Ser santos
Aventura.
La
santidad es la aventura más grande que un hombre puede vivir en este mundo,
porque mientras camina por el camino escarpado de la santidad, tiene debajo el
abismo infernal, y arriba el Cielo bendito.
¿Hay
mayor aventura en este mundo que el tratar de ser santos? Claro que no la hay,
porque esta aventura no es una película de cine, sino que es nuestra propia
película, donde somos el actor principal, y el premio o el castigo son eternos,
así que nos conviene a nosotros mismos salir victoriosos y que la película
tenga un final feliz.
¡Qué
desgracia es dejar pasar el tiempo en frivolidades sin detenerse a pensar que
vivimos una sola vez en el mundo y que lo que hagamos en el tiempo, queda
fijado para toda la eternidad! Si pensáramos un poco más en esto, no
desperdiciaríamos tantos momentos en tonterías, incluso en pasatiempos
pecaminosos o al menos inútiles.
Si
no pensamos en el Cielo que nos espera si somos buenos, o en el Infierno que
nos acogerá si somos malos, entonces no tendremos el empuje necesario para
emprender el difícil camino de nuestra santificación personal. Porque quien
quiere alcanzar un premio, como los corredores en el estadio, pone todas sus
fuerzas para alcanzarlo. Y quienes quieren evitar un peligro, tratan de escapar
de todos los modos posibles. ¿Y qué mayor premio que el Cielo? ¿Y qué mayor
peligro que condenarse para siempre en el Infierno?
Por
eso para ser santos debemos pensar necesariamente en el más allá, con premios y
castigos “eternos”, y así tendremos ánimo para seguir en el combate de cada
día.
Cuore immacolato di Maria,
prega per noi adesso
e nell'ora della nostra morte.
e nell'ora della nostra morte.