domenica 10 maggio 2015

Escudo Papal de Benedicto XVI


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Presentado el escudo Papal de
Benedicto XVI 
 2
Tiene novedades con respecto a la
tradición

CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 29 abril 2005
(ZENIT.org).- 

Una concha, el «moro de Freising» y el «oso
de Corbiniano»: los elementos que el cardenal Ratzinger
eligió para su escudo episcopal se mantienen en el
escudo papal; otros --mitra en vez de tiara, y palio--
introducen novedad en la tradición heráldica del Sumo
Pontífice.
El diario de la Santa Sede «L’Osservatore Romano»
desveló en su edición italiana del jueves el escudo rico
de simbolismos que ha elegido Benedicto XVI como
expresión de su personalidad y pontificado.
Es tradición de al menos ocho siglos que los Papas
tengan su propio escudo personal. El que ha adoptado
Joseph Ratzinger tras su elección a la Sede Petrina tiene
una composición muy sencilla, «en forma de cáliz», la
más utilizada en la heráldica eclesiástica, la otra, «en
forma de cabeza de caballo», es la que adoptó Pablo VI.
El escudo contiene los símbolos que Ratzinger ya había
introducido en su escudo como arzobispo de Múnich y
Freising, y después como cardenal, pero la composición
es nueva. El campo principal --al centro--, en rojo, lleva
otros dos laterales de color oro en los ángulos superiores
--a modo de capa--.
La capa es un símbolo de religión. Indica un ideal
inspirado en la espiritualidad monástica, y más
típicamente en la benedictina, apunta el arzobispo
Andrea Cordero Lanza di Montezemolo aclarando todos
estos cambios en el diario del Vaticano.
En el campo principal, en el punto más noble del escudo, 
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hay una gran concha de oro, cuyo significado explica el
propio Ratzinger en su autobiografía «Mi Vida: Memorias
1927 – 1977»: es «sobre todo el signo de nuestro ser
peregrinos, de nuestro estar en camino».
«Pero también --añadía-- me recuerda la leyenda según
la cual Agustín, que se rompía la cabeza en torno al
misterio de la Trinidad, habría visto en la playa a un niño
que jugaba con una concha, con la que sacaba agua del
mar e intentaba traspasarla a un pequeño hoyo. Habría
dicho: tan poco como este hoyo puede contener el agua
del mar, igual de poco tu razón puede comprender el
misterio de Dios».
«Por esto la concha representa para mí una llamada a mí
gran maestro, Agustín, a mi trabajo teológico y, a la vez,
a la grandeza del misterio, que es siempre mucho mayor
que toda nuestra ciencia», aclaraba.
Otros dos símbolos, procedentes de la tradición de
Baviera --de donde es originario el nuevo Papa--,
conforman también el escudo. Mirándolo, a la izquierda,
hay una cabeza de moro (de color moreno), coronada. El
elemento no es raro en la heráldica europea, y en la
tradición bávara es muy frecuente. Se le denomina
«caput ethiopicum» o «moro de Freising».
Como explicaba el propio Ratzinger en su autobiografía,
el elemento se encuentra en los escudos de los obispos
de Freising desde hace unos mil años.
«No sé cuál es su significado. Para mí es la expresión de
la universalidad de la Iglesia, que no conoce ninguna
distinción de raza y de clase, porque todos nosotros
“somos uno” en Cristo (Ga 3,28)», apuntaba.
Mientras que en la derecha de la capa aparece la 
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imagen de un oso con una carga. Es el «oso de
Corbiniano».
Hace referencia a leyenda del obispo Corbiniano --
