venerdì 1 novembre 2013

EL TRIBUTO COTIDIANO A LA INMACULADA VIRGEN MARIA

   Queridisimos Hermanos y Hermanas en Jesucristo Ss.mo:

 A la mayor gloria de Dios y de la Virgen SS.ma quiero ofrecer a todos Ustedes de idioma castellano este magnìfico medio que puede ayudarnos a orar bien,  con humildad, constancia y confianza todos los dias de nuestra peregrinaciòn. Pardòn por los faciles errores. Y muchas gracias y Bendiciones de todo corazòn.

 Ave Marìa Purìsima!  












LA INMACULADA VIRGEN MARIA



Ave Marìa Purisima!
Sin pecado original concebida!


PRESENTACION


    Ofreciendo a todos los  devotos de la Santìsima Virgen esta bella y eficaz devociòn mariana “Tributo cotidiano…” queremos recordar cuanto,  en relaciòn a esta devociòn, escribiò el insigne Mariòlogo servita Padre Gabriel Rosquìni (+8-9-1977) en su obra: “La Virgen segùn la fe y la teologia”.

     El dice: “Estas son oraciones llenas de suave unciòn, extraordinariamente conformes a las necesidades del Espìritu y las exigéncias de una filial piedad hàcia nuestra Santìsima Madre Celestial.

     “Cuentan como un dìa San Vicente Palotti (en Roma)  fue invitado a exorcizar un obseso. Movido de divino instinto, el santo puso sobre la cabeza del obseso el librito “Tributo Cotidiano...”  que tenìa en sus manos, y preguntò al demonio: “Se pudo condenar algùn cristiano que haya sido fiel en rezar este ‘Tributo Cotidiano’?”. El demonio no respondiò. No queria contestar, mas el Santo le obligò a responder ‘en el Nombre de Dios!’, y el diablo con voz terrible dijo: "Nunca! Màs bien  -  llevando al colmo nuestra rabia y desesperaciòn  -  también nos està proibido tentar en la hora de la muerte todos aquellos que durante su vida fueron fieles a esta devociòn".


     Animas bellas,  siguiendo el testimonio de san Juan Bosco y de santo Domingo Savio, y de muchos otros Santos, sin duda, en aquella hora decisiva, adormecéndonos en el Senor, lo que màs nos va a consolar serà la preséncia de la Madre de Dios, y la conciéncia de haber cultivado siempre para con Ella una santa y filial devociòn.

     Todos tenemos absoluda necesidad de oraciòn para siempre creer rectamente, firmemente esperar y ardientemente amar, y asì alcanzar la salvaciòn: he aquì un gran medio de oraciòn, que junto a los siete santos Sacramentos nos enriquecerà de Gracia.
     Rindamos eternas gracias a la Santìsima Trinidad y a la Divina Virgen que siempre nos guie  propicia y benigna todos los dias en el camino de nuestra vida.


AVE MARIA!
AMDG










El Tributo cotidiano
la Inmaculada Virgen Marìa

DOMINGO Y FIESTAS


ORACION
   Senor Jesucristo, por tu infinita misericodia, Te  rogamos hacernos dignos de alabar con todos los Santos del Cielo a la Santìsima Virgen Marìa, tu Madre y nuestra Madre.
     Concédenos en cada dia ofrecer a su Corazòn Inmaculado nuestra alabanza y nuestras oraciones para poder vivir y morir santamente en Tu Amor. Amén.

Dios te salve,  Marìa, llena eres de gracia. El Senor es contigo. Bendita Tù eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesùs.
Santa Marìa, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén

V. Ilumina mis ojos para no morir en pecado.
R.Y mi enemigo no pueda jactarse de haberme vencido.
V. ¡Oh Dios!,  ayùdame.
R. ¡Senor, sàlvame!

Gloria al Padre y al Hijo * y al Espìritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre * por los siglos de los siglos. Amén.


HIMNO

Eres tù la mujer llena de gloria,
alzada por encima de los astros;
con tu sagrado pecho das la leche
al que en su providencia te ha creado.

Lo que Eva nos perdiò tan tristemente,
tù lo devuelves por tu fruto santo;
para que al cielo ingresen los que lloran,
eres tù la ventana del costado.

Tù eres la puerta altìsima del Rey
y la entrada fulgente de la luz;
la vida que esta Virgen nos devuelve
aplauda el pueblo que alcanzò salud.

Sea la gloria a tì, Senor Jesùs,
que de Marìa Virgen has nacido,
gloria contigo al Padre y al Paràclito,
por sempiternos y gozosos siglos. Amén.



