martedì 18 dicembre 2018

Amar con toda el alma y todas sus fuerzas al que es Amor


HABLA DIOS PADRE Y PADRE PIO
 10/4/2016


Bendigo vuestra labor y valentía para llevar a vuestros hermanos al
conocimiento de Mi Santa Voluntad, que sólo aceptan y reciben las almas que se
han dejado seducir por el Espíritu Santo, Fuente de Vida y Santidad, porque muchos
son los que dicen conocerme, amarme y seguirme, pero llegada la hora de la prueba,
dudan de Mi Palabra, titubean y es porque, en verdad, aún no Me conocen, se
apegan aún a las cosas terrenales más que lo divino, pues su alma todavía se
encuentra llena de apegos terrenales.

Os envió al Padre Pío de Pietrelcina, Santo ya y lleno de gozo en la Patria
Celestial, quien es intercesor ante Mí, Su Dios y Señor, por vosotros, El RESTO FIEL,
que quedará en la tierra y se prepara ya enfrentando la batalla final.
Aprended, vosotros, del padre Pío si queréis ser parte de este Resto Fiel que
ya se está congregando y preparando para los acontecimientos actuales de estos
últimos tiempos.
 ----

Padre Pío:

Mis Hermanos en la Fe, Yo, el pequeño Franchesco, a quien todos ustedes conocen como el Padre Pío de Pietrelcina, he solicitado al Altísimo el estar en Espíritu con todos ustedes, mis hermanos en la Fe, ayudándolos desde el Cielo, ya que Yo, su hermano en Cristo Jesús, conozco y sé lo que viven ahora, ustedes, los que siguen a Jesús, el Señor, y buscan con prontitud ser humildes y dóciles a Su Voluntad. 

Lo que ahora está viviendo la Iglesia Fiel de Jesucristo, el tormento y martirio
del alma, que es la agonía del huerto de los olivos, también la viví yo por dar
testimonio de la Verdad y por amar hasta el extremo a quien tanto me amó a mí,
Jesucristo, clavado en una Cruz por mí y por ustedes, mis hermanos en la Fe.

La santidad es darlo todo por quien todo lo dio por todos ustedes y por mí,
Franchesco; la santidad implica una Fe ciega en Cristo, nuestro Salvador, firmeza
del alma, docilidad, humildad y obediencia, servicio, esto es imitando en todo a
Jesucristo; y así fue mi vida, buscando siempre ser como fue mi Maestro y Señor,
imitando a diario la vida del que murió por mí y quiso hacer Sus Santísimas Llagas
mías, para sentir, en mi cuerpo y alma, el dolor que le causaron mis propios pecados
y los de todos los hombres. Tanto amé a mi Jesús que me hizo padecer dulcemente
con Él, para que Él pudiera descansar un poco en Mí, y encontrara un poco de alivio
a su dolor y penas, compitiéndome Sus Santas y Benditas Llagas.

Cuántos años viví en un verdadero martirio mi pobre alma, tan atormentada
y dolida al verme perseguido y calumniado, PRIVADO DE OFICIAR Y CELEBRAR EL
GRAN MSTERIO EUCARISTICO, pero, mi Dios, me llevaba a celebrarlo, desde mi
encierro, en el espíritu; y esto aumentó y sostuvo mi Fe. Cristo no me abandonó;
por el contrario, cuando el mundo te abandona es cuando el Señor está más cerca
de tu alma perseguida y abandonada por dar testimonio de la Verdad, por seguirlo
a Él, EL ÚNICO SEÑOR Y SALVADOR.

Por eso, mis hermanos en la Fe, ármense de valor en cuanto a vuestra
fidelidad, amor y obediencia a Dios.

La Santidad se alcanza en LA PERFECTA OBEDIENCIA A DIOS antes que a los
hombres. Mucho sufrí por los diversos ataques del demonio, pero el Señor, que
estaba conmigo, siempre me libró de todos esos males que me causaban mis
enemigos del alma; no permitió para mi nada mas allá fuera de su Voluntad Santa
y Divina.

El Señor me hizo conocer lo sobrenatural y divino guardándome en el fiel
cumplimiento de Su Voluntad en mí, su pobre Franchesco, que con su Gracia llegaría
a ser el santo Padre Pio, estigmatizado para Gloría Suya, porque todo era su Gracia
en mí, su pobre creatura.

El Señor, que es dueño de todo cuanto existe y ha creado lo visible y lo
invisible, es quien hace todo cuando ustedes le dan un Sí sincero y generoso a sus
deseos, que siempre son buenos y para gozo y felicidad de los que lo aman.

