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venerdì 22 maggio 2015

LA CONFESION

XLI. Cómo se deduce de las palabras del Señor que la confesión debe hacerse a los Sacerdotes que son sucesores de los Apóstoles.


556. Habiendo, pues, el Señor dado a los Sacerdotes potestad de retener y de perdonar los pecados, es claro que fueron constituidos jueces en esta parte. Porque no siendo posible, como sabiamente advirtió el Santo Concilio de Trento, formar cabal juicio de una cosa, ni guardar el medio que pide la justicia en imponer las penas a las culpas, si no se ha conocido y averiguado enteramente la causa, sigúese que los penitentes deben manifestar distintamente todos sus pecados a los Sacerdotes 835 en la Confesión. 

Enseñarán, pues, los Pastores estas cosas que están decretadas por el Santo Concilio de Trento, y perpetuamente predicadas por la Iglesia Católica. 

Porque si leemos con atención a los Santos Padres, con mucha frecuencia veremos testimonios clarísimos con los que se confirma que este Sacramento fué instituido por Cristo Señor nuestro, y que hemos de tener como Evangélica la ley de la Confesión Sacramental, que ellos en griego llaman Eaomologesis y Exagoreusis. 
Y si deseamos también figuras en el antiguo Testamento, parece pertenecen a la Confesión de los pecados aquellos varios géneros de sacrificios 836 que se hacían por los Sacerdotes para limpiar pecados de diversas especies.

XLII. De los ritos propios de la confesión. 

557. Pero así como debe enseñarse a los fieles que la confesión fué instituida por Cristo Señor nuestro, así también conviene advertirles que se han añadido por autoridad de la Iglesia algunos ritos y ceremonias solemnes, que si bien no pertenecen a la esencia del Sacramento, con todo representan muy vivamente su dignidad, y preparan los corazones de los penitentes inflamados, ya en la piedad, para conseguir más fácilmente la gracia de Dios. 

Porque cuando confesamos los pecados arrodillados a los pies del Sacerdote, descubierta la cabeza, inclinado el rostro, las manos puestas y enderezadas al cielo y dando otros señales de humildad cristiana, aunque no sean necesarias para el Sacramento, por ellas se muestra claramente que debemos reconocer en el Sacramento virtud celestial, y que hemos de buscar e implorar con santa diligencia la misericordia divina.


XLIII Los que pecaron mortalmente están obligados a confesarse. 

558. Y ninguno piense que si bien la confesión fué instituida por Cristo, no lo fué de tal modo que obligase a usar de ella. Porque deben tener los fieles por muy cierto, que quien se halla reo de algún pecado mortal, si ha de volver a la vida de la gracia, ha de ser por medio del Sacramento de la Confesión. Claramente nos manifestó esta necesidad el Señor con la metáfora hermosísima, llamando llave del Cielo a la potestad de administrar este Sacramento. 
Porque así como ninguno puede entrar en una casa, si no le abre la puerta el que tiene la llave, así debemos entender que ninguno es admitido en el cielo, si no le abren la puerta los Sacerdotes, a cuya fidelidad encomendó el Señor las llaves.
Porque de otra manera parece que sería enteramente ocioso el uso de las llaves de la Iglesia, y aquel a quien fué dada la potestad de las llaves, en vano prohibiría a alguno la puerta del cielo, si se pudiera entrar por otra parte. 

Con grande claridad entendía esto San Agustín cuando dijo: ―Ninguno diga, para sí, yo a mis solas hago penitencia delante del Señor. Dios que me perdona, sabe lo que hago en el retiro de mi corazón. Luego sin causa se dijo: Cuanto desatareis sobre la tierra, será desatado en el Cielo. Luego en vano fueron dadas las llaves a la Iglesia‖. 

Lo mismo escribió San Ambrosio en el libro de Penitencia, refutando la herejía de los Novacianos, quienes afirmaban estar reservada a solo Dios la potestad de perdonar pecados, pues dice: ―¿Quién venera más a Dios, el que obedece a sus mandamientos o el que los resixte? Dios mandó obedecer a sus ministros, y obedeciéndoles, a solo Dios damos el honor”.