S. Antonio Marìa Claret,
ruega por nosotros
*


“Corazòn Inmaculado de Marìa,
 ruega por nosotros pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte. 
Amén”. 
+
“Ven, Espiritu Santo, ven
por la poderosa intercesiòn
del Corazòn Inmaculado de Marìa,
 Tu Amadìsima Esposa”. 
(3 v.)


Ant. 1.  Conforta, Virgen Marìa, al alma de quien te invoca: tu misericordia y tu gracia son por doquier ensalzadas.

SALMO 1

Dichoso quien honra tu nombre, Virgen Marìa,  *  Tu gracia consolarà su espìritu.
Serà como un jardìn a orillas del arroyo,  *  Tu produciràs en él frutos de santidad.
Bendita eres tù entre las mujeres  *  por la fe y la humildad de tu Corazòn.
Tù eres la màs bella de todas las criaturas  *  y màs santa de los Angeles y Arcangeles.
Tu misericordia y tu gracia son ensalzadas en todo lugar,  *  Dios ha bendecido tus obras.
Gloria al Padre, y al Hijo,  *  y al Espiritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,  *  por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 1. Conforta, Virgen Marìa, al alma de quien te invoca, tu misericordia y tu gracia son por doquier ensalzadas.
Ant. 2.  Defiéndenos, Madre de Dios, con tu protecciòn y ampara y conforta nuestra alma.

SALMO 2.

¿Por qué se amotinan nuestros enemigos * y hacen proyectos vanos contra nosotros?
Nos proteja, Madre de Dios, tu diestra  *  y cual terrible ejército los destruya.
Acudid a Ella todos los que estais afligidos en tribulaciones, * Ella consolarà vuestra alma.
Acercaos a Ella en las tentaciones *  y la serenidad de su rostro os consolarà.
BendecidLa con todo el corazòn *  porque la tierra està llena de su misericordia.
Gloria...
Ant. 2. Cuìdanos, Madre de Dios, con tu protecciòn y ampara y conforta nuestra alma.
Ant. 3. Llévame, Madre, al puerto de salvaciòn, y en el dìa de la muerte consuela mi alma.

SALMO 3.

¿Por qué, Madre, tan numerosos son mis opresores?  *  Derrìbalos con tu potencia.
Rompe las cadenas de nuestra impiedad, *  alìvia las cargas de mis culpas.
Ten misericordia, Madre, y sana mis enfermedades, *  consuela el dolor y la angustia de mi corazòn.
No caiga en las manos de mis enemigos, *  ten piedad y alìviame en el dìa de la muerte.
Llévame, Madre, al puerto de salvaciòn *  y eleva mi espìritu hacia su Creador.
Gloria...
Ant. 3. Llévame, Madre, al puerto de salvaciòn, y en el dìa de la muerte consuela mi alma.
Ant. 4. Asìstenos, Madre, en la hora de la muerte y auxìlia nuestra alma cuando deje el cuerpo.

SALMO 19

Escùchanos, Madre, en el dìa de la angustia  *  atiende piadosa nuestra oraciòn.
No nos abandones en la hora de la muerte,  *  mas auxìlianos cuando nuestra alma deje el cuerpo.
Envìale el Santo Angel *  para defenderla de los enemigos.
Muéstrale sereno el Juez de los siglos *  y por tu gracia reciba el perdòn.
Sienta en toda pena tu auxilio  *  y resérvale un puesto entre los elegidos de Dios.
Gloria...
Ant. 4. Asìstenos, Madre, en la hora de la muerte y auxìlia nuestra alma cuando deje el cuerpo.
Ant. 5. Guìame, Madre, a la patria celestial y en el dìa de la muerte acògeme benigna.

SALMO 24

A Ti, Madre, he elevado mi corazòn  *  por tu oraciòn sàcame feliz del juicio de Dios.
Que no triunfen de mì mis enemigos  *  porque en Ti  confiando encuentro fortaleza.
No caiga entre ensidias mortales  *  y las fuerzas del mal no obscurezcan el recto camino.
Tu poder me libre de toda desgracia  *  y tu benignidad guarde mi alma.
Dìgnate guiarme a la patria celestial  *  y unirme a los ejércitos de los àngeles.
Gloria...
Ant. 5. Guìame, Madre, a la patria celestial y en el dìa de la muerte acògeme benigna.

