sabato 20 ottobre 2012

*** Opera scritta dalla Divina Sapienza per gli eletti degli ultimi tempi: La grande primavera dei popoli e delle nazioni.



07.10.12


Eletti, amici cari, confidate in Me. Superate le prove, verrà la grande primavera dei popoli e delle nazioni.



Sposa cara, non vi sia tristezza nel cuore, per le prove amare: la terra gronda peccato e deve purificarsi. Verrà, dopo, la grande primavera dei popoli e delle nazioni, che il Padre caro ha già preparato. Piccola sposa, pensa a quando scoppia in estate un grande temporale: tutto sembra cambiato, tutto è divenuto squallido e grigio, ma, terminato l’uragano, ecco nel Cielo compare un pallido raggio di sole; esso diviene sempre più forte fino ad illuminare il Cielo di nuova luce, splendida. Piccola Mia, non si rattristi il tuo cuore, se ora vedi il forte temporale, senti il rombo del tuono, vedi i lampi guizzare nel Cielo. Non ti prenda, piccola sposa, la tristezza, per ciò che accade: deve avvenire tutto questo, perché la terra, che gronda peccato, si deve purificare da capo a fondo.

Mi dici: “Adorato, Adorato, adorato Gesù, penso a Giobbe in questo tempo, con intensità: il misero, colpito da molte sciagure, come poteva essere gioioso? Si lamentava il misero e pensava che per lui fosse tutto finito, tante le sciagure che lo colpivano. Perdona, Dolce Amore, la mestizia che serpeggia nel cuore. Nessuno la vorrebbe, ma essa entra in punta di piedi e s’insedia. Hai detto e ripetuto: “Sia sempre gioioso il cuore ed in pace l’anima di chi è tutto Mio, perché Io, Io, Dio, vedo e provvedo a tutto, come fa il padre per il suo piccolo, come fa la madre tutta tenerezza”. Questo hai detto; ma è assai difficile tenere a freno la malinconia, quando il crollo è generale ed il lamento continuo.”

Piccola sposa, la gioia è compagna della speranza. Chi è Mio nel cuore e nella mente possiede sempre viva la speranza, perché dice tra sé: “Quando mai Gesù ha dimenticato le Sue PromesseVado col pensiero nel passato ed esamino le varie fasi della storia: mai è accaduto questo”. Piccola cara, ogni uomo pensi a Me, si affidi a Me, cerchi rifugio in Me, Dio, e sia pieno della più viva speranza, perché nulla accade che Io non conosca e mai nulla può accadere che Io non permetta. Piccola sposa, fa’ sempre questa riflessione e pensa che immenso è il Mio Amore per le anime. Voglio per loro la Gioia e la salvezza. Il dolore non viene da Me, Dio, ma è opera del nemico infernale che vuole far cadere la speranza per catturare le anime.

Mi dici: “Adorato, chi spera e confida in Te, certo, non si perde, ma può avere l’attimo di scoraggiamentoPerdona, Dolce Amore, la debolezza umana. Perdona l’attimo di scoraggiamento.”

Piccola sposa, quando nel cuore inizia lo scoraggiamento, subito ricorri a Me, rifugiati in Me; sappi attendere il Mio Tempo che non è il tuo e ti farò contemplare le Meraviglie del Mio Amore. Hai citato Giobbe. Pensa alla conclusione della sua vita. Così sarà per chi in Me ha sperato. Resta, felice, nel Mio Cuore e godine le Delizie d’Amore. Ti amo.
Vi amo.

                                                                                              Gesù



07.10.12
La Mamma parla agli eletti


Figli cari e tanto amati, sono vicina a voi per aiutarvi e sostenervi nelle difficoltà. Siate arditi, figli amati, ed operate come attivi discepoli di Gesù, Io intercedo per ogni figlio presso il Padre caro perché le prove siano brevi e sopportabili più facilmente. 

Più intensamente pregate e meno dura vi sembrerà la prova. Piccoli cari, pregate sempre e la vita diverrà un dolce volo verso l’eternità. Vi amo tutti e voglio che siate salvi e felici, presto. Uniamo i cuori per la più intensa adorazione a Dio. Vi amo tutti.
Ti amo, angelo Mio.

                                                                                              Maria Santissima


COR SANCTISSIMUM MARIAE
FONS LUCIS ET GRATIAE
FONS AETERNAE VITAE
ora pro nobis


venerdì 19 ottobre 2012

SAN PEDRO DE ALCANTARA :<<...Sobre todas estas virtudes, dame, Señor, tu gracia, para que te ame yo con todo mi corazón, con toda mi ánima, con todas mis fuerzas y con todas mis entrañas, así como tú lo mandas. ¡Oh, toda mi esperanza, toda mi gloria, todo mi refugio y alegría! ¡Oh, el más amado de los amados! ¡Oh, esposo florido, esposo suave, esposo melifluo! ¡Oh, dulzura de mi corazón! ¡Oh, vida de mi ánima y descanso alegre de mi espíritu! ¡Oh, hermoso y claro día de la eternidad, y serena luz de mis entrañas, y paraíso florido de mi corazón!¡ Oh, amable principio mío y suma suficiencia mía!..."






Es agradable convidarlos todos a gustar-saborear la bellisima oraciòn de san Pedro de Alcantara (1499 - 1562) del "Tratado de la Oraciòn y Meditaciòn" cap. XI.