sabato 12 ottobre 2013

DOMINGO XXVIII, Tiempo Ord. C : San Lucas 17, 11-19: LOS DIEZ LEPROSOS DE EFRAÍN


LOS DIEZ LEPROSOS DE EFRAÍN






Van siempre entre montes, y montes bastante abruptos, por ciertos senderos por donde no pueden pasar carruajes, sino sólo hombres a pie o sobre cabalgaduras que son unos asnos robustos de montaña, más altos y más fuertes que los de las zonas menos escabrosas. Voy a hacer notar algo, que tal vez pueda parecer inútil, pero no importa, quiero hacerlo. Tanto en el vestir como en otras muchas cosas Samaría se diferencia de otros lugares. Una de ellas es la abundancia de perros, que no se ve en otras partes, y que me llama la atención, como se la llamó la presencia de cerdos en la Decápolis. Tal vez haya muchos perros, porque en Samaría hay muchos pastores y habrá muchos lobos en estos montes intransitables. Otra de las causas es que en Samaría generalmente los pastores están solos, al máximo con un muchacho, apacentando su propio rebaño, mientras que en otras partes hay más pastores que cuidan de grandes rebaños, propiedad de algún rico, el hecho es que cada pastor tiene su perro o más según el número de ovejas. Otra característica la forman estos asnos, que son tan altos como un caballo, robustos, hechos para escalar estos montes con una carga sobre los lomos, y aun cuando sea de leña, bajan lo mismo por estos maravillosos bosques cubiertos de árboles centenarios. Otra particularidad: la conducta de los habitantes que, sin ser "pecadores" como los tenían los judíos y galileos, son abiertos, francos, sin gazmoñería, sin todas esas cosas que tienen los demás. Además son hospitalarios. Esto que compruebo me hace pensarque la intención de la parábola del buen samaritano fue no solo hacer resaltar que el bueno y el malo existen por todas partes, en todos los lugares y en todas las razas, y que aun puede haber rectos de corazón entre los herejes, sino sobre todo para hacer resaltar las buenas costumbres de los samaritanos para con los necesitados. Se han quedado con el Pentateuco, pues oigo que hablan sólo de él y de ningún otro libro sagrado, pero la práctica, por lo menos para con el prójimo, mucho mejor que los otros con sus seiscientos trece preceptos, etc..
Los apóstoles hablan con el Maestro, y pese a que sean incorregiblemente israelitas, deben reconocer y alabar el espíritu que han encontrado en los habitantes de Siquén, los cuales, lo colijo por las conversaciones que oigo, invitaron a Jesús a que se quedase con ellos.

"A NOSOTROS LOS SAMARITANOS POR LO QUE SOMOS 
Y POR LO QUE FUIMOS NOS ODIAN, PERO A TI MUCHO MÁS. 
SU ODIO NO TIENE LÍMITES"

"¿Oíste" dice Pedro, cómo aseguraron que conocen el odio de los judíos? Dijeron: "A nosotros los samaritanos por lo que somos y por lo que fuimos nos odian, pero a Ti mucho más. Su odio no tiene límites"."
"Y qué bien dijo ese viejo: "En el fondo es justo que así sea, porque Tú no eres un hombre, sino el Mesías, el Salvador del mundo y por lo tanto el Hijo de Dios, porque solo un Dios puede salvar el mundo corrompido. Pues como no conoces límites ya que eres Dios, ni hay limitación en tu poder, en tu santidad y en tu amor, como también no tendrá límites tu victoria sobre el Mal, así también es natural que el Mal y el Odio, que son iguales entre sí, no conozcan límites contra Ti". Realmente dijo la verdad. ¡Y esto explica muchas cosas!" dice Zelote.
"¿Qué cosa explica según tú? Yo... yo afirmo que sólo dice que son unos tontos" interviene Tomás con tono decidido.
"No. La necedad sería una razón que excusase. Pero necios no lo son."
"Entonces, unos ebrios, ebrios de odio" replica Tomás.
"Ni siquiera eso. La embriaguez termina después de que pasó. Esta rabia no cede."
"¡Y que si se ha dejado echar encima! Tan grandes es, que... ya debería haberse acabado."
"Amigos, todavía no ha llegado ni a su mitad" dice Jesús calmadamente como si la mitad del odio no fuese su tormento.
"¿Aun no? ¡Pero si jamás nos dejan en paz!"
"Maestro, todavía no se convencen de que dije la verdad. La dije. ¡Que si la dije! Y vuelvo a afirmar que si hubierais sido vosotros, habríais caído todos en la trampa como cayó el Bautista. pero no lo lograrán porque yo vigilo..." dice Iscariote.
Jesús lo mira. Y también yo lo miro preguntándome, y hace algunos días que lo hago, si la conducta de Iscariote se debe a que realmente ha vuelto al camino del bien y del amor por su Maestro, a verse libre de fuerzas humanas y extra humanas que lo tenían maniatado, o se trate de un ardid refinado con que prepara el golpe final, una entrega mayor a los enemigos de Jesús y a Satanás. Judas es en verdad un ser completamente especial que no puede descifrarse. Sólo Dios puede entenderlo. Y Dios que es Jesús, corre un velo de misericordia y prudencia en todas sus acciones y en la personalidad de su apóstol... un velo que se romperá, iluminando completamente tantos "por qué", ahora misteriosos, cuando se abran los libros del cielo.

LOS APÓSTOLES ESTÁN TAN ENSIMISMADOS CON LA IDEA DE QUE EL
 ODIO DE LOS ENEMIGOS NO HA LLEGADO TODAVÍA A SU TÉRMINO, 
QUE NO HABLAN MÁS POR ALGÚN TIEMPO.

