EL MIÉRCOLES ANTERIOR A LA PASCUA:
I. EN EL DÍA
*
Jesús entra en el Templo, que está más lleno de gente que en los días anteriores. Su túnica es blanca, de lino purísimo. Hace bochorno.
Se llega hasta el atrio de los Israelitas para adorar. Le sigue mucha gente. Otros se quedan bajo los portales. La mayoría la constituyen gentiles, que no pudiendo adentrarse más allá de su pórtico llamado de los Paganos, han aprovechado la oportunidad de que los hebreos se ha nido detrás de Jesús y de este modo toman lugar bajo el portal.
Pero los desaloja un buen grupo de fariseos que, siempre arrogantes, se abren paso para llegar a Jesús que en esos momentos se inclina sobre un enfermo. Esperan que lo haya curado, luego le mandan un escriba para que le interrogue.
Entre ellos hubo una breve discusión, porque Yoel, llamado Alamut, quería ir a preguntar al Maestro, pero un fariseo se le opuso y los otros fueron del mismo parecer diciendo: "No. Sabemos que eres favorable al Rabí, aunque lo seas ocultamente. Deja que baje Urías..."
"Urías no" objeta otro joven escriba que no conozco. "Urías es muy descuidado en su hablar. Excitaría a la gente. Voy yo."
SE ACERCA UN JOVEN ESCRIBA Y LE PREGUNTA
¿CUÁL ES EL MAYOR DE LOS MANDAMIENTOS DE LA LEY?
Y sin preocuparse de la opinión de los demás, se acerca al Maestro exactamente en el momento en que se despide del enfermo, diciéndole: "Ten fe. Estás curado. La fiebre y el dolor no volverán."
"Maestro, ¿cuál es el mayor de los mandamientos de la ley?"
Jesús, que lo tiene a sus espaldas, se vuelve a mirarle. Un asomo de sonrisa le ilumina su rostro; levanta su cabeza, pues la tenía inclinada hacia abajo porque el escriba es de estatura pequeña y está doblado un poco en señal de respeto. Mira a la gente que lo rodea; sus ojos llegan hasta donde están los fariseos y doctores, los fija sobre la cara pálida de Yoel un poco escondido detrás de un grueso fariseo. La sonrisa de Jesús se hace más clara. Es como una luz que fuera a acariciar al escriba honesto. Luego torna a bajar su cabeza para ver a su interlocutor y le responde: "El primero de todos los mandamientos es: "Escucha, ¡oh Israel!: el Señor nuestro Dios es el único Señor. Amarás al Señor Dios tuyo con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas". Este es el primero y principal mandamiento. El segundo es semejante a este: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo". No hay otros mandamientos mayores que éste. Encierran en sí toda la ley y los profetas."
"Maestro, has respondido sabia y justamente. Así es. Dios es Único y no hay fuera de Él otro dios. Amarlo con todo el corazón, con toda la inteligencia, con toda el alma, con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a sí mismo vale más que cualquier holocausto y sacrificio. Pienso mucho en esto cuando recuerdo las palabras de David. "A Ti no te agradan los holocaustos. El sacrificio acepto ante Dios es el espíritu compungido"."
"No estás lejos del Reino de Dios, pues has comprendido cuál es el holocausto que agrada a Dios."
"¿Cuál es el más perfecto?"
COMO SI HABLASE EN SECRETO.
EL HOLOCAUSTO PERFECTO ES AMAR COMO A NOSOTROS MISMOS
A LOS QUE NOS PERSIGUEN Y NOS GUARDAN RENCOR.
QUIEN HAGA ESTO, POSEERÁ LA PAZ.
En el rostro de Jesús brilla el amor que deja caer, cual perla, en el corazón de este escriba que lo abre a su doctrina, a la doctrina del Reino de Dios y responde: "El holocausto perfecto es amar como a nosotros mismos a los que nos persiguen y nos guardan rencor. Quien haga esto, poseerá la paz. Está dicho: los mansos poseerán la tierra y gozarán de abundancia de paz. En verdad te digo que el que sabe amar a sus enemigos llega a la perfección y posee a Dios"
El escriba se despide con deferencia, vuelve a su grupo, que en voz baja le reprocha el haber alabado al Maestro, y airadamente le preguntan: "¿Qué le dijiste en secreto? ¿Eres también tú uno de los engañados?"
"Me ha parecido oír que el Espíritu de Dios hablase por sus labios."
"Estás loco. ¿Crees que sea el Mesías?"
"Lo creo."
"Realmente dentro de poco veremos que nuestras clases se vacían de nuestros escribas y que éstos cual perros irán en pos de Él. Pero, ¿en qué ves que sea Él, el Mesías?"
"No lo sé, pero si siento que lo es."
"¡Loco!" Enojados le vuelven las espaldas.
¿QUÉ PENSÁIS VOSOTROS DEL MESÍAS?
¿DE QUIÉN ES HIJO?"
Jesús ha estado observando, y cuando los fariseos le pasan delante en grupo compacto para alejarse, los llama diciendo: "Escuchadme. Quiero haceros una pregunta. ¿Qué pensáis vosotros del Mesías? ¿De quién es hijo?"
"Será hijo de David" le responden, haciendo hincapié en la palabra "será", para darle a entender que Él no es el Mesías.
"Entonces, ¿por qué David, inspirado por Dios, lo llama: Señor, cuándo dijo: "El Señor ha dicho a mi Señor: 'Siéntate a mi derecha hasta que ponga a tus enemigos como escabel de tus pies' "? Si pues David llama al Mesías: Señor, ¿cómo puede ser su hijo?"
No sabiendo qué responderle se alejan, masticando el odio que los mata.
Jesús se retira del lugar donde estaba, sobre el que el sol fuertemente cae, y se va donde están los buzones del tesoro, junto al Gazofilacio. En esta parte, todavía en sombra, están los rabinos que hablan con grandes gestos a los hebreos que los escuchan y que van aumentando cada vez más en número.
Con altisonantes palabras se esfuerzan por destruir lo que ha enseñado Jesús horas antes o en días anteriores. Y cuanto más levantan la voz, tanto más se les acerca gente. Se ve que en el inmenso patio hay gente que va y viene por todas partes...
Me dice Jesús: "Pon aquí la visión del óbolo de la viuda (19 de junio de 1944) corregida como te indicaré" (como he corregido en las copias a máquina que he devuelto). Luego continúa la visión).
Sólo hoy, y con insistencia veo la siguiente visión
Al principio no veo sino patios y portales que reconozco pertenecer al Templo y a Jesús cual rey, por lo majestuoso de su vestido y manto de color rojo, apoyado sobre una enorme columna cuadrada que sostiene un arco del pórtico.
Me mira detenidamente. Me olvido de todo y me siento ser feliz. Hacia dos días que no veía ni oía nada. La visión dura por largo tiempo, y mientras dura no escribo, porque quiero gozar de mi alegría. Pero ahora que veo que se anima la escena comprendo que tengo que escribir.
El lugar se va llenando de gente que va y viene en todas direcciones. Hay sacerdotes, fieles de ambos sexos y niños. Algunos pasean, otros están parados y escuchan a los doctores, otros llevan jalando a corderitos o palomos tal vez al lugar de sacrificio.
Jesús apoyado sobre su columna mira. No habla. Aunque los apóstoles le han hecho ya dos preguntas, ha hecho señal de no. Está atentísimo mirando. Y por la expresión, parece como si estuviera juzgando a cada uno de los que ve. Sus ojos y su rostro me recuerdan el aspecto que le ve tener en la visión del Paraíso cuando juzgaba las almas en el juicio particular. Ahora, se comprende, es Jesús, el hombre; allá arriba el Jesús glorioso, y, por consiguiente, más majestuoso. Pero la manera como cambia su rostro es la misma. Escudriña seriamente. Si algunas veces se le ve revestirse de tanta seguridad de hacer templar al más desvergonzado, otras es tan dulce, que parece acariciar.
Parece como que no oyese cosa alguna. Pero debe escuchar todo porque cuando en un grupo, separado unos cuantos metros de Él, un doctor con su voz nasal grita: "Más que cualquier otro mandamiento este es el que vale. Cuanto es para el Templo, al Templo se dé. El Templo está por encima de los propios padres y, si alguien quiere dar la gloria al Señor, cualquier cosa que le reste, lo puede hacer, y será bendito porque no hay parentesco ni afecto, superior al Templo", vuelve lentamente su cabeza y mira con tales ojos que... no quisiera que con ellos me mirase.
Parece como si mirara en globo. Pero cuando un viejecillo tembloroso se dispone a subir los cinco escaloncillos de una especie de terraza, próxima a Jesús, y que parece que lleva a otro patio interior, que apoya su bastoncito y que casi está a punto de caer porque pisa su vestido. Jesús extiende su largo brazo, lo ase y lo sostiene para que no caiga. El viejecillo levanta su encanecida cabeza, mira al que le ayudó y musita algunas palabras de agradecimiento. Jesús le sonríe y la pasa su mano sobre la cabeza semi-calva. Luego vuelve a su antigua posición, que abandona para levantar a un niño que, zafándose de la mano de su madre, se ha caídocerca, y, al pegarse contra el primer escaloncillo, se ha echado a llorar. Lo levanta, lo acaricia, lo consuela. La madre, un poco avergonzada, le da las gracias. Jesús le envía una sonrisa, y le entrega el niño.
No sonríe cuando pasa un altanero fariseo, como tampoco cuando pasa un grupo de escribas y de otros que no sé quiénes sean, pese a que le saludan con grandes inclinaciones. Se conforma con mirarlos con tales ojos como si los perforase. Les devuelve el saludo pero sin calor. Está enojado. Tampoco sonríe a un sacerdote que pasa, y que debe de ser un gran personaje porque la gente le abre paso. La mirada de Jesús hace que quien pasa como pavo real, incline su cabeza. No lo saluda, pero no resiste la mirada de Jesús, el cual pasa a mirar a una pobre viejecita vestida de color café oscuro, que apuradamente sube los escaloncillos y se dirige a una pared en que hay como una cabeza de león, o de animales semejantes con el hocico abierto. Anteriormente muchos habían ido a ese lugar, pero Jesús no les había hecho caso.Ahora al contrario sigue los pasos de la mujer. Sus ojos la miran con compasión. Se encienden en dulzura cuando ve que alarga una mano para echar algo en uno de esos hocicos abiertos. Cuando la mujer regresa y le pasa cerca, le dice: "La paz sea contigo, mujer."
Sorprendida, levanta su cabeza sin saber qué decir.
"La paz sea contigo" repite Jesús. "Vete. El Altísimo te bendice."
La mujer se queda estática. Dibuja en sus labios una especie de saludo y se va.
NO DIO MÁS QUE DOS CÉNTIMOS ...; Y, SIN EMBARGO, HA DADO MÁS
QUE TODOS, DESDE QUE EL TEMPLO ABRIÓ SUS PUERTAS AL AMANECER
"En medio de su infelicidad es feliz" dice Jesús saliendo de su silencio. "Ahora es feliz porque la bendición de Dios la acompaña. Escuchadme, amigos y todos vosotros que me rodeáis. ¿Veis a aquella mujer? No dio más que dos céntimos con los que no se puede comprar ni siquiera alimento para un pajarillo encerrado en la jaula; y, sin embargo, ha dado más que todos, desde que el Templo abrió sus puertas al amanecer.