PETICIÓN ESPECIAL DEL AMOR DE DIOS

<<...Sobre todas estas virtudes, dame, Señor, tu gracia, para que te ame yo con todo mi corazón, con toda mi ánima, con todas mis fuerzas y con todas mis entrañas, así como tú lo mandas. ¡Oh, toda mi esperanza, toda mi gloria, todo mi refugio y alegría! ¡Oh, el más amado de los amados! ¡Oh, esposo florido, esposo suave, esposo melifluo! ¡Oh, dulzura de mi corazón! ¡Oh, vida de mi ánima y descanso alegre de mi espíritu! ¡Oh, hermoso y claro día de la eternidad, y serena luz de mis entrañas, y paraíso florido de mi corazón!¡ Oh, amable principio mío y suma suficiencia mía!



Apareja, Dios mío, apareja, Señor, una agradable morada para ti en mí, para que, según la promesa de tu santa palabra, vengas a mí y reposes en mí. Mortifica en mí todo lo que desagrada a tus ojos y hazme hombre según tu corazón. Hiere, Señor, lo más íntimo de mi ánima con las saetas de tu amor, y embriágala con el vino de tu perfecta caridad. ¡Oh! ¿Cuándo será esto? ¿Cuándo te agradaré en todas las cosas? ¿Cuándo dejaré de ser mío? ¿Cuándo ninguna cosa fuera de ti vivirá en mí? ¿Cuándo ardentísimamente te amaré? ¿Cuándo me abrasará toda la llama de tu amor? ¿Cuándo estaré todo derretido y traspasado con tu eficacísima suavidad? ¿Cuándo abrirás a este pobre mendigo y le descubrirás el hermosísimo Reino tuyo que está dentro de mí, el cual eres tú con todas tus riquezas? ¿Cuándo me arrebatarás y anegarás y transportarás y esconderás en ti, donde nunca más parezca? ¿Cuándo, quitados todos impedimentos y estorbos, me harás un espíritu contigo, para que nunca ya me pueda más apartar de ti?

¡Oh, amado, amado, amado de mi ánima! ¡Oh dulzura, dulzura de mi corazón! ¡Óyeme, Señor, no por mis merecimientos, sino por tu infinita bondad! Enséñame, alúmbrame, enderézame y ayúdame en todas las cosas para que ninguna cosa se haga ni diga, sino lo que fuere a tus ojos agradable. ¡Oh Dios mío, amado mío, entrañas mías, bien de mi ánima! ¡Oh amor mío dulce! ¡Oh deleite mío grande! ¡Oh fortaleza mía, veladme; luz mía, guiadme!

¡Oh Dios de mis entrañas! ¿Por qué no te das al pobre? ¡Hinches los cielos y la tierra, y mi corazón dejas vacío! Pues vistes los lirios del campo, y guisas de comer a las avecillas y mantienes los gusanos, ¿por qué te olvidas de mí, pues a todos olvido por ti? ¡Tarde te conocí, bondad infinita! ¡Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva! ¡Triste del tiempo que no te amé! ¡Triste de mí, pues no te conocía! ¡Ciego de mí, que no te veía! ¡Estabas dentro de mí, y yo andaba a buscarte por de fuera! Pues aunque te hallé tarde, no permitas, Señor, por tu divina clemencia, que jamás te deje.


Y porque una de las cosas que más te agradan y más hieren tu corazón es tener ojos para saberte mirar, dame, Señor, esos ojos con que te mire; conviene saber: ojos de paloma sencillos; ojos castos y vergonzosos; ojos humildes y amorosos; ojos devotos y llorosos; ojos atentos y discretos, para entender la voluntad y cumplirla, para que, mirándote yo con estos ojos, sea de ti mirado con aquellos ojos con que miraste a San Pedro, cuando le hiciste llorar su pecado; con aquellos ojos con que miraste al Hijo Pródigo, cuando le saliste a recibir y le diste beso de paz; con aquellos ojos con que miraste al publicano, cuando él no osaba alzar los ojos al cielo; con aquellos ojos con que miraste a la Magdalena, cuando ella lavaba tus pies con las lágrimas de los suyos; finalmente, con aquellos ojos con que miraste a la Esposa en los cantares, cuando le dijiste: Hermosa eres, amiga mía; hermosa eres, tus ojos son de paloma, para que, agradándote de los ojos y hermosura de mi ánima, le des aquellos arreos de virtudes y gracias con que siempre te parezca hermosa.
¡Oh Altísima, Clementísima, Benignísima Trinidad, Padre, Hijo, Espíritu Santo, un solo Dios verdadero, enséñame, enderézame y ayúdame, Señor, en todo! ¡Oh Padre todopoderoso, por la grandeza de tu infinito poder, asienta y confirma mi memoria en ti e hínchela de santos y devotos pensamientos! ¡Oh Hijo Santísimo, por la eterna sabiduría tuya, clarifica mi entendimiento y adórnalo con el conocimiento de la suma verdad y de mi extremada vileza! ¡Oh Espíritu Santo, amor del Padre y del Hijo, por tu incomprensible bondad, traspasa en mí toda tu voluntad y enciéndela con un tan grande fuego de amor, que ningunas aguas la puedan apagar!





¡Oh Trinidad Sagrada, único Dios mío, y todo mi bien! ¡Oh si pudiese yo alabarte y amarte como te alaban y aman todos los ángeles! ¡Oh si tuviese yo el amor de todas las criaturas, cuán de buena gana te lo daría y traspasaría en ti, aunque ni éste bastaría para amarte como tú mereces! Tú sólo te puedes dignamente amar y dignamente alabar, porque tú sólo comprendes tu incomprensible bondad, y así tú solo la puedes amar cuanto ella merece, de manera que en sólo ese divinísimo pecho se guarda justicia de amor.

