http://www.virgendegarabandal.net/MISTRABAJOS/HOMBRE%20DIOS%20W/60217.htm#Escuchad%20la%20primera%20transfiguraci%C3%B3n%20de%20Mar%C3%ADa
"¡BIEN HECHO, SIMÓN!
OS HE QUERIDO AQUÍ PARA DAROS A CONOCER A MARÍA.
MUCHOS DE VOSOTROS CONOCÉIS A LA "MADRE" MARÍA,
ALGUNOS A LA "ESPOSA" MARÍA.
PERO NADIE CONOCE A LA "VIRGEN" MARÍA.
"¡Bien hecho, Simón! Os he querido aquí para daros a conocer a María. Muchos de vosotros conocéis a la "madre" María, algunos a la "esposa" María. Pero nadie conoce a la "virgen" María. Os la quiero presentar en este jardín floreado al que vuestro corazón viene por el deseo de volverlo a ver, o para descansar después de las fatigas del apostolado.
Os oí hablar a todos vosotros, apóstoles, discípulos, parientes sobre mi Madre. He escuchado vuestros sentimientos, recuerdos, juicios. Os transformaré todo ello que es digno de admiración, en algo sobre humano, en un conocimiento sobrenatural. Mi Madre, antes que Yo, se transfigura a los ojos de los más merecedores, para que puedan verla como es. Vosotros veis a una mujer sencilla. Una mujer que por su santidad parece diversa de las demás, pero que en realidad la veis como un alma en un cuerpo, como todas las demás de su sexo. Ahora quiero descubriros el alma de mi Madre. Su verdadera y eterna belleza.
ESCUCHAD LA PRIMERA TRANSFIGURACIÓN
DE MARÍA
VEN AQUÍ, MADRE MÍA. NO TE SONROJES. NO TE RETIRES,
HERMOSA PALOMA DE DIOS.
TU HIJO ES LA PALABRA DE DIOS, Y PUEDE HABLAR DE TI,
DE TU MISTERIO, DE TUS MISTERIOS,
¡OH SUBLIME MISTERIO DE DIOS!
Ven aquí, Madre mía. No te sonrojes. No te retires, hermosa paloma de Dios. Tu Hijo es la Palabra de Dios, y puede hablar de ti, de tu misterio, de tus misterios, ¡oh sublime misterio de Dios! Sentémonos aquí, bajo la suave sombra de árboles en flor, cerca de la casa, cerca de tu santa habitación. Así. Levantemos esta tienda que ondea, y salgan ondas de santidad y de paraíso de esta habitación virginal, para que nos llene a todos de ella... Sí, también a Mí. Que perciba tus perfumes, Virgen perfecta, para poder soportar los hedores del mundo, para poder ver candor después de haber saciado mis pupilas con el tuyo... Aquí, Marziam, Juan, Esteban, discípulas, en frente a la puerta abierta de la casta morada de la Casta entre todas las mujeres. Vosotros amigos, detrás... ¡Aquí, a mi lado, amada Madre mía!
"LA ETERNA BELLEZA DEL ALMA DE MI MADRE".
SOY LA PALABRA Y POR ESTO NO PUEDO EQUIVOCARME
EN EL EMPLEO DE LOS TÉRMINOS. DIJE:
ETERNA, NO INMORTAL. Y NO SIN RAZÓN LO HE DICHO.
Hace poco os decía: "la eterna belleza del alma de mi Madre". Soy la Palabra y por esto no puedo equivocarme en el empleo de los términos. Dije: eterna, no inmortal. Y no sin razón lo he dicho. Inmortal es lo que habiendo nacido no muere más. De este modo el alma de los justos es inmortal en el cielo, el alma de los pecadores es inmortal en el infierno, porque el alma creada, no muere más que a la gracia. El alma tiene una vida, existe desde el momento que Dios la piensa. Es el Pensamiento de Dios quien la crea. El alma de mi Madre desde siempre ha sido pensada por Dios, por esto es eterna en su belleza, en la que Dios ha derramado toda perfección para delicia y consuelo.
SEGÚN EL LIBRO DE SALOMÓN, NUESTRO ANTEPASADO,
QUE TE VIO, Y POR LO TANTO PROFETA TUYO
PUEDE DECIRSE:
"DIOS ME POSEYÓ AL PRINCIPIO DE SUS OBRAS,
DESDE EL INICIO, ANTES DE LA CREACIÓN.
AB AETERNO FUI DECRETADA,
ANTES DE QUE HUBIERA SIDO HECHA LA TIERRA.
