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sabato 27 ottobre 2012

Concepción Cabrera de Armida / XLIV / VIRTUDES TEOLOGALES O Bone Jesu adauge nobis fidem, spem et caritatem per Mariam!

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Mensajes de Nuestro Señor Jesucristo a sus Hijos los Predilectos



XLIV

VIRTUDES TEOLOGALES

El padre constantemente está engendrando a su Verbo en Sí mismo y obrando el misterio de la Trinidad, porque en Él nada hay pasado, sino todo presente; y eternamente está complaciéndose en Sí mismo, en su unidad de la Trinidad. Todo lo quiere atraer a esa unidad; para esto formó a su Iglesia única, en donde todas las almas deben forman una unidad con el Verbo, por el Espíritu Santo; y la misión del sacerdote consiste en traer a las almas a esa unidad. ¡Con cuánta mayor razón deben formar los sacerdotes mismos esa unidad en la Trinidad!

Dios produce Dios, no dioses, por su unidad; y en todas las cosas creadas y por crear está Él presente, entero, cabal sin repetición ni disminución. Todo Él es un conjunto-unidad, sin partes y tan entero está en un punto creado, como llenando los espacios infinitos de su unidad y de lo creado para su gloria.

Dios no puede producir más que Dios; y su reflejo es Dios; y en las creaciones está Dios que todo lo llena, que en todo se difunde, que sin salir de su unidad, se dilata en inmensidades infinitas; dándose siempre, multiplicándose en su unidad; en llenarlo todo con su presencia que es Él mismo, en envolverlo todo, en producirlo todo, en dar vida y ser a todo, con una sola voluntad y querer de las tres personas en la unidad de su esencia.

Lo mismo está en el cielo que en el infierno; lo mismo llena un átomo con toda su inmensidad, como mundos y almas y creaciones; sin salir de Sí mismo, saliendo; sin moverse, moviéndose en la inmutabilidad de su Ser, sabiéndolo todo y teniendo presente todo, sin pasado ni futuro; concentrándolo todo y a Sí mismo también en un solo punto infinito de su Sabiduría, Fecundidad, Poder y de su Ser de amor único.

Todo lo que es y lo que produce Dios es amor, porque el amor es la sustancia de su Ser; y el amor es fecundidad, y el amor es bondad, es caridad, lo es todo. El amor es Dios, es Dios unidad con sustancia de amor; ese amor es el Espíritu Santo en la Trinidad.

¿Qué el haber venido la Divinidad a la tierra a vestirse el Verbo de humanidad no es amor? Si Yo, la segunda Persona divina, tomé carne en María fue por amor, para atraer la carne a la Divinidad, divinizada, purificada. Y si establecí mi Iglesia comprada con la Sangre divina de un Dios-hombre, fue por amor a mi Padre y a las almas, fue para llevar a la Divinidad lo que las almas tienen de divino. Y si los cuerpos en la resurrección irán al cielo, será porque en mi Cuerpo purifiqué la carne y compré su glorificación con la pureza y con la Sangre del Mío.

¡Cuánto debe el hombre a las divinas Personas y que poco piensa en agradecer los favores y el amor infinito de todo un Dios! ¡Como todos los cristianos, pero especialmente los sacerdotes, debieran vivir y respirar las virtudes teologales, su savia divina, sin las cuales no hay salvación! ¡En muy poco se estiman, y menos se practican estas virtudes, cimiento y vida de la Iglesia y pase para el cielo!

¡Cómo deben los sacerdotes predicar sobre la fe y practicarla!¡En qué valor deben tener y hacer apreciar la virtud de la esperanza, que es la virtud del dolor, que tanto amo! ¡Y con qué ardor y con cuánto fuego y constancia incansable deben infundir la caridad, reina de todas las virtudes, enamorando a las almas del Amor, impregnándolos de amor, que es impregnarlas de Dios mismo!

¡Pero mis sacerdotes para dar , tienen que recibir, que abrirse a la acción de Dios, que ser dignos receptáculos de los tesoros del cielo y que vivir de María, transformados en Mí!

Es mi voluntad que se haga hincapié en mis sacerdotes sobre el constante ejercicio de las virtudes teologales; por descuidarlas languidecen las almas de los sacerdotes; por no actuarse en ellas, se entibian, se humanizan; por no entender su reinado en las almas, se pierden muchas desesperadas y muertas a la gracia.

Hermosas e indispensables como ningunas otras son las virtudes teologales, que simbolizan a las tres divinas Personas. Al Padre en la fe, al Hijo en la esperanza y al Espíritu Santo en la caridad. Y tienen esas virtudes tal trabazón y unión, por venir de la unidad en la Trinidad, que quien ejercite y posea una, las tiene todas.

Mucha falta hace en el mundo la práctica de estas virtudes, y con tristeza en mi Corazón digo que también faltan en muchos de mis sacerdotes. Que se corrija este defecto tan capital y arda t luzca la fe, como radiante faro; que no languidezca la esperanza en los míos, humanizados; y que la caridad los una a Mí, los una entre sí, a mis Obispos, sacerdotes y almas para su unificación y salvación.

Muchos sacerdotes se preocupan en difundir en las almas la práctica de otras virtudes y descuidan las principales que son las teologales, fuente de todas las otras y las que les dan la vida y los méritos para el cielo. Mucho recomiendo este punto descuidado en muchos sacerdotes, que se impone, hoy más que nunca, en las almas desorientadas por los vicios y falsas doctrinas y humanizadas en grado extremo por la vida animal y natural, sin que divinicen sus actos, sin que se eleven de la tierra, sin que sobrenaturalicen su vida, sin que piensen en una eternidad que les espera, sin que teman los eternos castigos, y sobre todo, sin que me amen a Mí, que vine al mundo solo con el fin de unir a todos en la unidad de la Trinidad por el Espíritu Santo, es decir, por el Amor”.

O Bone Jesu adauge nobis 
fidem, spem et caritatem 
per Mariam!