¡Oh María, María, María, Virgen Santísima, Madre de Dios, Reina del cielo, Señora del mundo, Sagrario del Espíritu Santo, Lirio de pureza, Rosa de paciencia, Paraíso de deleites, Espejo de Castidad, Dechado de inocencia! Ruega por este pobre desterrado y peregrino, y parte con él de las sobras de tu abundantísima caridad. Oh vosotros, bienaventurados Santos y Santas, y vosotros, bienaventurados espíritus, que así ardéis en el amor de vuestro Criador, y señaladamente vosotros, Serafines, que abrasáis los cielos y la tierra con vuestro amor, no desamparéis este pobre miserable corazón, sino limpiadlo, como los labios de Isaías, de todos sus pecados, y abrasadlo con la llamada de ese vuestro ardentísimo amor, para que sólo a este Señor ame, a Él sólo busque, en El sólo repose y more en siglos de los siglos. Amen.>>



JESU DULCIS MEMORIA 
DANS VERA CORDIS GAUDIA: 
Sed super mel et omnia 
Eius dulcis praeséntia

2. Sant'Alfonso de' Liguori: Un caso d'un amore sì prodigioso che sarà l'ammirazione di tutti i secoli.




  • CAPITOLO I - Dell'amore di Gesù Cristo in voler egli soddisfare la divina giustizia per li peccati nostri.



- 18 -




1. Narrasi nelle istorie un caso d'un amore sì prodigioso che sarà l'ammirazione di tutti i secoli. Eravi un re, signore di molti regni, il quale aveva un unico figlio, sì bello, sì santo e sì amabile, ch'era l'amor del padre, il quale l'amava quanto se stesso. Or questo principino portava un grande affetto ad un suo schiavo talmente che avendo questo schiavo commesso un delitto, per cui già era stato condannato a morte, il principe si offerì esso a morire per lo schiavo: e 'l padre, perché era geloso della giustizia, si contentò di condannare l'amato figlio alla morte, affinché restasse libero lo schiavo dal meritato

- 19 -



castigo. E così fu fatto: il figlio morì giustiziato, e restò liberato lo schiavo.1

2. Or questo caso, che simile non è avvenuto mai né mai avverrà nel mondo, sta registrato negli Evangeli, dove si legge che il Figliuolo di Dio, il Signore dell'universo, essendo stato l'uomo per lo peccato condannato alla morte eterna, egli volle prendere carne umana e così pagare colla sua morte la pena dovuta all'uomo: Oblatus est quia ipse voluit (Is. LIII, 7). E l'Eterno Padre lo fece morire in croce per salvare noi miseri peccatori: Proprio Filio suo non pepercit, sed pro nobis omnibus tradidit illum (Rom. VIII, 32). Che vi pare, anima divota, di quest'amore del Figlio e del Padre?

3. Dunque, amato mio Redentore, voi colla vostra morte avete voluto sacrificarvi, per ottenere a me il perdono? E che mai vi renderò per gratitudine? Voi troppo m'avete obbligato ad amarvi; troppo vi sarei ingrato s'io non v'amassi con tutto il mio cuore. Voi m'avete data la vostra vita divina; io misero peccatore qual sono vi do la vita mia. Sì, quella vita almeno che mi resta la voglio spendere solo in amarvi, ubbidirvi e darvi gusto.

4. Uomini, uomini, amiamo questo Redentore, ch'essendo Dio non ha sdegnato di caricarsi de' nostri peccati per soddisfare esso colle sue pene i castighi da noi meritati: Vere languores nostros ipse tulit, et dolores nostros ipse portavit (Is. LIII, 4). - Dice S. Agostino che il Signore nel crearci ci ha formati per virtù della sua potenza, ma in redimerci ci ha salvati dalla morte per mezzo de' suoi dolori: Condidit nos fortitudine sua, quaesivit nos infirmitate sua.2 Quanto vi debbo, o Gesù mio Salvatore! S'io dessi mille volte il sangue per voi, se spendessi mille vite, pure sarebbe poco. Oh chi pensasse spesso all'amore che voi ci avete dimostrato nella vostra Passione, come potrebbe amare altro che voi? Deh per

- 20 -



quell'amore con cui ci amaste sulla croce, datemi la grazia d'amarvi con tutto il cuore. V'amo, bontà infinita, v'amo sopra ogni bene, ed altro non vi domando che 'l vostro santo amore.

5. Ma come va questo? ripiglia a dir lo stesso S. Agostino. Come l'amor vostro, o Salvator del mondo, ha potuto giungere a tal segno ch'io abbia commesso il delitto e voi ne abbiate avuto a pagar la pena? Quo tuus attigit amor? Ego inique egi, tu poena multaris?3 E che mai importava a voi, soggiunge S. Bernardo, che noi ci perdessimo e fossimo castigati come già meritavamo, che abbiate voluto voi sopra le vostre carni innocenti soddisfare i nostri peccati? e per liberare noi dalla morte, voi, Signore, abbiate voluto morire? O bone Iesu, quid tibi est? mori nos debuimus, et tu solvis? nos peccavimus, et tu luis? Opus sine exemplo, gratia sine merito, caritas sine modo (Quod. l. 5).4 O opera che non ha avuto né avrà mai simile! O grazia che noi non potevamo mai meritarla! O amore che non potrà mai comprendersi!5

6. Predisse già Isaia che 'l nostro Redentore doveva esser condannato alla morte e come un agnello innocente portato al sagrificio: Sicut ovis ad occisionem ducetur (Is. LIII, 7). Qual maraviglia, oh Dio, doveva fare agli angioli il vedere il loro innocente Signore esser condotto come vittima per essere sagrificato sull'altar della croce per amore dell'uomo! E quale spavento dovette recare al cielo ed all'inferno, mirare un Dio giustiziato come un ribaldo in un patibolo d'obbrobrio per li peccati delle sue creature!

