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sabato 29 dicembre 2018

Amati piccoli Figli Miei

Mensaje a Discípulo, 25 julio 2018



Mensaje de la Santísima Virgen María, 25 de julio de 2018

Amados, pequeños hijos Míos, Soy Vuestra Señora de la Consolación y del Buen Camino. Madre y Señora de todos los pueblos y naciones.

Hoy quiero hablaros, mis hijos, acerca del valor tan grande espiritual, que tiene en sí mismo el Sacramento de la reconciliación o penitencia.

Cuántas negligencias, olvidos, faltas de respeto a Dios, a Su Palabra, a la caridad con el prójimo, pecados de pensamiento, palabra, obra y omisión. Son omitidos durante la celebración del Sacramento de la penitencia o la reconciliación con Dios.

Entended, Mis pequeños hijos, que no es la reconciliación con un ser humano, ni por medio de un ser humano.

Es la reconciliación con Dios Padre, por medio del Hijo, que perdona desde la persona del sacerdote, del ministro consagrado, que es el único que puede confesar y perdonar los pecados.

Que ha recibido esa autoridad, y en el desempeño de sus funciones el ministro ordinario de la penitencia la reconciliación el sacerdote, debe ser puro en sus actos y sus palabras.

Debe ser un hombre de mucha oración y de mucho conocimiento de las cosas espirituales.

Por lo tanto debe instruirse constantemente en ellas.

No solamente a través de los mensajes que Yo transmito por todo el mundo a través de mis mensajeros, sino también por lo que pueda de ellos y documentarse acerca del tema.

Con la vida de los santos, y los libros antiguos, los libros que en épocas pasadas representaban la fuerza y la bendición espiritual para la Humanidad, y que ahora ha sido relegados a las bibliotecas, a los depósitos de libros guardados que ya no se abren jamás sus páginas para beber de ellas el elixir de lo sagrado y de lo espiritual.

La esencia misma del Sacramento de la penitencia y la reconciliación reside en que el penitente ha reconocido sus faltas y humilde pide perdón a Dios. Y Dios le perdona en ese momento, porque pecado que no se ha confesado en esta vida no será perdonado.

Vosotros queridos hijos, no os podéis confesar directamente con Dios, tenéis que acudir al ministerio de la iglesia. Por los siglos de los siglos se sostendrá este ministerio, porque es para limpiar el pecado y liberarlo de la condenación en los fuegos eternos.

Yo soy Vuestra Señora del Buen Camino, Yo soy Vuestra Señora del Pozo, Madre y Señora y Consoladora Y Reconciliadora de todos los pueblos y naciones.

Entended pequeños Míos, que este sacramento debe realizarse, debe llevarse acabo, debe efectuarse con la más pura sinceridad de corazón.

Ocultar un pecado en la confesión por más mínimo que este sea, por considerar que no tiene tanta importancia, como los pecados graves, es una falta gravísima que cuando mis hijos vayan a recibir el siguiente Sacramento, que es la Eucaristía, el alimento por excelencia del Alma, no estarán capacitados para recibir entonces el alimento del alma y éste no produce efecto y queda inactiva la esencia de la materia, queda sin crear ningún resultado en el alma en lo más profundo del ser humano.

Que es en donde se realiza la verdad y la fuerza y el poder de estos dos sacramentos. Por eso Mis hijos cada vez que vayáis a confesaros, no lo hagáis de prisa.

Vuestro el examen de conciencia debe ser riguroso, porque muchos de mis hijos yo no saben discernir lo que es malo y lo que es bueno. Lo que hay que confesar y lo que no hay que confesar, y así van a recibir el Sagrado Cuerpo de Mi Hijo por eso pregunto:

¿Qué beneficio espiritual, que provecho, que fuerza de voluntad para vencer el pecado y las tentaciones si estáis haciendo de tan grande Sacramento solamente un espacio para sentirnos bien con vosotros mismos?

Así no es mis pequeños hijos!

Este sacramento se realiza en gran belleza y majestad porque tiene el valor de romper las cadenas de las ataduras del pecado y la descendencia del pecado transmitida por las descendencias.

Tiene la facultad de liberar las cadenas de opresión de los engaños del enemigo y os hace más despierta el alma para poder discernir cuando el enemigo quiere quitar la paz y la humildad de vuestros corazones infundiendo la soberbia, la rebeldía y la falta de respeto.

Por eso, tanto como penitente, como consagrado deben llevar una vida pura ante Dios Padre. Sin mancha, sin reclamo alguno dando buen testimonio de vida de oración, de conocimiento para que pueda llevarse a cabo perfectamente este Sacramento que se os ha dado por manos de ángeles y por la institución Misma en Vuestro Señor Jesucristo Mi hijo Amado.

Yo Soy Vuestra Señora del Pozo, Abogada de los pobres, de los humildes, Reconciliadora de los pueblos y naciones y Yo sigo en esta segunda parte de este mensaje que tiene que darse conocer URGENTEMENTE por todo el mundo según los medios que estén a vuestro alcance y según el conocimiento que tengan aquellas personas que alcancen a leerlo o escucharlo.

Principalmente yo que soy vuestra Madre les pido a mis hijos sacerdotes que hagan un examen de conciencia profundo y no se metan al confesionario así nada más.

Cuando practiqueis y vayáis a llevar a cabo este sacramento de la reconciliación, de la confesión, vestid los ornamentos sagrados. No os vistáis cómo civiles, porque es un Sacramento Santo. No escuchéis las confesiones de frente sino de lado con el oído. El penitente cerrerá sus ojos y estará humillado delante de Dios y el sacerdote, ministro consagrado estará atento a la confesión de los pecados, para impartir la bendición no sin antes declarar la penitencia al penitente para que pueda sufragar sus pecados en esta vida y no sufra lo que tiene que sufrir en el purgatorio por ellos.

Segunda parte