fundador de la diócesis de Freising--. De ahí tomó
Ratzinger este elemento. Llegado de Arpajon, en los
alrededores de París, hacia al año 724 para anunciar el
Evangelio en la antigua Baviera, san Corbiniano es
venerado como padre espiritual y patrono de la
archidiócesis.
«Un oso --narra esta historia-- había despedazado el
caballo del santo, que se dirigía a Roma. Corbiniano le
reprochó ásperamente por aquella fechoría y, en castigo,
le cargó en sus lomos la carga que hasta ese momento
había llevado el caballo. El oso tuvo que transportar ese
peso hasta Roma y sólo allí el santo lo dejó libre»,
contaba el purpurado en su autobiografía.
Añadía: «El oso que llevaba la carga del santo me
recuerda una de las meditaciones sobre los Salmos de
San Agustín. En los versículos 22 y 23 del salmo 73 (72)
Agustín veía expresados el peso y la esperanza de su
vida», e interpretó «la carga de su servicio episcopal: “un
animal de tiro soy ante ti, por ti, y precisamente así estoy
cerca de ti”. Había elegido la vida del hombre de estudio
y Dios lo había destinado a hacer de “animal de tiro”».
«El oso con la carga, que sustituyó al caballo o, más
probablemente, a la mula de San Corbiniano
convirtiéndose --contra su voluntad-- en su animal de
carga, ¿no era y no es una imagen de aquello que debo
ser y de lo que soy?», escribía Ratzinger.
Así como en su interior el escudo lleva las simbologías
ligadas a la persona --sus ideales, tradiciones, programa
de vida y principios--, los símbolos de grado, dignidad y 
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jurisdicción del individuo aparecen en cambio en torno al
escudo.
De tiempo inmemorial es tradición que en el Sumo
Pontífice lleve en su escudo las dos llaves cruzadas --en
cruz de San Andrés--, una de oro y otra de plata.
Aparecen por detrás del escudo, afirmándose con cierta
evidencia. Varios autores las interpretan como los
símbolos del poder espiritual y temporal.
El Evangelio de Mateo (16,19) narra que Cristo dijo a
Pedro --añade el arzobispo Cordero--: «A ti te daré las
llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra
quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra
quedará desatado en los cielos». Las llaves son por lo
tanto el típico símbolo del poder dado por Cristo a San
Pedro y a sus sucesores. De ahí que con justicia
aparezcan en todo escudo papal.
Pero Benedicto XVI ha decidido no poner la tiara --que
desde tiempos antiguos aparecía en la heráldica del
Sumo Pontífice-- en su escudo oficial personal, sino
sustituirla con una sencilla mitra.
La mitra pontificia representada en su escudo,
recordando la simbología de la tiara, es de plata y lleva
tres franjas de oro --simbolizando los tres poderes del
sumo pontífice: de orden sagrado, de jurisdicción y de
magisterio-- unidas verticalmente entre sí en el centro
para indicar su unidad en una misma persona.
Por su parte, totalmente novedoso en el escudo de
Benedicto XVI es la presencia del palio. Se trata de un
antiguo símbolo episcopal tejido en lana pura. Y no es
tradición, al menos reciente, que los Sumos Pontífices lo
representaran en su escudo. 
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En cualquier caso, el palio es la típica insignia litúrgica
del Sumo Pontífice. Indica el encargo de ser el pastor del
rebaño de Cristo. En los primeros siglos los Papas usaban
una verdadera piel de cordero apoyada en los hombros.
Después se inició el uso de una banda de lana blanca. 