7. Christus nos redemit de maledicto legis, factus pro nobis maledictum (quia scriptum est: maledictus omnis qui pendet in ligno) ut in gentibus benedictio Abrahae fieret in Christo Iesu (Gal. III, 13, 14). Qui dice S. Ambrogio: Ille maledictum in cruce factus, ut tu benedictus esses in regno Dei.

- 21 -



(Ep. 47).6 Dunque, mio caro Salvatore, voi per ottenere a me la divina benedizione vi contentaste di abbracciarvi il disonore di comparire sulla croce maledetto al cospetto del mondo ed abbandonato al patire anche dal vostro Eterno Padre, pena che vi fe' gridare a gran voce: Deus meus, Deus meus, ut quid dereliquisti me? (Matth. XXVII, 46). Sì, commenta Simone da Cassia, a tal fine fu Gesù abbandonato nella sua Passione, acciò noi non restassimo abbandonati nei peccati da noi commessi: Ideo Christus derelictus est in poenis, ne nos derelinquamur in culpis.7 O prodigio di pietà! o eccesso d'amore d'un Dio verso degli uomini! E come può trovarsi, o Gesù mio, anima che creda ciò, e non v'ami?



8. Dilexit nos, et lavit nos a peccatis nostris in sanguine suo (Apoc. I, 5). Ecco dov'è giunto, o uomini, l'amore di Gesù verso di noi per lavarci dalle sozzure de' nostri peccati. Egli svenandosi ha voluto apprestarci un bagno di salute nel suo medesimo sangue. Offert sanguinem, dice un dotto autore (Contens. theol. to. 2. l. 10. dis. 4), melius clamantem, quam Abel; quia iste iustitiam, sanguis Christi misericordiam interpellabat.8 Ma qui esclama S. Bonaventura: O bone Iesu, quid fecisti? O mio Salvatore, che avete fatto? dove v'ha trasportato l'amore? che cosa avete in me veduto, che tanto di me v'ha innamorato? Quid me tantum amasti? quare, Domine, quare? quid sum ego?9 Perché avete voluto tanto patire per me? Chi son io che a tanto caro prezzo abbiate voluto guadagnarvi l'amor mio? Ah che tutta è stata opera del vostro amore infinito! che ne siate sempre lodato e benedetto.

9. O vos omnes qui transitis per viam, attendite et videte, si est dolor sicut dolor meus (Thren. I, 12). Considerando lo stesso Serafico Dottore queste parole di Geremia, come dette dal nostro Redentore mentre stava in croce morendo per

- 22 -



nostro amore, dice: Imo, Domine, attendam et videbo, si est amor sicut amor tuus.10 E vuol dire: già vedo ed intendo, o mio appassionato Signore, quanto patite su questo legno infame; ma ciò che più mi stringe ad amarvi è l'intendere l'affetto che voi mi dimostrate con tanto patire, affine d'essere amato da me.

10. Quello che più accendea S. Paolo ad amare Gesù era il pensare ch'egli non solo per tutti, ma per esso in particolare volle morire: Dilexit me, et tradidit semetipsum pro me (Gal. II, 20): Egli m'ha amato, diceva, e per me si è dato alla morte. E così dee dire ciascuno di noi; poiché asserisce S. Giovan Grisostomo che Dio tanto ama ciascun uomo, quanto ama tutto il mondo: Adeo singulum quemque hominum pari caritatis modo diligit, quo diligit universum orbem.11 Sicché ciascun di noi non è men obbligato a Gesù Cristo per aver egli patito per tutti, che se avesse patito per lui solamente.12 Or se Gesù, fratel mio, fosse morto solo per salvare voi, lasciando gli altri nella loro original ruina, quale obbligo dovreste conservargli? Ma dovete di più intendere che maggiore obbligazione gli avete in esser morto per salvar tutti. S'egli per voi solo fosse morto, qual pena sarebbe la vostra in pensare che i vostri prossimi, genitori, fratelli ed amici, si avessero a dannare e che da essi aveste ad esserne dopo questa vita per sempre diviso? Se voi foste stato schiavo con tutta la vostra famiglia e venisse alcuno a riscattar voi solo, quanto lo preghereste che insieme con voi riscattasse ancora i vostri genitori e fratelli? E quanto lo ringraziereste, s'egli ciò facesse per contentarvi? Dite dunque

- 23 -



a Gesù: Ah mio dolce Redentore, questo avete fatto voi per me senza esserne da me pregato, non solo avete riscattato me dalla morte col prezzo del vostro sangue, ma ancora i miei parenti ed amici, sicché ben poss'io sperare che unitamente con essi vi goderemo per sempre in paradiso. Signore, io vi ringrazio ed amo, e spero di ringraziarvene ed amarvi eternamente in quella patria beata.

11. E chi mai, dice S. Lorenzo Giustiniani, potrà spiegare l'amore che porta il Verbo divino ad ognuno di noi, mentre egli avanza l'amore d'ogni figlio alla sua madre e d'ogni madre a' suoi figli? Praecellit omnem maternum ac filialem affectum Verbi Dei intensa caritas; neque humano valet explicari eloquio, quo circa unumquemque moveatur amore.13 In modo che rivelò il Signore a S. Geltrude, ch'egli sarebbe pronto a morire tante volte quante sono l'anime dannate, se fossero ancor capaci di redenzione: Toties morerer quot sunt animae in inferno.14 O Gesù, o bene amabile più d'ogni altro bene,15 perché gli uomini tanto poco v'amano? Deh fate conoscere quel che avete patito per ciascun di loro, l'amore che loro

- 24 -



portate, il desiderio che avete d'esser da loro amato, le belle parti che per essere amato voi avete. Fatevi conoscere, o Gesù mio, e fatevi amare.


