#JESÚS SE PONE DE PIE, ABRE LOS BRAZOS EN FORMA DE CRUZ Y RECITA AL PADRE, CON UN ROSTRO RADIANTE, LA SUBLIME PLEGARIA QUE JUAN NOS TRASMITIÓ ÍNTEGRA.
"¿Por qué, Señor, te manifiestas a nosotros y no al mundo?" pregunta Judas Tadeo.
"Porque me amáis y observáis mis palabras. Quien hiciere así, mi Padre lo amará. Vendremos a donde él, haremos en él nuestra mansión. El que no me ama, no guarda mis palabras, y obra según la carne y el mundo. Ahora bien, tened en cuenta que lo que os he dicho no son palabras de Jesús de Nazaret, sino palabras del Padre, porque Yo soy su Verbo, que me ha enviado. Os he dicho estas cosas, conversando de este modo con vosotros, porque quiero prepararos para la posesión completa de la Verdad y de la Sabiduría. Pero todavía no podéis ni comprender, ni recordar. Cuando venga a vosotros el Consolador, el Espíritu Santo que el Padre mandará en mi nombre, entonces comprenderéis y El os enseñará todo y os traerá a la memoria, cuanto os he dicho.
Os dejo mi paz. Os doy mi paz. Os la doy no como la da el mundo, ni siquiera como hasta ahora la he dado: que es un bendito saludo del Bendito a los benditos. La paz que os doy es más profunda. Os comunico Mí mismo en este adiós a vosotros, os comunico mi Espíritu de paz, como os he entregado mi Cuerpo y mi Sangre, para que en vosotros exista una gran fuerza en la batalla que se acerca. Satanás y el mundo declaran la guerra contra vuestro Jesús. Es su hora. Conservad en vosotros la Paz, mi Espíritu que es espíritu de paz, porque Yo soy el Rey de la Paz. Tenedla para que no os encontréis muy abandonados. Quien sufre teniendo la paz de Dios en sí, sufre, pero no blasfema, ni se desespera.
No lloréis. También habéis oído que os he dicho: "Me voy donde el Padre y luego regresaré". Si me amaseis más allá de lo que veis en Mí, os alegraríais inmensamente, porque voy donde el Padre después de un largo destierro... Voy a donde está el que es mayor que Yo, y que me ama. Os lo digo ahora, antes de que se realice, así como os he contado los sufrimientos del Redentor antes de que salga a su encuentro, para que cuando todo se cumpla creáis más en Mí. ¡No os conturbéis de este modo! No perdáis los ánimos. Vuestro corazón tiene necesidad de control... Poco me queda para que pueda hablaros...¡y tantas cosas quisiera deciros! Llegado al término de mi evangelización me parece que no he dicho nada, y que queda mucho, mucho por hacerse.Vuestra actitud aumenta en Mí esta sensación. ¿Qué podré decir, pues? ¿Que no he cumplido con mi oficio? O ¿que sois tan duros de corazón que no logré nada con vosotros? ¿Dudaré? No. Pongo mi confianza en Dios, y a El os confío, amados amigos. El completará la obra de su Verbo. No soy como un padre que está por morir y a quien no le queda otra luz más que la humana. Yo tengo mi esperanza en Dios. Y, aunque veo que tendría que daros tantos consejos de los que tenéis necesidad, y aunque observo que pasa el tiempo, sin embargo, tranquilo me dirijo a mi destino. Sé que está por bajar una lluvia sobre las semillas arrojadas en vosotros, que hará que germinen todas; luego vendrá el sol del Paráclito y se convertirán en un poderoso árbol. El príncipe de este mundo está por venir,aquel con quien no tengo nada que ver. No podría nada sobre Mí, si no fuese por la razón de querer redimiros.Esto sucede porque quiero que el mundo conozca que amo al Padre, y lo amo hasta obedecerlo en la muerte, y de este modo cumplo con lo que me ha mandado.
PARÁBOLA: YO SOY LA VID VERDADERA.
EL PADRE ES EL AGRICULTOR.