V. Marìa, Madre de Gracia y Madre de Misericordia,
R. En la vida y en la muerte ampàranos, dulce Madre.
V. Ilumina nuestros ojos para no morir en pecado.
R. Ni pueda nuestro adversario jactarse de habernos vencido.
V. Sàlvanos de la violencia del enemigo.
R. Preserva de su poder nuestra alma.
V. Sàlvanos por tu misericordia.
R. Madre, no quedaremos nunca defraudados habiéndoTe  invocado.
V. Ruega por nosotros pecadores.
R. Ahora y en la hora de nuestra muerte.
V. Escucha Madre, nuestra oraciòn.
R. Y llegue a Ti  nuestro clamor.


Càntico 
la Beata Virgen Marìa
(‘Te Deum’  mariano)


 Marìa, Madre de Dios, alegres Te cantamos * y Te exaltamos como Madre y Virgen.
Toda la creaciòn Te aclama * Hija del Eterno Padre.
Los Angeles y los Arcàngeles, los Tronos y los Principados, * Te sirven fielmente.
Las Potestades, las Virtudes y las Dominaciones * devotamente Te obedecen.
Los Querubines, los Serafines y todos los coros de los Angeles, * Te rodean exultantes.
Todas las criaturas angélicas, * Te proclaman sin fin:
Santa, Santa, Santa, * Marìa Madre de Dios, Madre y Virgen.
Llenos estàn el cielo y la tierra * de la gloria de Tu Hijo.
El coro glorioso de los Apòstoles * Te exalta Madre del Creador.
La multitud de los bienaventurados Màrtires * Te glorifica Madre de Cristo.
El ejército celestial de los Confesores * Te proclama templo de la Santìsima Trinidad.
El amable coro de las Vìrgenes * Te reconoce por modelo de virginal humildad.
Toda la corte celestial  *  Te aclama su Reina.
A Ti la Iglesia Santa, por todo el mundo extendida,  Te honra * Madre de la Majestad Divina.
Madre del Rey del Cielo, * santa, dulce y piadosa.
Tù eres Reina de los Angeles, * Puerta del Paraìso.
Tù, Escalera del Reino de los Cielos, * Arca de piedad y de gracia.
Manantial de la Misericordia, * Esposa y Madre del Eterno Rey.
 Templo del Espìritu Santo, * morada de la Santìsima Trinidad.
Tù, Mediadora maternal entre Dios y los hombres, * Tù Guìa de todos nosotros y universal distribuidora de gracias.
Tù, ayuda de los cristianos, * refugio de los pecadores.
Tù, Dòmina mundi Reina del Cielo * y ùnica nuestra esperanza.
Tù, salud de todos los que Te invocan, puerto de los nàufragos, * alivio de los mìseros, refugio de los moribundos.
Tù, Madre de los bienaventurados  *  y alegrìa de los elegidos.
Tù perfeccionas a los justos, *  reconcilia a los errantes.
En Ti se cumplen las promesas de los Patriarcas * y los vaticinios de los Profetas.
Tù, guìa de los Apostoles, *  Maestra de los Evangelistas.
Tù, fuerza de los Màrtires, modelo de los Confesores,  *  honra y alegrìa de las Vìrgenes.
Tù, para salvar al hombre caìdo, * acogiste en el seno al Hijo de Dios.
Tù, aplastando al antiguo adversario, *  abriste de nuevo a tus hijos el Paraiso.
Junto con el Hijo *  estàs sentada a la diestra del Padre.
¡Oh Virgen Marìa! Ruega por nosotros a Tu Hijo * que algun dìa vendrà como Juez universal.
Te rogamos pues, socorre a tus hijos, * redimidos con la preciosa Sangre del Hijo.
Y recìbelos, Virgen Santa, por siempre allà en tu Reino,*  con tus Santos y Elegidos.
Salva a tu pueblo, Madre * y bendice a la heredad de tu Hijo.
Sé nuestra Divina Pastora en esta vida * guàrdanos y  guìanos por la eternidad.
Dìa tras dìa Te bendeciremos, Madre, * deseando vivamente alabar tu Ss. Nombre por siempre jamàs con los labios y el corazòn.
Dìgnate, ¡Oh dulce Marìa!, *  guardarnos de pecado hoy y siempre.
Ten piedad de nosotros, Madre, *  que confiamos en Ti.
Como lo esperamos de Ti, nuestra querida Madre, * defiéndenos por los siglos de los siglos.
A Ti conviene la alabanza y el poder, * a Ti el honor y la gloria. Amén.