12. Ego sum pastor bonus, disse il Redentore, bonus pastor animam suam dat pro ovibus suis (Io. X, 11). Ma, Signore, dove si trovano pastori nel mondo simili a voi? Gli altri pastori danno la morte alle lor pecorelle per conservarsi la vita: voi, pastore troppo amoroso, avete voluto dar la vostra vita divina per ottenere la vita alle vostre amate pecorelle. E di queste pecorelle, o mio amabilissimo pastore, una per mia sorte son io. Qual obbligo dunque è il mio d'amarvi e di spendere la mia vita per voi, giacché voi per amor mio in particolare siete morto? E qual confidenza io debbo avere nel vostro sangue, sapendo ch'è stato sparso per pagare i peccati miei? Et dices in die illa: Confitebor tibi, Domine. Ecce Deus salvator meus, fiducialiter agam et non timebo (Is. XII, 1, 2). E come posso più diffidare della vostra misericordia, o mio Signore, guardando le vostre piaghe? -Andiamo, o peccatori, e ricorriamo a Gesù che sta su quella croce come in trono di misericordia. Egli ha placata la divina giustizia da noi sdegnata. Se noi abbiamo offeso Dio, egli per noi ha fatta la penitenza: basta che noi ne abbiamo pentimento.



13. Ah mio carissimo Salvatore, a che v'ha ridotto la pietà e l'amore che avete verso di me! Pecca lo schiavo, e voi, Signore, ne pagate la pena? Se penso dunque a' peccati miei debbo tremare per lo castigo che merito: ma pensando alla vostra morte ho più ragione di sperare che di temere. Ah sangue di Gesù, tu sei tutta la mia speranza.

14. Ma questo sangue, siccome ci dà confidenza, così ancora ci obbliga ad esser tutti del nostro Redentore. Esclama l'Apostolo: An nescitis, quia non estis vestri? Empti enim estis pretio magno (I Cor. VI, 19 et 20). No che non posso, Gesù mio, senza ingiustizia, disporre più di me e delle cose mie, mentre son fatto vostro, avendomi voi ricomprato colla vostra morte. Il mio corpo, l'anima mia, la mia vita non è più mia, è vostra ed è tutta vostra. Voglio dunque solo in voi sperare, solo voi voglio amare, o mio Dio crocifisso e morto per me. Io non ho altro che offerirvi, se non quest'anima riscattata col vostro sangue; questa vi offerisco. Accettatemi ad amarvi ch'io non voglio altro che voi, mio Salvatore, mio

- 25 -



Dio, mio amore, mio tutto. Per lo passato sono stato ben grato con gli uomini, solo con voi sono stato un ingrato. Al presente io v'amo; e non ho pena che più m'affligga che l'avervi disgustato. O Gesù mio, datemi confidenza nella vostra Passione, e togliete dal mio cuore ogni affetto che non è per voi. Io voglio amare solo voi, che meritate tutto il mio amore e troppo m'avete obbligato ad amarvi.


15. E chi mai potrà resistere a non amarvi vedendo voi, il quale siete il diletto dell'Eterno Padre, che avete voluto per noi finir la vita con una morte sì amara e spietata?

O Maria, o madre del bello amore, deh, per li meriti del vostro Cuore infiammato, otteneteci la grazia di vivere sol per amare il vostro Figlio, ch'essendo degno per sé d'un infinito amore, ha voluto a tanto costo acquistarsi l'amore di me misero peccatore.

O amore dell'anime, o Gesù mio, io v'amo, io v'amo, io v'amo. Ma v'amo troppo poco; datemi voi più amore, più fiamme che mi facciano vivere sempre ardendo del vostro amore. Io non lo merito, ma ben lo meritate voi, bontà infinita. Amen, così spero, così sia.




AVE MARIA PURISSIMA!




1 Nelle prime edizioni (Pellecchia, Paci 1751, De' Rossi 1755) è posto sotto il n. 1 quello che nelle edizioni posteriori, e anche nella nostra, è diviso fra i nn. 1 e 2. In esse manca l' ultimo periodo del nostro n. 2.

2 “Invenimus virtutem Iesum, et invenimus infirmum Iesum: fortem et infirmum Iesum... Vis videre quam iste Filius Dei fortis sit? Omnia per ipsum facta sunt... et sine labore facta sunt... Infirmum vis nosse? Verbum caro factum est et habitavit in nobis. Fortitudo Christi te creavit, infirmitas Christi te recreavit... Condidit nos fortitudine sua, quaesivit nos infirmitate sua.” S. AUGUSTINUS, In Ioannis Evangelium, tractatus 15, n. 6. ML 35-1512. 3 Liber Meditationum, cap. 7. Inter Opera S. Augustini, ML 40-906. Però, queste Meditazioni sono l' opera di un compilatore più recente, probabilmente di Alchero, monaco di Chiaravalle. - Il passo qui addotto è di S. Anselmo. “Quo tuus attigit amor?... Ego enim inique egi, tu poena multaris.” S. ANSELMUS, Orationes, Oratio 2. ML 158-861.

4 La stessa sentenza si ritrova presso Lohner, Bibliotheca concionatoria, titulus 110, Passio Christi, § 3, n. 1. colla stessa indicazione di fonte. - Vedi Appendice, 3, A.