Es la hora de irnos. Levantaos. Oíd las últimas palabras. Yo soy la Vid verdadera. El Padre es el agricultor. A todo sarmiento, que no produce fruto, le corta El, y poda al que lo produce para que produzca más. Os habéis ya purificado con mi palabra. Permaneced en Mí, y Yo estaré en vosotros para que lo sigáis estando. El sarmiento que ha sido separado de la vid no puede producir fruto. De igual modo vosotros, si no permaneciereis en Mí. Y soy la Vid y vosotros los sarmientos. El que permanece unido a Mí, produce muchos frutos; pero, si uno se separa, se convierte en rama seca que se arroja al fuego para que se queme. Porque de no estar unidos a Mí, no podéis producir fruto alguno. Permaneced, pues, en Mí y que mis palabras queden en vosotros; y, luego, pedid cuanto queráis que se os dará. Mi Padre será cada vez más glorificado cuanto más produzcáis frutos y seáis mis discípulos.
Como el Padre me ha amado, así también Yo a vosotros. Permaneced en mi amor que salva. Si me amáis seréis obedientes, y la obediencia aumenta el amor recíproco. No digáis que estoy repitiendo lo mismo. Conozco vuestra debilidad. Quiero que os salvéis. Os digo esto para que la alegría que os quise comunicar exista en vosotros, y sea perfecta. ¡Amaos, amaos! Este es mi nuevo mandamiento. Amaos mutuamente más de lo que cada uno se ama a sí mismo. El amor del que da su vida por sus amigos es mayor que cualquier otro. Vosotros sois mis amigos y doy mi vida por vosotros. Haced lo que os he enseñado y mandado. No digo que sois mis siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su dueño, entre tanto que vosotros sabéis lo que hago. Todo lo sabéis respecto a Mí. No sólo me he manifestado a vosotros, sino también al Padre, al Paráclito; y manifesté todo lo que oí de Dios. No sois vosotros los que os elegisteis; Yo fui quien os eligió y lo hizo para que vayáis entre los pueblos y produzcáis frutos en vosotros y en los corazones de los evangelizados, vuestro fruto permanezca, y el Padre os conceda lo que pidiereis en mi Nombre.
No digáis: "Si Tú nos has escogido, ¿por qué escogiste a un traidor? Si todo lo sabes, ¿por qué lo hiciste?" No preguntéis ni siquiera quién sea este tal. No es un hombre. Es Satanás. Lo dije a mi fiel amigo y permití que lo dijese. Es Satanás. Si Satanás, el eterno comediante, no se hubiere encarnado en un cuerpo mortal, este hombre poseído no habría podido escapar a mi poder. He dicho "poseído". No. Es algo mucho más: es un entregado a Satanás."
"¿Me lo preguntas, porque amándome, tienes miedo de ser tú? No temas."
"Entonces ¿yo?"
"¿Yo?"
"¿Yo?"
"Callaos. No diré su nombre. Tengo misericordia; tenedla también vosotros."
"Pero, ¿por qué no lo venciste? ¿No pudiste?"
"Podía, pero si hubiera impedido a Satanás que se encarnara para matarme, habría debido exterminar la raza humana antes de su redención. ¿Qué habría entonces redimido?"
"NO SIMÓN DE JONÁS. NO ERES TÚ."
"Dímelo, Señor, dímelo." Pedro se ha echado de rodillas y sacude frenéticamente a Jesús como si estuviese bajo el influjo de un delirio. "¿Soy yo? ¿Soy yo? ¿Me examino? No me parece. Pero Tú... Tú me dijiste que te negaré... Yo tiemblo de miedo...¡Oh, que horror que sea yo!..."
"No Simón de Jonás. No eres tú."
"¿Por qué me llamas por mi nombre y no me dices "Piedra"? ¿He vuelto acaso a ser Simón? ¿Lo ves? Lo estáis diciendo... ¡Soy yo! Pero ¿cómo ha sido posible? Decidlo... decidlo vosotros... ¿Cuándo fue el momento en que pude haberme convertido en traidor?... ¡Simón!...¡Juan!...¡Hablad!..."