ORACION

     ¡Oh misericordiosìsima Virgen Marìa! Que nunca abandonas quien a Ti recurre y Te invoca, yo me dirijo a Ti con la mayor confianza y Te ruego suplicante: ¡Oh Madre de Jesùs! Oyeme propicia.
     ¡Cuan inmensa fue la compasiòn de tu Corazòn en conocer la captura y condena a la cruz de tu amadisimo Hijo!
     Por este tu dolor muévenos a un perfecto arrepentimiento de nuestros pecados, para que en la hora de nuestra muerte el alma no tema el encuentro del infernal enemigo y la vista del divino Juez. Mas muéstranos alegre su rostro para disfrutar inefable gozo.
Por Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina  Dios, por los siglos de los siglos. Amén.


Nos cum prole pia
Bene+dicat Virgo Maria
++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++



De LUNES a SABADO


ORACION
   Senor Jesucristo, por tu infinita misericodia, te  rogamos hacernos dignos de alabar con todos los Santos del Cielo a la Santisima Virgen Marìa, tu Madre y nuestra Madre.
     Concédenos en cada dia ofrecer a su Corazòn Inmaculado nuestra alabanza y nuestras oraciones para poder vivir y morir santamente en Tu Amor. Amén.

Dios te salve,  Marìa, llena eres de gracia. El Senor es contigo. Bendita Tù eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesùs.
Santa Marìa, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

V. Ilumina mis ojos para no morir en pecado.
R.Y mi enemigo no pueda jactarse de haberme vencido.
V. ¡Oh Dios!,  ayùdame.
R. ¡Senor, sàlvame!

Gloria al Padre y al Hijo * y al Espìritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre * por los siglos de los siglos. Amén.


HIMNO

Eres tù la mujer llena de gloria,
alzada por encima de los astros;
con tu sagrado pecho das la leche
al que en su providencia te ha creado.

Lo que Eva nos perdiò tan tristemente,
tù lo devuelves por tu fruto santo;
para que al cielo ingresen los que lloran,
eres tù la ventana del costado.

Tù eres la puerta altìsima del Rey
y la entrada fulgente de la luz;
la vida que esta Virgen nos devuelve
aplauda el pueblo que alcanzò salud.

Sea la gloria a tì, Senor Jesùs,
que de Marìa Virgen has nacido,
gloria contigo al Padre y al Paràclito,
por sempiternos y gozosos siglos. Amén.

*

“Corazòn Inmaculado de Marìa, 
ruega por nosotros pecadores,
ahora y en la hora 
de nuestra muerte. 
Amén.”
“Ven, Espiritu Santo, ven
por la poderosa intercesiòn
del Corazòn Inmaculado de Marìa, 
Tu Amadisima Esposa”. 
(3 v.)
+

Ant. 1. En tus manos, Madre, encomiendo mi espìritu, toda mi vida y mi ùltimo dìa.

SALMO 30

En Ti, Madre, puse mi esperanza,  que jamàs quede yo defraudado, *  recìbeme en tu gracia.
Atiéndeme y escùchame, *  y en la angustia alégrame.
Tù eres mi roca de refugio, * Tu mi fortaleza y defensa.
A Ti clamé en la tristeza de mi corazòn * y Tù desde el Cielo me curaste.
En tus manos, Madre, encomiendo mi espìritu, * toda mi vida y mi ùltimo dìa.
Gloria...
Ant. 1. En tus manos, Madre, encomiendo mi espìritu, toda mi vida y mi ùltimo dìa.
Ant. 2. Piedad de mi desde el cielo, Madre, y en la hora de la muerte me asista tu gracia.

SALMO 38

He decidido, Madre, controlar mi vida *  cuando me concediste la gracia de Jesucristo.
Tu dulzura ha enternecido mi corazòn, *  y en mi alma se encendiò la llama de tu amor.
Escucha, Madre, mi oraciòn filial, *  y sean derrotados los que me persiguen a muerte.
Ten piedad de mi desde tu gran trono, *  no me abandones confundido en este valle de miseria.
Sostén mi pie para que no caiga, *  y al momento de la muerte me asista tu gracia.
Gloria...
Ant. 2. Piedad de mi desde el cielo, Madre, y en la hora de la muerte me asista tu gracia.
Ant. 3. Tu intercesiòn fortalezca mi alma y me ponga a salvo en el dìa de mi muerte.