5 Nelle ediz. del 1751 (Pellecchia, Paci) e in quella del De' Rossi (1755), l' ultima esclamazione è: “O amore senza misura!” 6 S. AMBROSIUS, Epistola 46, ad Sabinum, n. 13. ML 16-1149.
7 “Ideo Christus est derelictus in poenis, ne nos derelinqueremur in peccatis, ut ipsius derelictio sit nostra liberatio peccatorum.” SIMON DE CASSIA, De gestis Domini Salvatoris, lib. 13 (de Passione Domini), cap. 116.
8 Vincentius CONTENSON. O. P., Theologia mentis et cordis, lib. 10, dissertatio 4, cap. 1, speculatio 1 (quartus excessus).
9 “O bone Iesu, quid fecisti, quid me tantum amasti? Quare, Domine, quare? Quare, Domine Iesu? Quid sum ego?” Stimulus amoris, pars 1, cap. 13. Opera S. Bonaventurae, VII, p. 206, col. 2: Lugduni, 1668, post editiones Vaticanam et Germanicam. - Vedi Appendice, 2, 5°.10 “Prae nimia doloris vehementia clamavit, dicens: O vos omnes qui transitis per viam, attendite et videte si est dolor sicut dolor meus. Re vera, Domine Iesu Christe, numquam fuit dolor similis dolori tuo. Tanta enim fuit sanguinis tui effusio, ut totum corpus tuum aspergeretur... Scio, Domine, et vere scio, quia propter aliud hoc non fecisti, nisi ut ostenderes quanto affectu me diligeres.” S. BONAVENTURA, De perfectione vitae ad Sorores, cap. 6, n. 6. Opera, VIII, ad Claras Aquas, 1898.
11 “Declarat (Paulus) hoc quoque par esse, ut quisque nostrum non minus agat gratias Christo, quam si propter ipsum solum advenisset. Neque enim recusaturus erat vel ob unum tantam exhibere dispensationem: adeo unumquemque hominem pari caritatis modo diligit, quo diligit orbem universum.” S. IO. CHRYSOSTOMUS, In Epistolam ad Galatas, cap. 2, n. 8. MG 61-646.
12 Nelle ediz. del 1751 (Pellecchia, Paci) e in quella Romana (De' Rossi, 1755) - la quale è fatta su le precedenti - quest' ultimo periodo è: “Sicché, mio Redentore, se non altri che io fossi stato nel mondo, solo per me voi vi sareste fatt' uomo, e sareste morto in croce.” - Poi manca tutto il rimanente, fino al n. 11, che è stato aggiunto nelle ediz. posteriori. 13 S. LAURENTIUS IUSTINIANUS, De triumphali Christi agone, cap. 5 (principio).
14 “Hanc (Gertrudis) percepit instructionem, quod, cum homo dirigit se ad Crucifixum, aestimet in corde suo Dominum Iesum blanda voce sibi dicentem: “Ecce quomodo causa tui amoris pependi in cruce nudus et despectus, et toto corpore vulneratus necnon per singula membra distentus. Et iam tali dulcore caritatis afflicitur Cor meum erga te, quod, si saluti tuae expediret et aliter salvari non posses, iam pro te solo vellem omnia tolerare quae umquam aestimare posses me tolerasse pro toto mundo. Sed vere iam impossibile est quod corpus meum possit amplius mori seu aliquam poenam vel tribulationem pati. Et sic etiam impossibile est quod aliqua anima, quae post mortem meam est vel fuerit in infernum condemnata, inde umquam amplius liberetur... sed sentient infernales poenas in aeterna morte, quia noluerunt frui beneficio mortis et Passionis meae.” S. GERTRUDIS MAGNA, Legatus divinae pietatis, lib. 3, cap. 41 (edizione dei Benedettini di Solesmes, 1875), p. 205. - Questo presso S. Geltrude. Ma le stessissime parole qui riferite da S. Alfonso sono prese dalle Rivelazioni di S. BRIGIDA, Revelationum lib. 7, cap. 19: “Contigit uni personae vigilanti et orationi vacanti, quod... videbat se raptam esse in spiritu in unum palatium... Videbatur quoque sibi Iesus Christus sedere inter sanctos suos... qui suum benedictum os aperiens, proferebat haec verba: “Ego vere sum ipsa summa caritas... Caritas ita incomprehensibilis et intensa nunc in me est, sicut erat in tempore Passionis meae... Si adhuc possibile esset quod ego toties morerer quot sunt animae in inferno, ita quod pro qualibet earum talem mortem iterum sustinerem qualem tunc pro omnibus sustinui, adhuc corpus meum paratum esset subire haec omnia, cum libenti voluntate et perfectissima caritate.”
15 Pellecchia, Paci (Napoli 1751): “O Gesù, o uomo il più amabile e il più amante di tutti gli uomini....”

Chiesa e post concilio: FSSPX-Roma: "Siamo tornati al punto di partenza"

Chiesa e post concilio: FSSPX-Roma: "Siamo tornati al punto di partenza": Intervista con padre Niklaus Pfluger, 1° Assistente generale della Fraternità San Pio X, sulla situazione attuale della Fraternità. Fonte: ...




Catecismo para niños
<<Cor Mariæ Immaculatum, intercede pro nobis>>

S. Francisco de Sales: "Não vos inquieteis, se não vos lembrardes de todas as vossas faltinhas para confessá-las; porque assim como muitas vezes cais sem advertência, assim também muitas vezes vos levantareis sem percebê-lo; a saber, pelos atos de amor ou outros atos bons que as almas devotas soem fazer".