"¡Pedro, Pedro, Pedro! Te he llamado Simón porque me he acordado de la primera vez que te vi, cuando eras Simón. Y pienso que has sido siempre leal desde aquel primer momento. No eres tú. Te lo aseguro Yo que soy la Verdad."
"Entonces, ¿quién?"
"¡Quién otro sino Judas de Keriot! ¿No lo has comprendido?" grita Tadeo que no logra contenerse más.
"¿Por qué no me lo dijiste antes? ¿Por qué? " grita a su vez Pedro.
"Silencio. Es Satanás. No tiene otro nombre. ¿A dónde vas, Pedro?"
"A buscarlo."
"Deja inmediatamente tu manto y esa espada. ¿O quieres que te arroje de Mí y te maldiga?"
"¡No, no! ¡Oh, Señor mío! Pero yo... pero yo... ¿Deliro acaso? ¡Oh, oh!" Pedro echado por tierra llora a los pies de Jesús.
"Os ordeno que os améis, que perdonéis. ¿Habéis comprendido? Si en el mundo existe el odio, en vosotros debe existir solo el amor. Un amor para todos. ¡Cuántos traidores encontraréis por vuestro camino! Pero no deberéis odiarlos, y devolverles mal por mal. De otro modo el Padre os odiará. Antes que vosotros he sido objeto de odio y se me ha traicionado. Y sin embargo, lo estáis viendo, no odio. El mundo no puede amar lo que no es como él. Por esto no os amará. Si fueseis suyos os amaría, pero no lo sois, porque os tomé de en medio de él, y éste es el motivo por el cual os odia.
Os he dicho: el siervo no es más que el patrón. Si me han perseguido, también a vosotros os perseguirán. Si me hubieran escuchado, os escucharían también a vosotros. Pero todo lo harán por causa de mi Nombre, porque no conocen, porque no quieren conocer a quien me ha enviado. Si no hubiera Yo venido y no les hubiese hablado, no serían culpables; pero ahora su pecado no tiene excusa. Han visto mis obras, oído mis palabras; con todo, me han odiado, y además a mi Padre, porque Yo y el Padre somos una sola Unidad con el Amor. Está escrito: "Me odiaron sin motivo alguno". Pero cuando vendrá el Consolador, el Espíritu de verdad que procede del Padre, dará testimonio de Mí, y también vosotros, porque desde le principio habéis estado conmigo.
Esto os lo he dicho para que, cuando llegue la hora, no quedéis acobardados ni escandalizados. Pronto va a llegar el tiempo en que os arrojarán de las sinagogas; y cuando, el que os matare, pensará dar culto a Dios con lo que hace. No han conocido ni al Padre, ni a Mí. Esa es la única razón que puede excusarlos. Antes no os lo había dicho tan claro, porque erais como niños recién nacidos. Ahora vuestra madre os deja. Me voy. Debéis acostumbraros a otra clase de alimento. Quiero que lo conozcáis.
Ninguno me pregunta de nuevo: "¿A dónde vas?" La tristeza os ha vuelto mudos. Y con todo es bueno que me vaya, de otro modo el Consolador no vendrá. Os lo mandaré. Y cuando vendrá, por medio de la sabiduría y de la palabra, de las obras y del heroísmo que os infundirá, convencerá al mundo de su pecado deicida, y de mi verdadera santidad. El mundo se dividirá claramente en dos partes: la de los réprobos, enemigos de Dios, y en la de los creyentes. Estos serán más o menos santos, según su voluntad, pero se juzgará al príncipe del mundo y a sus secuaces. No puedo deciros más, porque por ahora no lo podéis comprender. Pero El, el Paráclito divino, os entregará enteramente la Verdad porque no hablará por Sí mismo, sino que dirá lo que habrá oído de la mente de Dios y os anunciará lo porvenir. Tomará lo que de Mí sale, esto es, lo que todavía es del Padre, y os lo dirá.
Todavía nos podremos ver un poco, después no me veréis más. Y tras un poco, de nuevo me veréis.