Escuchad. He estado viendo a ricos que introducen en esos hocicos cantidades de dinero con las que se podría dar de comer por un año a estos pobres y darles vestidos con que cubran su honesta pobreza. He visto ricos que introducen con visible satisfacción sumas con las que se podría dar de comer a los pobres de la santa ciudad por uno o más días, y así bendijesen al Señor. Pero en verdad os digo que nadie ha dado más que ella. Su óbolo ha sido caridad. Las otras sumas, no. La suya ha sido generosidad, la de los otros, no. Ha sido un sacrificio, que en los otros no ha existido. Hoy esa mujer no va a comer porque no tiene nada. Deberáprimero trabajar para apagar su hambre. No tiene riquezas, ni familiares que trabajen por ella. Está sola. Dios se ha llevado sus parientes, marido e hijos. Le ha quitado los pocos bienes que le habían dejado, y más que Dios, han sido los hombres. Esos hombres que con grandes gestos, ¿los veis?, siguen echando lo que les sobra, mucho de lo cual lo han sacado con usura de las manos del pobre, del débil, del hambriento. Ellos afirman que no hay parentesco ni afecto superiores al templo,y de este modo enseñan a no amar al prójimo. Yo os afirmo que sobre el Templo está el amor. La ley de Dios es amor y quien no compadece a su prójimo, no ama.El dinero superfluo, el dinero manchado con la usura, con la ira, dureza, hipocresía, no entona ninguna alabanza a Dios y no atrae sobre el dador la bendición celestial. Dios no quiere ese dinero. Esas sumas llenan la caja, pero no es para el incienso, es fango que os sumerge, ¡oh ministros! que olvidáis de servir a Dios y buscáis vuestro interés. Es lazo que os ahoga, ¡oh doctores! que enseñáis vuestra doctrina; es veneno que corroe, ¡oh fariseos! lo que os queda de alma. Dios no quiere las sobras. No seáis Caínes. Dios no quiere lo que es fruto de un corazón duro. Dios no quiere lo que viene envuelto en lágrimas y que grita: "Debía de haber quitado el hambre a otros, pero no me dejaron porque querían gloriarse de mí. Debía haber ayudado a un padre viejo, a una madre débil, y no me dejaronporque el mundo no habría sabido nada de mí. Debo llamar la atención para que todos conozcan a quien me da". No, rabí, que enseñas que cuanto sobre hay que darlo a Dios y que es lícito negarlo a los padres propios. El primer mandamiento es: "Ama a Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con tu inteligencia, con tus fuerzas". Así pues, no hay que darle lo que es superfluo sino lo que es nuestro, nuestro sufrimiento por Él. Sufrir. No hacer sufrir. Si despojarse de las riquezasdesagrada porque cuesta mucho, por esta misma razón hay que dar. El tesoro es el corazón del hombre, viciado por naturaleza. Hay que dar por justicia, porque cuanto se posee, se tiene por bondad de Dios. Hay que dar por amor, porque es prueba de amor el sacrificarse para alegrar a quien se ama. Sufrir para ofrecer. Pero sufrir. No hacer sufrir, repito. Porque el segundo mandamiento dice: "Ama a tu prójimo como a ti mismo". La ley dice claro que después de Dios los padres son el prójimo a quien se debe honrar y ayudar. Por lo cual os afirmo que esa pobre mujer ha comprendido mejor la ley que los mismos sabios, justa más que cualquier otro, y bendita porque dentro de su pobreza ha dado a Dios todo, mientras que vosotros dais lo que os sobra y lo dais para que aumente vuestra estimación ante los ojos de los hombres. Sé que me odiáis porque hablo así, pero mientras esta boca pueda hablar, hablará así. Unid el odio que me tenéis al desprecio que sentís por la pobrecita a quien he alabado. Pero no vayáis a pensar que podréis hacer de estas dos piedras un doble escalón para vuestra soberbia. Será la piedra de moler que os triturará. Vámonos. Dejemos que las víboras se muerdan aumentando su veneno. Quien sea limpio de corazón, bueno, humilde, contrito y quiera conocer el verdadero rostro de Dios, que me siga."
Dice Jesús:
"Y tú, a quien nada sobra, porque me has dado todo, dame estos dos últimos céntimos. Ante lo mucho que has dado, parece a los extraños que no es nada. Para ti, que no tienes que éstos, son todo. Pon los céntimos en la mano de tu Señor. No llores. O por lo menos: no llores sola. Llora conmigo que soy el Único que puede comprenderte y que te comprende sin sombra de lo que es el humano, que fácilmente no puede hacerlo."
Los apóstoles, los discípulos y un grupo de gente le siguen al regresar al lugar del primer patio que da a las murallas del Templo, donde se siente un poco de fresco porque el día es bochornoso. Allí como el piso está desigual por las pisadas de los animales, regado con piedras que los mercaderes y cambistas emplean para sostener sus tiendas, no vienen los rabinos de Israel, quienes sí permiten que en el Templo se hagan negocios, pero que no son capaces de pisar allí, donde se ven todavía restos de lo que dejaron los animales, que hasta hace pocos días estuvieron allí.
QUE AHORA DIRÉ
ESTAD, PUES, ATENTOS
PORQUE SON GRANDES LECCIONES PARA TODOS, SOBRE TODO
PARA VOSOTROS, MIS MINISTROS Y CONTINUADORES.
Jesús no repara en ello y se dirige a allí en medio de un grupo de personas que le escuchan. Antes de hablar, hace señal a sus apóstoles de que se acerquen. Les dice: "Escuchad bien. Ayer queríais saber muchas de las cosas que ahora diré, y que ayer sólo insinúe vagamente cuando estábamos en el huerto de José. Estad, pues, atentos porque son grandes lecciones para todos, sobre todo para vosotros, mis ministros y continuadores.
LOS JEFES DEL PUEBLO SINTIERON LA NECESIDAD DE RECONSTRUIR
TAMBIÉN EL CULTO Y EL CONOCIMIENTO DE LA LEY. ASÍ NACIERON
LOS ESCRIBAS O DOCTORES DE LA LEY, TAMBIÉN DESPUÉS LOS
FARISEOS Y ASIDEOS
LA INMORALIDAD DE SUS CIUDADANOS, EL REBELARSE CONTRA LAS
AUTORIDADES, LAS DESUNIONES ENTRE LAS DIVERSAS CLASES Y
PARTIDOS, LOS PECADOS CONTRA DIOS Y EL PRÓJIMO, LA
IRRELIGIOSIDAD
Escuchad. Los escribas y fariseos se sentaron en la cátedra de Moisés a la hora propicia. Eran tristes para la patria aquellas horas. Terminado el destierro de Babilonia, reconstruida la nación gracias a la magnanimidad de Ciro, los jefes del pueblo sintieron la necesidad de reconstruir también el culto y el conocimiento de la ley. Porque, ¡ay de aquel pueblo que no dispone de ellos como de defensa, de guía y sostén contra los enemigos más poderosos de una nación, que son la inmoralidad de sus ciudadanos, el rebelarse contra las autoridades, las desuniones entre las diversas clases y partidos, los pecados contra Dios y el prójimo, la irreligiosidad,elementos todos que disgregan por sí mismos, y que provocan castigos celestiales!
Nacieron, pues, los escriba o doctores de la Ley, para poder enseñar al pueblo que, hablando el caldeo, herencia del duro destierro, no comprendían más el hebreo. Nacieron para ayudar a los sacerdotes, que no se daban abasto para cumplir con su deber de enseñar a la gente. Un laicado docto y entregado a honrar al Señor, llevando a los hombres a que lo conociesen. Tuvo, pues, su razón de ser e hizo también el bien. Porque, tenedlo presente todos, aun las cosas que por debilidad humana degeneran después, como ésta en el correr de los siglos, tienen siempre algo de bueno y de razón de existir, por lo menos al principio, por lo cual el Altísimo permite que nazcan y duren hasta que su degeneración llegue al colmo, y el Altísimo no las destruya.
Surgió después la otra secta, la de los fariseos, la de los asideos. Esta había nacido para sostener con una moral más rígida, una obediencia más intransigente la ley de Moisés y el espíritu de independencia en nuestro pueblo, cuando el partido helenista que se había formado bajo la presión y seducción en tiempos de Antíoco Epífanes, que pronto se convirtieron en persecución contra los que no cedían a la insistencia del astuto, que más que con las armas contaba con la falta de fe en los corazones, para poder reinar así en nuestra patria, y convertirnos en esclavos.
DE LAS ALIANZAS ENGAÑOSAS Y DE LAS PROMESAS
DE UN EXTRANJERO QUE DE SUS LEGIONES
Recordad también esto: desconfiad más bien de las alianzas engañosas y de las promesas de un extranjero que de sus legiones. Porque, mientras seáis fieles a las leyes de Dios y de la patria, venceréis, aun cuando os cerquen poderosos ejércitos; pero, cuando el veneno sutil os haya corrompido, veneno como una miel embriagadora que os brinda el extranjero que tiene puestos sus ojos sobre vosotros cual presa, Dios os abandonará por vuestros pecados. Seréis vencidos,esclavizados, aunque el falso aliado no os ataque en batalla sangrienta. ¡Ay de quien no está alerta como vigía y no rechaza las asechanzas sutiles de un vecino falso y astuto, o de un aliado, o del dominador que empieza su conquista en los individuos, ablandando sus corazones, corrompiéndolos con sus costumbres que no son nuestras, que no son santas, y que por lo tanto hace que el hombre no sea acepto a los ojos del Señor! Recordad todas las consecuencias que acarraron a la patria algunos de sus hijos que adoptaron costumbres del extranjero para hacerse gratos a él y poder gozar de sus comodidades. La caridad para con todos, aun paracon los pueblos que no pertenecen a nuestra fe, que no tienen nuestras costumbres, que nos han hecho mal durante el correr de los siglos, es cosa buena. Pero el amarlos no quiere decir que reneguemos de la ley de Dios y de la patria por mezquinos intereses. No. Los extranjeros desprecian a los que son serviles hasta rechazar las cosas más sagradas a la Patria. El respeto la libertad no se alcanzan con renegar del padre y de la madre, esto es, de Dios y de la Patria.
PARA QUE LEVANTASEN UN DIQUE CONTRA EL FANGO
DE COSTUMBRES EXTRANJERAS
Fue, pues, muy oportuno que hubiesen nacido los fariseos para que levantasen un dique contra el fango de costumbres extranjeras. Lo repito: cada cosa queaparece y que dura, tiene su razón de ser. Hay que respetarla por lo que hizo. Si se ha hecho reprobable, no toca a los hombres insultarla, ni mucho menos hacerla desaparecer. Hay quien lo hará: Dios y su Enviado, Yo, que tengo el derecho y el deber de abrir mi boca, de abrir vuestros ojos para que vosotros y ellos conozcáis el pensamiento del Altísimo y obréis justamente. Yo y ningún otro. Yo, porque hablo por mandato divino. Yo, porque puedo hablar, pues no tengo ninguno de los pecados que os escandalizan cuando veis que los cometen escribas y fariseos, y hasta vosotros mismos."
Jesús, que había empezado a hablar con voz normal, la ha ido levantando cada vez más; sus últimas palabras parecen un toque de trompeta.
Tanto israelitas como gentiles lo escuchan con atención. Si aquellos aplauden cuando Jesús recuerda a la patria y pronuncia claramente los nombres de los extranjeros que los han subyugado y hecho sufrir, éstos admiran la forma oratoria del discurso digna de un gran orador.
POR LA QUE NACIERON ESCRIBAS Y FARISEOS, CÓMO Y
POR QUÉ SE HAN SENTADO EN LA CÁTEDRA DE MOISÉS
Jesús, con voz baja, continúa: "Esto os lo he dicho para que recordéis cuál fue la razón por la que nacieron escribas y fariseos, cómo y por qué se han sentado en la cátedra de Moisés, cómo y por qué hablan y sus palabras no son vanas. Haced, pues, lo que dicen, pero no los imitéis en sus acciones, porque enseñan de una manera, y luego obran al revés. Enseñan las leyes humanitarias del Pentateuco, pero luego cargan con grandes fardos insoportables, inhumanos, a los demás; mientras que, de su parte, no sólo no extienden un solo dedo para quitarles el fardo, pero ni siquiera para tocarlo.