Nosotros, los santos en el Cielo, la Iglesia Triunfante, seguimos desde aquí
trabajando para la Gloria del Señor, y hoy, en la Santa celebración de la Misa, según
los deseos del Señor, que en un acto de FE, AMOR Y ESPERANZA de ustedes, yo,
el padre Pío, he rogado por ustedes, mis hermanos, para que obedeciendo al Señor
alcancen también, ustedes, la Santidad, habiendo sido llamados y elegidos del
Señor para ser este RESTO FIEL, LA IGLESIA PEREGRINA de estos tiempos, que
llegará a reunirse algún día, según con nosotros los Santos de la Iglesia triunfante,
según los designios del Altísimo para cada alma; y aquí nos encontraremos, mis
hermanos en la Fe, para seguir alabando y bendicionde al que vive y reina por los
Siglos de los Siglos. Amen.
 -----

DIOS PADRE:
Este gozo, que ya tienen Mis Santos en el Cielo por toda la eternidad, es el
gozo que YO, DIOS ALTISIMO, deseo para todos vosotros, Mi Iglesia purgante y
para la Iglesia peregrina.

JosephMariam, como os dice el mundo, Yo, Dios Altísimo, desde el lugar de
Mi Morada Santa, el lugar de Mi Trono Divino, bendigo la obra que Yo mismo he
puesto en vuestras manos, porque guardáis en vuestro corazón un santo temor de
Dios, y sois celoso y obediente a Mi Voluntad; os confió gran parte de Mis Ovejas
que serán ese RESTO FIEL, dóciles a Mi Voluntad y prontos a cumplir con Mis deseos
para santificar Mi Iglesia.

Habláis con autoridad y firmeza, lo que les falta a muchos de mis Pastores
de almas, que con su tibieza han vuelto tibias a las almas, y por causa de su mal
testimonio muchos son los que se han ido a otros rebaños, dejando de escuchar la
voz del Buen Pastor, del que da la vida por su ovejas. Bendigo vuestro sacerdocio
ministerial, y Padre Pío os acompaña, asistiéndoos con su intercesión. Buscad su
asistencia y ayuda del cielo cuando os vengan momentos de mayores pruebas, el
Padre Pío siempre os acompañará.

Vuestro gran apostolado de preparación para los apóstoles y discípulos de
estos últimos tiempos está bajo Mi PROTECCIÓN Y CUSTODIADO POR MIS SANTOS
Y ANGELES. RECORDAD, Mi Fiel amigo, Mi juan, APOSTOL Fiel y valiente en la Cruz,
que EL BUEN PASTOR ES AQUEL QUE DA LA VIDA POR SUS OVEJAS Y MUY GRANDE
SERA VUESTRA RECOMPENSA EL DIA DEL JUICIO.
LA SANTISIMA TRINIDAD DIOS TRINO Y UNO.
----

Gracias, Dios Padre porque nos amas y no apartas Tu dulce mirada de nosotros. Tú que con
tanto amor nos ayudas y nos instruyes en nuestro caminar. Gracias por darnos como
compañero de camino al padre Pio, a nuestros hermanos los santos que interceden por
nosotros, todo está en Ti en una unidad perfecta y santa.
Gracias por amaros Padre Celestial.
Gracias padre Pio por interceder por nosotros y acompañar al padre Joseph .Deseamos
alcanzar algún día la santidad y poder ir y habitar una de las moradas celestiales para juntos
como hermanos e hijos de un mismo Padre alabar y Bendecir a Dios quien por ahora nos
permite esta comunión entre ustedes los santos de la Iglesia Triunfante y nosotros la iglesia
peregrina. Amen


Risultati immagini per tulipani

MARIA SANTISSIMA: SPOSA dello Spirito Santo - ASSUNTA IN CIELO - CORONATA REGINA DELL'UNIVERSO



18 dicembre 1943
   3° mistero glorioso. 

