martedì 6 dicembre 2022

PARA DAROS A CONOCER A MARÍA.



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 "¡BIEN HECHO, SIMÓN! 

OS HE QUERIDO AQUÍ PARA DAROS A CONOCER A MARÍA. 

MUCHOS DE VOSOTROS CONOCÉIS A LA "MADRE" MARÍA, 

ALGUNOS A LA "ESPOSA" MARÍA. 

PERO NADIE CONOCE A LA "VIRGEN" MARÍA.

 

"¡Bien hecho, Simón! Os he querido aquí para daros a conocer a María. Muchos de vosotros conocéis a la "madre" María, algunos a la "esposa" María. Pero nadie conoce a la "virgen" María. Os la quiero presentar en este jardín floreado al que vuestro corazón viene por el deseo de volverlo a ver, o para descansar después de las fatigas del apostolado.

Os oí hablar a todos vosotros, apóstoles, discípulos, parientes sobre mi Madre. He escuchado vuestros sentimientos, recuerdos, juicios. Os transformaré todo ello que es digno de admiración, en algo sobre humano, en un conocimiento sobrenatural. Mi Madre, antes que Yo, se transfigura a los ojos de los más merecedores, para que puedan verla como es. Vosotros veis a una mujer sencilla. Una mujer que por su santidad parece diversa de las demás, pero que en realidad la veis como un alma en un cuerpo, como todas las demás de su sexo. Ahora quiero descubriros el alma de mi Madre. Su verdadera y eterna belleza.

 

ESCUCHAD LA PRIMERA TRANSFIGURACIÓN

 DE MARÍA

 

VEN AQUÍ, MADRE MÍA. NO TE SONROJES. NO TE RETIRES, 

HERMOSA PALOMA DE DIOS. 

TU HIJO ES LA PALABRA DE DIOS, Y PUEDE HABLAR DE TI, 

DE TU MISTERIO, DE TUS MISTERIOS, 

¡OH SUBLIME MISTERIO DE DIOS!

 

Ven aquí, Madre mía. No te sonrojes. No te retires, hermosa paloma de Dios. Tu Hijo es la Palabra de Dios, y puede hablar de ti, de tu misterio, de tus misterios, ¡oh sublime misterio de Dios! Sentémonos aquí, bajo la suave sombra de árboles en flor, cerca de la casa, cerca de tu santa habitación. Así. Levantemos esta tienda que ondea, y salgan ondas de santidad y de paraíso de esta habitación virginal, para que nos llene a todos de ella... Sí, también a Mí. Que perciba tus perfumes, Virgen perfecta, para poder soportar los hedores del mundo, para poder ver candor después de haber saciado mis pupilas con el tuyo... Aquí, Marziam, Juan, Esteban, discípulas, en frente a la puerta abierta de la casta morada de la Casta entre todas las mujeres. Vosotros amigos, detrás... ¡Aquí, a mi lado, amada Madre mía!

 

"LA ETERNA BELLEZA DEL ALMA DE MI MADRE". 

SOY LA PALABRA Y POR ESTO NO PUEDO EQUIVOCARME 

EN EL EMPLEO DE LOS TÉRMINOS. DIJE: 

ETERNA, NO INMORTAL. Y NO SIN RAZÓN LO HE DICHO.

 

Hace poco os decía: "la eterna belleza del alma de mi Madre". Soy la Palabra y por esto no puedo equivocarme en el empleo de los términos. Dije: eterna, no inmortal. Y no sin razón lo he dicho. Inmortal es lo que habiendo nacido no muere más. De este modo el alma de los justos es inmortal en el cielo, el alma de los pecadores es inmortal en el infierno, porque el alma creada, no muere más que a la gracia. El alma tiene una vida, existe desde el momento que Dios la piensa. Es el Pensamiento de Dios quien la crea. El alma de mi Madre desde siempre ha sido pensada por Dios, por esto es eterna en su belleza, en la que Dios ha derramado toda perfección para delicia y consuelo.

 

SEGÚN EL LIBRO DE SALOMÓN, NUESTRO ANTEPASADO, 

QUE TE VIO, Y POR LO TANTO PROFETA TUYO 

PUEDE DECIRSE: 

 

"DIOS ME POSEYÓ AL PRINCIPIO DE SUS OBRAS, 

DESDE EL INICIO, ANTES DE LA CREACIÓN. 

AB AETERNO FUI DECRETADA, 

ANTES DE QUE HUBIERA SIDO HECHA LA TIERRA.

 

Según el libro de Salomón, nuestro antepasado, que te vio, y por lo tanto profeta tuyo puede decirse: "Dios me poseyó al principio de sus obras, desde el inicio, antes de la creación. Ab aeterno fui decretada, antes de que hubiera sido hecha la tierra. Todavía no existían los mares y había sido yo concebida. Todavía no brotaban los manantiales, ni las montañas habían encontrado sus bases y ya existía yo. Antes de las colinas nacíNo había hecho todavía la tierra, ni los ríos, ni los quicios del mundo, y ya existía yo. Cuando preparaba los cielos y el Cielo, estaba ya presente. Cuando con leyes inviolables cerró la cubierta del abismo, cuando hizo que el firmamento celestial se quedase firme en lo alto y quedaran suspendidas las aguas, cuando al mar le puso sus límites y dio leyes a las aguas de que no los rebasasen, cuando echaba los cimientos de la tierra, estaba con El para poner orden en todas las cosas. Alegre y feliz siempre ante El. Me divertía yo en el universo"