Sobre a Confissão freqüente
Por
Santo Afonso Maria de Ligório

"A verdadeira dor não está em senti-la mas em querê-la
Todo o mérito das virtudes está na vontade!"
"Não falamos aqui das confissões das pessoas incursas em pecados mortais. Entretanto não deixaremos de dar muitos avisos concernentes às ocasiões próximas e às confissões sacrílegas. Mas queremos falar principalmente das confissões das almas timoratas, que amam a perfeição e procuram purificar-se cada vez mais das manchas dos pecados veniais.

UTILIDADE DA CONFISSÃO FREQÜENTE

Refere Cesário que um santo sacerdote mandou da parte de Deus a um demônio que lhe tinha aparecido, lhe dissesse o que mais o maltratava; e o inimigo lhe respondeu que nada o contrariava nem o desgostava tanto, como a confissão freqüente. - Mas ouçamos o que Jesus Cristo disse a Sta. Brígida: "Aquele que quer conservar o fervor, deve purificar-se freqüentemente com a confissão na qual se acuse de todos os seus defeitos e negligências em servir-me." - Cassiano ensina que a alma que aspira à perfeição, deve cuidar de ter uma grande pureza de consciência, porque assim é que se adquire o perfeito amor de Deus, que não se dá senão às almas puras; de sorte que o divino amor corresponde à pureza do coração.

- É preciso, porém entender que nos homens, segundo o estado presente, esta pureza não consiste em uma isenção absoluta de toda a falta; porque, exceto nosso divino Salvador e sua divina Mãe, não houve nem haverá no mundo nenhuma alma sem suas manchas. Todos nós nascemos em pecado e caímos em muitas faltas, diz S. Tiago.

- Consiste em duas coisas, que são velar atentamente para que não entre no coração nenhuma falta deliberada, por leve que seja, e ter cuidado de purificar-se imediatamente de qualquer falta que nele possa ter entrado.

- Estes são justamente os dois bons efeitos que produz a confissão freqüente.

Primeiramente, pela confissão freqüente, uma pessoa se purifica das manchas contraídas. - A este propósito, narra S. João Clímaco que um jovem, desejando corrigir-se da má vida, que levava no século, foi-se fazer religioso em certo mosteiro. Antes de recebê-lo, o abade quis prová-lo; e lhe disse que, se queria ser admitido, fosse confessar em público todos os seus pecados. Deveras resolvido a se entregar inteiramente a Deus, o jovem obedeceu; mas, enquanto expunha suas faltas diante da comunidade, um santo religioso que fazia parte desta, viu um homem de aspecto venerando, que a medida que o moço ia declarando seus pecados, os apagava de um papel que tinha na mão, onde estavam escritos; de sorte que, acabada a confissão, todos estavam apagados.

O que, neste caso, aconteceu visivelmente, sucede invisivelmente toda a vez que um se confessa com as devidas disposições.

A confissão, porém, além de purificar a alma de suas máculas, dá-lhe também força para não recair. - Segundo o doutor angélico, a virtude da penitência faz que a falta cometida seja destruída e também que não volte mais.

- A tal propósito S.Bernardo refere um fato da vida de S. Malaquias.Uma mulher tinha o hábito de se impacientar e de se irritar a tal ponto que se tornara insuportávelS. Malaquias, ouvindo dela mesma que nunca se houvera confessado de tais impaciências,excitou-a a fazer uma confissão exata dessas faltasDepois disto, tornou-se tão paciente e tão branda, que parecia incapaz de se enfadar por qualquer trabalho ou mau trato que a importunasse.É por isso que muitos santos, para adquirirem a pureza de consciência, costumavam confessar-se todos os dias. Assim praticavam Sta. Catarina de Senna, Sta. Brígida, a Beata Collecta, e também S.Carlos Borromeo, Sto. Inácio de Loiola e muitos outros. S. Francisco de Borgia não se contentava com uma só vez,confessava-se duas vezes por dia.

Se os homens do mundo tem horror de aparecer com uma mancha no rosto diante de seus amigosque se há de estranhar que as almas amigas de Deus procurem purificar-se cada vez mais, para se tornarem cada vez mais agradáveis aos olhos de Nosso Senhor.- De resto, não pretendemos aqui obrigar as religiosas que freqüentam a comunhão, a confessar-se toda a vez que comungam. Entretanto é conveniente que se confessem duas vezes ou ao menos uma vez por semana, e além disso quando houverem cometido alguma culpa com advertência.

DO EXAME, DA DOR OU CONTRIÇÃO E DO BOM PROPÓSITO

- Sabe-se que, para fazer uma boa confissão, três coisas se requeremO exame de consciênciaa dor de ter pecado, e o propósito de se corrigir.

1. Quanto ao exame, aos que freqüentam os sacramentos, não é necessário que quebrem a cabeça em indagar todos os pormenores das faltas veniais. É preferível que se apliquem mais a descobrir as causas e raízes de seus apegos e de suas negligências.Digo isto para as religiosas que vão se confessar, com a cabeça cheia de coisas ouvidas na grade, e não fazem outra coisa que repetir, de cada vez, a recitação das mesmas faltas, como uma cantilena, sem arrependimento e sem propósito de emenda.Para as almas espirituais, que se confessam amiúde e tem cuidado de evitar os pecados veniais deliberados, o exame não exige muito tempo; pois não têm necessidade de indagar sobre as faltas graves, porque se a sua consciência estivesse sobrecarregada de um só pecado mortal, este se daria logo a conhecer por si mesmo. Quanto aos pecados veniais, se fosse plenamente voluntários, se manifestariam também de um modo sensível de pena que causariam; aliás não há obrigação de confessar todas as faltas leves que se tem na consciência, e por conseguinte também não há obrigação de fazer um exame exato e menos ainda de escrutar o número e circunstâncias, ou se recordar como e porque se cometeram.Basta declarar as faltas leves que pesam mais e são mais opostas a perfeição, e acusar as outras em termos gerais.