   Dice Maria:
   «Quando lo Spirito del Signore scese ad investire della sua Potenza i dodici riuniti nel Cenacolo, si effuse anche su me. Ma se per tutti fu una conoscenza che li rese cogniti della Terza Persona e dei divini suoi doni, per me non fu che un più vivo ritrovamento. Per tutti fu fiamma, per me fu bacio.
   Egli, l’eterno Paraclito, m’era già Sposo da trentaquattro anni ed il suo Fuoco m’aveva talmente posseduta e penetrata da fare del mio candore un corpo di Madre. Anche dopo lo sponsale divino Egli m’aveva lasciata ricolma di Sé, né poteva aggiungere Perfezione a Perfezione poiché Dio non può aumentare Se stesso, essendo perfettissimo e insuperabile nella sua misura ed essendosi donato a me senza limitazione, per fare della mia carne di donna un che di tanto santo da poter essere abitacolo al Divino che scendeva ad incarnarsi in me.
   Ma ora che l’opera della sua donazione a me e della mia a Lui s’era compiuta ed il Figlio nostro era tornato al Cielo dopo avere tutto compiuto, Egli tornava a darmi il suo bacio di grazie.
   Oh! Dio quanto vi insegna di riconoscenza! Egli, il mio Signore, non mancava di esser riconoscente alla sua Serva che era stata strumento a suo servizio e, mentre ero io che ad ogni pulsare del cuore ripetevo: "Santo, santo, santo e benedetto, Tu, Signore eccelso", Egli lasciava il Cielo una seconda volta per rinnovare il suo abbraccio di Sposo e fra l’ardore e la voce della spartita Fiamma promettermi il terzo congiungimento senza fine nella beata dimora del Cielo.
   Ed il Cielo fu più che mai, allora, la mia mèta perché, quando s’è gustato e rigustato l’Amore, sole e terra, creature e cose, scompaiono agli occhi nostri, e non resta che una vista, un sapore, un desiderio: quello di Dio. Quello di avere Dio non per attimi ma in un eterno presente.»

   

   
4° mistero glorioso.

   Dice Maria: 
   «Un’altra perla per i miei prediletti. Veramente volevo parlarne a giorni, ma mi piego ad un desiderio perché sono la Mamma. Per Natale avrete anche questa mia parola. 
   Come mi fu estasi la nascita del Figlio, e dal rapimento in Dio tornai presente alla Terra col mio Bambino fra le braccia, così la mia morte fu un rapimento in Dio. 
   Fidando nella promessa avuta fra lo splendore divino del mattino di Pentecoste io mi pensavo che l’avvicinarsi del momento del ritorno ultimo dell’Amore per rapirmi a Sé dovesse segnalarsi con un aumento di fuoco. Né feci errore.
   Io, per mio conto, più la vita passava più1 aumentavo il desiderio di fondermi all’eterna Carità. Mi vi spronava il desiderio del Figlio mio e la persuasione che mai tanto avrei fatto per gli uomini come quando fossi stata orante per essi sui gradini del trono di Dio. E con moto sempre più acceso ed accelerato, con tutte le forze dell’anima gridavo: "Vieni, Signore, Gesù, vieni, vieni eterno Amore!".
   L’Eucarestia, che era per me come rugiada data ad un fiore assetato - era vita - ora non era più sufficiente all’incontenibile ansia del cuore. Non mi bastava più ricevere in me la mia divina Creatura e portarla nelle sacre Specie come l’avevo portata nella carne verginale. Tutta me stessa voleva il Dio Uno e Trino, e non sotto i veli dal mio Gesù scelti a nascondere l’ineffabile mistero ma quale era ed è e sarà nel centro del Cielo.
   Lo stesso mio Figlio nei suoi trasporti eucaristici mi ardeva con baci di desiderio infinito, e ogni volta che a me veniva con la potenza del suo amore quasi svelleva l’anima mia nel primo impeto, e poi rimaneva con tenerezza infinita a chiamarmi: "Mamma!", ed io lo sentivo ansioso di avermi con Sé.
   Non desideravo più altro. Neppure il desiderio di tutelare la Chiesa nascente era in me. Tutto annullato nel desiderio di possedere Dio per la persuasione di tutto potere quando si possiede Dio.
   Maria, giungi a questo totale amore. Tutto perda valore e ansia ai tuoi occhi. Mira solo a Dio. Quando sarai ricca di questa povertà di desiderio, che è immisurabile ricchezza, Dio si chinerà sul tuo spirito a baciarlo e tu ascenderai col tuo spirito al Padre, al Figlio, allo Spirito Santo, per conoscerli ed amarli per la beata eternità e per possedere le loro ricchezze di grazie, di cui disporre per gli scopi e gli esseri che sono nel tuo pensiero. Non si è mai tanto attivi per i fratelli come quando non si è più tra i fratelli ma siamo luci ricongiunte alla Luce.
   L’avvicinarsi dell’Amore eterno ebbe il segno che pensavo. Tutto perse luce e colore, voce e presenza, sotto al Fulgore e alla Voce che dai Cieli aperti si abbassava su me per cogliere l’anima mia.
   Si dice: "Maria avrebbe giubilato d’essere assistita dal Figlio suo". Ma il mio dolce Gesù era ben presente col Padre quando l’Amore mi dette il terzo bacio della vita, quel bacio così talmente divino che in esso l’anima spirò, raccolta come goccia di rugiada bevuta dal sole dal centro di un giglio, ed io ascesi con il mio spirito osannante in mezzo ai miei Tre, che adoravo e adoro, come perla in un castone di fuoco, seguita dalla teoria degli spiriti angelici venuti al mio eterno natale e attesa sulle soglie dei Cieli dallo Sposo terreno, dai Re e dai Patriarchi della mia stirpe, dai primi santi e dai primi martiri, e il Cielo si chiuse sulla gioia di avere la sua Regina la cui carne, unica fra tutte le carni mortali, conosceva la beatitudine della glorificazione.»