 

!SÍ, OH MADRE A QUIEN DIOS, EL INMENSO, EL SUBLIME, 

EL INCREADO, LLEVÓ DENTRO DE SÍ! QUE TE LLEVÓ 

COMO UN PESO DULCÍSIMO

 

!Sí, oh Madre a quien Dios, el Inmenso, el Sublime, el Increado, llevó dentro de Sí! Que te llevó como un peso dulcísimo, lleno de júbilo porque te sentía palpitar, que le enviabas sonrisas con las que hizo la creación. El tuvo que desprenderse de ti para darte al mundo, alma delicadísima, nacida purísima para ser la "Virgen". Perfección de lo creado, luz del paraíso, consejo de Dios, que al mirarte pudo perdonar la culpa, porque tu sola, por ti sola, sabes amar como no lo hará jamás todo el linaje humano. ¡En ti el perdón de Dios! ¡En ti la medicina de Dios! ¡Tú caricia del Eterno en la herida que el hombre le hizo! ¡En ti la salvación del mundo, Madre del amor encarnado, del Redentor enviado! ¡El alma de mi Madre! ¡Hecho una sola con el Amor en mi Padre, yo te miraba dentro de Mí, oh alma de mi Madre!.... Tu resplandor, tu plegaria, la idea de que me llevaría me consolaban siempre de mi destino de dolor, de experiencias inhumanas, de lo que es el mundo corrompido. ¡Gracias, oh Madre! Llegué satisfecho al pensar en tus consuelos. ¡Descendí sintiéndote a ti sola! ¡Tu, perfume! ¡Tu, canto! ¡Tu, amor!... ¡Alegría, júbilo mío!

 

ESCUCHAD LA SEGUNDA TRANSFIGURACIÓN DE MARÍA,

 LA ELEGIDA DE DIOS.

 

Ahora que habéis escuchado, ahora que sabéis que una sola es la mujer en que no hay mancha, una sola la creatura que no hiere al Redentor, escuchad la segunda transfiguración de María, la elegida de Dios.

Era una tarde serena de Adar. Había flores en los árboles del huerto silencioso, y María, prometida de José, había cortado un ramo del árbol en flor para cambiarlo por el anterior que había en la habitación. Hacía poco que había llegado a Nazaret, del templo para honrar una casa de santos. Y con el alma dividida entre el templo, su casa y el cielo, miraba el ramo en flor, pensando que uno semejante, que se había abierto de improviso, un ramo cortado en este jardincito en lo duro del invierno, que había florecido como en primavera delante del Arca del Señor -tal vez le había dado luz y calor el Sol-Dios, radiante en su gloria- le había manifestado su voluntad... Y pensaba todavía que en el día de las nupcias José le había llevado otras flores, pero nunca semejante a la flor en  cuyos pétalos vio escrito: "Quiero que te cases con José"... Pensaba tantas cosas... y pensando subió a Dios. Sus manos trabajaban en la rueca y el huso. Hilaban un hilo más sutil que el cabello más fino de su juvenil cabeza...

Su alma tejía una alfombra de amor, siempre solícita en ir de la tierra al cielo, de los quehaceres de la casa, del cuidado por su esposo, a los de su alma, a los de Dios. Cantaba y oraba. La alfombra se formaba en el místico telar, se alargaba de la tierra al cielo, subía hasta perderse en las alturas... ¿Con qué estaba formada? Con hilos sutiles, perfectos, fuertes de sus virtudes, del hilo de la lanzadera que creía "suya", mientras que era de Dios: la lanzadera de la voluntad de Dios en la que había envuelto su voluntad desde pequeña, Ella la grande virgen de Israel, la desconocida al mundo, pero conocida a Dios. Su voluntad se había envuelto, se había hecho una con la voluntad del Señor. Y la alfombra se adornaba de flores de amor, de pureza, con palmas de paz, palmas de gloria, de almendros, de jazmines... Todas las virtudes florecían en su alfombra de amor que la Virgen de Dios desenrollaba, invitadora, desde la tierra al cielo. Y como la alfombra no alcanzaba, lanzaba su corazón cantando: "Venga mi amado a su jardín, a su huerto de aromas, a pasearse entre jardines, a cortar lirios. ¡Yo soy de mi Amado, y mi Amado es mío, El que apacienta entre lirios!" Y de las lejanías infinitas, entre torrentes de luz, se oyó una voz que el oído humano no puede escuchar, ni garganta humana pronunciar. Decía: "¡Qué bella eres, amiga mía!" ¡Que bella!... ¡Tus labios destilan miel!... Un jardín cerrado eres. Una fuente sellada, hermana, esposa mía..." y las dos voces se unían para cantar la eterna verdad: "¡El amor es más fuerte que la muerte!. ¡Nada puede extinguir o ahogar nuestro amor!" Y la Virgen se transfiguraba así... así... mientras bajaba Gabriel y la llamaba a la tierra. Hacía que su espíritu volviese a la carne, para que pudiera escuchar, comprender la petición del que la había llamado "hermana", pero que la haría su "esposa".