Quando não há matéria certa depois da confissão última, diga-se algum pecado da vida passada, de que se tenha mais dor, por exemplo: Eu me acuso especialmente de todas as culpas cometidas no passado contra a caridade, a pureza ou a obediência.

- É bastante consolador o que sobre este ponto escreve S. Francisco de Sales: "Não vos inquieteis, se não vos lembrardes de todas as vossas faltinhas para confessá-las; porque assim como muitas vezes cais sem advertência, assim também muitas vezes vos levantareis sem percebê-lo; a saber, pelos atos de amor ou outros atos bons que as almas devotas soem fazer".

2. É necessária, em segundo lugar, a dor ou contrição, e é o quese requer principalmente para obter a remissão dos pecados. As confissões mais longas não são as melhores, mas as em que há mais dor. O sinal de uma boa confissão, diz S. Gregório, não se acha no grande número de palavras do penitente, mas no arrependimento que demonstra.

- De resto, as religiosas que se confessam amiúde e tem horror até as culpas veniais, desfazem as dúvidas se tem ou não verdadeira contrição. Quereriam, cada vez que se confessam, ter lágrimas de enternecimento; e como apesar dos seus esforços e de toda a violência que fazem, não podem tê-las, estão sempre inquietas sobre suas confissões. É preciso que se persuadam que a verdadeira dor não está em senti-la mas em querê-la. Todo o mérito das virtudes está na vontade. É por isso que Gerson, falando da fé, assegura que aquele que quer crer, algumas vezes tem mais mérito do que aquele que crê.

- Mas S. Tomás ensinou a mesma coisa antes dele, falando precisamente da contrição. Diz ele que a dor essencial, necessária para a confissão, é a detestação do pecado cometido, e que esta dor não está na parte sensitiva, mas na vontade; visto que a dor sensível é um efeito do desprazer da vontade o que nem sempre está em nosso poder, porque a parte inferior nem sempre segue a parte superior.

Assim, pois, toda a vez que, na vontade, a displicência da culpa cometida é acima de todos os males, a confissão é boa.

Abstende-vos, portanto, de fazer esforços para sentir a dor. - Falando dos atos internos, sabei que os melhores são os que se fazem com menor violência e maior suavidade, visto que o Espírito Santo ordena tudo com doçura e tranqüilidade.

Pelo que, o santo rei Ezequias, falando do arrependimento que tinha de seus pecados, dizia sentir deles dor muito amarga mas em paz.

Quando quiserdes receber a absolvição, fazei assim: No aparelhar-vos para a confissão, começai por pedir a Jesus Cristo e a Virgem das Dores uma verdadeira dor de vossos pecados; em seguida fazei brevemente o exame, como acima dissemos; e depois, para a contrição, basta que façais um ato como este: "Meu Deus, eu vos amo acima de todas as coisas; espero, pelos merecimentos do sangue de Jesus Cristo, o perdão de todos os meus pecados, dos quais me arrependo de todo o coração, por ter ofendido e desgostado a vossa infinita bondade, e os aborreço mais do que todos os males; e uno este meu aborrecimento ao aborrecimento que deles teve o meu Jesus no horto de Getsêmani. Proponho não vos ofender mais, com a vossa graça".Uma vez que tenhais querido pronunciar este ato com sinceridade, ide tranqüilamente receber a absolvição, sem temor e sem escrúpulo. - Sta. Teresa para tirar as angústias a este respeito, dava um outro bom sinal de contrição: "Vede, dizia ela, se tendes um verdadeiro propósito de não cometer mais os pecados que ides confessar. Se tendes este propósito, não duvideis de ter também a verdadeira dor".

3. É necessário enfim o bom propósito. O propósito exigido para a confissão, para ser bom, deve ser firme, universal e eficaz.Primeiramente, deve ser firme. Há alguns que dizem: eu não quereria cometer mais este pecado; eu não quereria mais ofender a Deus. - Mas ai! este eu quereria denota que o propósito não é firme. Para que o seja, é necessário dizer com vontade resoluta: Não quero mais ofender a Deus deliberadamente.Em segundo lugar,deve ser universal, isto é, deve o penitente propor-se a evitar todos os pecados sem exceção. Isto, porém, só se entende dos pecados mortais.

Quanto aos pecados veniais, basta, para o valor do sacramento, que o arrependimento e o propósito recaiam sobre uma só espécie de pecado; mas as pessoas mais espirituais devem propor se evitar todos os pecados veniais deliberados; e quanto aos indeliberados, visto que é impossível evitá-los todos, basta que se proponham fazê-lo quanto for possível.Em terceiro lugar, deve ser eficaz, isto é,capaz de determinar o penitente a empregar os meios necessários para não cometer mais as faltas de que se acusa, e especialmente a fugir das ocasiões próximas de recair. Por ocasião próxima se entende aquela em que a pessoa caiu muitas vezes em pecados graves, ou, sem justa causa, induziu outros a caírem.Neste caso não basta propor-se somente evitar o pecado, mas é necessário também propor tirar a ocasião, aliás as suas confissões serão todas nulas, embora receba mil absolviçõespois não querer remover a ocasião próxima de pecado grave já é por si culpa grave. E assim como temos demonstrado na nossa obra de teologia moral, quem recebe a absolvição sem o propósito de tirar a ocasião próxima, comete um novo pecado mortal de sacrilégio."

(Santo Afonso Maria de Ligório - A Verdadeira Esposa de Jesus Cristo)

AVE MARIA!