SALMO 42

Hazme justicia, Madre, y defiende mi causa contra gente desleal, *  lìbrame de la serpiente inmunda y maligna.
Tù, Madre nuestra dispérsala *  Tù, Virgen Inmaculada, aplàstale la cabeza.
Tus oraciones me hagan fuerte contra sus seducciones * y tus méritos infinitos destruyan su imperio.
Precipita en el abismo al perseguidor de mi alma, *  arròjale vivo al estanque de fuego y azufre.
Yo en la tierra celebraré tu Nombre *  y cantaré ahora y por siempre tu gloria!
Gloria...
Ant. 3. Tu intercesiòn fortalezca mi alma y me ponga a salvo en el dìa de mi muerte.
Ant. 4. En mi humiliaciòn, Madre, atiendo tu misericordia porqué angustias mortales me oprimen. 

SALMO 44

Escucha, Madre, mi oraciòn, * levàntate y no rechaces mi sùplica.
Muy profundamente me he entristecido *  al pensar en el juicio de Dios.
Me envolvieron sombras de muerte, * el temor del infierno me aplastò.
Hundido en la soledad espero tu consuelo *  y en la humiliaciòn tu misericordia.
Glorifica ahora tu potencia *  y sean derrotados todos mis enemigos.
Gloria...
Ant. 4. En mi humiliaciòn, Madre, atiendo tu misericordia porqué angustias mortales me oprimen.
Ant. 5. Dame, Madre, paz y salvaciòn en el ùltimo dìa e inspìrame una santa confianza en Ti, en vida y en muerte.

SALMO 63

Mis oraciones, Madre, suban a Ti, * guarda mi vida del terror del enemigo.
Dale a tus hijos, Madre, paz y salvaciòn, *  en el dìa del tremendo juicio.
¡Bendita eres Tu entre las mujeres *  y bendito el fruto de tu vientre!
Ilumina, Madre, mis ojos, *  y alumbra mi ceguedad.
Concédeme benigna la santa confianza en Ti *  mientras viva y en la hora de mi muerte.
Gloria...
  Ant. 5. Dame, Madre, paz y salvaciòn en el ùltimo dìa e inspìrame una santa confianza en Ti, en vida y en muerte.
Ant. 6.  Alcànzanos, Madre, misericordia y perdòn, para que tengamos una santa muerte en el Senor.

SALMO 121

Qué alegrìa tengo, Reina del Cielo, *  cuando pienso entrar contigo en la casa de Dios.
¡Oh Paraiso, patria celestial!  *  podemos alcanzarte siguiendo a Marìa.
Procùranos, Virgen Santa, paz y perdòn *  y plena victoria sobre nuestros enemigos.
Socorre y consuela nuestro corazòn,  *  por la dulzura de tu amor.
Difunde, Marìa, sobre nosotros tu misericordia, *  para que podamos santamente morir en el Senor.
Gloria...
Ant. 6.  Alcànzanos, Madre, misericordia y perdòn, para que tengamos una santa muerte en el Senor.
Ant. 7. Consuélanos, Madre, en el dìa de nuestra muerte y preséntanos al Senor.

SALMO 130

¡Oh, Madre!  mi corazòn no es orgulloso *  ni mis ojos altaneros.
El Todopoderoso te ha bendecido *  y por Ti aplastò a nuestros enemigos.
¡Bendito sea Dios! Que Te preservò del pecado original *  y Te hizo nacer Inmaculada.
¡Bendito sea Quien concebiste en tus entranas! *  Fuiste Madre por su poder.
Llénanos con el consuelo de tu gracia *  y preséntanos al Senor.
Gloria...
Ant. 7. Consuélanos, Madre, en el dìa de nuestra muerte y preséntanos al Senor.


V. Marìa, Madre de Gracia y Madre de Misericordia,
R. En la vida y en la muerte ampàranos, dulce Madre.
V. Ilumina nuestros ojos para no morir en pecado.
R. Ni pueda nuestro adversario jactarse de habernos vencido.
V. Sàlvanos de la violencia del enemigo.
R. Preserva de su poder nuestra alma.
V. Sàlvanos por tu misericordia.
R. Madre, no quedaremos nunca defraudados habiendoTe  invocado.
V. Ruega por nosotros pecadores.
R. Ahora y en la hora de nuestra muerte.
V. Escucha Madre, nuestra oraciòn.
R. Y llegue a Ti  nuestro clamor.


