LA GLORIA DEL OLIVO: BENEDICTO XVI
14-10-2016
Señor mío, esta noche del viernes 14-de octubre del 2016, poco antes del comienzo de mi
oración y encuentro contigo, me llevas al encuentro espiritual con el papa Benedicto XVI, siendo
conducida por Tu Santo y Divino Espíritu, me unes a él, principalmente, en un acto de despedida,
también de agradecimiento por su pontificado y servicio como Tu Vicario aquí en Tu Iglesia.
Al mismo tiempo, ha sido un encuentro de unión mística de su Iglesia para dar continuidad a
lo que él termina. Habiéndolo Tu purificado y llevado a una preparación para este final de su carrera y
misión aquí en la tierra, en paz está ya su alma aguardando solamente el día y la hora que Tú ya le
tienes destinada para cumplir con su última encomienda, antes de dar la vida por ti, en testimonio de
la Verdad por amor a la cruz.
Él sabe que su hora esta ya próxima, y por eso has permitido este encuentro de almas que Tú,
mi Dios, ya habías venido preparando, en días pasados, en mis ofrecimientos por el papa Benedicto
XVI. Amén
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Yo conozco todos los caminos del hombre y el fondo de vuestros
corazones, voy preparando todos los acontecimientos a fin de que todo se
cumpla como os lo he anunciado y en Mi Voluntad.
Próxima está ya la hora para Mi Benedicto, alma víctima del Amor
Santo; por eso, Yo he deseado esta unión de almas víctimas, encuentro de
despedida, siendo también un acto de agradecimiento y un pacto de amor,
entre Mi Vicario y vosotras, almas unidas místicamente a Él, Pastor que da la
vida por sus ovejas; y también de agradecimiento, por parte de Benedicto,
con vuestra alma que generosamente asume y tomáis como propio parte de
su sufrimiento en su martirio, al igual que otros de mi profetas y almas
victimas por amor y fidelidad a Benedicto XVI.
Lo mismo es para los dos
pilares que ahora sostienen a Mi Iglesia, Juan de Dios Mi ungido, y Joseph.
El alma de Benedicto comunica a vuestra alma en esta unión mística,
unas palabras para su Rebaño y vos, como mensajera, debéis comunicar y
hacer llegar su mensaje.
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Benedicto XVI :
La paz y el amor de Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo esté con
todos vosotros, pueblo de Dios, rebaño fiel del PASTOR Eterno de las almas,
Jesucristo, el Señor.
El Señor me eligió como Pastor de Su Rebaño aquí en la tierra, Vicario
de Su Iglesia , llevando el emblema LA GLORIA DEL OLIVO; y es ahora, al
final de mi carrera, cuando ya mis días están contados, que Jesucristo
Misericordioso ha tenido gran Misericordia de mí, su siervo, pues postrado me
he encontrado yo a los pies de Mi Salvador; y ante todos vosotros, hermanos
míos, me reconozco un gran pecador, habiendo sucumbido a numerosos
engaños, tentaciones y trampas del enemigo del alma, que nos sabe bien
poner en el camino mientras vamos peregrinos en esta tierra.
Mi corazón siempre fue recto, siempre fue para el Señor, quien me
llamó a servirle y ser pescador de hombres, Jesucristo Salvador, Rey de Reyes,
Señor de Señores y Rey de la Gloria.
Como mi antecesor, Juan Pablo II, yo también llegué a comprender las
palabras proféticas para este final de los tiempos: MEXICO SIEMPRE FIEL;
lugar en donde quiso establecer su casita la Santísima Virgen María, la
Guadalupana, que como a Juan Diego ME SALIÓ AL ENCUENTRO a mi
llegada a esta tierra mexicana, porque no sólo el Tepeyac es de María sino
toda la nación que tanto la venera.
Fue como si el Tepeyac, tierra de gracia y bendición, tierra de Santos
Mártires, me estuviese revelado a Mi, Siervo de Dios, mi Calvario, porque la
Gracia de la gran Madre de Dios me salió al encuentro, y desde ahí marcó, en
mi alma, el principio del final de mi misión como Vicario de Cristo.
Todo estaba ya dicho y elegido por el Cielo, y el que tiene todo el poder,
el honor y la gloria, pero mi hora aún no estaba señalada; y la señaló el mismo
Dios por medio de la Santísima Virgen María; y el día de mi renuncia a la falsa
Iglesia, a la Iglesia apóstata, así lo quiso y lo permitió en mi el Altísimo, a fin
de dar todo cumplimiento a este final de los tiempos y a todas la profecías y
apariciones de la Santísima Virgen María en el mundo entero.