Los apóstoles están tan ensimismados con la idea de que el odio de los enemigos no ha llegado todavía a su término, que no hablan más por algún tiempo. Después, Tomás se dirige nuevamente a Zelote preguntándole: "Y entonces, si no son ebrios, ni necios; si su odio explica muchas cosas y no esta, ¿cuál es la explicación? ¿Qué son? No lo has dicho..."
"¿Qué son? Endemoniados. Lo que dicen de El lo son ellos. Esto explica su rabia que no conoce descanso, que cuanto más crece, tanto más se ve su fuerza. Dijo bien aquel samaritano. En El, Hijo del Padre y de María, Hombre y Dios, existe la infinitud de Dios y infinito es el Odio que se opone a esta perfecta Infinitud, aun cuando el Odio por su mismo ser no es perfecto, pues tan sólo lo es Dios en sus acciones. Pero si el Odio pudiese llegar al  abismo infernal contra el Mesías para abatirlo con todas las armas que arrancase a los Infiernos. El firmamento, que Dios gobierna, tiene un sol. Se levanta, irradia, desaparece dejando su lugar a un sol más pequeño que es la luna, y ésta, después de haber brillado, se oculta para dejar paso al sol. Los astros enseñan bien a los hombres. Y un ejemplo de ello es querer oponerse al Maestro. ¿Qué sucedería si la luna, cuando va a salir el sol, dijese: "No quiero ocultarme sino que regreso por el camino que vine"? Claro que chocaría contra él con gran horror y daño de todo lo creado. Esto pretenden hacer ellos, creyendo poder hacer añicos al Sol..."
"Es la lucha de las Tinieblas contra la Luz. La vemos cada día cuando amanece y oscurece. Las dos fuerzas que se disputan, que se apoderan a su vez de la tierra. Pero siempre son vencidas las tinieblas porque no son absolutas. Siempre emana un poco de luz, aun en las noches en que no se ve ningún astro.Parece como si el aire de por sí la crease en los infinitos espacios del firmamento y la derramase, aunque de un modo limitadísimo, para convencer a los hombres que los astros no han sido apagados. Yo afirmo que igualmente en estas tinieblas características del mal contra la Luz que es Jesús, siempre, pese a cualquier esfuerzo de las tinieblas, la Luz consolará a quien crea en Ella" dice Juan sonriendo en sus ideas; recogido en sí como si monologase.
Santiago de Alfeo tomo a su vez el pensamiento de Juan. "En los Libros el Mesías es llamado "Estrella de la mañana". Así pues El conocerá también una noche y -¡horror!- también nosotros la conoceremos. Conoceremos una noche, unas horas en que la Luz no se verá fuerte, sino que se verán triunfadoras las Tinieblas. Pero como El ha sido llamado Estrella de la mañana, y por esto excluye límite en el tiempo, yo afirmo que después de la noche transitoria El será una luz matinal, una luz fresca, virginal, que renovará el mundo, igual a la que vino, a la que sucedió al Caos en el primer día. Sí. ¡El mundo volverá a ser creado en su luz!"
"Vendrán maldición sobre los réprobos que han querido levantar sus manos para atacar a la Luz, repitiendo los errores antes cometidos, a partir de Lucifer hasta los profanadores del pueblo santo. Yeové deja libre al hombre en sus acciones, pero por amor del hombre mismo no permitirá que el Infierno salga vencedor."
"¡Qué consuelo! después de que los corazones han estado adormecidos, y parecíamos como tontos y tardos por vejez precoz. La sabiduría vuelve a florecer en nuestros labios. ¡No parecemos más nosotros! ahora torno a encontrar a Zelote y a Juan, los dos hermanos de otros tiempo" dice Iscariote congratulándose.
"No me parece que hayamos cambiado tanto que no parezcamos más nosotros mismos" afirma Pedro.
"Así ha sido. Todos. y tú el primero. Luego Simón y los otros, aun yo mismo. Si ha habido uno que fuese siempre idéntico a sí mismo, ha sido Juan."
"¡Umh! No sé en qué..."
"¿En qué? Taciturnos, como cansados, indiferentes, pensativos... Jamás habían vuelto a escucharse diálogos iguales, semejantes a los de otros tiempos y que tanto ayudan..."
"Para liarnos en disputas" dice Tadeo recordando cómo en realidad se convirtieron en altercados.
"No. Para formarnos. Porque no todos éramos como Natanael, ni como Simón, ni como vosotros los Alfeos, por nacimiento y sabiduría. y quien lo es menos aprende siempre de quien es más" replica Iscariote.
"Tienes razón... yo diría que lo más necesario es formarse rectamente, en justicia. Y de esto nos ha dado muy buenas lecciones Simón" contesta Tomás.
"¿Yo" Pero tú no ves bien. Soy el más necio de todos" replica Pedro.
"No, es verdad. Eres el que más has cambiado. En esto tiene razón Judas de Keriot. No existe casi en ti aquel Simón que conocí cuando vine a vosotros y que -perdóname- lo fuiste por mucho tiempo. A partir de las Encenias en que volví a encontrarte, no has hecho más que ir transformándote. Ahora eres... y voy a decirlo: más paternal y al mismo tiempo más austero. Compadeces a todos tus pobres hermanos, mientras que antes... Y se nota, por lo menos yo lo veo, lo que te cuesta. Y nunca como ahora, en que hablas y reprendes menos, nos infundes más respeto..."
"¡Pero, amigo mío, eres muy bueno al considerarme así!... Yo, fuera del amor que tengo por el Maestro y que cada día aumenta, no he cambiado en nada."
"Sí. Tomás tiene razón. Has cambiado mucho" aseguran varios.
"¡Bueno! vosotros lo aseguráis..." contesta Pedro levantando los hombros. Luego añade: "Tan sólo el juicio del Maestro puede ser atinado. Pero no quiero preguntárselo. Conoce mi debilidad y sabe que una alabanza mal proferida podría dañar mi corazón. Por esto no me alabaría, y lo hace bien. Comprendo cada vez mejor su corazón y su sistema, y veo que está en lo recto."