Càntico 
la Beata Virgen Marìa
(‘Te Deum’  mariano)


 Marìa, Madre de Dios, alegres Te cantamos * y Te exaltamos como Madre y Virgen.
Toda la creaciòn Te aclama * Hija del Eterno Padre.
Los Angeles y los Arcàngeles, los Tronos y los Principados, * Te sirven fielmente.
Las Potestades, las Virtudes y las Dominaciones * devotamente Te obedecen.
Los Querubines, los Serafines y todos los coros de los Angeles, * Te rodean exultantes.
Todas las criaturas angélicas, * Te proclaman sin fin:
Santa, Santa, Santa, * Marìa Madre de Dios, Madre y Virgen.
Llenos estàn el cielo y la tierra * de la gloria de Tu Hijo.
El coro glorioso de los Apòstoles * Te exalta Madre del Creador.
La multitud de los bienaventurados Màrtires * Te glorifica Madre de Cristo.
El ejército celestial de los Confesores * Te proclama templo de la Santìsima Trinidad.
El amable coro de las Vìrgenes * Te reconoce por modelo de virginal humildad.
Toda la corte celestial  *  Te aclama su Reina.
A Ti la Iglesia Santa, por todo el mundo extendida,  Te honra * Madre de la Majestad Divina.
Madre del Rey del Cielo, * santa, dulce y piadosa.
Tù eres Reina de los Angeles, * Puerta del Paraìso.
Tù, Escalera del Reino de los Cielos, * Arca de piedad y de gracia.
Manantial de la Misericordia, * Esposa y Madre del Eterno Rey.
 Templo del Espìritu Santo, * morada de la Santìsima Trinidad.
Tù, Mediadora maternal entre Dios y los hombres, * Tù Guìa de todos nosotros y universal distribuidora de gracias.
Tù, ayuda de los cristianos, * refugio de los pecadores.
Tù, Dòmina mundi,  Reina del Cielo * y ùnica nuestra esperanza.
Tù, salud de todos los que Te invocan, puerto de los nàufragos, * alivio de los mìseros, refugio de los moribundos.
Tù, Madre de los bienaventurados  *  y alegrìa de los elegidos.
Tù perfeccionas a los justos, *  reconcilia a los errantes.
En Ti se cumplen las promesas de los Patriarcas * y los vaticinios de los Profetas.
Tù, guìa de los Apostoles, *  Maestra de los Evangelistas.
Tù, fuerza de los Màrtires, modelo de los Confesores,  *  honra y alegrìa de las Vìrgenes.
Tù, para salvar al hombre caìdo, * acogiste en el seno al Hijo de Dios.
Tù, aplastando al antiguo adversario, *  abriste de nuevo a tus hijos el Paraiso.
Junto con el Hijo *  estàs sentada a la diestra del Padre.
¡Oh Virgen Marìa! Ruega por nosotros a Tu Hijo * que algun dìa vendrà como Juez universal.
Te rogamos pues, socorre a tus hijos, * redimidos con la preciosa Sangre del Hijo.
Y recìbelos, Virgen Santa, por siempre allà en tu Reino,*  con tus Santos y Elegidos.
Salva a tu pueblo, Madre * y bendice a la heredad de tu Hijo.
Sé nuestra Divina Pastora en esta vida * guàrdanos y  guìanos por la eternidad.
Dìa tras dìa Te bendeciremos, Madre, * deseando vivamente alabar tu Ss. Nombre por siempre jamàs con los labios y el corazòn.
Dìgnate, ¡Oh dulce Marìa!, *  guardarnos de pecado hoy y siempre.
Ten piedad de nosotros, Madre, *  que confiamos en Ti.
Como lo esperamos de Ti, nuestra querida Madre, * defiéndenos por los siglos de los siglos.
A Ti conviene la alabanza y el poder, * a Ti el honor y la gloria. Amén.


ORACIONES FINALES
de lunes a sàbado

LUNES:  Virgen dulcìsima, por las làgrimas que lloraste viendo Tu dulcìsimo Hijo, maltratado y desecho, concédenos tener dolor por nuestros pecados y làgrimas de saludable contriciòn.
Lìbranos de las tentaciones del enemigo, para no llegar vencidos a la divina presencia del Juez, màs bien, arrepentidos de nuestras faltas, obtengamos perdòn y gracia. Por Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina, Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

¡Oh Buen Jesùs! La llama ardiente y suave de tu caridad nos aparte de las cosas terrenales de forma tal, que yo pueda morir de amor por Ti, que Te dignaste morir por mi amor. Amén.

