Rubbio (Vicenza), 15 de abril de 1990
Pascua de Resurrección
La segunda Pascua en gloria.
«Que vuestros corazones estén llenos de alegría y de paz, hijos
predilectos, en este día de la Pascua.
Mi Hijo Jesús: Vilipendiado, ultrajado, flagelado, condenado
y muerto en la Cruz, resucita hoy de la muerte con el poder de Su
Divinidad y en el esplendor de Su Cuerpo Glorioso.
Por la fuerza divina de este nuevo y glorioso nacimiento suyo,
la sombra del sepulcro se convierte en luz intensísima, un terremoto remueve de
improviso el pesado bloque de piedra que sella la entrada, los guardias colocados
para su custodia caen desfallecidos ante un poder ilimitado, los Ángeles se
inclinan para adorar Su paso luminoso, la naturaleza canta con gozo, invadida por
el vibrar de una vida renovada.
Cristo resucitado sale del sepulcro en el esplendor Divino de Su Cuerpo Glorioso.
Es Su Pascua de Resurrección.
Es el inicio de la nueva humanidad redimida y conquistada por Él.
Es el alba de su nuevo reino.
Es el primer día de su triunfo real.
Que vuestro corazón esté lleno de alegría, hijos predilectos, porque
la segunda Pascua en gloria se está preparando para vosotros.
Esta pobre humanidad que camina en la tiniebla del rechazo
de Dios, forma un sepulcro oscuro y gélido, y es consumida por
el viento impetuoso de las pasiones, muerta por el pecado, por el
egoísmo, por el odio y por la impureza.
Parece que ahora sólo la muerte triunfa en el mundo.
Sin embrago, tened confianza y esperanza. Cristo resucitado
vive entre vosotros. Cristo viviente es vuestra gran victoria.
Se acerca la segunda Pascua en gloria.
Dentro de poco, se abrirá la puerta de este inmenso sepulcro
en que yace la humanidad entera.
Jesucristo, rodeado por el coro de los Angeles, sobre las nubes
del cielo postradas a sus pies, formando un trono real, en el esplendor
de su Divinidad, regresará para llevar a la humanidad a
una vida nueva, las almas a la gracia y al amor, la Iglesia a la
cumbre más alta de santidad, y así, instaurará en el mundo su
Reino de gloria.»