Libros y hojas sueltas
y de las conversaciones familiares.
De las medallas, Rosarios y escapularios
Séptimo medio
323. Gracias sean dadas a Dios, todos lo libritos han producido felices resultados; pero de quienes he hallado más almas convertidas ha sido El Camino recto y El Catecismo explicado. De la lectura de estos dos libros encuentro muchísimas conversiones, y aun en esta corte no pasa día que no se me presenten almas determinadas a mudar de vida por haber leído ese libro. Todos lo buscan y no reposan hasta haberse hecho con él; todos sin distinción de clase lo desean tener, y este deseo general me ha obligado a hacer una impresión de lujo para la gente de categoría superior, y se lo han procurado la Reina, el Rey, la Infanta, Damas de Palacio, Gentiles hombres y toda la nobleza. Se puede decir que en la clase (alta) no hay casa alguna o palacio en que no se halle uno o más ejemplares de El Camino recto de lujo, y en las demás clases de los otros más sencillos.
324. Como yo he escrito tantos y (tan) diversos libros, yo no lo sé. Vos lo sabéis, Dios mío; digo mal, sí lo sé. No soy yo quien ha escrito, sois Vos, sí, Vos sois, Dios mío, que os habéis servido de este miserable instrumento para esto, pues no tenía saber, ni talento, ni tiempo para esto; pero Vos, sin yo entenderlo, me lo proporcionabais todo. ¡Bendito seáis, Dios mío!
325. El fin que me proponía era la mayor gloria de Dios, la conversión de los (pecadores) y la salvación de las almas. Por esto escribí en forma de Avisos para todos los estados de la sociedad; pero los dos que más me llevaron tras sí el corazón fueron los Niños y Niñas. Por esto di a luz cuatro catecismos, como ya he dicho, y además he escrito para ellos libritos y hojas sueltas.
326. La otra clase que más me llamaba la atención era la clerical. ¡Oh si todos los que siguen la carrera eclesiástica fueran hombres de verdadera vocación, de virtud y de aplicación al estudio! ¡Oh qué buenos sacerdotes serían todos! ¡Qué [de] almas se convertirían! Por esto he dado a luz aquella obrita en dos tomos que se llama El Colegial o el Seminarista instruido, obra que ha gustado a cuantos la han leído. Todo sea a su mayor honor y gloria.
327. Y como somos criados para conocer, amar, servir y alabar (a Dios), he pensado que para llenar un clérigo todos sus deberes necesitaba saber de canto eclesiástico, y al efecto he escrito y dado a luz un cuaderno [en] que con la mayor brevedad y facilidad se enseña el modo de cantar y alabar a Dios.
328. En todos lo libros que se han publicado, no se ha buscado el interés, sino la mayor gloria de Dios y el bien de las almas. Nunca he cobrado un maravedí como propiedad de lo que (he) mandado imprimir, al contrario, he dado gratuitamente millares de millares de ejemplares, y aun en el día estoy dando, y, Dios mediante, daré hasta la muerte, si puedo, pues que he considerado que era ésta la mejor limosna que en el día puede hacerse.
329. A fin de poder dar y vender a la mayor baratura posible, pensé poner una Imprenta Religiosa bajo la protección de María Santísima de Monserrat, como patrona que es de Cataluña, y del glorioso San Miguel. Comuniqué este pensamiento al S[eñor] Caixal y el S[eñor] Palau, entonces Canónigos de Tarragona y en el día obispos, el uno de la Seo de Urgel y el otro de Barcelona, que en el día aún cuidan de ella bajo la dirección inmediata de un Administrador.
330. Lo que ha hecho y está haciendo la Librería Religiosa, no hay más que visitar el establecimiento o imprenta y además leer el Catálogo de lo que ha impreso; y aun ni así se pueden bien conocer, porque aquellas obras que están allí consignadas llevan algunas de ellas
muchas reimpresiones. Hay alguna que llega a la impresión 38, y las tiradas son de muchos miles cada una.
331. Por medio de la Librería Religiosa los eclesiásticos y seglares se ha provisto y se están proveyendo de libros buenos, los mejores que se saben, y al más ínfimo precio, por manera que en ninguna imprenta de España se dan los libros con la baratura que los da (la) Librería Religiosa , ni tan correctos, ni en tan buenos tipos ni en papel, atendida la baratura. ¡Oh cuántas gracias debería dar a Dios por haberme inspirado tan grandioso y provechoso pensamiento!