EL OLIVO ES EL SEÑOR, EL HIJO DE DIOS, que quiso entregarse en la
Cruz para salvarnos y darnos vida eterna. Hay que pasar y subir al Calvario
para darle Gloria a Dios, al Señor que nos eligió para completar en nosotros
su Obra Divina.
El Señor, que es siempre fiel, bondadoso y rico en Misericordia, me ha
sumergido con Él en sus agonías, en su Pasión dolorosa, que debo yo también,
al igual que el Divino Maestro, culminar en el monte calvario, en el huerto de
los olivos, en donde he estado este tiempo y en donde debe terminar mis días
en esta tierra de paso, para luego ir al encuentro definitivo con el Señor, por
la eternidad, donde Él me espera, habiendo sido purificada mi alma por mis
numerosos pecados y negligencias en la misión que el Señor me confió.
Pueda
yo, hermanos míos, darle LA GLORIA AL OLIVO, AL SEÑOR, AL PASTOR
SUPREMO DE LAS ALMAS.
He sufrido con gozo y paz esta purificación para mi propia alma y por
el rebaño que se me ha confiado y el depósito de la fe.
La Santísima Virgen
María ha sido mi fiel compañera del calvario, y lo será hasta mi último suspiro,
que será en la cruz del Señor, dando un Verdadero testimonio del amor a la
Cruz, para que también cada uno de vosotros, mis hermanos en la Fe, sigan
no mis pasos sino los de Aquél que me llamó a servirle, AL HIJO DE DIOS
VIVO, DEL DIOS VERDADERO, que murió y resucito en la cruz por mi, pobre
pecador, e indigno siervo suyo, y por cada uno de vosotros, mis queridos
hermanos.
No desfallezcáis, porque ahora, comenzando conmigo como Pastor y
Vicario de Cristo, es nuestra pasión, la pasión de la Iglesia de Cristo; tenéis a
María como LA CORREDENTORA, SEÑORA Y ABOGADA, MEDIADORA DE
TODAS LAS GRACIAS, caminemos, pues, de la mano de MARIA, LA MADRE
DE DIOS ALTISIMO, LA QUE ES CORREDENTORA EN ESTA HORA,
CORREDENTORA DE LA VERDADERA IGLESIA, la que ahora está escondida
conmigo, la que persevera en la verdad, la que va rumbo al calvario.
YO, BENEDICTO XVI, VICARIO DE CRISTO, último Papa y Pastor
universal del Rebaño de Cristo, declaro ya desde ahora, a vosotros Iglesia,
que EL TRIUNFO YA ES DE MARIA, LA CORREDENTORA, la que en estos
tiempos guía y lleva a la Iglesia al monte Calvario, a dar la vida y morir por
Cristo Jesús.
Mis días están ya contados y voy gustoso a dar la vida por Mi Salvador,
pidiendo, al que me llamó, a darle Honor y Gloria: que mi purificación , mi
martirio del alma, que ya he padecido por tres años y medio en este exilio,
sirva para rescate de las almas que Dios Misericordioso me confió a mi,
indigno siervo suyo.
Agradezco a cada uno de vosotros, mis hermanos, los que amáis al
Señor y buscáis de todo corazón la verdad, dar testimonio de quien es la
Verdad y la Vida, la Luz del mundo y sal de la tierra, JESUCRISTO, CAMINO,
VERDAD Y VIDA, ÚNICO medio y camino para la salvación del alma. Sólo por
Él se llega al PADRE Y AL CONOCIMIENTO DE LA VERDAD; Y LA VERDAD
ES UNA, COMO UNO SOLO ES EL SEÑOR.
El que nos espera a cada uno en la Cruz, en el huerto de los olivos, en el
monte calvario. La oración nos une en la Voluntad de Divina, único medio de
salvación. Vayamos, pues, hermanos míos al encuentro de Jesús en compañía
de María, la Santísima Madre del Salvador; Ella la elegida desde siempre, LA
CORREDENTORA EN ESTA HORA.
Reciban mi Bendición.
BENEDICTAT VOS OMNIPOTENS DEUS, PATER, EL FILIUS ET
SPIRITUS SANCTUS.
Amén, amén, amén.