenza di Cristo, e così non potranno più uscire nel mondo per nuocere alle anime.

Comprendete ora, miei figli prediletti perché, in questi tempi ultimi della battaglia fra Me, Donna vestita di sole, ed il grande Drago, Io vi domando di moltiplicare ovunque i Cenacoli di preghiera, con la recita del santo Rosario, la meditazione della mia parola e la vostra consacrazione al mio Cuore Immacolato. (cf. Ap. 12, 1-3)
Con essi voi date alla Mamma Celeste la possibilità d'intervenire a legare Satana, perché possa adempiere così alla mia missione di schiacciargli la testa, cioè di sconfiggerlo per sempre, chiudendolo dentro il suo abisso di fuoco e di zolfo.

L'umile e fragile corda del santo Rosario forma la forte catena con cui renderò mio prigioniero il tenebroso dominatore del mondo, il nemico di Dio e dei suoi servi fedeli.

Così ancora una volta la superbia di Satana verrà sconfitta dalla potenza dei piccoli, degli umili, dei poveri.

Mentre oggi vi annuncio che è vicina questa mia grande vittoria, che vi porterà alla vostra sicura liberazione, vi dono il conforto della mia materna presenza fra voi e vi benedico».

SEI TUTTA BELLA , O MARIA!

sabato 5 maggio 2012

SUPPLICA ALLA MADONNA DI POMPEI per l'8 maggio e Ia prima Domenica di ott.


    
  SUPPLICA
ALLA MADONNA 
DI POMPEI 


                                                
        I - O Augusta Regina delle vittorie, o Vergine sovrana del Paradiso, al cui nome potente si rallegrano i cieli e tremano per terrore gli abissi, o Regina gloriosa del Santissimo Rosario, noi tutti, avventurati figli vostri, che la bontà vostra ha prescelti in questo secolo ad innalzarvi un Tempio in Pompei, qui prostrati ai vostri piedi, in questo giorno solennissimo della festa dei novelli vostri trionfi sulla terra degl'idoli e dei demoni, effondiamo con lacrime gli affetti del nostro cuore, e con la confidenza di figli vi esponiamo le nostre miserie.Deh! da quel trono di clemenza ove sedete Regina, volgete, o Maria, lo sguardo vostro pietoso verso di noi, su tutte le nostre famiglie, sull'Italia, sull'Europa, su tutta la Chiesa; e vi prenda compassione degli affanni in cui volgiamo e dei travagli che ne amareggiano la vita. Vedete, o Madre, quanti pericoli nell'anima e nel corpo ne circondano: quante calamità e afflizioni ne costringono! O Madre, trattenete il braccio della giustizia del vostro Figliuolo sdegnato e vincete colla clemenza il cuore dei peccatori: sono pur nostri fratelli e figli vostri, che costarono sangue al dolce Gesù, e trafitture di coltello al vostro sensibilissimo Cuore. Oggi mostratevi a tutti, qual siete, Regina di pace e di perdono. Salve Regina 
                  
 II - È vero, è vero che noi per primi, benché vostri figliuoli, coi peccati torniamo a crocifiggere in cuor nostro Gesù, e trafiggiamo novellamente il vostro Cuore. Sì, lo confessiamo, siamo meritevoli dei più aspri flagelli. Ma Voi ricordatevi che sulla vetta del Golgota raccoglieste le ultime stille di quel sangue divino e l'ultimo testamento del Redentore moribondo. E quel testamento di un Dio, suggellato col sangue di un Uomo-Dio, vi dichiarava Madre nostra, Madre dei peccatori. Voi, dunque, come nostra Madre, siete la nostra Avvocata, la nostra Speranza. E noi gementi stendiamo a Voi le mani supplichevoli, gridando: Misericordia! Pietà vi prenda, o Madre buona, pietà di noi, delle anime nostre, delle nostre famiglie, dei nostri parenti, dei nostri amici, dei nostri fratelli estinti, e soprattutto dei nostri nemici, e di tanti che si dicono cristiani, e pur dilacerano il Cuore amabile del vostro Figliuolo. Pietà, deh! pietà oggi imploriamo per le nazioni traviate, per tutta l'Europa, per tutto il mondo, che torni pentito al cuor vostro.Misericordia per tutti, o Madre di Misericordia.                                                                                                     Salve Regina  
     
III - Che vi costa, o Maria, l'esaudirci? Che vi costa il salvarci? Non ha Gesù riposto nelle vostre mani tutti i tesori delle sue grazie e delle sue misericordie? Voi sedete coronata Regina alla destra del vostro Figliuolo, circondata di gloria immortale su tutti i cori degli Angeli. Voi distendete il vostro dominio per quanto son distesi i cieli, e a Voi la terra e le creature tutte che in essa abitano sono soggette. Il vostro dominio si estende fino all'inferno, e Voi sola ci strappate dalle mani di Satana, o Maria. Voi siete l'Onnipotente per grazia. Voi dunque potete salvarci. Che se dite di non volerci aiutare, perché figli ingrati ed immeritevoli della vostra protezione, diteci almeno a chi altri mai dobbiamo ricorrere per essere liberati da tanti flagelli.  Ah, no! Il vostro Cuore di Madre non patirà di veder noi, vostri figli, perduti. Il Bambino che noi vediamo sulle vostre ginocchia, e la mistica corona che miriamo nella vostra mano, c'ispirano fiducia che noi saremo esauditi. E noi confidiamo pienamente in Voi, ci gettiamo ai vostri piedi, ci abbandoniamo come deboli figli tra le braccia della più tenera fra le madri, ed oggi stesso, sì, oggi da Voi aspettiamo le sospirate grazie.                                   Salve Regina
                                                                                                                           Chiediamo la benedizione a Maria.
                                                                                            Un'ultima grazia noi ora vi chiediamo, o Regina, che non potete negarci in questo giorno solennissimo. Concedete a tutti noi l'amore vostro costante, e in modo speciale la vostra materna benedizione. No, non ci leveremo dai vostri piedi, non ci staccheremo dalle vostre ginocchia, finché non ci avrete benedetti.   Benedite, o Maria, in questo momento, il Sommo Pontefice. Ai prischi allori della vostra Corona, agli antichi trionfi del vostro Rosario, onde siete chiamata Regina delle vittorie, deh! aggiungete ancor questo, o Madre: concedete il trionfo alla Religione e la pace alla umana società. Benedite il nostro Vescovo, i Sacerdoti e particolarmente tutti coloro che zelano l'onore del vostro Santuario.    Benedite infine tutti gli Associati al vostro novello Tempio di Pompei, e quanti coltivano e promuovono la divozione al vostro Santo Rosario.   O Rosario benedetto di Maria; Catena dolce che ci rannodi a Dio; Vincolo di amore che ci unisci agli Angeli; Torre di salvezza negli assalti d'inferno; Porto sicuro nel comune naufragio, noi non ti lasceremo mai più. Tu ci sarai conforto nell'ora di agonia; a te l'ultimo bacio della vita che si spegne. E l'ultimo accento delle smorte labbra sarà il nome vostro soave, Regina del Rosario della Valle di Pompei, o Madre nostra cara, o unico Rifugio dei peccatori, o sovrana Consolatrice dei mesti. Siate ovunque benedetta, oggi e sempre, in terra e in cielo. Salve Regina
* Da recitarsi l' 8 maggio e la prima Domenica di ottobre alle 12

LAUDETUR JESUS CHRISTUS!
LAUDETUR CUM MARIA!
SEMPER LAUDENTUR!