Y el misterio se realizó. Una púdica, la más púdica de todas las mujeres, la que ni siquiera conocía o conoce el estímulo instintivo de la carne, se sintió turbada ante el ángel de Dios, porque aun un ángel turba la humildad y pudor de la Virgen, y sólo se calmó al oírlo hablar, y creedme, dijo la palabra por la que "su" amor se convirtió en carne y vencerá a la muerte, y ningún agua podrá extinguirlo, ni perversidad alguna sumergirlo en lo profundo..."

Jesús se inclina dulcemente sobre María que se ha puesto a sus pies como extática, recordando aquella lejana hora, llena de una luz especial que parece brotase de su alma, y sumisamente le pregunta: "¿Cuál fue tu respuesta, oh Purísima, a quien te aseguró que siendo Madre de Dios, no perderías tu perfecta virginidad?"

Y María, como en sueño, despacio, sonriente, con los ojos dilatados por lágrimas de júbilo responde: "¡He aquí a la esclava del Señor! ¡Se haga de mí según su palabra!" y reclina su cabeza sobre las rodillas de Jesús, adorándolo.

 

"Y SE HIZO. Y SE HARÁ HASTA EL FIN. 

HASTA LA OTRA Y LA OTRA DE SUS TRANSFIGURACIONES. 

SERÁ SIEMPRE "LA ESCLAVA DEL DIOS". 

HARÁ SIEMPRE COMO DIRÁ "LA PALABRA". 

¡MI MADRE" 

¡ESTA ES MI MADRE! 

 

Jesús le pone su manto. La esconde a los ojos de los circunstantes y dice: "Y se hizo. Y se hará hasta el fin. Hasta la otra y la otra de sus transfiguraciones. Será siempre "la esclava del Dios". Hará siempre como dirá "la Palabra". ¡Mi Madre" ¡Esta es mi Madre! Y está bien que empecéis a conocerla en toda su santa figura... ¡Madre! ¡Madre! ¡Levanta tu rostro, Amada mía! Haz que vuelvan a la tierra donde estamos por ahora tus devotos..." dice descubriendo a María después de algún tiempo, durante el que no se escuchó el zumbido de las abejas y el chorrito de la fuentecita, que melodiosamente caía.

María levanta su rostro bañado en lágrimas y susurra: "¿Por qué, Hijo mío, me has hecho esto? Los secretos del Rey son sagrados..."

"Pero el Rey puede revelarlos cuando quiera. Madre, lo he hecho para que se comprenda lo que dijo un profeta: "Una mujer encerrará dentro de sí al Hombre", y lo de otro: "La Virgen concebirá y dará a luz su Hijo"Y también para que estos que se horrorizan de muchas cosas que suceden al Verbo de Dios, por parecerles humillantes, tengan en cambio otras cosas que los confirmen en su alegría de ser "míos"De este modo no se escandalizarán más y también por ello conquistarán el cielo... Quien tenga que ir a donde deba hospedarse, puede irse. Quédense las mujeres y Marziam. Mañana al amanecer estén todos los varones, que quiero llevarlos no muy lejos, luego regresaremos a despedirnos de las discípulas para regresar a Cafarnaum, reunir a los otros discípulos y enviarlos después de ellas."

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VI. 217-228

A. M. D. G.

LUCE FIRMAMENTO MARE

 TRES COSAS SON LAS QUE MÁS HABLAN DE DIOS

 

Tres son las cosas que más hablan de Dios en lo creado. 

La luz, el firmamento, el mar

El orden de los astros y meteorológico, es reflejo del orden divino; 

la luz, que sólo un Dios podía crear; 

el mar, que sólo el poder de Dios, después de haberlo creado, podía poner en límites seguros, dándole movimiento y voz sin que por esto, como elemento poderoso de desorden, se convirtiera en daño de la tierra, que lo sostiene en su superficie.

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lunedì 5 dicembre 2022

Benedetto XVI: "Maschio e Femmina li creò"

[…] Nella questione della famiglia non si tratta soltanto di una determinata forma sociale, ma della questione dell’uomo stesso – della questione di che cosa sia l’uomo e di che cosa occorra fare per essere uomini in modo giusto. Le sfide in questo contesto sono complesse.

C’è anzitutto la questione della capacità dell’uomo di legarsi oppure della sua mancanza di legami. Può l’uomo legarsi per tutta una vita? Corrisponde alla sua natura? Non è forse in contrasto con la sua libertà e con l’ampiezza della sua autorealizzazione? L’uomo diventa se stesso rimanendo autonomo e entrando in contatto con l’altro solo mediante relazioni che può interrompere in ogni momento? Un legame per tutta la vita è in contrasto con la libertà? Il legame merita anche che se ne soffra?

Il rifiuto del legame umano, che si diffonde sempre più a causa di un’errata comprensione della libertà e dell’autorealizzazione, come anche a motivo della fuga davanti alla paziente sopportazione della sofferenza, significa che l’uomo rimane chiuso in se stesso e, in ultima analisi, conserva il proprio “io” per se stesso, non lo supera veramente. Ma solo nel dono di sé l’uomo raggiunge se stesso, e solo aprendosi all’altro, agli altri, ai figli, alla famiglia, solo lasciandosi plasmare nella sofferenza, egli scopre l’ampiezza dell’essere persona umana. Con il rifiuto di questo legame scompaiono anche le figure fondamentali dell’esistenza umana: il padre, la madre, il figlio; cadono dimensioni essenziali dell’esperienza dell’essere persona umana.