Según el libro de Salomón, nuestro antepasado, que te vio, y por lo tanto profeta tuyo puede decirse: "Dios me poseyó al principio de sus obras, desde el inicio, antes de la creación. Ab aeterno fui decretada, antes de que hubiera sido hecha la tierra. Todavía no existían los mares y había sido yo concebida. Todavía no brotaban los manantiales, ni las montañas habían encontrado sus bases y ya existía yo. Antes de las colinas nací. No había hecho todavía la tierra, ni los ríos, ni los quicios del mundo, y ya existía yo. Cuando preparaba los cielos y el Cielo, estaba ya presente. Cuando con leyes inviolables cerró la cubierta del abismo, cuando hizo que el firmamento celestial se quedase firme en lo alto y quedaran suspendidas las aguas, cuando al mar le puso sus límites y dio leyes a las aguas de que no los rebasasen, cuando echaba los cimientos de la tierra, estaba con El para poner orden en todas las cosas. Alegre y feliz siempre ante El. Me divertía yo en el universo"
!SÍ, OH MADRE A QUIEN DIOS, EL INMENSO, EL SUBLIME,
EL INCREADO, LLEVÓ DENTRO DE SÍ! QUE TE LLEVÓ
COMO UN PESO DULCÍSIMO
!Sí, oh Madre a quien Dios, el Inmenso, el Sublime, el Increado, llevó dentro de Sí! Que te llevó como un peso dulcísimo, lleno de júbilo porque te sentía palpitar, que le enviabas sonrisas con las que hizo la creación. El tuvo que desprenderse de ti para darte al mundo, alma delicadísima, nacida purísima para ser la "Virgen". Perfección de lo creado, luz del paraíso, consejo de Dios, que al mirarte pudo perdonar la culpa, porque tu sola, por ti sola, sabes amar como no lo hará jamás todo el linaje humano. ¡En ti el perdón de Dios! ¡En ti la medicina de Dios! ¡Tú caricia del Eterno en la herida que el hombre le hizo! ¡En ti la salvación del mundo, Madre del amor encarnado, del Redentor enviado! ¡El alma de mi Madre! ¡Hecho una sola con el Amor en mi Padre, yo te miraba dentro de Mí, oh alma de mi Madre!.... Tu resplandor, tu plegaria, la idea de que me llevaría me consolaban siempre de mi destino de dolor, de experiencias inhumanas, de lo que es el mundo corrompido. ¡Gracias, oh Madre! Llegué satisfecho al pensar en tus consuelos. ¡Descendí sintiéndote a ti sola! ¡Tu, perfume! ¡Tu, canto! ¡Tu, amor!... ¡Alegría, júbilo mío!
ESCUCHAD LA SEGUNDA TRANSFIGURACIÓN DE MARÍA,
LA ELEGIDA DE DIOS.
Ahora que habéis escuchado, ahora que sabéis que una sola es la mujer en que no hay mancha, una sola la creatura que no hiere al Redentor, escuchad la segunda transfiguración de María, la elegida de Dios.
Era una tarde serena de Adar. Había flores en los árboles del huerto silencioso, y María, prometida de José, había cortado un ramo del árbol en flor para cambiarlo por el anterior que había en la habitación. Hacía poco que había llegado a Nazaret, del templo para honrar una casa de santos. Y con el alma dividida entre el templo, su casa y el cielo, miraba el ramo en flor, pensando que uno semejante, que se había abierto de improviso, un ramo cortado en este jardincito en lo duro del invierno, que había florecido como en primavera delante del Arca del Señor -tal vez le había dado luz y calor el Sol-Dios, radiante en su gloria- le había manifestado su voluntad... Y pensaba todavía que en el día de las nupcias José le había llevado otras flores, pero nunca semejante a la flor en cuyos pétalos vio escrito: "Quiero que te cases con José"... Pensaba tantas cosas... y pensando subió a Dios. Sus manos trabajaban en la rueca y el huso. Hilaban un hilo más sutil que el cabello más fino de su juvenil cabeza...