   
   5° mistero glorioso. 

   Dice Maria:
   «La mia umiltà non poteva farmi permettere di pensare a tanta gloria a me riserbata in Cielo. Nel mio pensiero era la certezza che la mia umana carne, fatta santa dall’avere portato iddio, non avrebbe conosciuto la corruzione, poiché Dio è Vita e quando di Sé satura un essere è come aroma preservatore da morte. Io non solo ero stata fusa con Lui in casto e fecondo abbraccio, ma m’ero saturata nelle più riposte latebre dalle emanazioni della Divinità nascosta nel mio seno e intenta a velarsi di carni mortali.
   Ma che la bontà dell’Eterno avesse riserbato alla sua Ancella il gaudio di risentire sulle membra il tocco della mano del Figlio mio, il suo abbraccio, il suo bacio, e riudire con le mie orecchie la sua voce, vedere col mio occhio il suo volto riprovare la gioia di carezzarlo, no, questo non pensavo mi fosse subito concesso, né lo desideravo. Mi bastava che queste beatitudini fossero concesse allo spirito mio e di questo sarebbe stata già piena la mia felicità di beata.
   Ma a testimonianza del suo pensiero creativo riguardo all’uomo, Dio mi volle in Cielo con anima a corpo. Io sono la testimonianza certa di ciò che Dio aveva pensato e voluto per l’uomo: una vita innocente e ignara di colpe, un placido passaggio da questa vita alla Vita completa in cui, come uno che passa la soglia di una casa per entrare in una reggia, l’essere completo sarebbe passato dal sole del terrestre paradiso al Sole del Paradiso celeste, aumentando la perfezione del suo io, nella carne e nello spirito, della Luce piena che è nei Cieli. 
   Davanti ai Patriarchi e ai Santi, davanti agli Angeli ed ai Martiri, Dio pose Me assunta alla gloria del Cielo e disse: "Ecco l’opera perfetta del Creatore ecco ciò che io creai a mia immagine e somiglianza, frutto di un capolavoro divino e creativo, meraviglia dell’Universo che vede chiuso, in un solo essere, il divino nello spirito immortale come Dio e come Lui spirituale, intelligente, virtuoso, e l’animale nella più perfetta carne alla quale ogni altro vivente nei tre regni del Creato si inchina. Ecco la testimonianza del mio amore per l’uomo, per il quale creai l’organismo perfetto e la beata sorte di una eterna vita nel mio Regno. Ecco la testimonianza del mio perdono per l’uomo, al quale, in forza di un trino amore, ho concesso riabilitazione agli occhi miei. Questa è la mistica pietra di paragone, questa è l’anello di congiunzione fra l’uomo e Dio, questa è Quella che riporta i tempi ai giorni primi e dà al mio occhio divino la gioia di contemplare l’Eva che io creai quale la creai ed or fatta più bella poiché è la Madre del mio Figlio e la Martire del Perdono. Per il suo Cuore, che non conobbe macchia, io apro i tesori del Cielo e per il suo capo, che non conobbe superbia, del mio Fulgore faccio corona e l’incorono, poiché m’è Santa, perché sia vostra Regina".
   Maria, in Cielo non sono lacrime. Ma per il gioioso pianto che avrebbero avuto gli spiriti se ad essi fosse concesso il pianto - umore che stilla premuto da un’emozione - vi fu uno2 sfavillare di luci, un trascolorare di splendore in più vividi splendori, un ardere di incendi caritativi in un più ardente fuoco, un insuperato e indescrivibile suonar di armonie, alle quali si uni la voce del Figlio mio in laude a Dio Padre e alla Serva di Dio in eterno beata.
   Maria, era nel mio pensiero di finire questa mia illustrazione dei misteri del santo mio rosario - perché, senza che tu te ne accorgessi, di tutti te ne parlai e specie sui candidi del gaudio e sui fulgidi della gloria, poiché per quelli porpurei non vi è che un unico nome: Dolore, e sono tutti un unico dolore - dopo il Natale. Ma voi che mi amate avete tante pene e capite che, solo dimenticando la Terra per il Cielo, esse pene, divengono sopportabili al cuore vostro. Ed io vi svelo le luci del Cielo.
   La mistica collana è compiuta. Ve la dono per il Natale del Figlio mio e con essa la mia benedizione e la mia carezza.
   Siate buoni e amatemi. Io sono con voi.»