Dentro de vosotros mismos estáis dialogando. Oíd una parábola. La última que os dice vuestro Maestro.
Cuando una mujer está en cinta y llega la hora del parto, se encuentra en medio de grande aflicción, sufre y llora. Pero, cuando ha nacido el pequeño y lo estrecha contra su corazón, todo dolor desaparece, su tristeza se cambia en alegría porque ha venido al mundo un nuevo ser.
Así también vosotros. Lloraréis, y el mundo se reirá de vosotros. Pero después vuestra tristeza se cambiará en alegría, una alegría que el mundo jamás conocerá. Ahora estáis tristes; pero, cuando me volváis a ver, vuestro corazón se llenará de una alegría tal que nadie podrá arrebatárosla. Una alegría tan completa que no tendréis necesidad de pedir para la mente, el corazón y el cuerpo. Os alimentaréis sólo con verme, olvidándoos de cualquier otra cosa. Pero, por esto mismo, podréis pedir todo en mi Nombre, y el Padre os lo dará para que vuestra alegría sea siempre mayor. Pedid, pedid y recibiréis.
Ya llega la hora en que os podré hablar abiertamente del Padre. Porque permaneceréis fieles en la prueba y todo será superado. Vuestro amor será perfecto porque os habrá ayudado en la prueba. Y lo que os faltare, lo daré al tomarlo de mi inmenso tesoro diciendo: "Padre, mira. Estos me han amado creyendo que he venido de Ti". Bajé al mundo; ahora lo dejo, voy al Padre, y rogaré por vosotros."
"¡Oh, ahora te explicas! Ahora comprendemos lo que quieres decir y entendemos que sabes todo y que respondes sin que nadie te hubiera preguntado. ¡Verdaderamente que has venido de Dios!"
"¿Creéis ahora? ¿En los últimos momentos? ¡Hace tres años que os he venido hablando! Pero ya ha empezado a obrar en vosotros el Pan que es Dios y el Vino que es Sangre, que no ha brotado de algún hombre, y os causa el primer estremecimiento de ser divinos. Llegaréis a ser dioses si perseveráis en mi amor y en ser míos. No como lo dijo Satanás a Adán y a Eva, sino como Yo os lo digo. Es el verdadero fruto del árbol del Bien y de la Vida. Quien se alimenta de él, vence al Mal, y la muerte no tiene poder. Quien coma de él vivirá para siempre y se convertirá en "dios" en el Reino divino. Vosotros seréis dioses si permanecéis en Mí. Y sin embargo... aun cuando tenéis en vosotros este Pan y esta Sangre, pues está llegando la hora en que seréis dispersos. Os iréis por vuestra cuenta y me dejaréis solo... No. No lo estoy. Tengo al Padre conmigo. ¡Padre, Padre, no me abandones! Os he dicho todo... para que tengáis paz... mi paz. Una vez más os veréis atribulados, pero tened confianza, que Yo he vencido al mundo."
Jesús se pone de pie, abre los brazos en forma de cruz y recita al Padre, con un rostro radiante, la sublime plegaria que Juan nos trasmitió íntegra.
Se oyen más o menos los sollozos de todos los apóstoles. Cantan un himno. Jesús los bendice. Luego dice: "Tomemos los mantos, y vámonos. Andrés, di al dueño de la casa que deje todo así, porque es mi voluntad. Mañana... os dará júbilo volver a ver este lugar." Jesús lo mira. Parece como si bendijese las paredes, los muebles, todo. Luego se echa encima el manto y sale, seguido de sus discípulos. A su lado va Juan sobre el que se apoya.
"¿No te despides de tu Madre?" le pregunta el hijo del Zebedeo.
"No. Ya lo hice. Ahora no hagáis ruido."
Simón, con la antorcha que ha encendido, ilumina el ancho corredor que lleva a la puerta. Pedro abre con cuidado el portón, salen todos a la calle. Y, con una especie de llave, cierra por afuera. Se ponen en camino.
XI. 463-491
A.M.D.G. et B.V.M.