sabato 9 maggio 2015

Il Nuovo Ordine Mondiale grazie alla Unica Religione Mondiale


Omni die dic Mariæ mea, laudes, anima: 
Eius festa, eius gesta cole splendidissima. 




Il Nuovo Ordine Mondiale grazie alla Unica Religione Mondiale
vuole eliminare dalla faccia della Terra gran parte dell'Umanità.

« E L’ESPOSIZIONE UNIVERSALE A MILANO? »

È solo fumo per accecare i vostri occhi.  
In tutto il Mondo è stato pubblicizzato « l’albero della vita »... questo... non è altro che... un'antenna  planetaria...


http://www.conchiglia.us/INT-EST/14.275_PAPA_Em_BENEDETTO_XVI_La_Terra_e%27_ferma_L%27attuale_Luna_e%27_un_satellite_artificiale_su_Marte_ci_siamo_gia%27_stati_14.07.14.pdf


http://www.menphis75.com/stirpe_rettiliana.htm



https://it-it.facebook.com/genesimalanga/posts/728382730506414


...che i terremoti e le guerre sono occasioni di reclutamento
e così milioni e milioni di persone spariscono senza lasciare traccia.

E' in corso un Esodo che è superiore a quello che fu un tempo in Egitto...

Nelle viscere della terra poi, e del mare c'è chi manovra corpi e corpi facendo molteplici esperimenti per manomettere nientemeno che il DNA dell'Umanità! ecc...

Fate ciò che Io vi insegno e comando.

"Prendete, prendete quest’opera e ‘non sigillatela’, 
ma leggetela e fatela leggere"
Gesù (cap 652, volume 10), a proposito del
"Evangelo come mi è stato rivelato"
di Maria Valtorta

Domenica 10 Maggio 2015, VI Domenica di Pasqua - Anno B
Dal Vangelo di Gesù Cristo secondo Giovanni 15,9-17.


"Come il Padre ha amato me, così anch'io ho amato voi. Rimanete nel mio amore.
Se osserverete i miei comandamenti, rimarrete nel mio amore, come io ho osservato i comandamenti del Padre mio e rimango nel suo amore.
Questo vi ho detto perché la mia gioia sia in voi e la vostra gioia sia piena.
Questo è il mio comandamento: che vi amiate gli uni gli altri, come io vi ho amati.
Nessuno ha un amore più grande di questo: dare la vita per i propri amici.
Voi siete miei amici, se farete ciò che io vi comando.
Non vi chiamo più servi, perché il servo non sa quello che fa il suo padrone; ma vi ho chiamati amici, perché tutto ciò che ho udito dal Padre l'ho fatto conoscere a voi.
Non voi avete scelto me, ma io ho scelto voi e vi ho costituiti perché andiate e portiate frutto e il vostro frutto rimanga; perché tutto quello che chiederete al Padre nel mio nome, ve lo conceda.
Questo vi comando: amatevi gli uni gli altri."

Traduzione liturgica della Bibbia

Corrispondenza nel "Evangelo come mi è stato rivelato" 
di Maria Valtorta : Volume 9 Capitolo 600 pagina 477.
[Stesso testo di quello di domenica scorsa]

[27...]«Perché, Signore, Tu ti manifesti a noi e non al mondo?», chiede Giuda Taddeo.
«Perché mi amate e osservate le mie parole. Chi così farà, sarà amato dal Padre e Noi verremo a lui e faremo dimora presso di lui, in lui. Mentre chi non mi ama non osserva le mie parole e fa secondo la carne e il mondo. Ora sappiate che ciò che Io vi ho detto non è parola di Gesù Nazareno ma parola del Padre, perché Io sono il Verbo del Padre che mi ha mandato. Io vi ho detto queste cose parlando così, con voi, perché voglio Io stesso prepararvi al possesso completo della Verità e Sapienza. Ma ancora non potete capire né ricordare. Però, quando verrà a voi il Consolatore, lo Spirito Santo che il Padre manderà in mio Nome, allora voi potrete capire, ed Egli tutto vi insegnerà, e vi ricorderà quanto Io vi ho detto.

28 Io vi lascio la mia pace. Io vi do la mia pace. Ve la do non come la dà il mondo. E neppure come fino ad ora ve l’ho data: saluto benedetto del Benedetto ai benedetti. Più profonda è la pace che ora vi do. In questo addio. Io vi comunico Me stesso, il mio Spirito di pace, così come vi ho comunicato il mio Corpo e il mio Sangue, perché in voi resti una forza nella imminente battaglia. Satana e il mondo sferrano guerra al vostro Gesù. È la loro ora. Abbiate in voi la Pace, il mio Spirito che è spirito di pace, perché Io sono il Re della pace. Abbiatela per non essere troppo derelitti. Chi soffre con la pace di Dio in sé soffre, ma non bestemmia e dispera.
Non piangete. Avete pure sentito che ho detto: “Vado al Padre e poi tornerò”. Se mi amaste sopra la carne, vi rallegrereste, perché Io vado dal Padre dopo tanto esilio... Vado da Colui che è maggiore di Me e che mi ama. Io ve l’ho detto ora, prima che ciò si compia, così come vi ho detto tutte le sofferenze del Redentore prima di andare ad esse, affinché, quando tutto si compia, voi crediate sempre più in Me. Non turbatevi così! Non sgomentatevi. Il vostro cuore ha bisogno di equilibrio...