   1 più è aggiunto da noi.

   2 uno è nostra correzione da un



AVE MARIA PURISSIMA!

domenica 16 dicembre 2018

Gesù Ss. nell'insegnarvi la orazione domenicale del Pater vi ha detto di dire "Dacci oggi", non "Dacci per tutto l'anno o per tutta la vita".

LIBRO DI AZARIA CAPITOLO 44


Terza domenica d'Avvento


15 dicembre 1946

   Introito: Salmo 85 (84), 2; Filippesi 4, 4-6.
   Orazione: Deh, Signore, piega il tuo orecchio alle nostre preghiere e con la grazia della tua venuta rischiara le tenebre della nostra mente.
   Epistola: Filippesi 4, 4-7.
   Graduale: Salmo 80 (79), 2-3.
   Vangelo: Giovanni 1, 19-28.
   Offertorio: Salmo 85 (84), 2.
   Segreta: Fa', o Signore, te ne preghiamo, che la nostra devozione ti immoli sempre quest'ostia, in modo che essa rinnovi gli effetti stabiliti al sacro mistero ed operi mirabilmente in noi la tua salute.
   Comunione: Isaia 35, 4.
   Dopocomunione: Imploriamo, Signore, la tua clemenza, affinché questi divini aiuti, dopo averci purificati dai vizi, ci preparino alle feste che s'avvicinano.
  

   Dice Azaria:

  « Il Ss. Signor Nostro ti ha anticipato il gaudio che la liturgia canta oggi. È venuto a consolarti e a raffermarti1, povera anima che sei scrollata senza pietà per piegarti a dire il non vero.

   Non lo dire mai. Ti ricordo le parole del Maestro: "Date a Cesare ciò che è di Cesare e a Dio quello che è di Dio". Là si riferiva ad un'imposta, qui si riferisce ad un'opera. Ma sia nell'uno che nell'altro caso va sempre dato a Dio ciò che è di Dio. Anche se insistendo a voler riconosciuta l'origine soprannaturale dell'opera tu ottenessi che nessuno più se ne occupasse - parlo di sacerdoti - lasciali fare. Di tre cose avranno a rispondere a Dio: di non aver riconosciuta la Parola, di avere dato scandalo a molte anime, di aver mancato di carità verso di te, e anche verso gli affamati della Parola per i quali, avendone misericordia, Gesù Ss. aveva dettato l'Opera. Tu, per tuo conto, volendo fare ciò che Dio vuole, hai fatto, anche se ti è impedito di fare. Davanti agli occhi di Dio tu hai fatto, sia come portavoce che come esecutrice degli ordini di Dio. E ti deve bastare. Al resto e agli altri pensa Iddio. Oh! che parole sono nel Vangelo applicabili a questo caso!
   Ma sempre beati i piccoli che servono con semplicità e amore il Signore, e guai sempre a coloro che col loro modo di agire, opposto alle bontà del Signore, accumulano sul loro capo i rigori della Giustizia!

   E preghiamo ancora e sempre perché colla grazia della venuta del Cristo siano rischiarate le tenebre dalla mente di molti.

   E voi, anime fedeli, che con semplicità e amore servite e seguite Dio e la sua Volontà, state sempre ilari nel Signore. Il gaudio di questo amore reciproco e della pace che viene dal dire: "Io faccio ciò che Dio vuole" vi accompagni sempre, fra le croci e le prove. Quale che sia la giustizia alla quale pervenite, quale ne sia il riflesso tralucente dalle vostre azioni e palesante agli uomini le operazioni congiunte di Dio in voi e di voi per amor di Dio, quali che siano le grazie che la Bontà eterna vi concede, siate modesti, di modo che gli uomini guardandovi possano dire: "Egli è un vero figlio di Dio, perché ai suoi meriti congiunge la modestia in ogni atto o parola o sguardo".