Su regla de vida es ser vistos, celebrados y aplaudidos en razón de sus obras, que las realizan de modo que todos las vean y las alaben. Contravienen a la ley del amor porque les gusta llamarse "separados" y desprecian a los que no son de su secta. Exigen de sus discípulos el título de maestro y un culto que no tributan a Dios. Se creen dioses en sabiduría y poder. Se creen superiores al padre y a la madre porque quieren estar en el corazón de sus discípulos, y pretenden que su doctrina sea superior a la de Dios. Exigen que todo se practique a la letra, aunque sea una mezcla de la verdadera Ley, que le es inferior como lo es este monte respecto al gran Hermón que domina toda la Palestina. Son unos herejes, creyendo como los paganos en la trasmigración de las almas, y algunos de ellos en la fatalidad. Niegan a los demás lo que los primeros admiten, y de hecho, aunque no de palabra, lo que Dios ha dado para que se crea, al llamarse a Sí mismo único Dios a quien hay que rendir culto, y diciendo que el padre y la madre ocupan el segundo lugar después de Él, y que por lo tanto hay que obedecerlos más que a cualquier maestro, que no sea el divino. Pues si os digo ahora: "Los que aman a su padre y a su madre más que a Mí, no son aptos para el reino de Dios", no es para inculcaros a que no améis, a quienes debéis respetar y ayudar, pues, no es lícito quitarles el socorro diciendo: "Es dinero del Templo", ni les neguéis hospedaje, alegando: "Mi cargo me lo impide",ni la vida, bajo pretexto de que: "Te mato porque amas al Maestro". Os lo digo para que améis como es debido a vuestros padres; esto es con un amor paciente y firme que sabe sin llegar al odio aunque ellos o uno de ellos no quieren -y esto os adolora- seguiros por el camino de la Vida, que es el mío, con un amor que sabe escoger entre mi ley y el egoísmo y supercherías de familia. Amad a vuestros padres, obedecedlos en todo lo que es santo. Pero estad prontos a morir, no a matar.Estad prontos, repito, a morir si no queréis traicionar el llamamiento que Dios ha puesto en vosotros de ser ciudadanos del reino de Dios que he venido a establecer.
ENTRE SÍ AUNQUE APARENTEN NO ESTARLO
A MIS SÚBDITOS, SEA EL AMOR Y LA UNIÓN, LA IGUALDAD ENTRE
VOSOTROS EN EL VESTIR, EN LA COMUNIDAD DE BIENES, EN LA
FRATERNIDAD DE CORAZONES. TODOS PARA UNO, UNO PARA TODOS.
No imitéis a los escribas y fariseos, que están divididos entre sí aunque aparenten no estarlo. Vosotros, discípulos del Mesías, estad verdaderamente unidos. Los jefes sean buenos para con sus súbditos y viceversa. Estad unidos en el amor y tened la misma razón de unión que es la de conquistar mi reino, y estar a mi derecha en el Juicio eterno. Recordad que un reino dividido no es ya más reino, y no puede subsistir. Estad, pues, unidos en el amor por Mí y por mi doctrina. La divisa del cristiano, que tal será el nombre que se dará a mis súbditos, sea el amor y la unión, la igualdad entre vosotros en el vestir, en la comunidad de bienes, en la fraternidad de corazones. Todos para uno, uno para todos.
ACEPTE CON HUMILDAD SU POBREZA, SINCERAMENTE MANIFIESTE
SUS NECESIDADES A LOS HERMANOS
Quien tenga, que dé sin ostentación. Quien no tiene, acepte con humildad su pobreza, sinceramente manifieste sus necesidades a los hermanos. Estos escuchen amorosamente al necesitado. Recordad que vuestro Maestro frecuentemente tuvo hambre, frío y otras mil necesidades y que humildemente las expuso a los hombres, Él, el Verbo de Dios. Recordad que se dará una recompensa a quien es misericordioso, aun cuando dé un solo trago de agua. Recordad que es mejor dar que recibir.Con este triple recuerdo, encuentre el pobre la fuerza de pedir sin sentirse humillado, pensando que Yo lo hice antes que él; que perdone si se le rechaza, no olvidando que muchas veces se negó al Hijo del Hombre el lugar y el alimento que se da al perro que vigila el ganado. Encuentre por su parte el rico la generosidad de dar sus riquezas, pensando que el vil y odioso dinero que Satanás presenta, causa del noventa por ciento de las desgracias acaecidas en el mundo, si se da por amor, se cambia en joya inmortal del paraíso.
Vestios de vuestras virtudes. Sean grandes pero que solo Dios las conozca. No hagáis como los fariseos que llevan las filacterias más largas y las franjas más anchas, que les gustan los primeros lugares en las sinagogas y los honores en las plazas, que quieren que el pueblo los llame: "Rabí. Uno solo es el Maestro. Yo.Vosotros, que en lo futuro seréis los nuevos doctores, me refiero a vosotros, apóstoles y discípulos, recordad que Yo sólo soy vuestro Maestro. Y lo seguiré siendo, aun cuando no permanezca con vosotros, porque la Sabiduría es la única que enseña. No permitáis que os llamen maestros, porque sois discípulos.
No exijáis ni deis a nadie el nombre de padre acá en la tierra, porque el Padre de todos es el que está en los cielos. Esta verdad logre que podáis sentiros todos verdaderamente hermanos entre vosotros, bien se trate de los que dirigen, como de los inferiores, y por esto amaos como buenos hermanos. Ninguno de los dirigentesquiera ser llamado "guía", porque uno solo es vuestro guía común: Yo. El mayor entre vosotros que se haga vuestro esclavo. Ser siervo de los siervos de Dios no es humillarse, sino imitarme a Mí que he sido bondadoso y humilde, siempre pronto a amar a mis hermanos en Adán y ayudarlos con el poder que tengo como Dios. No he rebajado lo divino, al servir a los hombres. Porque el verdadero rey es el que sabe dominar no sólo los hombres cuanto las pasiones, entre las cuales, la primera está la soberbia necia. Recordad que quien se humilla será exaltado, y quien se exalta será humillado.
LA VIRGEN A QUIEN ALUDE ISAÍAS,
LA MADRE-VIRGEN DE EMMANUEL, PROFETIZÓ ESTA VERDAD
DE LA NUEVA ÉPOCA AL HABER DICHO:
"EL SEÑOR HA ARROJADO A LOS PODEROSOS DE SU TRONO
Y HA PUESTO EN ALTO A LOS HUMILDES"
La Mujer de la que en el Génesis habla el Señor, la Virgen a quien alude Isaías, la Madre-Virgen de Emmanuel, profetizó esta verdad de la nueva época al haber dicho: "El Señor ha arrojado a los poderosos de su trono y ha puesto en alto a los humildes". La Sabiduría de Dios habló por los labios de la que ha sido Madre de la Gracia y trono de la Sabiduría. Repito las palabras inspiradas que me exaltaron en unión al Padre y al Espíritu Santo, en nuestras obras admirables, cuando, sin que la Virgen hubiera padecido detrimento alguno, Yo, el Hombre, me formaba en su seno sin dejar de ser Dios. Sirvan de modelo a los que quieran hacer que el Mesías nazca en sus corazones y que pretendan llegar a su reino. No habrá Jesús, esto es, Salvador; ni Mesías, esto es Señor, ni habrá reino de los cielos para los soberbios, para los fornicadores, idólatras, o para los que se adoran a sí mismos y su propia voluntad.
Por esto, ¡ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que creéis poder cerrar con vuestras afirmaciones imposibles de practicar -y realmente si las hubiese puesto Dios, serían una cerradura por la que la mayoría de los hombres que levantan hacia él su espíritu para encontrar fuerza en su penosa jornada terrena! ¡Ay de vosotrosque no entráis, que no queréis entrar, porque no aceptáis la ley del reino celestial, y no permitís que entren los demás que están a la puerta, que vosotros, intransigentes, reforzáis con cerrojos que Dios no ha puesto!
¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que devoráis las propiedades de las viudas con el pretexto de que recitareis largas oraciones! ¡Por esta razón vuestro juicio será duro!
¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que andáis por mar y tierra, sin gastar por ello vuestros bienes, para hacer un solo prosélito, y una vez logrado, le hacéis dos veces más digno del infierno que vosotros!
¡Ay de vosotros, guías ciegos, que decís: "Si uno jura por el Templo su juramento no vale nada, pero si jura por el oro del Templo, entonces queda obligado a su juramento"! ¡Necios y ciegos! ¿Qué vale más: el oro o el templo que santifica el oro? Vosotros que andáis diciendo: "Si uno jura por el altar, su juramento no tiene valor; pero si jura por la oferta depositada sobre el altar, entonces es válido su juramento y queda obligado a él". ¡Ciegos! ¿Qué es mayor: la oferta, o el altar que la santifica?Quien jura, pues, por el altar, por él jura y por cuanto hay sobre él. Quien jura por el Templo, por él jura y por quien habita en Él. Y quien jura por el cielo, jura por el trono de Dios y por quien en él está sentado.
¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que pagáis los diezmos de la menta y de la ruda, del anís y del comino, y luego os despreocupáis de los preceptos más graves de la ley: de la justicia, de la misericordia y de la fidelidad. Habría que tener estas virtudes sin dejar las otras. Guías ciegos, que filtráis las bebidas por temor de contaminaros tragándoos un mosquito que se haya ahogado en ellas, y luego, os tragáis un camello sin creeros inmundos por ello. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que laváis lo exterior de la copa y del plato, pero por dentro estáis llenos de rapiña e inmundicia! Ciego fariseo, lava primero el interior de tu copa y de tu plato, de modo que también lo exterior de él quede limpio.
¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que voláis como los murciélagos en la oscuridad, debido a vuestras obras pecaminosas y os codeáis con paganos, ladrones y traidores; y, al día siguiente por la mañana, borradas las señales de vuestros negocios ocultos, subís al Templo con hermoso ropaje!
¡Ay de vosotros que enseñáis las leyes de la caridad y de la justicia contenidas en el Levítico, y luego no sois más que unos ambiciosos, ladrones, falsarios, calumniadores, opresores, injustos, vengativos, odiosos, que acabáis con el que os causa molestia, aun cuando sea de vuestra propia sangre; que rechazáis a la mujer que siendo doncella se casó con vosotros, y que repudiáis los hijos obtenidos de ella porque son desventurados, y acusáis de adulterio a vuestra mujer que no os agrada más, o de enfermedad inmunda para libraros de ella, vosotros que tenéis un corazón inmundo, un corazón libidinoso, aun cuando no lo demostréis ante los ojos de la gente que ignora vuestras acciones! Sois semejantes a los sepulcros blanqueados que por fuera parecen hermosos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de podredumbre. Esos sois. ¡Y no más! Por fuera parecéis justos, pero por dentro estáis reventando de hipocresía e iniquidad.
¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que erigís suntuosos mausoleos a los profetas y embellecéis las tumbas de los justos, diciendo: "Si hubiéramos vivido en tiempos de nuestros padres, no habríamos sido cómplices y participantes de quienes derramaron la sangre de los profetas!" De este modo admitís claramente que sois descendientes de los que mataron a vuestros profetas. Por otra parte colmáis la medida de vuestros padres... Oh serpientes, oh raza de víboras, ¿cómo podréis escapar de la condenación del Gehenna?
Por esto, Yo, Palabra de Dios, os digo: "Yo, Dios, os enviaré profetas y sabios y nuevos escribas. A algunos de ellos mataréis, a otros crucificaréis; a algunosflagelaréis en vuestros tribunales, en vuestras sinagogas, fuera de vuestros muros; a otros perseguiréis de ciudad en ciudad, hasta que caiga sobre vosotros toda la sangre de hombres justos, derramada sobre la tierra, desde la sangre del justo Abel, hasta la de Zacarías hijo de Baraquías a quien matasteis entre el atrio y el altar porque por amor a vosotros os había recordado vuestro pecado.