"PORQUE TIENES CORAZÓN RECTO Y PORQUE SIEMPRE AMAS MÁS.
 QUIEN TE HACE VER Y COMPRENDER ES TU AMOR POR MÍ. 
TU MAESTRO, EL VERDADERO Y MÁS GRANDE MAESTRO 
QUE TE HACE COMPRENDER A TU MAESTRO, ES EL AMOR" DICE JESÚS

"Porque tienes corazón recto y porque siempre amas más. Quien te hace ver y comprender es tu amor por Mí. Tu Maestro, el verdadero y más grande Maestro que te hace comprender a tu Maestro, es el amor" dice Jesús que hasta estos momentos había escuchado y callado.
"Creo que... puede contribuir también el dolor que llevo dentro..."
"¿Dolor? ¿De qué?" preguntan algunos.
"¡Eh! Por muchas cosas, que vienen a resumirse en una sola: lo que sufre el  Maestro... y el pensamiento de lo que sufrirá. No se puede ser tan distraído como los primeros días, tan distraído como niños que no entienden, ahora que se sabe lo que los hombres pueden ser capaces y de cómo se debe sufrir para salvarlo. ¡Ay! Todo lo creíamos fácil en los primeros días. Creíamos que bastaba con presentarnos para que todos acudiesen a nuestro lado. Creíamosque conquistar Israel y el mundo era como... arrojar la red en lugar abundante de peces.¡Pobres de nosotros! Me imagino que si no logra El hacer una buena presa, nosotros no haremos ninguna. Pienso que ellos son malos y que lo hacen sufrir. Y creo que esto sea el motivo del que hayamos cambiado en general..."
"Tienes razón. Por mi parte, así es" interviene Zelote.
"Por la mía también" van diciendo otros.
"Yo estaba muy tranquilo y por esto traté de... tener ayudas buenas. Pero me traicionaron... y vosotros me habéis comprendido... Yo no os comprendí. Creía que fueseis así por cansancio del espíritu, por desconfianza, desilusión..."
"Nunca he esperado glorias humanas, y por esto no he sufrido ninguna desilusión" replica Zelote.
"Mi hermano y yo lo querríamos ver victorioso, pero para su gloria. Lo hemos seguido al principio más bien por amor de familia, que por el de discípulos. Desde pequeños lo hemos seguido El era el menor de nosotros en edad, de nosotros los hermanos, pero siempre superior a nosotros..." dice Santiago con su admiración ilimitada por su Jesús.
"Si tenemos un dolor es que no todos los de la familia lo amamos en el espíritu y con el espíritu. Pero no somos los únicos en Israel en amarlo mal" dice Tadeo.
Judas Iscariote lo mira y tal vez hubiera hablado, pero lo distrae un grito que llega de un montecillo que domina el poblado que van costeando, tratando de encontrar el camino.

"¡JESÚS! ¡RABÍ! ¡JESÚS! ¡HIJO DE DAVID Y SEÑOR NUESTRO, 
TEN PIEDAD DE NOSOTROS!" GRITAN VARIOS LEPROSOS

"¡Jesús! ¡Rabí! ¡Jesús! ¡Hijo de David y Señor nuestro, ten piedad de nosotros!" 
"¡Leprosos! Vámonos, Maestro, sino la gente acudirá y hará que nos quedemos en sus casas" protestan los apóstoles.
Pero los leprosos que tiene la ventaja de estar arriba del sendero y por lo menos unos quinientos metros distantes de la población bajan cojeando veloces hacia Jesús, repitiendo su súplica.
"Entremos en la población, Maestro. Ellos no pueden" proponen algunos discípulos, pero otros replican. "Algunas mujeres se están ya asomando. Si entramos, evitaremos los leprosos, pero no que nos conozcan y nos detengan."
Y mientras están inciertos en lo que harán, los leprosos se acercan cada vez más a Jesús, que sin preocuparse de las advertencias de sus apóstoles, ha continuado caminando. Los apóstoles se resignan a seguirlo, mientras algunas mujeres con sus niños a los pechos, y alguno que otro anciano que ha quedado en el poblado, se acercan a ver, siempre guardando su distancia de los leprosos, que se detienen a algunos metros de Jesús y tornan a suplicar: "¡Jesús, ten piedad de nosotros!"
Los mira por un momento; luego, sin acercarse a este grupo de dolor, pregunta: "¿Sois de esta población?"
"No, Maestro. De diversos lugares. Sino que el monte donde estamos, que da a la parte del camino de Jericó, nos favorece..."

JESÚS CURA A LOS LEPROSOS

"Id, pues, al poblado cercano a vuestro monte y mostraos a los sacerdotes."
Jesús vuelve a caminar, haciéndose al lado de la vera del sendero para no tocar a los leprosos que lo miran acercarse sin tener otra cosa que una mirada de esperanza en sus pobres ojos enfermos. Jesús al llegar a ellos, levanta la mano y los bendice.
La gente del poblado, desilusionada, vuelve a sus casas... Los leprosos se entran de nuevo por el monte para ir a sus grutas o hacia el camino de Jericó.
"Hiciste bien en no curarlos. No nos hubiera dejado partir la gente..."
"Y es necesario llegar a Efraín antes de que anochezca."
Jesús camina y calla. Las curvas del camino que siguen la configuración del monte han ocultado ya el poblado.