332. Ahora que trato de libros, también diré el refuerzo que le ha venido a la Librería Religiosa con la Academia de San Miguel, aprobada por el Sumo Pontífice Pío IX y por el Gobierno de S. M. con Real Cédula, siendo SS. MM. Los primeros de los Coros. Tiene una Junta directiva en Madrid, que se reúne todos los Domingos; se ocupa de cumplir lo dispuesto por el Reglamento. Tiene muchísimos coros en Madrid y en las poblaciones principales de España y es incalculable el bien que se hace.
333. Siempre los libros buenos y hojas sueltas producen su buen efecto, pero lo producen muy copioso cuando se dan en las misiones. Entonces ayudan a la predicación y confirman lo que han oído de viva voz y hacen que el fruto sea más perseverante. Yo por esto en las misiones y predicaciones doy grande abundancia.
334. Otro de los medios que hace mucho bien es el de tener conversaciones familiares. ¡Oh qué bien tan grande producen! Entre los primeros Padres de la Compañía había un hermano lego que iba a la compra todos los días, y era tan feliz en las conversaciones con las gentes que había de tratar, que había convertido más almas que ningún misionero. Esto lo había leído yo cuando aún era estudiante, y me gustó tanto, que siempre que podía lo ponía por obra, según las circunstancias que se presentaban.
335. Si se hablaba de la muerte o se oían tocar las campanas, me ofrecía oportunidad de hablar de la fragilidad e inconstancia de nuestro ser, cómo hemos de morir y la cuenta que hemos de rendir a Dios. Si había alguna tempestad de rayos y truenos, (me hacía pensar) en el juicio y hablar de aquel día grande. Si se estaba al lado del fuego, hablaba del fuego del infierno. Una vez hablaba con un Cura párroco al lado del fuego en su cocina, y de la conversación que tuve con él como por pasatiempo se movió tanto, que al día siguiente hizo conmigo una confesión general de cosas que nunca se había atrevido a confesar, y con aquella conversación se conmovió y se arrepintió muy de veras.
336. Cuando iba de viaje, con las gentes que se juntaban conmigo hablaba según la oportunidad que se presentaba. Si veía flores, les llamaba la atención y les decía que así como las plantas producían flores tan hermosas y olorosas, nosotros habíamos de producir virtudes; verbigracia, la rosa nos enseña la caridad, la azucena la pureza, la violeta la humildad, y así las demás. Hemos de ser, como dice el Apóstol, bonus odor sumus Christi Dei in omni loco. Al ver algún árbol con fruta, les hablaba cómo nosotros hemos de dar fruto de buenas obras, o si no, seríamos como aquellas dos higueras de que nos habla el Evangelio. Al pasar cerca de un río le hablaba cómo el agua nos enseña a pensar que andamos a la eternidad. Al oír el canto de los pájaros, una música, etc., les hablaba del cántico eterno y nuevo del cielo; y así de lo demás. Con estas conversaciones familiares había observado que se hacía muchísimo bien, porque les pasaba lo que a aquellos dos que iban a Emaús; y además se evitan conversaciones inútiles y quizá murmuraciones.
337. También es medio muy poderoso de que me valía para hacer el bien el dar Rosarios y enseñarles el modo de rezarle, el dar medallas y decirles cómo las han de llevar y cómo las han de besar mañana y noche. También dar escapularios y decirles qué significan y cómo los han de llevar.
338. Igualmente es muy poderoso para excitar la piedad tener facultades para bendecir imágenes, medallas, rosarios y escapularios. Así ellos se los procuran y los traen en el días seña[la]dos para la bendición que hacía desde el púlpito. Esto los entusiasma, los enfervoriza y les da un piadoso recuerdo de la misión y de lo que se ha dicho y practicado en ella.
339. También he escrito un librito en que trato del origen del Escapulario azul celeste, las gracia e indulgencias que se ganan, y muchísimas personas lo han recibido en esta corte de Madrid, y singularmente la Reina, el Rey, el Príncipe y las dos Infantas, todas las azafatas y camaristas.
Cor Mariæ
Immaculatum,
intercede pro nobis!