MARTES: Virgen Santìsima, por las angustias de tu corazòn en conocer la condena a la cruz de Tu Hijo amadìsimo, socòrrenos en los dolores de nuestra agonìa. Ayùdanos, Madre, cuando nuestra alma sufrirà las trampas del demonio y temblarà pensando al juicio divino; lìbranos de la sentencia de la eterna maldiciòn para no ser condenados a las penas del infierno. Por Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina, Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

“¡Oh Santa Virgen Marìa! No ha nacido entre las mujeres ninguna bella como Tù:  Hija y Sierva del Rey Altìsimo y Padre Celestial; Madre Santìsima de Nuestro Senor Jesucristo y Esposa del Espìritu Santo: Ruega por nosotros juntamente con San Miguel Arcàngel y todos los Santos y Angeles del Cielo ante tu Santìsimo amado Hijo nuestro Senor y Maestro. Amén.”
 (Esta oraciòn San Francisco de Asis la rezava màs de 14 vezes cada dìa).

MIERCOLES:  Virgen dulcìsima, un inmenso dolor Te hiriò el alma cuando viste a tu Hijo clavado en la Cruz, llagado y lacerado por miles de insultos y crueldades.
En consideraciòn de este indecible sufrimiento llena nuestro corazòn de compasiòn y verdadera contriciòn; enciéndelo de divino Amor, porque nuestra alma sea purificada de pecados y vicios  y  embellecida de virtudes. De esta mìsera vida eleva nuestras aspiraciones y nuestro deseo al Cielo, adonde podamos un dìa llegar por Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina, Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

Dios Todopoderoso y Eterno, que te dignaste nacer de Marìa Virgen Inmaculada, concédenos servirte con puro corazòn y complacerte con ànimo humilde. Amén.

JUEVES:  Virgen Santìsima por el inmenso dolor que sufriste al pie de le cruz cuando tu Hijo en atroz sufrimiento y divina resignaciòn encomendaba su espìritu en las manos del Padre y Te confiaba como Madre al discìpulo Juan, asìstenos en nuestra muerte, cuando faltaràn fuerzas para invocarTe y seràn desvalidos nuetros sentidos. Recuerda entonces Madre Santìsima las oraciones que ahora Te dirigimos y fortalece nuestro espìritu en aquellos ùltimos peligros. Recomienda nuestra alma a tu amadìsimo Hijo para que nos libre de toda angustia y castigo, y nos introduzca en la alegrìa del Paraiso. Por Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina, Dios,  por los siglos de los siglos. Amén.

Piadosìsima Virgen Marìa, Dòmina mundi y Reina de los Angeles, Te suplicamos que concedas alivio a las benditas almas del purgatorio, el perdòn a los pecadores y la perseverancia en el bien a los justos; puesto que somos tan debiles, defiéndenos de todos los peligros. Amen.

VIERNES: Virgen Inmaculada, un mar de làgrimas lloraron tus ojos mientras aprietabas al Corazòn a Tu Hijo Jesùs exànime bajado de la Cruz y Le contemplabas en sus candidos miembros destrozados y lacerados. 
Concédenos llorar nuestros pecados y repararlos con sincera penitencia, y cuando nuestro cuerpo serà vìctima de la muerte, haz que nuestra alma resplandezca con el candor de la inocencia y pueda asì gozar el amor de Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina, Dios,  por los siglos de los siglos. Amén.

¡Oh Madre mìa, Marìa Santìsima! Me confio hoy y para siempre a tu misericordiosa protecciòn. A Ti encomiendo mi alma y mi cuerpo para la hora de mi muerte: por eso entrego en tus manos y en tu Corazòn mi esperanza y mi consuelo, mis angustias y el fin de mi vida.
Haz, querida Madre, que por tus méritos infinitos y poderosa intercesiòn todas mis acciones sean cumplidas segùn tus deseos y la divina Voluntad de Tu Amabilìsimo Hijo. Amén.

SABADO:  Virgen gloriosìsima, llorando desolada llevaste al sepulcro a Tu Hijo Unigénito, consuelo de tu alma. Por ese dolor Te rogamos que vuelvas tus ojos misericordiosos a nosotros mìseros hijos de Eva, que de este valle de làgrimas a Ti levantamos nuestros gemidos. Muéstranos después de este exilio a Jesùs, fruto bendito de tu vientre.
Y concédenos la gracia de morir confortados por los santos Sacramentos de la Iglesia para encontrar misericordioso al Juez divino, Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

¡Oh Marìa, Madre de Dios y Virgen llena de Gracia: Consoladora de todos los elegidos que Te invocan! Por la inmensa alegria que experimentaste en la Resurrecciòn de Jesùs, consuela mi alma.
Dìgnate asistirme ante Tu Hijo en el ùltimo dìa, cuando voy a resucitar en alma y cuerpo para la rendiciòn de cuentas de cada acciòn. Por Tu intercesiòn ¡Oh piadosa Virgen y Madre! concédeme evitar la sentencia de condenaciòn y llegar a la eterna alegria con los Santos y los Angeles. Amén.