UNO DE LOS LEPROSOS CANTA LAS ALABANZAS AL SEÑOR

Pero un grito llega: "¡Sea alabado el Dios Altísimo y su verdadero Mesías! ¡En El está todo el poder, sabiduría y piedad! ¡Alabado sea el Dios Altísimo que en El nos ha concedido la paz!. ¡Alabadlo, hombres todos de la Judea y Samaría, de la Galilea y de la Transjordania!. En las nieves del gran Hermón, sobre las quemadas rocas de la Idumea, en las arenas que bañan las ondas del Mar grande resuenen la alabanza al Altísimo y a su MesíasLa profecía de Balaam se ha cumplido. La Estrella de Jacob brilla en el cielo de una patria que ha reunido el verdadero Pastor. Ved que las promesas hechas a los patriarcas se han realizado. Oíd, oíd la palabra de Elías que nos amó. Escuchadla, pueblos de Palestina y comprendedlaNo se debe mas cojear por las dos partes, sino escoger a la luz del espíritu, y si el espíritu es recto, sabrá escoger bien. Este es el Señor. ¡Seguidlo! ¡Ah, hasta ahora hemos sido castigados porque no nos hemos esforzado en comprender! El hombre de Dios maldijo el falso altar cuando proféticamente dijo: "He aquí que nacerá de la casa de David un hijo llamado Yeosciué (Josías), que inmolará sobre el altar y quemará huesos humanos. Entonces el altar se hendirá hasta las profundidades de la tierra y las cenizas de la inmolación se esparcirán al norte y al sur, a oriente y hacia donde se oculta el sol". No queráis hacer como el necio de Ocozíasque mandó a consultar al dios de Acarón, estando el Altísimo en Israel. No queráis ser inferiores a la burra de Balaam que por su respeto al espíritu de luz, hubiera merecido vivir, mientras hubiera caído muerto el profeta que no veía. Ved la Luz que pasa entre nosotros. Abrid los ojos, vosotros ciegos del espíritu y mirad" y uno de los leprosos le sigue siempre más cerca aun por el camino principal al que ha llegado mostrando Jesús a los peregrinos.
Los apóstoles aturdidos, se vuelven dos o tres ordenando al leproso, que está completamente curado, que se calle. Y la última casi hasta lo amenazan.
Por un momento deja de levantar la voz y contesta a todos: "¡Y qué! ¿No queréis que glorifique las cosas que Dios ha obrado en mí? ¿Queréis que no lo bendiga?"
"Bendícelo en tu corazón, y cállate" le responden impacientes
"No. No puedo callar. Dios pone en mi boca las palabras" y con voz fuerte continúa: "Gente de los lugares vecinos, gente que por causalidad estáis pasando, deteneos a adorar al que reinará en el nombre del Señor. Me burlaba yo de muchas palabras, pero ahora las repito, porque veo que se realizan.Ved que todas las gentes se ponen en marcha y vienen cantando alabanzas al Señor por las estelas del mar, por los desiertos, por collados y montes. También nosotros, pueblo que ha caminado en las tinieblas, caminaremos hacia la gran Luz que ha nacido, a la vida, saliendo de la región de la muerte. Lobos,leopardos y leones como éramos, volveremos a nacer en el Espíritu del Señor y nos amaremos en El, a la sombra del Retoño de Yesé que se ha convertido en cedro, bajo el que se cobijen las naciones que El ha reunido de los cuatros puntos de la Tierra. Ved que llega el día en que los celos de Efraín terminarán porque no existen más Israel ni Judá, sino un solo reino: el del Mesías del SeñorVed que canto las alabanzas del Señor que me ha salvado y consolado.Ved que os digo que lo alabéis y vengáis a beber la salvación de la fuente del Salvador. ¡Hosanna! ¡Hosanna a las grandes maravillas que El hace! ¡Hosanna al Altísimo que ha puesto en medio de los hombres su Espíritu revistiéndolo de carne, para que fuese el Redentor!"
No se agota. La gente aumenta, se apiña, llena el camino. El que venía detrás corre; el que iba delante, regresa. La gente de un pequeño poblado, donde se han detenido, se une a los viajeros.
"Hazlo callar, Señor. Es samaritano. Así lo dice la gente. No debe hablar de Ti, si no permites que ni siquiera nosotros te precedamos predicándote" dicen inquietos los apóstoles.

"AMIGOS MÍOS, REPITO LAS PALABRAS QUE MOISÉS DIJO A JOSUÉ, 
HIJO DE NUM QUE SE LAMENTABA PORQUE ELDAD Y MEDAD
 PROFETIZABAN EN LOS CAMPAMENTOS: "¿ESTÁIS CELOSO DE MÍ?
 ¡OH, SI PROFETIZASE TODO EL PUEBLO, Y EL SEÑOR DIESE A TODOS 
SU ESPÍRITU!"

"Amigos míos, repito las palabras que Moisés dijo a Josué, hijo de Num que se lamentaba porque Eldad y Medad profetizaban en los campamentos: "¿Estáis celoso de mí? ¡Oh, si profetizase todo el pueblo, y el Señor diese a todos su espíritu!". Voy a detenerme y le diré que se vaya para daros contento."
Se detiene. Se vuelve. Llama a Sí al leproso curado, que corre y se postra delante besando el suelo.

LEVÁNTATE. ¿DÓNDE ESTÁN LOS DEMÁS? ¿NO ERAIS DIEZ? 
¿NO SINTIERON LOS OTROS NUEVE NECESIDAD DE DAR GRACIAS 
AL SEÑOR? 