Il Gran Rabbino di Francia, Gilles Bernheim, in un trattato accuratamente documentato e profondamente toccante, ha mostrato che l’attentato, al quale oggi ci troviamo esposti, all’autentica forma della famiglia, costituita da padre, madre e figlio, giunge ad una dimensione ancora più profonda. Se finora avevamo visto come causa della crisi della famiglia un fraintendimento dell’essenza della libertà umana, ora diventa chiaro che qui è in gioco la visione dell’essere stesso, di ciò che in realtà significa l’essere uomini.

Egli cita l’affermazione, diventata famosa, di Simone de Beauvoir: “Donna non si nasce, lo si diventa” (“On ne naît pas femme, on le devient”). In queste parole è dato il fondamento di ciò che oggi, sotto il lemma “gender”, viene presentato come nuova filosofia della sessualità. Il sesso, secondo tale filosofia, non è più un dato originario della natura che l’uomo deve accettare e riempire personalmente di senso, bensì un ruolo sociale del quale si decide autonomamente, mentre finora era la società a decidervi.

La profonda erroneità di questa teoria e della rivoluzione antropologica in essa soggiacente è evidente. L’uomo contesta di avere una natura precostituita dalla sua corporeità, che caratterizza l’essere umano. Nega la propria natura e decide che essa non gli è data come fatto precostituito, ma che è lui stesso a crearsela. Secondo il racconto biblico della creazione, appartiene all’essenza della creatura umana di essere stata creata da Dio come maschio e come femmina. Questa dualità è essenziale per l’essere umano, così come Dio l’ha dato. Proprio questa dualità come dato di partenza viene contestata. Non è più valido ciò che si legge nel racconto della creazione: “Maschio e femmina Egli li creò” (Gen 1,27). No, adesso vale che non è stato Lui a crearli maschio e femmina, ma finora è stata la società a determinarlo e adesso siamo noi stessi a decidere su questo. Maschio e femmina come realtà della creazione, come natura della persona umana non esistono più. L’uomo contesta la propria natura. Egli è ormai solo spirito e volontà.

La manipolazione della natura, che oggi deploriamo per quanto riguarda l’ambiente, diventa qui la scelta di fondo dell’uomo nei confronti di se stesso. Esiste ormai solo l’uomo in astratto, che poi sceglie per sé autonomamente qualcosa come sua natura. Maschio e femmina vengono contestati nella loro esigenza creazionale di forme della persona umana che si integrano a vicenda. Se, però, non esiste la dualità di maschio e femmina come dato della creazione, allora non esiste neppure più la famiglia come realtà prestabilita dalla creazione. Ma in tal caso anche la prole ha perso il luogo che finora le spettava e la particolare dignità che le è propria. Bernheim mostra come essa, da soggetto giuridico a sé stante, diventi ora necessariamente un oggetto, a cui si ha diritto e che, come oggetto di un diritto, ci si può procurare. Dove la libertà del fare diventa libertà di farsi da sé, si giunge necessariamente a negare il Creatore stesso e con ciò, infine, anche l’uomo quale creatura di Dio, quale immagine di Dio viene avvilito nell’essenza del suo essere. Nella lotta per la famiglia è in gioco l’uomo stesso. E si rende evidente che là dove Dio viene negato, si dissolve anche la dignità dell’uomo. Chi difende Dio, difende l’uomo.

Con ciò vorrei giungere al secondo grande tema che, da Assisi fino al Sinodo sulla Nuova Evangelizzazione, ha pervaso tutto l’anno che volge al termine: la questione cioè del dialogo e dell’annuncio.

Parliamo anzitutto del dialogo. Vedo per la Chiesa nel nostro tempo soprattutto tre campi di dialogo nei quali essa deve essere presente, nella lotta per l’uomo e per che cosa significhi essere persona umana: il dialogo con gli Stati, il dialogo con la società – in esso incluso il dialogo con le culture e con la scienza – e, infine, il dialogo con le religioni.

In tutti questi dialoghi, la Chiesa parla a partire da quella luce che le offre la fede. Essa, però, incarna al tempo stesso la memoria dell’umanità che, fin dagli inizi e attraverso i tempi, è memoria delle esperienze e delle sofferenze dell’umanità, in cui la Chiesa ha imparato ciò che significa essere uomini, sperimentandone il limite e la grandezza, le possibilità e le limitazioni. La cultura dell’umano, di cui essa si fa garante, è nata e si è sviluppata dall’incontro tra la rivelazione di Dio e l’esistenza umana. La Chiesa rappresenta la memoria dell’essere uomini di fronte a una civiltà dell’oblio, che ormai conosce soltanto se stessa e il proprio criterio di misure. Ma come una persona senza memoria ha perso la propria identità, così anche un’umanità senza memoria perderebbe la propria identità. Ciò che, nell’incontro tra rivelazione ed esperienza umana, è stato mostrato alla Chiesa va, certo, al di là dell’ambito della ragione, ma non costituisce un mondo particolare che per il non credente sarebbe senza alcun interesse. Se l’uomo con il proprio pensiero entra nella riflessione e nella comprensione di quelle conoscenze, esse allargano l’orizzonte della ragione e ciò riguarda anche coloro che non riescono a condividere la fede della Chiesa. Nel dialogo con lo Stato e con la società, la Chiesa certamente non ha soluzioni pronte per le singole questioni. Insieme con le altre forze sociali, essa lotterà per le risposte che maggiormente corrispondano alla giusta misura dell’essere umano. Ciò che essa ha individuato come valori fondamentali, costitutivi e non negoziabili dell’esistenza umana, lo deve difendere con la massima chiarezza. Deve fare tutto il possibile per creare una convinzione che poi possa tradursi in azione politica.