29 Poco più ho da parlarvi... e ancora tanto ho da dire! Giunto al termine di questa mia evangelizzazione, mi pare di non avere ancora nulla detto e che tanto, tanto, tanto ancora resti da fare. Il vostro stato aumenta questa mia sensazione. E che dirò allora? Che Io ho mancato al mio ufficio? O che voi siete così duri di cuore che a nulla esso è valso? Dubiterò? No. Mi affido a Dio, e a Lui affido voi, miei diletti. Egli compirà l’opera del suo Verbo. Non sono come un padre che muore e non ha altra luce che l’umana. Io spero in Dio. E pure sentendo in Me urgere tutti i consigli di cui vi vedo bisognosi e sentendo fuggire il tempo, vado tranquillo alla mia sorte. So che sui semi caduti in voi sta per scendere una rugiada che li farà tutti germogliare, e poi verrà il sole del Paraclito, ed essi diverranno albero potente. Sta per venire il principe di questo mondo, colui col quale Io non ho nulla a che fare. E, se non fosse per fine di redenzione, non avrebbe potuto nulla su Me. Ma ciò avviene affinché il mondo conosca che Io amo il Padre e lo amo fino alla ubbidienza di morte, e perciò faccio ciò che mi ha ordinato.

30 È l’ora di andare. Alzatevi. E udite le ultime parole.
Io sono la vera Vite. Il Padre ne è il Coltivatore. Ogni tralcio che non porta frutto Egli lo recide e quello che porta frutto lo pota perché ne porti più ancora. Voi siete già purificati per la mia parola. Rimanete in Me ed Io in voi per continuare ad essere tali. Il tralcio staccato dalla vite non può fare frutto. Così voi se non rimanete in Me. Io sono la Vite e voi i tralci. Colui che resta unito a Me porta abbondanti frutti. Ma se uno si stacca diviene ramo secco e viene buttato nel fuoco e là brucia. Perché, senza l’unione con Me, voi nulla potete fare. Rimanete dunque in Me e le mie parole restino in voi, poi domandate quanto volete e vi sarà fatto. Il Padre mio sarà sempre più glorificato quanto più voi porterete frutto e sarete miei discepoli.

31 Come il Padre mi ha amato, così Io con voi. Rimanete nel mio amore che salva. Amandomi sarete ubbidienti, e l’ubbidienza aumenta il reciproco amore. Non dite che Io mi ripeto. So la vostra debolezza. E voglio che vi salviate. Io vi dico queste cose perché la gioia che vi ho voluto dare sia in voi e sia completa. Amatevi, amatevi! 
Questo è il mio comandamento nuovo. Amatevi scambievolmente più di quanto ognuno ami se stesso. Non vi è maggior amore di quello di colui che dà la sua vita per i suoi amici. Voi siete i miei amici ed Io do la vita per voi. Fate ciò che Io vi insegno e comando.

Non vi chiamo più servi. Perché il servo non sa ciò che fa il suo padrone, mentre voi sapete ciò che Io faccio. Tutto di Me sapete. Vi ho manifestato non solo Me stesso, ma anche il Padre ed il Paraclito e tutto quanto ho sentito da Dio.

Non siete stati voi che vi siete scelti. Ma Io vi ho scelti e vi ho eletti, perché andiate fra i popoli, e facciate frutto in voi e nei cuori degli evangelizzati, e il vostro frutto rimanga e il Padre vi dia tutto ciò che gli chiederete in mio Nome.