"Levántate. ¿Dónde están los demás? ¿No erais diez? ¿No sintieron los otros nueve necesidad de dar gracias al Señor? De diez leprosos de los cuales uno es samaritano, ¿no hubo otro, fuera de este extranjero que sintiese el deber de regresar para dar gloria a Dios, antes de volverse a integrar a la vida y a la familia? Se le ha llamado "samaritano". No están más ebrios los samaritanos, pues que ven sin equívocos y corren por el camino de la Salvación sin tropezar. ¿Habla acaso la Palabra un lenguaje extraño, si lo entienden los extranjeros y no los de su pueblo?"
Paseo sus brillantes ojos sobre la multitud de todos los lugares de la Palestina que se encuentra presente. Nadie puede resistir esa mirada... Muchos inclinan la cabeza y suben sobre sus cabalgaduras, o continúan su camino alejándose...
Jesús inclina sus ojos sobre el samaritano arrodillado a sus pies. ¡Qué mirada tan dulce! Levanta la mano que tenía caída, y a manera de bendición dice: "Levántate y vete. Tu fe ha hecho más prodigios en tu corazón que en tu cuerpo. Continúa en la luz de Dios. Vete."
El hombre besa de nuevo el suelo y antes de levantarse suplica: "Dame un nombre, Señor. Un nombre nuevo porque todo es nuevo en mí y para siempre."
"¿En qué región nos encontramos?"
"En la de Efraín."

"LLÁMATE, PUES, EFRÉN DE HOY EN ADELANTE, PORQUE DOS VECES
 LA VIDA TE HA DADO LA VIDA. VETE."

"Llámate, pues, Efrén de hoy en adelante, porque dos veces la Vida te ha dado la vida. Vete."
El hombre se levanta y se va. la gente del lugar y algunos peregrinos quisieran que Jesús se detuviese, pero El los somete con su mirada que no es severa, antes bien muy dulce, pero que de ella deberá brotar una gran fuerza, porque nadie insiste en detenerle.
Jesús deja el camino sin entrar en el pobladucho, atraviesa un campo, luego un riachuelo, un sendero, y sube por el collado oriental, lleno de árboles y se interna con los suyos diciendo: "Para no perdernos, seguiremos el camino, pero sin salir del bosque. Después de aquella curva el camino sigue este monte. Encontraremos alguna cueva para dormir y al amanecer habremos pasado ya Efraín..."
VIII. 336-344

A. M. D. G. et B.V.M.

venerdì 19 luglio 2013

Antichissimo canto popolare: Svegliati O Peccatore

Per una buona confessione si richiede: diligente esame di coscienza: dolore per i peccati commessi: Confessione breve intera sincera prudente: riparazione fattiva (ossia: penitenza, intera devota e pronta): e fermo proponimento di non più peccare.

Svégliati O Peccatore

Svégliati o peccatore, svégliati e non tardare
Oggi che il tuo Signore ti vuole usar pietà.

Son giorni, mesi ed anni che dormi nel peccato
Ma se sei ostinato, Dio ti abbandonerà.

Se ti abbandona Dio certo sarai dannato,
Misero sventurato di te che ne sarà.

Pensa che presto o tardi, la morte dovrà venire
Per te dovrà finire piacere e vanità.

Pensa che il mondo è scena, un'ombra e una figura
Dal letto in sepoltura un giorno hai da passar.

Pensa che chi male vive, male dovrà morire
Dio te lo fa sentire, non ti potrai lagnar.

Davanti al tribunale da Dio sarai citato,
Ah! Te sventurato, che pena allor sarà.

Quando vedrai quel Dio contro di te sdegnato,
Quel Dio che avrai oltraggiato con tanta iniquità.

Pensa e rifletti bene che, per un sol peccato,
Te ne andrai dannato per un'eternità.

Quando vorrai pentirti, misero non potrai
Ma sempre piangerai, senza trovar pietà.

E allor dirai, ahimè! Che ho sbagliato,
Dio sono disperato e chi mi aiuterà.

Fra queste fiamme ardenti sempre dovrò penare,
Né più potrò sperare la cara libertà.

Se brami il Paradiso, tieni Maria nel cuore
Chiamala in tutte l'ore e troverai pietà.

Il Paradiso io bramo, tengo nel cuor Maria
Ella è la Madre mia, la pregherò così:

"Pietosa mia Regina, m'apri del ciel le porte,
Spero sii una bella sorte, cara Maria da te.

Troppo ti costa Madre, non mi far perire

Ma fatti intenerire, dalla mia voce al cuor.

Io tremo e piango ogni ora, che troppo ahimè! Peccai
Che troppo Dio sdegnai, pensa Maria per me.

Tu implorami il perdono, tu placa il Figlio e il Padre
Salvami mi sei Madre, io figlio ancor ti sono.

Maria, Maria tu sola, puoi farmi riposare
Tu sola puoi mutare, in gioia il mio timor.

Madre io da te vengo, vengo ai tuoi piedi intanto
E sotto il tuo bel manto, felice io vivrò.

E sotto il tuo bel manto, contento io morirò

E sotto il tuo bel manto, contento io morirò".