Nella situazione attuale dell’umanità, il dialogo delle religioni è una condizione necessaria per la pace nel mondo, e pertanto è un dovere per i cristiani come pure per le altre comunità religiose. Questo dialogo delle religioni ha diverse dimensioni.

Esso sarà innanzi tutto semplicemente un dialogo della vita, un dialogo della condivisione pratica. In esso non si parlerà dei grandi temi della fede – se Dio sia trinitario o come sia da intendere l’ispirazione delle Sacre Scritture ecc. Si tratta dei problemi concreti della convivenza e della responsabilità comune per la società, per lo Stato, per l’umanità. In ciò bisogna imparare ad accettare l’altro nel suo essere e pensare in modo diverso. A questo scopo è necessario fare della responsabilità comune per la giustizia e per la pace il criterio di fondo del colloquio. Un dialogo in cui si tratta di pace e di giustizia diventa da sé, al di là di ciò che è semplicemente pragmatico, una lotta etica circa le valutazioni che sono presupposte al tutto.

Così il dialogo, in un primo momento meramente pratico, diventa tuttavia anche una lotta per il giusto modo di essere persona umana. Anche se le scelte di fondo non sono come tali in discussione, gli sforzi intorno a una questione concreta diventano un processo in cui, mediante l’ascolto dell’altro, ambedue le parti possono trovare purificazione e arricchimento. Così questi sforzi possono avere anche il significato di passi comuni verso l’unica verità, senza che le scelte di fondo vengano cambiate. Se ambedue le parti muovono da un’ermeneutica di giustizia e di pace, la differenza di fondo non scomparirà, crescerà tuttavia anche una vicinanza più profonda tra loro.

Per l’essenza del dialogo interreligioso, oggi in genere si considerano fondamentali due regole:

  1. Il dialogo non ha di mira la conversione, bensì la comprensione. In questo si distingue dall’evangelizzazione, dalla missione.
  2. Conformemente a ciò, in questo dialogo ambedue le parti restano consapevolmente nella loro identità, che, nel dialogo, non mettono in questione né per sé né per gli altri.

Queste regole sono giuste. Penso, tuttavia, che in questa forma siano formulate troppo superficialmente. Sì, il dialogo non ha di mira la conversione, ma una migliore comprensione reciproca: ciò è corretto. La ricerca di conoscenza e di comprensione, però, vuole sempre essere anche un avvicinamento alla verità. Così, ambedue le parti, avvicinandosi passo passo alla verità, vanno in avanti e sono in cammino verso una più grande condivisione, che si fonda sull’unità della verità. Per quanto riguarda il restare fedeli alla propria identità: sarebbe troppo poco se il cristiano con la sua decisione per la propria identità interrompesse, per così dire, in base alla sua volontà, la via verso la verità. Allora il suo essere cristiano diventerebbe qualcosa di arbitrario, una scelta semplicemente fattuale. Allora egli, evidentemente, non metterebbe in conto che nella religione si ha a che fare con la verità.

Rispetto a questo direi che il cristiano ha la grande fiducia di fondo, anzi, la grande certezza di fondo di poter prendere tranquillamente il largo nel vasto mare della verità, senza dover temere per la sua identità di cristiano. Certo, non siamo noi a possedere la verità, ma è essa a possedere noi: Cristo, che è la Verità, ci ha presi per mano, e sulla via della nostra ricerca appassionata di conoscenza sappiamo che la sua mano ci tiene saldamente. L’essere interiormente sostenuti dalla mano di Cristo ci rende liberi e al tempo stesso sicuri. Liberi: se siamo sostenuti da Lui, possiamo entrare in qualsiasi dialogo apertamente e senza paura. Sicuri, perché Egli non ci lascia, se non siamo noi stessi a staccarci da Lui. Uniti a Lui, siamo nella luce della verità. […]
BXVI

PER LA FESTA o Solennità di NOSTRA SIGNORA DI GUADALUPE

 

12 DICEMBRE

 

BEATA VERGINE MARIA di GUADALUPE

Beata Maria Vergine di Guadalupe in Messico, il cui materno aiuto il popolo dei fedeli implora umilmente numeroso sul colle Tepeyac vicino a Città del Messico, dove ella apparve, salutandola con fiducia come stella dell’evangelizzazione dei popoli e sostegno degli indigeni e dei poveri. (Martirologio Romano)

 

Preghiera alla Vergine di Guadalupe

Vergine Immacolata di Guadalupe, Madre di Gesù e Madre nostra, vincitrice del peccato e nemica del Demonio, Tu ti manifestasti sul colle Tepeyac in Messico all'umile e generoso contadino Giandiego. Sul suo mantello imprimesti la Tua dolce Immagine come segno della Tua presenza in mezzo al popolo e come garanzia che avresti ascoltato le sue preghiere e addolcito le sue sofferenze. Maria, Madre amabilissima, noi oggi ci offriamo a te e consacriamo per sempre al tuo Cuore Immacolato tutto quanto ci resta di questa vita, il nostro corpo con le sue miserie, la nostra anima con le sue debolezze, il nostro cuore con i suoi affanni e desidèri, le preghiere, le sofferenze, l'agonia. O Madre dolcissima, ricordati sempre dei tuoi figli. Se noi, vinti dallo sconforto e dalla tristezza, dal turbamento e dall'angoscia, dovessimo qualche volta dimenticarci di te, allora, Madre pietosa, per l'amore che porti a Gesù, ti chiediamo di proteggerci come figli tuoi e di non abbandonarci fino a quando non saremo giunti al porto sicuro, per gioire con Te, con tutti i Santi, nella visione beatifica del Padre. Amen. 