Así es. Odiáis a los que quieren vuestro bien y con amor os invitan a que volváis a los senderos de Dios.
En verdad os digo que todo está por caer: el crimen como sus consecuencias. En verdad os digo que todo se cumplirá sobre esta generación.
¡Oh Jerusalén, Jerusalén! ¡Jerusalén, que lapidas a los que se te envían, y matas a tus profetas! ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos como la gallina junta a sus profetas! ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos como la gallina junta a sus pollitos bajo sus alas, y no has querido!
Así pues, escucha, ¡oh Jerusalén! Escuchad, vosotros que me odiáis, y odiáis lo que viene de Dios. Escuchad, pues, los que me amáis y que os veréis envueltos en el castigo reservado a los perseguidores del Mesías. Escuchad también vosotros que no pertenecéis a este pueblo, pero que me estáis escuchando para saber quién es el que os habla y que predice sin necesidad de estudiar el vuelo y el canto de los pájaros, los fenómenos celestiales, las entrañas de animales sacrificados, la llama o el humo de los holocaustos, porque el futuro está presente ante el que os está hablando. "Esta casa vuestra quedará desierta. Yo os digo, dice el Señor, que no me veréis hasta que no digáis: 'Bendito el que viene en el nombre del Señor' "."
Se nota que Jesús está realmente cansado y acalorado. Además de lo largo del discurso, por el bochorno del día en que no sopla nada de viento. Estrechado contra el muro por una multitud, recibiendo las miradas de miles de ojos, sintiendo todo el odio que respiran los que le han estado escuchando bajo el Portal de los Paganos, y todo el amor o al menos la admiración que lo rodea, sin preocuparse del sol que se clava sobre sus espaldas y sobre sus rostros enrojecidos y sudorosos,parece verdaderamente cansado y deseoso de descanso. Lo dice a sus apóstoles y a los setenta y dos, que como cuñas se han ido introduciendo poco a poco entre la multitud y están ahora en primera línea, cual barrera de amor fiel a su alrededor: "Salgamos del Templo y vayamos al campo, entre los árboles. Quiero sombra, silencio y frescura. En verdad que este lugar parece que arde bajo el fuego de la ira celestial."
Difícilmente se abren paso, pero lo logran. Salen por la puerta más cercana. Jesús quiere que todos se vayan, pero muchos lo siguen a toda costa.
Los discípulos miran la cúpula del Templo que resplandece al sol casi en su zenit. Juan de Efeso hace notar al Maestro la robustez de construcción: "¡Mira qué piedras y qué construcción!"
"Aun así, de todo eso no quedará piedra sobre piedra" responde Jesús.
"¿No? ¿Cuándo? ¿Cómo?" preguntan muchos. Jesús no contesta.
DE LOS APÓSTOLES Y DISCÍPULOS
Sube por el Moria. Ligero, sale de la ciudad pasando por Ofel y por la puerta de Efraín o de la Basura. Entra cuanto antes en lo tupido de los jardines del rey seguido de los apóstoles y discípulos, pero no de la gente que se había empeñado en hacerlo, porque Mannaén, que había mandado abrir los pesados canceles, sale al frente, y dice a todos: "Podéis iros. Aquí entran sólo los que quiero dejar pasar."
Sombra, silencio, perfume de flores, aromas de alcanfor y clavo, de canela, de espliego, y de otras tantas hierbas odoríferas. Se oye el ruido de los riachuelos, que vienen de manantiales y de cisternas cercanas, bajo galerías de follaje. Se oye el trinar de pajarillos. Es un lugar de descanso envidiable. Allá se ve la ciudad, lejos, muy lejos, con sus calles estrechas, ensombrecidas por los arquivoltas o quemadas hasta hacerse deslumbradoras, con sus olores y pestilencias de cloacas que no siempre están limpias, con sus caminos por los que van los animales, que habría que limpiar sobre todo las de segunda importancia.
El jardinero debe conocer muy bien a Jesús porque le muestra respeto y confianza al mismo tiempo. Jesús le pregunta por sus hijos y por su mujer.
El hombre quiere que entre en su casa, pero Jesús prefiere la fresca tranquilidad, confortante, del vasto jardín del rey, un verdadero parque de delicias. Antes de que los dos incansables y fieles criados de Lázaro se vayan a traer el canasto de los alimentos, les dice: "Decid a vuestras dueñas que vengan. Estaremos aquí algunas horas con mi Madre y las discípulas fieles. Me gustará mucho..."
"¡Estás muy cansado, Maestro! Tu rostro lo dice" hace notar Mannaén.
"Sí, tanto que no tuve más fuerzas para ir más allá."
"Más de una vez te he ofrecido estos jardines en estos días. Bien comprendes que me siento feliz en brindarte tranquilidad y descanso."
"Lo sé, Mannaén."
"¡Y ayer quisiste ir a ese lugar tan triste! ¡Tan seco, tan extrañamente desnudo de verdor este año!"
"He querido dar gusto a mis apóstoles. Son unos niños en el corazón. Niños grandes. Míralos cómo buscan el descanso... y olvidan todo lo que se agita contra Mí fuera de estos muros..."
"Y olvidan que estás muy afligido... Mas no creo haya razón de alarmarse tanto. El lugar me pareció otras veces más peligroso."
Jesús lo mira sin replicar. ¡Cuántas veces he contemplado a Jesús en estos días mirar de este modo y quedarse callado!
Mira a sus apóstoles y discípulos que se han quitado los capuchos, los mantos, las sandalias y se refrescan en los riachuelos. Los setenta, unidos por un mismo ideal, dan la impresión de ser más numerosos. Ambos grupos después de refrescarse, buscan descanso aquí y allí para dejar reposar al Maestro.
También Mannaén se retira, dejándole en paz. Todos procuran no turbar el reposo del Maestro, que, cansadísimo, se ha ido a un emparrado de jazmines en forma de quiosco, rodeado de un riachuelo circular que pasa corriendo y cantando entre hierbas y flores. Un verdadero refugio al que se llega atravesando un puentecillo en miniatura, cuya barandilla es una guirnalda de flores de jazmín.
Regresan los criados y con otros más, porque Marta quiso enviar comida para todos los siervos del Señor, y agregan que las mujeres llegarán en breve.
Jesús hace venir a Pedro y le dice: "Junto con mi hermano Santiago, bendice, ofrece y distribuye los alimentos como Yo lo hago."
"Distribuir, sí; pero bendecir, no, Señor. A Ti te toca ofrecer y bendecir. no a mí."
"Cuando no estuve Yo, y eras el jefe de tus compañeros ¿no lo hiciste?"
"Sí, pero entonces... tenía que hacerlo. Ahora estás con nosotros, y Tú bendices. Cuando Tú ofreces por nosotros y distribuyes, me parece que es mejor..." El fiel Simón pone su brazo sobre Jesús, que está sentado en la sombra, reclina su cabeza sobre su espalda y besa a su Señor que en realidad está agotadísimo...
Jesús se incorpora para darle contento. Va a donde están los discípulos, ofrece, bendice, reparte el alimento, los mira comer contentos y les dice: "Después podéis dormir. Descansad mientras hay tiempo, para que después podáis velar y orar cuando sea necesario, y que la fatiga y el agotamiento no os quiten las fuerzas."
"¿No te quedas con nosotros? ¿No comes?"
"Dejadme descansar. Es lo que necesito. ¡Comed, comed!" Acaricia al pasar a los que encuentra al regresar a su lugar.
La Virgen ha llegado. Mannaén que ha visto dónde está Jesús, se lo señala. Y ella, dulce y suavemente, va a donde está.
Las otras mujeres, esto es, todas las discípulas y de las romanas sólo Valeria, se quedan silenciosas para no despertar a los discípulos que, cual ovejas fatigadas, están descansando entre la hierba.
SE HA QUEDADO DORMIDO EN LA PIEDRA QUE LE SIRVE DE MES.
MARÍA SE SIENTA JUNTO A EL.
La Virgen llega al emparrado de jazmines, procurando no hacer ruido en el puentecillo, ni sobre la grava. Muy cautelosamente se acerca a donde está su Hijo, que, vencido del cansancio, se ha quedado dormido en la piedra que sirve de mesa, apoyando su rostro sobre el que caen sus largos cabellos sobre su brazo izquierdo. María se sienta junto a Él. Lo contempla... una sonrisa de dolor y amor pasa por sus labios, mientras sobre su pecho caen lágrimas. Aun cuando no abre sus labios,seguramente debe de estar orando en su corazón, lo que se ve por la posición de sus manos juntas al pecho, entrelazadas para que no tiemblen. Y, sin embargo, se les ve estremecerse ligeramente. Tan sólo las desprende para espantar alguna mosca que viene a posarse sobre su Hijo.
Es el último sueño que ella, la Madre, vela. Si su rostro, en este miércoles anterior a la Pascua, es distinto del que tenía cuando nació Jesús, porque el dolor la hizo pálida, su dulce pureza llena de amor reflejada en su mirada, el cuidado exquisito es igual al que le daba cuando allá en Belén lo cuidaba mientras dormía.
Jesús se mueve y María se seca rápidamente los ojos para que su Hijo no vea las lágrimas. Pero Jesús no ha despertado, sólo ha cambiado de posición, y se ha volteado de la otra parte. María lo sigue velando.
Y ES CUANDO OYE QUE SU JESÚS LLORA EN EL SUEÑO...
MURMURA EL NOMBRE DE JUDAS...
Hay algo que hace estremecer el corazón de la Virgen, y es cuando oye que su Jesús llora en el sueño y que confusamente, porque su boca está sobre su brazo y vestido, murmura el nombre de Judas...
María se levanta, se inclina sobre su Hijo, sigue ese murmurar confuso, con las manos apretadas sobre el corazón, que se interrumpe, pero no en tal forma que no pueda comprender que Jesús en el sueño está viendo algo, el presente, el pasado y hasta el futuro. De pronto despierta, como para huir de algo horrible, y encuentra a su Madre, la sonrisa de su Madre, su dulce voz, sus besos, sus caricias, el toque ligero de su velo que pasa por su rostro, para secarle las lágrimas y el sudor, mientras le murmura: "Estabas incómodo y soñabas... Estás sudado y cansado, Hijo mío." Le peina la cabellera, le saca su rostro, lo besa, lo atrae hacia su pecho para que en él descanse.
Jesús le sonríe diciendo: "Eres siempre la Madre. La que consuela. La que me paga por todo. ¡Eres mi Madre!" Se acerca más a Ella, le pone la mano sobre sus rodillas. Y María toma esa mano larga, tan señoril y tan fuerte entre sus manos pequeñas. Le acaricia los dedos, el dorso, le alisa las venas que se habían hinchado mientras dormía. Trata de distraerlo...
"Vinimos todas. También Valeria. Las otras están en la Antonia. Así lo quiso Claudia "que está muy entristecida", según ha dicho la liberta. Dice que, no sabe por qué, presiente que habrá mucho llanto. ¡Supersticiones!... Sólo Dios conoce las cosas..."
"¿Dónde están las discípulas?"
"Allá, donde empieza el jardín. Marta quiso prepararte comida, bebidas frescas y pensando en lo cansado que estarías. Pero yo, mira: esto te ha gustado siempre y te lo traje. Mi parte. Está sabroso porque es de tu Madre." Le enseña miel y una torta de pan sobre la que la derrama, y se la da, diciendo: "Como en Nazaret, cuando descansabas en las horas más calurosas y luego te despertabas acalorado y venía yo de la gruta fresca con esto..." No añade más porque la voz le tiembla.