32 Non dite: “E allora, se Tu ci hai scelti, perché hai scelto un traditore? Se tutto Tu sai, perché hai fatto questo?”. Non chiedetevi neppure chi è costui. Non è un uomo. È Satana. L’ho detto all’amico fedele e l’ho lasciato dire dal figlio diletto. È Satana. Se Satana non si fosse incarnato, l’eterno scimmiottatore di Dio, in una carne mortale, questo posseduto non avrebbe potuto sfuggire al mio potere di Gesù. Ho detto: “posseduto”. No. È molto di più: è un annullato in Satana».
«Perché, Tu che hai cacciato i demoni, non lo hai liberato?», chiede Giacomo d’Alfeo.
«Lo chiedi per amore di te, temendo essere tu quello? Non lo temere».
«Io, allora?».
«Io?».
«Io?».
«Tacete. Non dico quel nome. Uso misericordia e voi fate ugualmente».
«Ma perché non lo hai vinto? Non potevi?».
«Potevo. Ma, per impedire a Satana di incarnarsi per uccidermi, avrei dovuto sterminare la razza dell’uomo avanti la Redenzione. Che avrei allora redento?».
«Dimmelo, Signore, dimmelo!». Pietro è scivolato in ginocchio e scuote freneticamente Gesù come fosse in preda a delirio. «Sono io? Sono io? Mi esamino? Non mi pare. Ma Tu... Tu hai detto che ti rinnegherò... Ed io tremo... Oh! che orrore essere io!…».
«No, Simone di Giona. Non tu».
«Perché mi hai levato il mio nome di “Pietra”? Sono dunque tornato Simone? Lo vedi? Tu lo dici!... Sono io! Ma come ho potuto? Ditelo... ditelo voi... Quando è che ho potuto divenire traditore?… Simone?… Giovanni?… Ma parlate!…».
«Pietro, Pietro, Pietro! Ti chiamo Simone perché penso al primo incontro, quando eri Simone. E penso come sei sempre stato leale dal primo momento. Non sei tu. Lo dico Io: Verità».
«Chi, allora?».
«Ma è Giuda di Keriot! Non lo hai ancora capito?», urla il Taddeo che non riesce più a contenersi.
«Perché non me lo hai detto prima? Perché?», urla anche Pietro.
«Silenzio. È Satana. Non ha altro nome. Dove vai, Pietro?».
«A cercarlo» .
«Posa subito quel mantello e quell’arma. O ti devo scacciare e maledire?».
«No, no! Oh! Signor mio! Ma io... ma io... Sono forse malato di delirio, io? Oh! Oh!». Pietro piange, gettato per terra ai piedi di Gesù.

33 «Io vi do comando di amarvi. E di perdonare. Avete capito? Se anche nel mondo è l’odio, in voi sia solo l’amore. Per tutti. Quanti traditori troverete sulla vostra via! Ma non li dovete odiare e rendere loro male per male. Altrimenti il Padre odierà voi. Prima di voi fui odiato e tradito Io. Eppure, voi lo vedete, Io non odio. Il mondo non può amare ciò che non è come esso. Perciò non vi amerà. Se foste suoi, vi amerebbe; ma non siete del mondo, avendovi Io presi da mezzo al mondo. E per questo siete odiati.
Vi ho detto: il servo non è da più del padrone. Se hanno perseguitato Me, perseguiteranno voi pure. Se avranno ascoltato Me, ascolteranno pure voi. Ma tutto faranno per causa del mio Nome, perché non conoscono, non vogliono conoscere Colui che mi ha mandato. Se non fossi venuto e non avessi parlato, non sarebbero colpevoli. Ma ora il loro peccato è senza scusa. Hanno visto le mie opere, udito le mie parole, eppure mi hanno odiato, e con Me il Padre. Perché Io e il Padre siamo una sola Unità con l’Amore. Ma era scritto*: “Mi odiasti senza ragione”. Però, quando sarà venuto il Consolatore, lo Spirito di verità che dal Padre procede, sarà da Lui resa testimonianza di Me, e voi pure mi testimonierete, perché dal principio foste con Me.
Questo vi dico perché, quando sarà l’ora, non rimaniate accasciati e scandalizzati. Sta per venire il tempo in cui vi cacceranno dalle sinagoghe e in cui chi vi ucciderà penserà di fare culto a Dio con ciò. Non hanno conosciuto né il Padre né Me. In ciò è la loro scusante. Non ve le ho dette così ampie prima di ora, queste cose, perché eravate come bambini pur mo’ nati. Ma ora la madre vi lascia. Io vado. Dovete assuefarvi ad altro cibo. Voglio lo conosciate.

