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Presentado el escudo Papal de
Benedicto XVI
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Tiene novedades con respecto a la
tradición
CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 29 abril 2005
(ZENIT.org).-
Una concha, el «moro de Freising» y el «oso
de Corbiniano»: los elementos que el cardenal Ratzinger
eligió para su escudo episcopal se mantienen en el
escudo papal; otros --mitra en vez de tiara, y palio--
introducen novedad en la tradición heráldica del Sumo
Pontífice.
El diario de la Santa Sede «L’Osservatore Romano»
desveló en su edición italiana del jueves el escudo rico
de simbolismos que ha elegido Benedicto XVI como
expresión de su personalidad y pontificado.
Es tradición de al menos ocho siglos que los Papas
tengan su propio escudo personal. El que ha adoptado
Joseph Ratzinger tras su elección a la Sede Petrina tiene
una composición muy sencilla, «en forma de cáliz», la
más utilizada en la heráldica eclesiástica, la otra, «en
forma de cabeza de caballo», es la que adoptó Pablo VI.
El escudo contiene los símbolos que Ratzinger ya había
introducido en su escudo como arzobispo de Múnich y
Freising, y después como cardenal, pero la composición
es nueva. El campo principal --al centro--, en rojo, lleva
otros dos laterales de color oro en los ángulos superiores
--a modo de capa--.
La capa es un símbolo de religión. Indica un ideal
inspirado en la espiritualidad monástica, y más
típicamente en la benedictina, apunta el arzobispo
Andrea Cordero Lanza di Montezemolo aclarando todos
estos cambios en el diario del Vaticano.
En el campo principal, en el punto más noble del escudo,
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hay una gran concha de oro, cuyo significado explica el
propio Ratzinger en su autobiografía «Mi Vida: Memorias
1927 – 1977»: es «sobre todo el signo de nuestro ser
peregrinos, de nuestro estar en camino».
«Pero también --añadía-- me recuerda la leyenda según
la cual Agustín, que se rompía la cabeza en torno al
misterio de la Trinidad, habría visto en la playa a un niño
que jugaba con una concha, con la que sacaba agua del
mar e intentaba traspasarla a un pequeño hoyo. Habría
dicho: tan poco como este hoyo puede contener el agua
del mar, igual de poco tu razón puede comprender el
misterio de Dios».
«Por esto la concha representa para mí una llamada a mí
gran maestro, Agustín, a mi trabajo teológico y, a la vez,
a la grandeza del misterio, que es siempre mucho mayor
que toda nuestra ciencia», aclaraba.
Otros dos símbolos, procedentes de la tradición de
Baviera --de donde es originario el nuevo Papa--,
conforman también el escudo. Mirándolo, a la izquierda,
hay una cabeza de moro (de color moreno), coronada. El
elemento no es raro en la heráldica europea, y en la
tradición bávara es muy frecuente. Se le denomina
«caput ethiopicum» o «moro de Freising».
Como explicaba el propio Ratzinger en su autobiografía,
el elemento se encuentra en los escudos de los obispos
de Freising desde hace unos mil años.
«No sé cuál es su significado. Para mí es la expresión de
la universalidad de la Iglesia, que no conoce ninguna
distinción de raza y de clase, porque todos nosotros
“somos uno” en Cristo (Ga 3,28)», apuntaba.
Mientras que en la derecha de la capa aparece la
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imagen de un oso con una carga. Es el «oso de
Corbiniano».
Hace referencia a leyenda del obispo Corbiniano --
fundador de la diócesis de Freising--. De ahí tomó
Ratzinger este elemento. Llegado de Arpajon, en los
alrededores de París, hacia al año 724 para anunciar el
Evangelio en la antigua Baviera, san Corbiniano es
venerado como padre espiritual y patrono de la
archidiócesis.
«Un oso --narra esta historia-- había despedazado el
caballo del santo, que se dirigía a Roma. Corbiniano le
reprochó ásperamente por aquella fechoría y, en castigo,
le cargó en sus lomos la carga que hasta ese momento
había llevado el caballo. El oso tuvo que transportar ese
peso hasta Roma y sólo allí el santo lo dejó libre»,
contaba el purpurado en su autobiografía.
Añadía: «El oso que llevaba la carga del santo me
recuerda una de las meditaciones sobre los Salmos de
San Agustín. En los versículos 22 y 23 del salmo 73 (72)
Agustín veía expresados el peso y la esperanza de su
vida», e interpretó «la carga de su servicio episcopal: “un
animal de tiro soy ante ti, por ti, y precisamente así estoy
cerca de ti”. Había elegido la vida del hombre de estudio
y Dios lo había destinado a hacer de “animal de tiro”».
«El oso con la carga, que sustituyó al caballo o, más
probablemente, a la mula de San Corbiniano
convirtiéndose --contra su voluntad-- en su animal de
carga, ¿no era y no es una imagen de aquello que debo
ser y de lo que soy?», escribía Ratzinger.
Así como en su interior el escudo lleva las simbologías
ligadas a la persona --sus ideales, tradiciones, programa
de vida y principios--, los símbolos de grado, dignidad y
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jurisdicción del individuo aparecen en cambio en torno al
escudo.
De tiempo inmemorial es tradición que en el Sumo
Pontífice lleve en su escudo las dos llaves cruzadas --en
cruz de San Andrés--, una de oro y otra de plata.
Aparecen por detrás del escudo, afirmándose con cierta
evidencia. Varios autores las interpretan como los
símbolos del poder espiritual y temporal.
El Evangelio de Mateo (16,19) narra que Cristo dijo a
Pedro --añade el arzobispo Cordero--: «A ti te daré las
llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra
quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra
quedará desatado en los cielos». Las llaves son por lo
tanto el típico símbolo del poder dado por Cristo a San
Pedro y a sus sucesores. De ahí que con justicia
aparezcan en todo escudo papal.
Pero Benedicto XVI ha decidido no poner la tiara --que
desde tiempos antiguos aparecía en la heráldica del
Sumo Pontífice-- en su escudo oficial personal, sino
sustituirla con una sencilla mitra.
La mitra pontificia representada en su escudo,
recordando la simbología de la tiara, es de plata y lleva
tres franjas de oro --simbolizando los tres poderes del
sumo pontífice: de orden sagrado, de jurisdicción y de
magisterio-- unidas verticalmente entre sí en el centro
para indicar su unidad en una misma persona.
Por su parte, totalmente novedoso en el escudo de
Benedicto XVI es la presencia del palio. Se trata de un
antiguo símbolo episcopal tejido en lana pura. Y no es
tradición, al menos reciente, que los Sumos Pontífices lo
representaran en su escudo.
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En cualquier caso, el palio es la típica insignia litúrgica
del Sumo Pontífice. Indica el encargo de ser el pastor del
rebaño de Cristo. En los primeros siglos los Papas usaban
una verdadera piel de cordero apoyada en los hombros.
Después se inició el uso de una banda de lana blanca.