Jesús la mira y dice: "Y cuando vivía José, nos llevabas a los dos y el agua fresca de la jarra porosa, que habías puesto en el riachuelo para que estuviese fresca, y que la hacían más las ramitas de menta que le echabas dentro. ¡Cuánta menta, bajo los olivos! ¡Cuántas abejas sobre sus flores! Nuestra miel tenía siempre algo de ese perfume..." Piensa... recuerda...
"Hemos visto a Alfeo, ¿sabes? José se ha tardado porque uno de sus hijos está enfermo. Pero sin duda alguna que mañana llegará con Simón. Salomón de Simón cuida nuestra casa y la de María."
"Mamá, cuando estés sola, ¿con quién estarás?"
"Con quien dispusieres, Hijo mío. Antes de tenerte, te he obedecido y continuaré haciéndolo después que me hayas dejado." Le tiembla la voz, pero heroicamente sonríe.
"Sabes obedecer. ¡Cómo descanso cerca de ti! Porque... Mira, Madre, el mundo no puede comprender, pero Yo encuentro descanso en los obedientes... Sí.Dios descansa junto a los que obedecen. Dios no hubiera tenido que sufrir, que fatigarse, si no hubiese entrado la desobediencia en el mundo. Todo esto sucede porque no se obedeció. Por esto el mundo sufre... por esto, nuestro dolor."
A MÍ, QUE SOY UNA CRIATURA, SE ME HA CONCEDIDO
CONSOLAR A MI CREADOR."
"¡OH, ALEGRÍA DE DIOS! ¡NO SABES, OH GOZO NUESTRO,
QUÉ COSA SIGNIFICAN ESTAS PALABRAS PARA NOSOTROS!
SOBREPUJAN LAS ARMONÍAS DE LOS COROS CELESTIALES...
¡BENDITA! ¡BENDITA QUE ME ENSEÑAS LA ÚLTIMA OBEDIENCIA,
Y HACES QUE AL CUMPLIRLA ME SEA
TAN AGRADABLE PENSAR EN ELLO!"
"Pero también nuestra paz, Jesús, porque sabemos que nuestra obediencia consuela al Eterno. ¡Oh, sobre todo para mí es un gran pensamiento! A mí, que soy una criatura, se me ha concedido consolar a mi Creador."
"¡Oh, alegría de Dios! ¡No sabes, oh gozo nuestro, qué cosa significan estas palabras para Nosotros! sobrepujan las armonías de los coros celestiales... ¡Bendita! ¡Bendita que me enseñas la última obediencia, y haces que al cumplirla me sea tan agradable pensar en ello!"
"Tú no tienes necesidad de que te enseñe, Jesús mío. Todo lo he aprendido de Ti."
"El Hombre, Jesús hijo de María de Nazaret, todo lo ha aprendido de ti."
"Era tu luz que salía de mí. La Luz que Tú eres, y que llegaba a la Luz eterna aniquilada bajo la forma de hombre... Me han referido los hermanos de Juana el discurso que pronunciaste. Estaban admiradísimos. Has sido fuerte contra los fariseos..."
"Es la hora de decir las verdades últimas, Madre, aunque para ellos no son más que cosa muerta; pero para otros no lo son. Con amor y con rigor debo debo desencadenar la última batalla para arrancarlos del Malo."
"Tienes razón. Me han contado que Gamaliel, que estaba con los otros en una de las salas de portal, dijo ya al fin, a los que estaban irritados:
"Cuando no quiere uno que se le reproche algo, tiene que vivir rectamente" y se fue, dicho esto."
"Me agrada que el rabí me haya escuchado ¿Quién te lo contó?"
"Lázaro, a quien se lo dijo Eleazar que estaba también en la sala con los otros. Lázaro vino a la hora de sexta. Nos saludó y regresó inmediatamente sin dar a sus hermanas que querían que se estuviese hasta el atardecer. Dijo que fuese Juan, u otros, a tomar la fruta y las flores que están ya en su punto."
"Mandaré mañana a Juan."
"Todos los días va Lázaro, pero María se queda intranquila, porque dice que parece una aparición. Sube al Templo, llega, da órdenes y se vuelve."
"También Lázaro sabe obedecer. Se lo ordené así, porque también él es perseguido. Pero no lo digas a sus hermanas. No le sucederá nada. Vamos ahora a donde están las discípulas."
"No te muevas, yo las llamaré. Todos los discípulos están durmiendo..."
"Dejémoslos así. Durante la noche duermen poco, porque los instruyo en la tranquilidad del Getsemaní."
HABLAR JESÚS
María se va y regresa con las mujeres que pisan muy delicadamente.
Lo saludan con la mayor reverencia que sólo es familiar a María Cleofás. Marta saca de una bolsa grande una jarra que transpira. María Magdalena saca también otra que es porosa, fruta fresca, traída de Betania; la pone sobre la mesa junto a lo que ha colocado su hermana, esto es, un palomo asado al fuego, sabroso, yruega a Jesús que lo coma, diciendo: "Come. Esto da fuerzas. Yo misma lo preparé."
Juana ha traído, por su parte, vinagre rosado. Dice: "Refresca mucho en estos días calurosos. Mi esposo lo bebe cuando se cansa en sus largos viajes."
"Nosotros no trajimos nada" se excusan María Salomé, María Cleofás, Susana y Elisa. Nique y Valeria dicen: "Tampoco nosotras. No sabíamos que vendríamos."
"Me habéis entregado todo vuestro corazón. Y es suficiente. Todavía me daréis más..."
Come, pero más bien bebe el agua fresca con miel que Marta le da de la jarra porosa, y fruta.
Las discípulas no hablan mucho. Lo miran comer. En sus ojos se refleja el amor y el ansia. De pronto Elisa se pone a llorar y se excusa diciendo: "No me explico, pero siento el corazón cargado de tristeza..."
"Todas sentimos lo mismo, hasta Claudia en su palacio..." dice Valeria.
"Yo quisiera que fuese ya Pentecostés" dice en voz baja Salomé.
Yo al revés, quisiera que no corriese el tiempo" dice María de Mágdala.
"Serías una egoísta" le replica Jesús.
"¿Por qué, Raboni?"
"Porque querrías experimentar para ti sola la alegría de tu redención. Hay millares y millones de seres que esperan esta hora, o que por ella serán redimidos."
"Es verdad. No había pensado en ello..." baja su cabeza mordiéndose los labios para que no vean que tiemblan al derramar lágrimas. Se controla inmediatamente.Dice: "Si vienes mañana, podrás ponerte otra vez el vestido que enviaste. Está limpio, y digno de la cena pascual."
"Iré... ¿No tenéis nada que decirme? Estáis mudas y afligidas. ¿No soy más Jesús?..." y con una sonrisa les incita a que dejen su silencio.
"¡Oh, eres el mismo! ¡Pero en estos días has estado tan majestuoso que no puedo verte más como al pequeñín que cargué en mis brazos!" exclama María de Alfeo.
"Y yo como al sencillo rabí que entraba en mi cocina en busca de Juan y Santiago" dice Salomé.
"¡Yo siempre te he conocido así, como Rey de mi alma!" dice Magdalena con fuerza.
Juana, dulce y cariñosa: "También yo, siempre te he visto como divino, desde el sueño en que, estando ya para morir, te vi que me llamabas a la vida."
"Todo nos has dado, Señor. ¡Todo!" suspira Elisa que se ha calmado.
"Todo me habéis dado."
"¡Muy poco!" replican todas.
"Pero el dar, no cesa después de estos momentos. Cesará solo cuando estéis conmigo en mi reino. Vosotras, mis fieles discípulas, no os sentaréis a mi lado, sobre los doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel, pero cantaréis el hosanna junto con los ángeles formando coro en honor a mi Madre. Y, entonces como ahora, mi corazón encontrará su alegría al contemplaros."
"Yo soy joven. Me falta mucho tiempo para que suba a tu reino. ¡Feliz Analía!" dice Susana.
"Yo ya estoy vieja y me alegro de serlo. Espero pronto la muerte" exclama Elisa.
"Yo tengo hijos... ¡Quisiera servir a estos siervos de Dios!" suspira María Cleofás.
"¡No te vayas a olvidar de nosotras, Señor!" pide con ansia Magdalena, diría yo, con un grito de su alma, pero en voz baja para no despertar a los que están durmiendo.
"No me olvidaré de vosotras. Regresaré. Tú, Juana, sabes que puedo venir aun cuando esté muy lejos... Vosotras lo tenéis que creer. Os dejaré una cosa... un misterio que me tendrá en vosotras, y vosotras en Mí, hasta que nos hayamos reunido en el Reino de Dios. Ahora podéis iros. Diréis que poco es lo que os dicho, y que no valía la pena haberos hecho venir. Pero deseaba tener junto a mí corazones que me han amado sin cálculo alguno. Que me han amado a Mí, no porel futuro y soñado rey de Israel. Idos, y sed benditas una vez más. También las otras que no están aquí, pero que piensan con amor en Mí: Ana, Mirta, Anastásica, Noemí, la lejana Síntica, Fotinai, Aglae, Sara , Marcela, las hijas de Felipe, Miriam de Jairo, las vírgenes, las redimidas, las esposas, las madres que han venido a Mí, que fueron para Mí como hermanas y madres, mejores, mejores aun que muchos de los hombres mejores. Os bendigo a todas... a todas. La gracia empieza ya a descender, la gracia y el perdón sobre la mujer con esta bendición mía. Podéis iros..." Las despide, pero a su Madre la detiene un momento para decirle: "Antes de que anochezca iré al palacio de Lázaro. Tengo necesidad de verte una vez más. Conmigo irá Juan, pero no quiero que estéis presentes sino tú, las otras Marías, Marta y Susana. ¡Me siento muy cansado...!"
"Así lo haremos. Hasta pronto, Hijo..."
Se dan el beso. Se separan... María se va despacio. Se vuelve una, dos y más veces, mientras puede divisar a Jesús... Parece que no pudiera alejarse de Él...
Jesús está nuevamente solo. Se levanta, sale del kiosco. Va a llamar a Juan que está dormido entre las flores como un niño y le da la jarra de vinagre rosado, que Juana le había traído, diciéndole: "Esta tarde iremos a ver a mi Madre. Nosotros dos solos."
"He entendido. ¿Vinieron?"
"Sí, pero no quiso despertaros..."
"Hiciste bien. Tu alegría habrá sido muy grande. Saben amarte mejor que nosotros..." dice Juan desconsolado.
"Ven conmigo."
Juan lo sigue.
"¿Qué te pasa?" le pregunta Jesús cuando están bajo la sombra del emparrado.
"Maestro, somos muy malos. Todos. No sabemos obedecer... no hay ganas de estar contigo Pedro y Simón se han ido. No sé a dónde. Judas se ha aprovechado de esto para reñir."
"¿Se ha ido también él?"
"No, Señor. No se ha ido. Dice que no tiene necesidad, que él no tiene cómplices en los intentos que hacemos por buscarte protección. Si yo fui a casa de Anás, si los demás han ido a ver los galileos que residen en la ciudad, no ha sido por hacer el mal... No creo que Simón de Jonás y Simón Zelote sean hombres capaces de intrigas..."
"No te preocupes. Judas dice bien que no tiene razón de ir, mientras descansáis. El sabe cuándo y a dónde ir para realizar lo que debe."
"Entonces, ¿por qué habla así? ¡No está bien que lo haga ante los discípulos!"
"No está bien, pero así es. Tranquilízate, cordero mío."
"¿Yo, cordero? ¡Tú eres solo el Cordero!"
"Sí. Yo soy el Cordero de Dios, y tú el mío."