Salve Regina 

 

Madonna di Guadalupe, prega per noi

 

 

Novena alla Vergine di Guadalupe

 

Nostra Signore di Guadalupe, secondo il tuo messaggio in Messico, io ti venero come “ la Vergine Madre del vero Dio per quelli cui vivono, il Creatore di tutto il mondo, del cielo e della terra.” Nello spirito io mi inginocchio davanti alla tua santa immagine che tu miracolosamente hai impresso sopra il mantello di San Diego, e con fede innumerevole di pellegrini che visitano il tuo santuario io ti imploro questa grazia…

Ricordati, O immacolata vergine, le parole che hai detto al tuo devoto fedele, “Io sono per te Madre di misericordia e per tutta la gente che mi ama e che ha fiducia in me ed invoca il mio aiuto. Io ascolto i loro lamenti e, conforto tutti i loro dolori e le loro sofferenze”.

Io ti imploro di essere una madre misericordiosa per me, perché io ti amo sinceramente, ho fiducia in te ed invoco il tuo aiuto. Io ti supplico, Nostra Signora di Guadalupe, di accogliere la mia richiesta, se questa è conforme alla volontà del Signore, fa che possa essere testimone del tuo amore, della tua compassione, del tuo aiuto e della tua protezione. Non mi abbandonare nelle mie necessità.

Nostra Signora di Guadalupe prega per noi. 

Ave Maria (3 volte) 

Preghiera 
Signore di potenza e misericordia, Tu hai benedetto gli indiani d’America a Tepeyac con la presenza della Vergine Maria a Guadalupe. Possano le Sue preghiere aiutare tutti gli uomini e tutte le donne ad accettarsi uno con l’altro come fratelli e sorelle. Attraverso la Tua giustizia presente nei nostri cuori possa la Tua pace regnare nel mondo. Noi ti chiediamo questo, attraverso nostro Signore Gesù Cristo tuo figlio, che vive e regna con Te e con il tuo Santo Spirito, unico Dio, nei secoli dei secoli. Amen. 

 

 

 

Preghiera alla Madonna di Guadalupe

(Da uno scritto di p. Enzo Scaduti) 

 

Ti chiedo a nome di tutti i miei fratelli del mondo, 
di benedirci e proteggerci. 
Dacci una prova del tuo amore e bontà 
e ricevi le nostre preghiere e orazioni. 

Oh Purissima Vergine di Guadalupe! 
Ottieni da tuo figlio il perdono dei miei errori, 
benedizione per il mio lavoro. 
Rimedi per le mie infermità e necessità, 
e tutto ciò che credi conveniente chiedere per la mia famiglia. 

Oh Santa Madre di Dio, 
non deludere le suppliche che t’indirizziamo nelle nostre necessità.

 

 

 

Preghiera alla B.V. di Guadalupe

pronunciata il 23 gennaio 1999 da Giovanni Paolo II
nell'omelia della S.Messa per la conclusione del Sinodo dei Vescovi per l'America

 

O Madre! Tu conosci le vie che seguirono i primi evangelizzatori del Nuovo Mondo, dalle isole Guanahani e La Española alle foreste dell'Amazzonia e alle vette andine, giungendo fino alla terra del Fuoco nel Sud e ai grandi laghi e alle montagne del Nord. Accompagna la Chiesa che svolge la sua opera nelle nazioni americane affinché sia sempre evangelizzatrice e rinnovi il suo spirito missionario. Incoraggia tutti coloro che dedicano la propria vita alla causa di Gesù e alla diffusione del suo Regno.

O dolce Signora del Tepeyac, Madre di Guadalupe! Ti presentiamo questa moltitudine incalcolabile di fedeli che pregano Dio in America. Tu che sei entrata nel loro cuore, visita e conforta i focolari domestici, le parrocchie e le Diocesi di tutto il Continente. Fa' sì che le famiglie cristiane educhino in modo esemplare i propri figli nella fede della Chiesa e nell'amore del Vangelo, affinché siano un vivaio di vocazioni apostoliche. Volgi oggi il tuo sguardo verso i giovani e incoraggiali a camminare con Gesù Cristo.

O Signora e Madre d'America! Conferma la fede dei nostri fratelli e sorelle laici, affinché in tutti i campi della vita sociale, professionale, culturale e politica agiscano conformemente alla verità e alla legge nuova che Gesù ha portato all'umanità. Guarda propizia all'angustia di quanti soffrono per la fame, la solitudine, l'emarginazione o l'ignoranza. Facci riconoscere in essi i tuoi figli prediletti e infondici l'impeto della carità per aiutarli nei loro bisogni.

Vergine Santa di Guadalupe, Regina della Pace! Salva le nazioni e i popoli del Continente. Fa' sì che tutti, governanti e cittadini, imparino a vivere nell'autentica libertà agendo secondo le esigenze della giustizia e il rispetto dei diritti umani, affinché la pace si consolidi definitivamente.