AVE MARIA!

venerdì 8 marzo 2013

IV Domingo de Cuaresma - C - 10 de marzo 2013 :San Lucas 15,1-3.11-32





LA PARÁBOLA DEL HIJO PRÓDIGO






JUAN DE ENDOR, VEN AQUÍ CONMIGO. DEBO HABLARTE

"Juan de Endor, ven aquí conmigo. Debo hablarte" dice Jesús asomándose a la entrada de la puerta.
El hombre deja al niño a quien le estaba enseñando algo y acude pronto: "¿Qué se te ofrece, Maestro?" pregunta.
"Ven conmigo aquí arriba".
Suben a la terraza y se sientan en donde no da el sol, porque si bien es de mañana, ya hace mucho calor. Jesús pasa la vista sobre los campos cultivados en los que de día en día el trigo se convierte en espigas de oro y los árboles se hinchan con sus frutos, parece como si quisiera abrevar su pensamiento en la metamorfosis vegetal.

ESCÚCHAME JUAN (DE ENDOR). 
TE VOY A PEDIR UNA COSA


TE DOY DINERO PARA LOS POBRES. 
LO HARÁS EN NOMBRE MÍO

"Escúchame Juan. Creo que hoy viene Isaac y me traerá a los campesinos de Yocana antes de que partan. He dicho a Lázaro que preste a Isaac un carro para que regresen más pronto y no vayan a retardarse, lo que podría ocasionarles un castigo. Lázaro lo hará, porque él hace todo lo que le digo. Pero a ti te voy a pedir otra cosa. Tengo aquí una cantidad de dinero que me dio una persona para los pobres del Señor. Casi siempre es un apóstol mío el encargado de guardar el dinero y de distribuir las limosnas. Casi siempre es Judas de Keriot; muy rara vez otro. Judas no está ahora. No quiero que los demás sepan lo que quiero hacer. Esta vez tampoco Judas lo hubiera sabido. Lo harás en nombre mío..."
"¿Yo, Señor?... ¿Yo?... ¡Oh! ¡No soy digno!..."
"Debes acostumbrarte a trabajar en mi nombre. ¿No viniste para esto?"
"Sí, pero pensaba que trabajaría en reconstruir mi pobre alma".
"Y yo te doy los medios. ¿Contra que pecaste? Contra la misericordia y el Amor. Con odio has destruido tu alma. Con amor y misericordia la reconstruirás. Te doy material. Te emplearé sobre todo en las obras de misericordia y de amor. Tú también eres capaz de curar, eres capaz de hablar. Por este motivo estás preparado para cuidar de la desgracia física y moral, y tienes capacidad para hacerlo. Empezarás con esta obra. Ten la bolsa. La entregarás a Miqueas y  a sus amigos. Distribúyela en partes iguales. Y lo harás como te lo voy a decir. La divides en diez partes. Darás cuatro a Miqueas, una para él, otra para Saulo, otra para Joel y otra más para Isaías. Las otras seis las entregarás a Miqueas para que las entregue al viejo padre de Yabé, para sí y para sus compañeros. Así podrá tener alguna ayuda".
"Está bien. Pero ¿qué razón les doy?"
"Les dirás: "Esto es para que os acordéis de rogar por un alma que se redime".
"Pero podrán pensar que se trata de mí. ¡No es justo!"
"¿Por qué? ¿No te quieres redimir?"
"No es justo que piensen que sea yo el benefactor".
"No te preocupes, y haz como te dije".
Obedezco... pero al menos permíteme que ponga algo de lo mío. Por otra parte... por ahora no tengo necesidad de nada. No compraré más libros, no tengo gallinas que alimentar. Me contento con muy poco... Ten, Maestro. Me guardo tan solo un poco para lo que me cuesten las sandalias..." y saca de una bolsa que tenía colgada en la cintura muchas monedas y las junta con las de Jesús.
"Dios te bendiga por tu misericordia... Juan, dentro de poco nos separaremos, porque te irás con Isaac".
"Lo siento, Maestro. Pero obedezco".
"También a mí me duele alejarte, pero tengo necesidad de discípulos peregrinos. No me doy abasto. Pronto lanzaré a los apóstoles, después a los discípulos. Lo harás muy bien. Te reservaré para misiones difíciles. Entre tanto te formarás con Isaac. Es muy bueno, y el Espíritu de Dios lo instruyó verdaderamente durante su larga enfermedad. Es el hombre que siempre ha perdonado todo... Separarnos no quiere decir que no nos volveremos a ver. Nos encontraremos frecuentemente, y cada vez que sea así, hablaré solo por tiacuérdate de ello..."

DIME PRONTO ALGO QUE ME CONVENZA
QUE HE SIDO PERDONADO

VEN, VAYAMOS A AQUEL MONTÓN DE MANZANOS
Y REUNAMOS A LOS COMPAÑEROS Y MUJERES

LES HABLARÉ A TODOS, PERO TE DIRÉ 
CÓMO DIOS TE AMA

Juan se doblega sobre su cuerpo. Esconde su cara entre las manos con una explosión de llanto. Dice entre lágrimas: "Oh, entonces dime pronto algo que me convenza que he sido perdonado... que puedo servir a Dios... si lo supiese, ahora que ha desaparecido el humo del odio, y como veo mi alma... y como... y como pienso en Dios..."
"Lo sé. No llores. Se humilde, pero no te rebajes. El rebajamiento es todavía soberbia. Ten tan solo humildad. ¡Ea, no llores...!"
Juan de Endor poco a poco se va tranquilizando...
Cuando Jesús ve que se calma, le dice: "Ven, vayamos a aquel montón de manzanos y reunamos a los compañeros y mujeres. Les hablaré a todos, pero te diré cómo Dios te ama".
Descienden. Reúnen a su alrededor a los demás conforme van avanzando, y se sientan en rueda bajo la sombra del manzanar. También Lázaro que estaba hablando con Zelote, se une a los demás. Son unas veinte personas por todas.