"¡Oh! En uno de los primeros días en que te conocí, me dijiste esta misma palabra. Estábamos solos, como ahora, entre el verdor como ahora, y en la hermosa estación." Al recuerdo de aquellos días, Juan se alegra. En voz baja dice: "Siempre he sido y soy todavía el cordero del Cordero de Dios..."
Jesús lo acaricia, le ofrece parte del palomo tostado, que había quedado sobre la mesa envuelto en una hoja de pergamino. Abre unos higos jugosos y se los da, al ver que alegremente come. Jesús está sentado, de lado, a la orilla de la mesa y mira tan intensamente a Juan que este le pregunta: "¿Por qué me miras así? ¿Por que como igual a un glotón?"
"No, porque eres como un niño... ¡Predilecto mío! ¡Cuánto te quiero por tu corazón!" Jesús se inclina y besa sus cabellos rubios, luego agrega: "Permanece siempre así, con ese corazón en que no hay orgullo ni rencores. Así, aun en las horas en que se desencadenará la ferocidad. No imites, hijo, a quien peca."
Juan siente dentro de sí algo que le desagrada y dice: "Pero yo no puedo creer que Simón y Pedro..."
"Y no cabe duda que te equivocarías si los creyeses pecadores. Bebe. Está fresca y sabrosa. La preparó Marta... Ahora estás mejor. Estoy cierto que no terminaste tu comida..."
"Así es, me puse a llorar, porque se comprende que el mundo nos odie y que uno de los nuestros insinúe..."
AL CAMPO DE LOS GALILEOS Y ...
"No pienses más en ello. Yo y tú sabemos que Simón y Zelote son dos hombres honrados. Y basta. Desgraciadamente sabes que Judas es pecador. Pero no digas nada. Cuando hayan pasado muchos, muchos lustros, y sea justo que se diga toda la grandeza de mi dolor, dirás entonces, lo que sufrí también por las acciones de Judas como hombre y como apóstol. Vámonos. Es hora de que salgamos de este lugar y vayamos al campo de los galileos y ..."
"¿Pasaremos también esta noche allá? ¿Iremos primero al Getsemaní? Judas quería saberlo. Dice que está cansado de dormir a la intemperie, donde no hay nada, que es incómodo."
"Pronto terminará todo. Pero no revelaré a Judas mis intenciones..."
"No estás obligado a ello. Tú eres el que debes guiarnos, no nosotros a Ti." Juan está tan lejos de imaginar la traición que no comprende el motivo de prudencia por el que Jesús desde hace días no anticipa sus planes.
Han llegado donde están durmiendo los demás, los llaman. Ellos se despiertan. Mannaén se excusa ante el Maestro por que no puede estar con Él, y que al día siguiente no podrá ir al Templo y estar a su lado, porque tiene que hallarse en palacio. Y, al decirlo, mira fijamente a Pedro y a Simón, que han regresado entre tanto.Pedro hace una señal rápida con la cabeza como diciendo: "Comprendido."
Salen del jardín. Todavía hace calor y sol. Pero la brisa de la tarde lo atenúa, y empuja una que otra nubecilla sobre el terso cielo.
Toman el camino por Siloán, evitando los lugares de los leprosos, a donde Simón Zelote lleva los restos de la comida a los pocos que han quedado y no han sabido creer en Jesús.
Matías, el expastor, se acerca a Jesús y le pregunta: "Señor y Maestro mío, mis compañeros y yo hemos meditado mucho en tus palabras hasta que el cansancio nos ganó y nos dormimos antes de habernos podido dar una respuesta. Ahora nos encontramos más torpes que antes. Si hemos entendido bien predices que muchas cosas cambiarán, aunque la ley quede inmutable; que se deberá edificar un nuevo Templo, con nuevos profetas, doctores y escribas, contra el que se trabarán batallas; que no morirá, mientras que éste, si es que entendimos bien, parece estar destinado a perecer."
"Lo está. Recuerda la profecía de Daniel..."
"Pero nosotros que somos pobres y pocos, ¿cómo podremos edificarlo de nuevo, cuando con tantos trabajos lo hicieron los reyes? ¿Dónde lo edificaremos? No aquí, porque afirmas que este lugar quedará abandonado hasta que ellos no te alaben como enviado de Dios."
"Así es."
"En tu Reino, no. Estamos convencidos que tu Reino es espiritual. ¿Entonces, dónde lo edificaremos? Dijiste ayer, que cuando crean haber destruido el verdadero Templo -¿y no es ese el verdadero?- entonces subirá triunfante a la verdadera Jerusalén. ¿Dónde está? Hay mucha confusión entre nosotros."
"Lo comprendo. Que los enemigos destruyan, si quieren, el verdadero Templo, y en tres días volveré a edificarlo, y no volverá a ser objeto de asechanzas porque subirá a donde el hombre no puede hacerle daño.
Y DONDE HAY HOMBRES QUE CREAN EN MÍ
Respecto al Reino de Dios, él está en vosotros y donde hay hombres que crean en Mí. Se extenderá por la tierra en el correr de los siglos, pero después será eterno, unido, perfecto en el cielo. Allá, en el Reino de Dios, será edificado el nuevo Templo, esto es, donde haya espíritus que aceptan mi doctrina, la doctrina del Reino de Dios y pongan en práctica sus preceptos. Que ¿cómo será edificado si sois pobres y pocos? ¡Oh, no hay necesidad de dinero ni de poder, para edificar la casa de la nueva mansión de Dios, individual o colectiva! El Reino de Dios está en vosotros. La unión de todos los que lo tendrán en sí, de todos los que tendrán a Dios en sí, a Dios que es Gracia; a Dios que es Vida; a Dios que es Luz; a Dios que es Caridad, la unión de todos ellos constituirá el gran Reino de Dios sobre la tierra, la nueva Jerusalén que llegará a extenderse por todos los confines del mundo, y que, completa y perfecta, sin defectos, sin nada que la afecte, vivirá eternamente en el cielo.
Que ¿cómo haréis para edificar el Templo y la ciudad? ¡Oh, no sois vosotros, sino Dios! Vosotros sólo le tendréis que dar vuestra buena voluntad que consiste en permanecer en Mí. Vivir mi doctrina es buena voluntad. Estar unidos también lo es. Unidos a Mí hasta formar un solo cuerpo que alimente, hasta en sus partes más pequeñas, una sola savia. Un solo edificio que se apoya sobre un único fundamento y que se mantiene unido por una mística cohesión. Pero así como sin la ayuda del Padre, a quien os he enseñado cómo orar, y a quien oraré por vosotros antes de morir, no podréis estar en la Caridad, en la Verdad, en la Vida, esto es, en Mí y conmigo en Dios Padre y en Dios Amor, porque somos una sola Divinidad, por esto os digo que tengáis a Dios en vosotros para que podáis ser el templo que no conocerá fin. Por vosotros mismos no lo podríais hacer. Si Dios no edifica, y no puede edificar donde no puede estar, inútilmente los hombres se mueven para edificar y reedificar. El Templo nuevo, mi Iglesia, surgirá sólo cuando vuestro corazón hospede a Dios. Él, con vosotros, piedras vivientes, edificará su Iglesia."
"¿Pero no has dicho que Simón de Jonás es su Cabeza, la Piedra sobre la que se edificará tu Iglesia? ¿Y no has dado también a entender que eres la piedra angular? ¿Quién es, pues, la cabeza? ¿Existe o no esta iglesia?" le interrumpe Iscariote.
YO SOY LA CABEZA MÍSTICA. PEDRO ES SU CABEZA VISIBLE.
"Yo soy la Cabeza mística. Pedro es su cabeza visible. Porque Yo regreso al Padre y os dejo la vida, la luz, la gracia por medio de mi palabra, por medio de mis padecimientos, por medio del Paráclito que será amigo de los que me han sido fieles. Yo soy una sola cosa con mi Iglesia, mi cuerpo espiritual de quien soy Cabeza. En la cabeza están el cerebro o la mente. La mente es el asiento del saber, el cerebro es el que dirige los movimientos de los miembros con sus órdenes que no son materiales, que son más capaces de hacer mover los miembros que cualquier otro estímulo Observad un cadáver en el que está el cerebro. ¿Tiene más movimiento que los miembros? Observad a un hombre idiota, ¿verdad que es en tal forma incapaz de no tener esos movimientos instintivos y rudimentarios que tiene un animal inferior, por ejemplo, el gusano que aplastamos al pasar? Ved al hombre al que la parálisis ha roto el contacto del cerebro con uno o varios miembros. Si la mente dirige con sus órdenes inmateriales, hay otros órganos: orejas, ojos, lengua, nariz, piel que comunican las sensaciones a la mente, y hay otras partes del cuerpo que ejecutan y hacen ejecutar lo que la mente, a la que han avisado los órganos, materiales y visibles, ordena. ¿Podría Yo hacer que os sentarais a la falda de este monte, si no os lo hubiera ordenado? Aun cuando quisiera que os sentaseis, no lo sabríais sino hasta que no manifieste mi pensamiento por medio de palabras. ¿Podría yo sentarme con solo pensar que mis piernas están muy cansadas, si éstas rehúsan doblarse?
E ILUMINADOS CON LA LUZ DIVINA DE LA PALABRA ETERNA,
IMPARTIRÁN ÓRDENES Y CONSEJOS, Y LOS MIEMBROS OBEDECERÁN,
ALCANZANDO UN BIEN Y UNA GANANCIA ESPIRITUALES.
La mente tiene necesidad de los órganos y de los miembros para obrar lo que ella quiere. De igual modo en el cuerpo espiritual que es mi Iglesia Yo seré la Inteligencia, esto es, la cabeza asiento suyo, Pedro y sus colaboradores los que vean las reacciones, perciben las sensaciones, las transmiten a la mente para que ilumine y ordene lo que hay que practicar para el bien de todo el cuerpo, y luego, iluminados y dirigidos por orden mías, hablen y guíen las otras partes del cuerpo.La mano que mueve a un lado la flecha que puede herir el cuerpo, o arranca el tumor; el pie que aparta el obstáculo sin hacerse mal, sin caer ni herirse recibieron la orden de la mente. El niño, y también el adulto que se libra de un peligro, o que alcanza una ganancia cualquiera, por ejemplo, enseñanza, buenos negocios, matrimonio, alianza ventajosa debido a un consejo recibido, a una palabra que le dijeron, es por este consejo y por esta palabra que evita el daño y obtiene el bien. De igual modo sucederá en la Iglesia. La cabeza, los jefes, guiados por el Pensamiento divino e iluminados con la Luz divina de la Palabra eterna, impartirán órdenes y consejos, y los miembros obedecerán, alcanzando un bien y una ganancia espirituales.
SU CABEZA DIVINA Y POSEE SUS MIEMBROS: LOS DISCÍPULOS.
ES PEQUEÑA TODAVÍA, ES UNA SEMILLA QUE SE FORMA, PERO PERFECTA
ÚNICAMENTE EN SU CABEZA QUE LA DIRIGE, IMPERFECTA EN EL RESTO
QUE AUN TIENE NECESIDAD DE QUE DIOS LA TOQUE PARA SER
PERFECTA, Y NECESITA TIEMPO PARA CRECER.
Mi Iglesia ya existe, porque tiene su Cabeza sobrenatural, su Cabeza divina y posee sus miembros: los discípulos. Es pequeña todavía, es una semilla que se forma, pero perfecta únicamente en su Cabeza que la dirige, imperfecta en el resto que aun tiene necesidad de que Dios la toque para ser perfecta, y necesita tiempo para crecer.En verdad os digo que la Iglesia ya existe y que ya es santa por su Cabeza y por la buena voluntad de los justo que la componen. Santa e invencible. Contraella lanzará batalla una y mil veces todas las formas posibles el infierno compuesto de demonios y de hombres-demonios, pero no prevalecerán. El edificio no se derrumbará.