A te, Signora di Guadalupe, Madre di Gesù e Madre nostra, tutto l'affetto, l'onore, la gloria e la lode costante dei tuoi figli e delle tue figlie d'America!

 

 

Oh Vergine Immacolata, Madre del vero Dio e Madre della Chiesa! Tu,che da questo luogo manifesti la tua clemenza e la tua compassione verso tutti coloro che chiedono la tua protezione, ascolta la preghiera che con filiale fiducia ti rivolgiamo e presentala davanti al tuo Figlio Gesù, unico nostro Redentore. 

 

Madre di Misericordia, Maestra del sacrificio nascosto e silenzioso, a te, che ci vieni incontro, noi peccatori consacriamo in questo giorno tutto il nostro essere e tutto il nostro amore.

Ti consacriamo anche la nostra vita, il nostro lavoro, le nostre gioie, le nostre infermità ed i nostri dolori.

 

Concedi la pace, la giustizia e la prosperità ai nostri popoli, poichè tutto quello che abbiamo e che siamo lo affidiamo alle tue cure, Signora e Madre nostra.

 

Vogliamo essere completamente tuoi e percorrere con te il cammino di una piena fedeltà a Gesù Cristo nella sua Chiesa: tienici sempre amorevolmente per mano.

 

Vergine di Guadalupe, Madre delle Americhe, ti preghiamo per tutti i vescovi, affinché guidino i fedeli per i sentieri di una intensa vita cristiana, di amore e di umile servizio a Dio e alle anime.

 

guarda quanto è grande la messe, ed intercedi presso il Signore perchè infonda fame di santità in tutto il popolo di Dio e conceda abbondanti vocazioni di sacerdoti e di religiosi, forti nella fede e zelanti dispensatori dei misteri di Dio.

 

Concedi ai nostri focolari la grazia di amare e di rispettare la vita che comincia, con lo stesso amore con il quale tu concepisti nel tuo seno la vita del Figlio di Dio.

 

Vergine Santa Maria, Madre del Bell'Amore, proteggi le nostre famiglie, affinchè restino sempre unite e benedici l'educazione dei nostri figli.

 

Speranza nostra, guardaci con pietà, insegnaci ad andare continuamente a Gesù e, se cadiamo, aiutaci a risollevarci, a tornare a Lui, per mezzo della confessione delle nostre colpe e dei nostri peccati nel Sacramento della Penitenza, che dà tranquillità all'anima.

 

Ti supplichiamo di concederci un amore molto grande per tutti i santi Sacramenti, che sono come i segni che tuo Figlio ci ha lasciato sulla terra.

 

Così, Madre Santissima, con la pace di Dio nella coscienza, con i nostri cuori liberi dalla malizia e dall'odio, potremo portare a tutti la vera gioia e la vera pace, che ci vengono da tuo Figlio, nostro Signore Gesù Cristo, che con Dio Padre e lo Spirito Santo vive e regna nei secoli dei secoli. Amen

 

 

Coroncina alla Madonna di Guadalupe (testo)

 

Si usa una normale corona del Rosario. 

Si inizia con:

Credo, Pater, 3 Ave Maria e Gloria 


Sui grani grossi del Rosario si recita: 

<<Maria, Nostra Signora di Guadalupe, 

schiaccia la testa a satana e salva il tuo popolo.>>

 

Sui grani piccoli del Rosario si recita: 

<<Maria, Nostra Signora di Guadalupe, 

raduna i tuoi figli sotto il tuo manto di stelle.>>

 

Alla fine:

 

Maria, noi confidiamo nelle parole che pronunciasti:

"Lasciatemi agire sul vostro cuore
sono la Vergine di Guadalupe che attraverso il figlio mio Juan Diego
ho mostrato la mia immagine al mondo.
Io proteggerò e salverò il mondo da satana in persona
che umiliato scomparirà nel più profondo dell’inferno.
Io vi porterò alla vittoria finale e con la mia Santa Immagine
arriverò in tutto il mondo."



Nostra Signora di Guadalupe, prega per noi.




 

IL SOGNO DEL POVERELLO di Assisi (Dalla "Vita di san Francesco d'Assisi" di SAN BONAVENTURA DA BAGNOREGIO)

FERVORE Dl CARITA'' E DESIDERIO Dl MARTIRIO 

 

 ***

1172 7. Ma l'ardore della carità lo spingeva al martirio; sicché ancora una terza volta tentò di partire verso i paesi infedeli, per diffondere, con l'effusione del proprio sangue, la fede nella Trinità. 

 A tredici anni dalla sua conversione, partì verso le regioni della Siria, affrontando coraggiosamente molti pericoli, alfine di potersi presentare al cospetto del Soldano di Babilonia. 

 Fra i cristiani e i saraceni era in corso una guerra implacabile: i due eserciti si trovavano accampati vicinissimi, I'uno di fronte all'altro, separati da una striscia di terra, che non si poteva attraversare senza pericolo di morte . 

 Il Soldano aveva emanato un editto crudele: chiunque portasse la testa di un cristiano, avrebbe ricevuto il compenso di un bisante d'oro. 

Ma Francesco, I'intrepido soldato di Cristo, animato dalla speranza di poter realizzare presto il suo sogno, decise di tentare l'impresa, non atterrito dalla paura della morte, ma, anzi, desideroso di affrontarla. Confortandosi nel Signore, pregava fiducioso e ripeteva cantando quella parola del profeta: Infatti anche se dovessi camminare in mezzo all'ombra di morte, non temerò alcun male, perché tu sei con me.