Su alma tejía una alfombra de amor, siempre solícita en ir de la tierra al cielo, de los quehaceres de la casa, del cuidado por su esposo, a los de su alma, a los de Dios. Cantaba y oraba. La alfombra se formaba en el místico telar, se alargaba de la tierra al cielo, subía hasta perderse en las alturas... ¿Con qué estaba formada? Con hilos sutiles, perfectos, fuertes de sus virtudes, del hilo de la lanzadera que creía "suya", mientras que era de Dios: la lanzadera de la voluntad de Dios en la que había envuelto su voluntad desde pequeña, Ella la grande virgen de Israel, la desconocida al mundo, pero conocida a Dios. Su voluntad se había envuelto, se había hecho una con la voluntad del Señor. Y la alfombra se adornaba de flores de amor, de pureza, con palmas de paz, palmas de gloria, de almendros, de jazmines... Todas las virtudes florecían en su alfombra de amor que la Virgen de Dios desenrollaba, invitadora, desde la tierra al cielo. Y como la alfombra no alcanzaba, lanzaba su corazón cantando: "Venga mi amado a su jardín, a su huerto de aromas, a pasearse entre jardines, a cortar lirios. ¡Yo soy de mi Amado, y mi Amado es mío, El que apacienta entre lirios!" Y de las lejanías infinitas, entre torrentes de luz, se oyó una voz que el oído humano no puede escuchar, ni garganta humana pronunciar. Decía: "¡Qué bella eres, amiga mía!" ¡Que bella!... ¡Tus labios destilan miel!... Un jardín cerrado eres. Una fuente sellada, hermana, esposa mía..." y las dos voces se unían para cantar la eterna verdad: "¡El amor es más fuerte que la muerte!. ¡Nada puede extinguir o ahogar nuestro amor!" Y la Virgen se transfiguraba así... así... mientras bajaba Gabriel y la llamaba a la tierra. Hacía que su espíritu volviese a la carne, para que pudiera escuchar, comprender la petición del que la había llamado "hermana", pero que la haría su "esposa".
Y el misterio se realizó. Una púdica, la más púdica de todas las mujeres, la que ni siquiera conocía o conoce el estímulo instintivo de la carne, se sintió turbada ante el ángel de Dios, porque aun un ángel turba la humildad y pudor de la Virgen, y sólo se calmó al oírlo hablar, y creedme, dijo la palabra por la que "su" amor se convirtió en carne y vencerá a la muerte, y ningún agua podrá extinguirlo, ni perversidad alguna sumergirlo en lo profundo..."
Jesús se inclina dulcemente sobre María que se ha puesto a sus pies como extática, recordando aquella lejana hora, llena de una luz especial que parece brotase de su alma, y sumisamente le pregunta: "¿Cuál fue tu respuesta, oh Purísima, a quien te aseguró que siendo Madre de Dios, no perderías tu perfecta virginidad?"
Y María, como en sueño, despacio, sonriente, con los ojos dilatados por lágrimas de júbilo responde: "¡He aquí a la esclava del Señor! ¡Se haga de mí según su palabra!" y reclina su cabeza sobre las rodillas de Jesús, adorándolo.
"Y SE HIZO. Y SE HARÁ HASTA EL FIN.
HASTA LA OTRA Y LA OTRA DE SUS TRANSFIGURACIONES.
SERÁ SIEMPRE "LA ESCLAVA DEL DIOS".
HARÁ SIEMPRE COMO DIRÁ "LA PALABRA".
¡MI MADRE"
¡ESTA ES MI MADRE!
Jesús le pone su manto. La esconde a los ojos de los circunstantes y dice: "Y se hizo. Y se hará hasta el fin. Hasta la otra y la otra de sus transfiguraciones. Será siempre "la esclava del Dios". Hará siempre como dirá "la Palabra". ¡Mi Madre" ¡Esta es mi Madre! Y está bien que empecéis a conocerla en toda su santa figura... ¡Madre! ¡Madre! ¡Levanta tu rostro, Amada mía! Haz que vuelvan a la tierra donde estamos por ahora tus devotos..." dice descubriendo a María después de algún tiempo, durante el que no se escuchó el zumbido de las abejas y el chorrito de la fuentecita, que melodiosamente caía.
María levanta su rostro bañado en lágrimas y susurra: "¿Por qué, Hijo mío, me has hecho esto? Los secretos del Rey son sagrados..."
"Pero el Rey puede revelarlos cuando quiera. Madre, lo he hecho para que se comprenda lo que dijo un profeta: "Una mujer encerrará dentro de sí al Hombre", y lo de otro: "La Virgen concebirá y dará a luz su Hijo". Y también para que estos que se horrorizan de muchas cosas que suceden al Verbo de Dios, por parecerles humillantes, tengan en cambio otras cosas que los confirmen en su alegría de ser "míos". De este modo no se escandalizarán más y también por ello conquistarán el cielo... Quien tenga que ir a donde deba hospedarse, puede irse. Quédense las mujeres y Marziam. Mañana al amanecer estén todos los varones, que quiero llevarlos no muy lejos, luego regresaremos a despedirnos de las discípulas para regresar a Cafarnaum, reunir a los otros discípulos y enviarlos después de ellas."
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VI. 217-228
A. M. D. G.