Sin embargo, éste no está hecho de una sola piedra. Observad aquel Templo. Es grande, hermoso bajo los rayos del sol vespertino. ¿Está hecho, acaso, de una sola piedra? No, sino de muchas que forman un conjunto armónico. Se le llama Templo, esto es, una unidad, que se compone de muchas piedras que la han compuesto y formado. Inútil hubiera sido hacer echado los fundamentos, si sobre ellos no se levantasen los muros y el techo. Y hubiera sido imposible levantar los muros y sostener el techo, si no se hubieran colocado sólidos fundamentes, proporcionados a la mole.
De igual modo, y con esta dependencia de partes, una de la otra, se levantará también el Templo nuevo. En los siglos lo edificaréis poniéndolo sobre los fundamentos que le he dado, que son proporcionados a su mole. Lo edificaréis bajo la dirección de Dios, sirviéndoos de lo bueno de las cosas que emplearéis para levantarlo, esto es, de los espíritus en que Dios habita. Dios que hace de vuestros corazones una piedra pulida y sin rasgaduras para el Templo nuevo, que establece suReino con sus leyes en ellos. De otra manera serían tabiques mal cocidos, madera carcomida, piedras semipartidas e inútiles que no sirven, y que el constructor hábil tira, o piedras que se quiebran, que ceden, que hacen que se caiga una parte, si el constructor, los constructores que el Padre ha puesto al frente de la construcción del Templo, son constructores-ídolos, patrocinadores-ídolos, custodios-ídolos, ladrones y orgullosos que se complacen en poder sumar ganancias, y en disponer de muchos materiales, pero que no tienen en cuenta si son buenos, o malos, y causa de ruina.
ESCUCHAD. ¡AY DE VOSOTROS!, Y ¡AY DE QUIEN DESPUÉS DE VOSOTROS!
SE HARÁ ÍDOLO Y NO VIGILARÁ SOBRE SÍ MISMO Y SOBRE LOS OTROS,
LOS FIELES, PARA OBSERVAR, COMPROBAR LA UTILIDAD DE LAS
PIEDRAS Y DE LA MADERA
Vosotros, nuevos sacerdotes y escribas del Templo nuevo, escuchad. ¡Ay de vosotros!, y ¡ay de quien después de vosotros! se hará ídolo y no vigilará sobre sí mismo y sobre los otros, los fieles, para observar, comprobar la utilidad de las piedras y de la madera, sin confiarse de las apariencias, y será causa de la ruina, al permitir que se usen para el Templo materiales malos, dando escándalo y provocando la desgracia. ¡Ay de vosotros si dejáis que haya grietas y paredes inclinadas, que pueden caerse de un momento a otro, porque no están unidas al cimiento, a Dios, fundador de la Iglesia! No será, pues, Él la causa de la ruina, sino vosotros, y ante Él y ante los hombres seréis los responsables.¡Diligencia, cuidado, discernimiento, prudencia! La piedra, el tabique, la viga débil, que en el muro principal serían la ruina, pueden servir en partes de menor importancia, y ser en realidad útiles. De este modo debéis saber escoger. Con caridad para no desagradar a las partes débiles, con firmeza para no desagradar a Dios y destruir su Edificio. Si cayereis en la cuenta de que una piedra, puesta para servir de punto de apoyo de un ángulo importante, no es buena o no está bien labrada, tened valor, sed audaces y quitadla de ese lugar, labradla con el marro de un santo celo. Si grita de dolor, no hagáis caso. Os bendecirá por los siglos, porque le habéis salvado. Quitadla, ponedla en otro lugar. No tengáis ni siquiera miedo de retirarla, si viereis que es objeto de escándalo y ruina, que se opone a vuestro trabajo. Es mejor tener pocas piedras que mucho lastre. No tengáis prisa. Dios nunca la tiene. Lo que crea es eterno,porque está bien pensado antes de ponerlo en ejecución. Y, si no es eterno, por lo menos es para muchos siglos. Contemplad el universo. Hace siglos, millares de siglos que Dios lo hizo con estratos sucesivos. Imitad al Señor. Sed perfectos como lo es vuestro Padre. Conservad su ley, su reino en vosotros, y no caeréis.
Si así no fuere, caería el edificio, y en vano os habríais cansado para levantarlo. Caería todo quedando de ello únicamente la piedra angular, la base... Lo mismo que sucederá con ese templo... Es la verdad. Y lo mismo sucederá con el vuestro si en él ponéis de lo vuestro, esto es, partes contagiadas del orgullo, de la ambición, del pecado, de la lujuria. Así como el viento ha hecho desaparecer esos jirones de nubes, que parecían posarse sobre la cima de aquel monte, de igual modoal soplo de un viento de castigo sobrenatural y humano caerán los edificios que no tenían más que el nombre de santos..."
Jesús pensativo, calla. Cuando vuelve a hablar, ordena: "Sentémonos aquí a descansar un poco."
Se sientan sobre una pendiente del monte de los Olivos, frente al Templo que besa el sol poniente. Jesús mira fijamente ese lugar, con tristeza. Los demás se enorgullecen de su belleza, pero su orgullo siente cubrirse de un cierto velo de inquietud que dejaron las palabras del Maestro. ¿Y si esa belleza tuviese que perecer?...
LA PROFECÍA DE LA DESTRUCCIÓN DEL TEMPLO, CUÁL SERÁ LA SEÑAL,
CUÁNDO TU REGRESO
Pedro y Juan hablan entre sí y luego dicen algo en voz baja a Santiago de Alfeo y a Andrés, que están cerca, los cuales asienten con la cabeza. Pero se dirige entonces al Maestro y le dice: "Ven aparte y explícanos cuándo se realizará tu profecía de la destrucción del Templo. Daniel habla de ella, pero si fuese como él y Tú decís, pocas horas le quedan al Templo. Nosotros no vemos ejércitos, ni preparativos de guerra. ¿Cuándo, pues, sucederá? ¿Cuál será la señal? Tú ya has venido. Tú afirmas que estás para irte. Y, con todo, se sabe que no acaecerá si no estás con los hombres. ¿Regresarás, pues? ¿Cuándo, cuándo será tu regreso?Explícanoslo, para que podamos saberlo..."
"No hay necesidad de que nos vayamos a otra parte. ¿Lo ves? Se han quedado ahí los discípulos más fieles, los que os ayudarán mucho a vosotros los doce. Ellos pueden oír las palabras que os diré. ¡Acercaos todos!" ordena en voz alta.
Los discípulos, que se habían esparcido por la falda, forman un grupo compacto en torno a Jesús y a los apóstoles.
OS ENGAÑE. YO SOY EL MESÍAS Y NO HAY OTRO
"Tened cuidado que nadie en los años que están por venir os engañe. Yo soy el Mesías y no hay otro. Por esto, cuando muchos os dijeren: "Yo soy el Mesías" y hubieren seducido a muchos, no creáis a sus palabras, ni aun cuando las acompañaren prodigios. Satanás, padre de la mentira y protector de los mentirosos, ayuda a sus siervos y secuaces con falsos prodigios, que pueden comprobarse que no son buenos, porque llevan consigo el miedo, la turbación, la mentira. Vosotros conocéis los prodigios de Dios: dan una santa paz, alegría, salud, fe; producen buenos deseos de hacer obras santas. Los otros, no. Por lo tanto reflexionad sobre la forma y las consecuencias de los prodigios que es posible que veréis en años venideros por obra de falsos Mesías, y de los que se cubrirán con vestidos de salvadores de pueblos, pero que no serán sino fieras que los destruyan.
Sabréis que habrá guerras, rumores de guerra y os dirán: "Son las señales de que se acerca el fin". No os turbéis. No es el fin. Todo esto debe suceder antes de que llegue el fin, pero no lo será todavía. Un pueblo hará guerra contra el otro, un reino contra el otro, una nación contra la otra, un continente contra el otro,vendrán la peste, la carestía, y habrá terremotos en muchos lugares. Todo esto no es más que el principio de los sufrimientos. Entonces os fustigarán y os matarán,acusándoos de ser los culpables de sus padecimientos, y al perseguiros y destruiros, a vosotros mis siervos, creerán librarse de ellos. Los hombres acusan siempre a los inocentes de ser los causantes de sus males, que por sus pecados han provocado. Acusan a Dios mismo, la perfecta Inocencia y Bondad suprema, de ser la causa de sus sufrimientos, y esto mismo harán con vosotros. Os odiarán por causa de mi Nombre. Es Satanás quien los instiga. Muchos se harán mal mutuamente, se traicionarán y se odiarán. Es también Satanás quien los instiga a ello. Surgirán falsos profetas que enseñarán a muchos el error. Es nuevamente Satanás el verdadero autor de tantos males. Y como la maldad aumentará, en muchos se resfriará la caridad. Pero quien hubiere perseverado hasta el fin, será salvo. Primero hay que predicar este Evangelio del reino de Dios a todo el mundo, dando testimonio a todas las naciones. Entonces vendrá el fin. Israel regresará al Mesías y mi doctrina habrá sido predicada en todo el mundo.
COMO PARA EL DEL MUNDO
Hay otra señal: tanto para el fin del Templo, como para el del mundo. Cuando veáis la horrible desolación que Daniel predijo -quien me está escuchando, procura estar atento; y quien lee al Profeta sepa comprender su significado- entonces quien estuviere en Judea huya a los montes; quien sobre la terraza, no baja a tomar lo que tiene en casa; y quien en el campo, no regrese a su hogar a tomar su manto, sino huya sin regresar; para que lo suceda que no tenga tiempo de escapar, y ni siquiera se vuelva en su huída a mirar atrás, para que en su corazón no entre el espectáculo horrible, y no enloquezca por haberlo visto. ¡Ay de las mujeres en cinta! y ¡ay de las que amamantarán a sus hijos en esos días! ¡Ay si la fuga tuviese lugar en sábado! No se podría escapar entonces, sin cometer pecado. Rogad, pues, para que no tengáis que huir en invierno o en día de sábado, porque la tribulación que vendrá será tan grande como nunca la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni habrá otra semejante. Si esos días no se acortaren en favor de los elegidos, nadie se salvaría, porque los hombres-satanases se aliarán con el infierno para atormentar a los hombres.
Y también en esos días habrá quienes, para corromper y sacar fuera del recto camino a los fieles del Señor, dirán: "El Mesías está aquí", o "El Mesías está allá, en ese lugar. ¡Vedlo!" No los creáis, porque serán falsos Mesías y falsos profetas que harán prodigios y milagros tan grandes que serán capaces de atraer hacia el error,si fuera posible, aun a los elegidos, y enseñarán cosas aparentemente consoladoras y buenas, capaces aun de seducir a los mejores, si con ellos no estuviese el espíritu de Dios que los iluminará en la verdad, y les dará a conocer el origen satánico de tales milagros y doctrinas. Yo os lo anuncio y os lo predigo para que podáis tomar vuestras providencias. Pero no tengáis miedo de caer. Si permanecéis firmes en el Señor, no seréis arrastrados a la tentación y a la ruina. Recordad lo que os he dicho: "Os he dado el poder de pisar serpientes y escorpiones; toda la fuerza del Enemigo no os hará ningún daño, porque todo os estará sujeto". Mas os recuerdo que para obtener todo esto, debéis tener a Dios en vosotros, y debéis alegraros no tanto porque subyugaréis las fuerzas del Malo y los venenos, cuanto porque vuestro nombre está escrito en el cielo.