   Siate molto vigilanti perché vi sono sguardi che tradiscono un'imperfetta virtù meglio di aperte parole. Veramente alcuni, che per tutte le altre cose sono virtuosi, mancano in questa virtù della perfetta umiltà. La perfetta umiltà non carezza, neppure nel segreto del cuore, il compiacimento per essere buoni e beneficati da Dio. La perfetta umiltà non si turba per lode altrui e non assume quelle ipocrite pose di umiltà che sono raffinata superbia e studio volto a farsi più ancora lodare. Vi sono sguardi, sorrisi, atti che senza parola dicono chiaramente che godete della lode. E allora non è più vera umiltà.

   Voi, anime che tendete alla perfezione per amore di Dio, siate veramente modeste in ogni cosa. L'occhio di Dio è sempre su voi e vede la realtà dei vostri cuori. Ricordatevelo sempre. E ancora il Signore può essere vicino col suo giudizio, perché nessuno sa quando verrà la morte a liberare le vostre anime e a indirizzarle al giudizio di Dio. Vivete sempre come se il Signore fosse per apparirvi chiamandovi all'altra vita.

   Non vi affannate di niente, memori delle parole del Cristo: "Il Padre vostro sa di che avete bisogno. Ad ogni giorno il suo affanno". Perché mettervi in tristezza e tedio per cose future e che forse vedete solo per suggestione e opera demoniaca volta a spaurirvi e farvi dubitare della Provvidenza? L'affanno del domani è come acqua gettata sul dolce fuoco della speranza nella divina bontà, e come della rena gettata a distruggere le tenere pianticelle della vostra giornaliera fiducia in Dio.

   Gesù Ss. nell'insegnarvi la orazione domenicale2 vi ha detto di dire "Dacci oggi", non "Dacci per tutto l'anno o per tutta la vita". Perché il Pater è, deve essere un atto giornaliero di carità, di fede, di speranza, di dolore che chiede perdono. Non lo avete mai riflettuto che nel Pater sono i quattro atti di fede, speranza, carità e dolore che la Chiesa mette fra parti dell'orazione che un buon cristiano deve giornalmente fare per aiutarsi a raggiungere queste virtù, ad accrescerle nella propria anima, e a professarle eroicamente contro il rispetto umano e lo scherno del mondo, mentre l'atto di dolore è utile riparazione e mezzo a maggiore virtù nel dì successivo, perché si presuppone che in chi prega sia presente l'attenzione a ciò che dice, altrimenti non sarebbe pregare, ma balbettare suoni senza valore, e perciò l'atto di dolore sia il termine ad un giornaliero ed utilissimo esame di coscienza durante il quale l'uomo umilmente riconosce i peccati e le omissioni fatte durante il giorno e se ne accusa con sincero dolore di aver offeso Dio?

   Meditate e vedrete che nel Pater sono inseriti questi quattro atti, doverosi verso Dio e necessari al vostro crescere in sapienza e grazia. Non vi affannate perciò del domani per non cadere in tristezza e paura. Le vane preoccupazioni allontanano da Dio. Sono come schermi opachi e tetri messi fra voi e il vostro eterno Sole. Sono come catene che vi tengono prigionieri qui in basso, mentre senza di esse e con la bella fiducia in Dio volereste con lo spirito a Dio. Sono feritoie aperte a Lucifero che può entrare di lì a ferirvi e attossicarvi.

   Non vi affannate, ma in ogni cosa rivolgetevi a Dio con preghiere e suppliche unite a rendimento di grazie. E rimanete nella pace. La carità, la fede, la speranza, l'umiltà, la fiducia in Dio e a Dio, l'ubbidienza ai suoi voleri, danno questa pace che sorpassa ogni intelligenza. Sia essa in voi. E voi con essa in cuore pregusterete il Paradiso, perché avere pace è avere Gesù Cristo ed essere stabiliti in Lui.

   Gloria al Padre, al Figlio, allo Spirito Santo».
 
  1 È venuto a consolarti e a raffermarti, come ha fatto Gesù con il "dettato" del giorno avanti, 14 dicembre 1946, riportato nel volume I quaderni del 1945-1950.

  2 la orazione domenicale, cioè la preghiera del Padre nostro, negli scritti valtortiani è sempre citata come Pater noster, perché a quei tempi si usava pregare in latino sia in chiesa che in casa.

AMDG et DVM