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giovedì 9 febbraio 2017

Quien se mantiene en la Verdad posee el verdadero Sacerdocio ...

SACERDOCIO 
SEGÚN EL RITO DE MELQUISEDEC 
 18-1-2017, 7 am 

Aprended, Hijos míos, vosotros que amáis la Verdad, aprended de la predicación de Mi predilecto Joseph, para que sepáis reconocer quien es sacerdote de mi agrado, aquel que lleva en el Mi Santo Espíritu, y en el Espíritu de la Verdad que lo habita da verdadero testimonio de la Única Verdad, la que proviene de quien es Sacerdote Eterno, Sacerdote según el rito de Melquisedec, Sacerdocio Real del mismo Dios, el Sacerdocio del mismo Cristo. 

Quien se mantiene en la Verdad posee el verdadero Sacerdocio, aquel ministerio y Santo Sacramento que viene del Cielo, pues Cristo es Sacerdote Real, Sacerdote Eterno según el rito de Melquisedec, sacerdocio sin mancha, del cual muy pocos sacerdotes hay hoy en día que se mantengan bajo esa Santa herencia sacerdotal o ministerial. 

Juan de Dios ha recibido así, pues, este sacerdocio que da el Espíritu Santo, un sacerdocio no de manos de hombres sino de Mi Mano Divina, que da una unción especial y verdadera, porque he sido Yo mismo, Dios Omnipotente, que lo he elegido para una misión muy grande en este final de los tiempos, en que habría de aparecer Pedro el Romano para guiar a la Verdadera y Única Iglesia, la que perseveró en la Fidelidad y la Verdad. 

Sabed vosotros, Hijitos Míos, que el padre Joseph, Mi predilecto, también lleva en él la herencia de este Sacerdocio Real, que procede según el Rito de Melquisedec, porque habiendo sido ungido por manos de hombres recibiendo el orden sacerdotal, buscó ser ungido por Mi, Su Dios, para mantenerse libre de toda corrupción sacerdotal que proviene de la misma jerarquía que está en la Iglesia. 

Cuando os probé y quise medir vuestra fidelidad, os hallé digno de recibir la unción de Mi Mano Divina, porque vuestro celo apostólico y amor a la Verdad os merecieron esta gracia, que marca ahora vuestro sacerdocio, como parte de la herencia que muy pocos sacerdotes ministeriales reciben, y pocos son los hombres escogidos como sacerdotes de orden Divina y no humana, como lo es para Juan de Dios, André, mi pequeño niño, y unos cuantos sacerdotes fieles que están adheridos a la Verdadera Doctrina, bajo la guía y obediencia de Mi Vicario Benedicto XVI. 

Este Sacerdocio marcado por Mi Mano Divina lleva en si una misión específica: preservar y custodiar Mi Iglesia, con un Resto Fiel, donde el sello Divino del mismo Dios Altísimo impide a Satanás de llevar su obra maligna. 

El sacerdote terrenal perecerá y no habrá en la próxima generación herencia en la tierra de ese sacerdocio, que es corruptible, en cambio del sacerdocio según el Rito de Melquisedec permanecerá, pues en Cristo, Sacerdote Real, Sacerdote para siempre, he dejado el Verdadero Sacerdocio, y éste será preservado en tiempos de la gran tribulación, porque en este sacerdocio santo prevalecerá Mi Iglesia. La obra del demonio destruye la Iglesia que se prostituyó con sus obras malas, pero la Verdadera Iglesia nunca será destruida porque es la obra del Espíritu. 

Oh, Santas palabras pronunciadas esta mañana por este siervo Mío, Joseph, sacerdote ungido y sellado con mano Divina, ya no sólo consagrado por mano de hombres. Este es el premio de los que aman la Verdad, la recompensa de los que Me son Fieles y se negaron a sí mismos para servirme. 

Orad por todos los sacerdotes que han quedado bajo el engaño de satanás, todos aquellos que por su tibieza se desviaron del verdadero Camino, dejando el camino estrecho para ir por el camino ancho que conduce a la perdición. 

Orad por esos sacerdotes que no quisieron recibir esta doble unción Divina que preservaría su sacerdocio ministerial al recibir el sello Divino, pues muchos son los que caerán al infierno, y gran cantidad de ellos conocerán grandes sufrimientos antes de poder alcanzar el cielo, el cielo que los esperaba con las más bellas moradas destinadas para su gozo y descanso eterno. 

Muchas cosas no podéis comprender de estos designios Divinos, pero os digo que era necesario que a esta hora viniese a vosotros un hombre elegido no por hombres sino por el Mismo Dios para ser Sacerdote Ungido, sacerdote por herencia de quien recibió el Sacerdocio Real, el Mismo Hijo de Hombre, Jesucristo, SACEROTE PARA SIEMPRE, pues Jesucristo, habiendo vencido la muerte y el pecado, es ejemplo del Verdadero sacerdocio Santo y de Orden Divino. Él mismo preparó a su Elegido, Juan de Dios, para estos tiempos, para luchar contra el demonio y sostener a la Verdadera Iglesia. 

Os Bendigo pequeño Resto Fiel, os Bendigo en Benedicto, mi Vicario, os Bendigo en Mi Ungido Juan de Dios, Pedro el romano, os Bendigo en Mi Predilecto Joseph. 

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Padre Santo y Eterno Dios, gracias te doy por estos tres elegidos Tuyos, sacerdotes santos elegidos por Ti para esta hora. Gracias por dar a La Iglesia de Cristo, santos sacerdotes que nos guían y nos conducen hacia la santidad. 

Salva en su Fidelidad y amor a la Verdad, a muchos sacerdotes infieles, confundidos para que en la última hora muchos de ellos reciban la unción de Tu Espíritu y obren la verdad. 

Bendice a cada instante a estos tres siervos tuyos y a todo sacerdote Fiel, que dócilmente es movido y guiado por El Espíritu de la Verdad. 

Gracias Padre Mío, Gracias por El Sacerdocio Eterno de Jesús, Gracias por la herencia que nos dejaste a tu Iglesia, danos la gracia de perseverar hasta el fin. Amen, Amen, Amen.

Abraham y Melquisedec
AMDG et BVM