34 Nessuno più mi chiede: “Dove vai?”. La tristezza vi fa muti. Eppure è bene anche per voi che Io me ne vada. Altrimenti non verrà il Consolatore. Io ve lo manderò. E quando sarà venuto, attraverso la sapienza e la parola, le opere e l’eroismo che infonderà in voi, convincerà il mondo del suo peccato deicida e di giustizia sulla mia santità. E il mondo sarà nettamente diviso nei reprobi, nemici di Dio, e nei credenti. Questi saranno più o meno santi, a seconda del loro volere. Ma il giudizio del principe del mondo e dei suoi servi sarà fatto. Di più non posso dirvi, perché ancora non potete intendere. Ma Egli, il divino Paraclito, vi darà la Verità intera, perché non parlerà di Se stesso. Ma dirà tutto quello che avrà udito dalla Mente di Dio e vi annunzierà il futuro. Prenderà ciò che da Me viene, ossia ciò che ancora è del Padre, e ve lo dirà.
Ancora un poco da vedersi. Poi non mi vedrete più. E poi ancora un poco, e poi mi vedrete.

35 Voi mormorate fra voi ed in cuor vostro. Udite una parabola. L’ultima del vostro Maestro.
Quando una donna ha concepito e giunge all’ora del parto, è in grande afflizione perché soffre e geme. Ma quando il piccolo figlio è dato alla luce ed ella lo stringe sul cuore, ogni pena cessa e la tristezza si muta in gioia, perché un uomo è venuto al mondo.
Così voi. Voi piangerete e il mondo riderà di voi. Ma poi la vostra tristezza si muterà in gioia. Una gioia che il mondo mai conoscerà. Voi ora siete tristi. Ma, quando mi rivedrete, il vostro cuore diverrà pieno di un gaudio che nessuno avrà più potere di rapirvi. Una gioia così piena che vi offuscherà ogni bisogno di chiedere e per la mente e per il cuore e per la carne. Solo vi pascerete di rivedermi, dimenticando ogni altra cosa. Ma proprio da allora potrete tutto chiedere in mio Nome, e vi sarà dato dal Padre perché abbiate sempre più gioia. Domandate, domandate. E riceverete.
Viene l’ora in cui potrò parlarvi apertamente del Padre. Sarà perché sarete stati fedeli nella prova e tutto sarà superato. Perfetto quindi il vostro amore, perché vi avrà dato forza nella prova. E quanto a voi mancherà Io ve lo aggiungerò prendendolo dal mio immenso tesoro e dicendo: “Padre, lo vedi. Essi mi hanno amato credendo che Io venni da Te”. Sceso nel mondo, ora lo lascio e vado al Padre, e pregherò per voi».

36 «Oh! ora Tu ti spieghi. Ora sappiamo ciò che vuoi dire e che Tu sai tutto e rispondi senza che nessuno ti interroghi. Veramente Tu vieni da Dio!».
«Adesso credete? All’ultima ora? È tre anni che vi parlo! Ma già in voi opera il Pane che è Dio e il Vino che è Sangue non venuto da uomo, e vi dà il primo brivido di deificazione. Voi diverrete dèi se sarete perseveranti nel mio amore e nel mio possesso. Non come lo disse Satana ad Adamo ed Eva, ma come Io ve lo dico. È il vero frutto dell’albero del Bene e della Vita. Il Male è vinto in chi se ne pasce, ed è morta la Morte. Chi ne mangia vivrà in eterno e diverrà “dio” nel Regno di Dio. Voi sarete dèi se permarrete in Me. Eppure ecco... pur avendo in voi questo Pane e questo Sangue, poiché sta venendo l’ora in cui sarete dispersi, voi ve ne andrete per vostro conto e mi lascerete solo... Ma non sono solo. Ho il Padre con Me. Padre, Padre! Non mi abbandonare! Tutto vi ho detto... Per darvi pace. La mia pace. Ancora sarete oppressi. Ma abbiate fede. Io ho vinto il mondo».