Nos cum prole pia,
Bene+dicat Virgo Maria!

“Oportet semper orare et non deficere”
Es menester orar siempre y no desmayar.
(Luca 18, 1)
Alégrense siempre, oren sin cesar 
y den gracias a Dios en toda ocasiòn 
(1Ts 5,16-18).

+++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++

Cada estrella representa un misterio
del S. Rosario.
La Virgen los quiere todos y veinte cada dia.

El Rosario tiene un inmenso valor 
para imitar Jesùs y la Santa Virgen.
***** ***** *****
* * * * *
AVE MARIA!
AMDG

LAUDETUR  JESUS  CHRISTUS!
LAUDETUR  CUM  MARIA!
SEMPER  LAUDENTUR!

VIVERE DA CATTOLICI, STABILMENTE



......................
  


 Innanzitutto occorre non farsi prendere dall'agitazione, occorre non reagire da rivoluzionari: sarebbe come curare il male, che è appunto la Rivoluzione, con la stessa malattia. Lo spirito rivoluzionario, anche quando pretende di salvare il bene, non sarà mai la soluzione.
  


 Bisogna invece stare veramente fuori dalla Rivoluzione, vivendo integralmente il cattolicesimo in quella stabilità che era sua, prima che la Rivoluzione invadesse tutto.


 Nella confusione nera, nelle tenebre, urge decidere di fronte a Dio di vivere da cattolici, stabilmente. Per questo bisogna riconoscere un luogo che ti comunichi la pace della fede nel possesso della verità rivelata. Un luogo dove è celebrata la Messa tradizionale: eleggerlo come riferimento per la propria vita, lasciandosi educare da questo luogo. Non vivere da agitati in una lotta perenne ma vivere da cattolici nella liturgia di sempre, nella dottrina di sempre, nella grazia di sempre secondo i sacramenti di sempre; e così operare tutto il bene che il Signore ci permette di compiere.
  


 Lo dice padre Calmel: “Ciò che sarà sempre possibile nella Chiesa, ciò che la Chiesa assicurerà sempre, nonostante i tentativi diabolici della nuova Chiesa post-vaticanesca, è questo: tendere alla santità realmente, potersi istruire, in un gruppo reale anche se molto piccolo, sulla dottrina immutabile e soprannaturale, sotto un'autorità reale e conservando la sicurezza che resteranno sempre dei veri sacerdoti e dei Vescovi fedeli, che non avranno dimissionato (forse anche senza accorgersene) nelle mani delle commissioni e della collegialità.” (R. T. Calmel, Breve apologia della Chiesa di sempre, Editrice Ichthys, pag. 51).
  


 Carissimi, se vivremo così, le tenebre terribili di oggi resteranno fuori dai nostri cuori.
  


 Preghiamo perché la Madonna ci ottenga questo rifugio, e noi cerchiamo di esserne sempre più degni.



La trascendenza della Chiesa



Il dialogo della Chiesa con il mondo di cui oggi tanto si parla” scriveva il domenicano Roger Thomas Calmel nel 1967 “non potrà mai essere quello di due interlocutori su un piano di parità, in qualsiasi modo si intenda il mondo. Le prime cose che colpiscono nell’incontro fra la Chiesa e il mondo sono la trascendenza della Chiesa e la sua irriducibilità (…). Ne risulta quindi che l’incontro della Chiesa col mondo non potrà mai assomigliare a quello di due cortesi compagni che inizino un dialogo da pari a pari, una sera d’estate, sotto gli alberi di un giardino pubblico. Il solo incontro autentico e salutare della Chiesa con il mondo è quello dei confessori senza macchia, dei dottori inflessibili, delle vergini fedeli e dei martiri invincibili, ricoperti dalla tunica scarlatta intinta nel sangue dell’Agnello (…). Dobbiamo separarci dal mondo quando non possiamo fare come vuole il mondo senza offendere Cristo”. 

giovedì 31 ottobre 2013

Adoramus Te, Christe


SIA LODATO IL SANTISSIMO SACRAMENTO

SIA LODATO E
RINGRAZIATO
OGNI MOMENTO:
GESU’ NEL SANTISSIMO SACRAMENTO