Permaneced firmes en el Señor y en su verdad. Yo soy la Verdad y la enseño. Por esto vuelvo a repetiros: cualquier cosa que os dijeren de Mí, no la creáis. Yosoy el único que os he dicho la verdad. Yo soy el que os digo que el Mesías vendrá, pero cuando llegue el fin. Por esto si se os dice: "Está en el desierto", no vayáis. Si os dijeren: "Está en aquella casa" no deis oído. Porque la segunda venida del Hijo del hombre será semejante al relámpago que se ve en el oriente, y en un instante, en que apenas hay tiempo de parpadear, llega al occidente. Y pasará rápidamente sobre el gran Cuerpo, convertido de pronto en cadáver, seguido de sus relucientes ángeles, y juzgará. Donde hay un cadáver, allí se reúnen las águilas.
Inmediatamente después de la tribulación de aquellos últimos días, de la que os he hablado -me refiero al fin de los tiempos y del mundo, a la resurrección de los cuerpos, de lo que hablan los profetas- se oscurecerá el sol, la luna no dará más luz, las estrellas del cielo caerán como uvas de un racimo muy maduro que un viento tempestuoso sacude, las potencias de los cielos temblarán. Entonces, en el firmamento oscurecido aparecerá resplandeciente la señal del Hijo del Hombre, todas las naciones de la tierra lanzarán gritos de dolor, y los hombres verán al Hijo del Hombre que llega sobre nubes celestiales con mucho poder y gloria. Mandará a sus ángeles a que sieguen y vendimien, a que separen la cizaña del trigo, a que echen la uva en la tinaja, porque llegó el tiempo de la gran cosecha de la descendencia de Adán, y no habrá más necesidad de guardar racimos o semillas, porque la raza humana no se perpetuará más sobre la tierra muerta. Y mandará a sus ángeles que, al sonido de roncas trompetas, junten a los elegidos de los cuatro vientos; desde una punta del cielo hasta la otra, para que se pongan al lado del Juez divino y con El juzguen a los últimos vivientes y a los que resucitaron.
A REVERDECER SABÉIS QUE SE ACERCA EL VERANO. DE IGUAL MODO
CUANDO VEÁIS TODO ESTO, TENED EN CUENTA QUE EL MESÍAS
ESTÁ POR VENIR.
Podéis comprender esto si veis una higuera: cuando empieza a reverdecer sabéis que se acerca el verano. De igual modo cuando veáis todo esto, tened en cuenta que el Mesías está por venir. Os aseguro que no pasará esta generación que no me ha amado, antes de que suceda todo. Mi palabra no se pierde. Lo que digo,sucederá. El corazón y el pensamiento humanos pueden cambiar, pero mi palabra no. El cielo y la tierra dejarán de existir, pero mis palabras no.
NI SIQUIERA LOS ÁNGELES DEL SEÑOR, SINO EL PADRE
Por lo que toca al día y a la hora exacta nadie los sabe, ni siquiera los ángeles del Señor, sino el Padre. La venida del Hijo del hombre se parecerá a los tiempos de Noé. En los días que precedieron al diluvio los hombres comían y bebían, se casaban, sin parar mientes en la señal, sino hasta el día en que Noé entró en el arca y se abrieron las cataratas de los cielos y el diluvio acabó con todos los vivientes, con todo. Así sucederá en la venida del Hijo del Hombre. Entonces dos hombres estarán juntos en un campo, uno será tomado y el otro se quedará; dos mujeres estarán moliendo, una será tomada y la otra dejada. Esto lo harán los enemigos en la patria, y mucho más los ángeles que separarán el buen trigo de la cizaña, y no tendrán tiempo de prepararse al juicio del Mesías.
Vigilad, pues, porque ignoráis cuándo vendrá vuestro Señor. Reflexionad en esto: si el jefe de familia supiese a qué hora llegare el ladrón, estaría alerta y no permitiría que su casa fuese robada. Así pues vigilad y orad; estad siempre preparados a la venida; que vuestros corazones no se sumerjan en la tibieza por abusos e intemperancias, que vuestros espíritus no se distraigan y pierdan el gusto por las realidades celestiales, debido al excesivo cuidado por los de la tierra; y que el lazo de la muerte no os sorprenda cuando estéis menos preparados. Porque tened en cuenta que todos tenéis que morir. Todos los hombres deben morir, y esta muerte es una sola venida del Mesías y que el siguiente juicio tendrá que repetirse cuando venga el Hijo del Hombre con toda solemnidad.
¿Cuál será el siervo fiel y prudente, que recibió encargo de su patrón de alimentar a los demás de su casa, cuando esté ausente? Suerte feliz le cabrá si su patrón,al regresar de improviso, lo encuentra cumpliendo su deber con diligencia, justicia y amor. En verdad os digo que le dirá: "Ven, siervo y fiel. Te has hecho merecedor de mi recompensa. Administra todos mis bienes". Pero si el siervo en su interior es realmente malo, y sólo aparentemente bueno, cuando se vaya su patrón, dirá dentro de sí: "Mi patrón va a tardar. ¡Entreguémonos a la buena vida!" Y empieza a golpear, a maltratar a sus compañeros de servicio, haciéndose usurero con ellos, con la comida y con todas las cosas para sacar más dinero que pueda gastarlo con los sibaritas y borrachos, ¿qué sucederá? Que el dueño regresará de improviso, y elmal siervo será descubierto, se le quitará el puesto, el dinero, se le arrojará a donde la justicia ordene, y allí se quedará.
Lo mismo sucede con el pecador impenitente que no piensa que la muerte pueda estar tan cercana, tan próximo al juicio, se entrega a los placeres, diciendo:"Luego me arrepentiré". En verdad os digo que no tendrá tiempo de hacerlo y será condenado a que vaya y se quede para siempre en el lugar de inimaginable horror, donde sólo resuenan la blasfemia, el llanto, la tortura, y no saldrá de allí sino hasta el juicio final, cuando volverá a vestirse con su cuerpo resucitado para presentarse completo al juicio final como completo pecó, cuando vivió sobre la tierra. Y con cuerpo y alma se presentará ante el Juez Jesús, a quien no quiso por Salvador.
Todos estarán de pie ante el Hijo del Hombre. Una inmensa multitud de cuerpos que la tierra y el mar restituyeron; cuerpos que fueron reducidos a ceniza por tanto tiempo, volverán a tomar su forma. Y los espíritu permanecerán en sus cuerpos, en los cuerpos que un tiempo tuvieron, que animaron. Estarán derechos ante el Hijo del Hombre, resplandeciente en su Majestad divina, sentado en el trono de su gloria, rodeado de sus ángeles.
Separará a los hombres. De un lado pondrá a los buenos, del otro a los malos. Igual que un pastor que separa las ovejas de los cabros. Pondrá a su derecha a las ovejas, y los cabros a la izquierda. Con voz dulce, cariñoso aspecto, dirá a los que, tranquilos y hermosos con una belleza de gloria por el resplandor de su cuerpo santo, lo mirarán con todo el amor de sus corazones: "Venid, benditos de mi Padre, a tomar posesión del Reino que desde la creación del mundo se os tiene preparado. Porque tuve hambre y me disteis de comer; tuve sed, y me distéis de beber; fui peregrino y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis; enfermo y me visitasteis; prisionero y fuisteis a llevarme consuelo". Los justos le preguntarán: "Pero, ¿Cuándo, Señor, te vimos con hambre y te dimos de comer; con sed y te dimos de beber? ¿Cuándo fue que te vimos que eras un peregrino y te acogimos, desnudo y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo, encarcelado y fuimos a visitarte?" El Rey de reyes les responderá: "En verdad os digo que cuando lo hicisteis a uno de estos los más pequeñuelos de entre mis hermanos, me lo hicisteis a Mí." Luego se volverá a los que tendrá a su izquierda, les dirá con un rostro de severidad y con ojos tan fijos que parecerán que de ellos salieren saetas, con una voz en que tronará la ira de Dios: "¡Fuera de aquí! ¡Apartaos de Mí, malditos! Idos al fuego eterno que la ira de Dios preparó para el demonio, sus ángeles tenebrosos y para los que les dieron oídos, dejándose guiar de la triple libídine. Tuve hambre y no me la quitasteis; tuve sed y no me la apagasteis; estuve desnudo y no me disteis vestido; fui peregrino me arrojasteis; estuve enfermo, encarcelado y no me visitasteis. Porque no teníais más una ley, la de agradaros a vosotros mismos." Ellos le contestarán:"¿Cuándo te vimos hambriento, sediento, desnudo, peregrino, enfermo, encarcelado? Nosotros, en realidad, no te conocimos. No vivimos cuando tu viviste en la tierra". Él les replicará: "Es verdad. No me conocisteis, porque cuando viví en la tierra, no estabais, pero conocisteis mi palabra. Hubo pobres entre vosotros, hambrientos, sedientos, desnudos, enfermos, encarcelados. ¿Por qué no hicisteis lo que tal vez me hubierais hecho a Mí? Pues nadie puede asegurar que con quienes conviví, fueron compasivos conmigo, el Hijo del Hombre. ¿No sabíais que estoy en mis hermanos, y que donde esté uno de ellos que sufra allí estoy? ¿No sabíais que lo que no hicisteis a uno de estos hermanos míos pequeños, me lo negasteis a Mí, Primogénito de los hombres? Idos y quemaos en vuestro egoísmo. Idos y que os envuelvan las tinieblas y el hielo porque eso fuisteis, pese a que sabíais dónde estaban la Luz y el Fuego del Amor". Se irán éstos al suplicio eterno, mientras los justos entrarán en la vida inmortal.
ME LLEVO A JUAN.
Esto es lo que sucederá. Ahora idos. Que no haya divisiones entre vosotros. Me llevo a Juan. Estará con vosotros a la mitad de la primera vigilia para la cena y para ir después a nuestras instrucciones."
"¿También esta noche? ¿Vamos a hacer lo mismo cada día? Me siento mal con la intemperie. ¿No sería mejor ir a alguna casa amiga? ¡Estar siempre bajo las tiendas! Siempre en vela en las noches, que son frías y húmedas..." se lamenta Judas.
"Es la última noche. Mañana... será diverso."
"¡Ah! Pensaba que querías ir al Getsemaní todas las noches. Pero si es la última..."
"No he insinuado esto, Judas. He dicho que será la última noche que pasemos juntos en el campo de los galileos. Mañana prepararemos la pascua y comeremos el cordero. Después Yo solo iré a orar al Getsemaní. Podréis hacer lo que mejor os pluguiere."
"Vendremos contigo, Señor. ¡Nunca tenemos ganas de dejarte!" dice Pedro.
"Tú cállate, que no tienes derecho hablar. Tú y Zelote no hacéis más que revolotear aquí y allá apenas no os ve el Maestro. No os pierdo de vista. En el Templo... durante el día... en las tiendas allá arriba..." dice Iscariote , contento de acusarlos.
"¡Basta! Si lo hacen, hacen bien. Pero no me dejéis solo... os lo ruego..."
"Señor, no hicimos nada malo. Créelo. Dios conoce nuestras acciones, y sus ojos no se apartan de ellas con disgusto" protesta Zelote.
"Lo sé. Pero inútil. Lo que es inútil puede ser siempre dañoso. Estad unidos lo más posible." Luego se vuelve a Mateo: "Tú, mi buen cronista, repíteles a éstos la parábola de las diez vírgenes sabias y de las diez necias, las del señor que dio talentos a sus tres siervos para que los hiciesen fructificar, lo que hicieron dos de ellos, y uno que era un perezoso, lo enterró. ¿Te acuerdas?"
"Sí, Señor mío. Las recuerdo con exactitud."
"Entonces, repíteselas. No todos las oyeron, y los que las saben tendrán gusto en volverlas a oír. De este modo pasad así el tiempo hasta que regrese. ¡Velad! ¡Velad! Tened listo vuestro espíritu. Tales parábolas son apropiadas también para lo que os dije. Hasta pronto. La paz se quede con vosotros."
Toma a Juan de la mano y se aleja con él a la ciudad...
Los otros se dirigen al campo de los galileos.
X. 410-441
A. M. D. G. et Mariae