37 Gesù si alza, apre le braccia in croce e dice con volto luminoso la sublime preghiera al Padre. Giovanni la riporta integralmente.*
Gli apostoli lacrimano più o meno palesemente e rumorosamente. Per ultimo cantano un inno.

38 Gesù li benedice. Poi ordina: «Mettiamoci i mantelli, ora. E andiamo. Andrea, di’ al capo di casa di lasciare tutto così, per mio volere. Domani... vi farà piacere rivedere questo luogo». Gesù lo guarda. Pare benedire le pareti, i mobili, tutto. Poi si ammantella e si avvia, seguito dai discepoli.
Al suo fianco è Giovanni, al quale si appoggia. «Non saluti la Madre?», gli chiede il figlio di Zebedeo.
«No. È tutto già fatto. Fate, anzi, piano».
Simone, che ha acceso una torcia alla lumiera, illumina l’ampio corridoio che va alla porta. Pietro apre cauto il portone ed escono tutti nella via e poi, facendo giocare un ordigno, chiudono dal di fuori. E si pongono in cammino.

Estratto di "l'Evangelo come mi è stato rivelato" di Maria Valtorta ©Centro Editoriale Valtortiano http://www.mariavaltorta.com/

 Quamvis sciam, quod Mariam nemo digne prædicet;
Tamen vanus & insanus est, qui eam reticet.

Chiesa e post concilio: Pierfrancesco Nardini. ADOZIONE, NON FECONDAZIONE

Chiesa e post concilio: Pierfrancesco Nardini. ADOZIONE, NON FECONDAZIONE: Sempre più spesso capita di notare come, nel momento in cui una coppia ha difficoltà ad avere figli, automaticamente pensa di ricorrere all...

Bellissime



Da, Dómine, virtútem mánibus meis ad abstergéndam omnem máculam; ut sine pollutióne mentis et córporis váleam tibi servíre.
Impóne, Dómine, cápiti meo gáleam salútis, ad expugnándos diabólicos incúrsus.
Deálba me, Dómine, et munda cor meum; ut, in Sánguine Agni dealbátus, gáudiis pérfruar sempitérnis.
Præcínge me, Dómine, cíngulo puritátis, et exstíngue in lumbis meis humórem libídinis; ut máneat in me virtus continéntiæ et castitátis.
Mérear, Dómine, portáre manípulum fletus et dolóris; ut cum exsultatióne recípiam mercédem labóris.
Redde mihi, Dómine, stolam immortalitátis, quam pérdidi in prævaricatióne primi paréntis: et, quamvis indígnus accédo ad tuum sacrum mystérium, mérear tamen gáudium sempitérnum.
Dómine, qui dixísti: Jugum meum suáve est et onus meum leve: fac, ut istud portáre sic váleam, quod cónsequar tuam grátiam. Amen.

Concedi, o Signore, che le mie mani siano monde da ogni macchia: affinché possa servirti con purezza di mente e di corpo.
Imponi, o Signore, sul mio capo l’elmo della salvezza, per vincere gli assalti del demonio.
Puríficami, o Signore, e monda il mio cuore: affinché, purificato nel sangue dell’Agnello, io goda dei gaudii eterni
Cíngimi, o Signore, col cingolo della purezza, ed estingui nei miei lombi l’ardore della concupiscenza; affinché si mantenga in me la virtú della continenza e della castità.
Fa, o Signore, che io mériti di portare il manipolo del pianto e del dolore: affinché riceva con gioia la mercede del mio lavoro.
Réndimi, o Signore, la stola dell’immortalità, perduta per la prevaricazione del primo padre; e sebbene io acceda indegno al tuo sacro mistero, fa che possa meritare il gaudio eterno.
O Signore, che hai detto: Il mio giogo è soave e il mio carico è lieve: fa che io possa portare questo in modo da conseguire la tua grazia. Amen.