1173 8. Partì, dunque, prendendo con sé un compagno, che si chiamava Illuminato ed era davvero illuminato e virtuoso. 

 Appena si furono avviati, incontrarono due pecorelle, il Santo si rallegrò e disse al compagno: “ Abbi fiducia nel Signore, fratello, perché si sta realizzando in noi quella parola del Vangelo: -- Ecco, vi mando come agnelli in mezzo ai lupi--”. 

 Avanzarono ancora e si imbatterono nelle sentinelle saracene, che, slanciandosi come lupi contro le pecore, catturarono i servi di Dio e, minacciandoli di morte, crudelmente e sprezzantemente li maltrattarono, li coprirono d'ingiurie e di percosse e li incatenarono. 

Finalmente, dopo averli malmenati in mille modi e calpestati, per disposizione della divina provvidenza, li portarono dal Sultano, come l'uomo di Dio voleva. Quel principe incominciò a indagare da chi, e a quale scopo e a quale titolo erano stati inviati e in che modo erano giunti fin là. Francesco, il servo di Dio, con cuore intrepido rispose che egli era stato inviato non da uomini, ma da Dio altissimo, per mostrare a lui e al suo popolo la via della salvezza e annunciare il Vangelo della verità. 

E predicò al Soldano il Dio uno e trino e il Salvatore di tutti, Gesù Cristo, con tanto coraggio, con tanta forza e tanto fervore di spirito, da far vedere luminosamente che si stava realizzando con piena verità la promessa del Vangelo: Io vi darò un linguaggio e una sapienza a cui nessuno dei vostri avversari potrà resistere o contraddire.


1174 Anche il Soldano, infatti, vedendo l'ammirevole fervore di spirito e la virtù dell'uomo di Dio, lo ascoltò volentieri e lo pregava vivamente di restare presso di lui. 

Ma il servo di Cristo, illuminato da un oracolo del cielo, gli disse: “ Se, tu col tuo popolo,.vuoi convertirti a Cristo, io resterò molto volentieri con voi. Se, invece, esiti ad abbandonare la legge di Maometto per la fede di Cristo, dà ordine di accendere un fuoco il più grande possibile: Io, con i tuoi sacerdoti, entrerò nel fuoco e così, almeno, potrai conoscere quale fede, a ragion veduta, si deve ritenere più certa e più santa ”. 

Ma il Soldano, a lui: “ Non credo che qualcuno dei miei sacerdoti abbia voglia di esporsi al fuoco o di affrontare la tortura per difendere la sua fede ”. (Egli si era visto, infatti, scomparire immediatamente sotto gli occhi, uno dei suoi sacerdoti, famoso e d'età avanzata, appena udite le parole della sfida). E il Santo a lui: “ Se mi vuoi promettere, a nome tuo e a nome del tuo popolo, che passerete alla religione di Cristo, qualora io esca illeso dal fuoco, entrerò nel fuoco da solo. Se verrò bruciato, ciò venga imputato ai miei peccati; se, invece, la potenza divina mi farà uscire sano e salvo, riconoscerete Cristo, potenza di Dio e sapienza di Dio, come il vero Dio e signore, salvatore di tutti. 

 Ma il Soldano gli rispose che non osava accettare questa sfida, per timore di una sedizione popolare. Tuttavia gli offrì molti doni preziosi; ma l'uomo di Dio, avido non di cose mondane ma della salvezza delle anime, li disprezzò tutti come fango. 

 Vedendo quanto perfettamente il Santo disprezzasse le cose del mondo, il Soldano ne fu ammirato e concepì verso di lui devozione ancora maggiore. E, benché non volesse passare alla fede cristiana, o forse non osasse, pure pregò devotamente il servo di Cristo di accettare quei doni per distribuirli ai cristiani poveri e alle chiese, a salvezza delI'anima sua. Ma il Santo, poiché voleva restare libero dal peso del denaro e poiché non vedeva nell'animo del Soldano la radice della vera pietà, non volle assolutamente accondiscendere.  

1175 9. Vedendo, inoltre, che non faceva progressi nella conversione di quella gente e che non poteva realizzare il suo sogno, preammonito da una rivelazione divina, ritornò nei paesi cristiani. 

 E così, per disposizione della bontà divina e per i meriti e la virtù del Santo, avvenne, misericordiosamente e mirabilmente, che l'amico di Cristo cercasse con tutte le forze di morire per Lui e non potesse assolutamente riuscirvi. 

E in tal modo, da una parte non gli mancò il merito del martirio desiderato e, dall'altra, egli venne risparmiato per essere più tardi insignito di un privilegio straordinario. Quel fuoco divino, che gli bruciava nel cuore, diventava intanto più ardente e perfetto, perché in seguito riverberasse più luminoso nella sua carne. 

 O uomo veramente beato, che non viene straziato dal ferro del tiranno, eppure non viene privato della gloria di assomigliare all'Agnello immolato! 

 O uomo, io dico, veramente e pienamente beato, che “ non perdette la vita sotto la spada del persecutore, eppure non perdette la palma del martirio! ”. 

https://www.assisiofm.it/uploads/218-Leggenda%20maggiore.pdf


AMDG et DVM