CÓMO DIOS NOS AMA

LA PARÁBOLA DEL HIJO PRÓDIGO

"Escuchad. Es una hermosa parábola que os guiará con su luz en muchos casos.
Un hombre tenía dos hijos. El mayor era serio, trabajador, cariñoso y obediente. El menor era más inteligente que el mayor que en realidad era un poco tonto y que se dejaba guiar para no tener el trabajo de tener que tomar por sí la decisión. Pero el menor era en cambio rebelde, disipado, amante del lujo y del placer, dilapidador y ocioso. La inteligencia es un gran don de Dios, pero es un don que se debe usar con sagacidad, de otro modo es como ciertas medicinas, que usadas del modo que no conviene lejos de sanar, matan. El padre estaba en su derecho y en su poder. Lo invitaba a que llevase una vida más propia, pero sin ningún resultado, fuera de haberle arrancado malas respuestas y provocado a una mayor terquedad en sus propias malas ideas.
En fin, llegó un día en que después de una disputa muy agria, el hijo menor dijo: "Dame la parte de mis bienes. Así no oiré mas tus reproches y las quejas de mi hermano. Cada uno lo suyo y todo ha terminado". "Piensa," respondió su padre, "que pronto estarás arruinado. ¿Qué harás entonces? Piensa que no seré injusto por favorecerte y que no le quitaré a tu hermano ni siquiera un céntimo para dártelo". "No te pediré nada. Puedes estar seguro. Dame mi parte".
El padre mandó avaluar sus tierras, y las cosas de valor, y al ver que el dinero que tenía y las joyas valían tanto cuanto las tierras, dio al mayor los campos y los viñedos, los rebaños y los olivos y al menor el dinero y las joyas, el cual las vendió al punto cambiándolo todo por dinero. Hecho esto, en pocos días, se fue a un país lejano donde vivió como gran señor, despilfarrando todo lo que tenía, en orgías de cualquier clase, haciéndose pasar como hijo de rey porque se avergonzaba de decir "soy un campesino". Por esto renegaba de su padre. Banquetes, amigos y amigas, vestidos, vinos, juegos... vida disoluta. Muy pronto vio que sus riquezas se esfumaban y que le salía al encuentro la miseria. Y para venir a hacer esta más dolorosa, sobrevino en aquella región una gran carestía que acabó con lo que quedaba de sus riquezas. Habría querido volver a su padre, pero era soberbio y no quiso. Se fue a un ricachón de aquel país, que era amigo en la bonanza, y le rogó de este modo: "Acógeme entre tus siervos como recuerdo de lo que gozaste con mis riquezas". ¡Ved cuán necio es el hombre! Prefiere ponerse bajo el látigo de un capataz antes que decir a su padre: "¡Perdóname! ¡Me he equivocado!". Aquel joven había aprendido con su buena inteligencia muchas cosas útiles pero no había aprendido el dicho del Eclesiástico: "Cuán infame es el que abandona a su padre y cómo maldice Dios a quien quita la paz a su madre". Era inteligente pero no sabio.
El hombre, al que se había dirigido, en cambio de lo mucho que había gozado con las riquezas de este joven necio, lo mandó a cuidar cerdos. Era una región pagana y había muchos de esos animales. Lo mandó a cuidar en sus pastizales las piaras de cerdos. Sucio, desgarrado, apestoso, hambriento, pues la comida era poca para todos los siervos y sobre todo para los de menor grado, y él, extranjero cuidador de cerdos, como le decían burlándose, veía a los cerdos hartarse con bellotas y suspiraba: "¡Si pudiese también llenar mi estómago con estos frutos! Pero ¡son muy amargos! Ni siquiera el hambre me los hace ver sabrosos"... y lloraba pensando en los ricos festines, que hacía poco tiempo, cual sátrapa, celebraba entre risas, cantos y danzas... y luego pensaba en las comidas honestas pero sustanciosas de su lejano hogar, en las proporciones que su padre daba a todos imparcialmente, conservando para sí lo menor, contento de ver el buen apetito de sus hijos... y pensaba también en lo justo que era su padre con sus siervos y suspiraba: "Los trabajadores de mi padre, aun los que valen menos, tienen pan en abundancia... y yo aquí me muero de hambre..."



Un largo trabajo de meditación, una larga lucha para destruir la soberbia... llegó por fin el día en que renaciendo a la humildad y sabiduría se puso de pie y dijo: "¡Me voy a mi padre! Es necio este orgullo que me aprisiona. Y... ¿por qué?... ¿por qué debo sufrir en el cuerpo y mucho más en el corazón, mientras puedo obtener su perdón y remedio? Me voy a donde está mi padre. Está dicho. ¿Qué le diré? Lo que ha nacido aquí dentro, en esta abyección, entre estas suciedades, entre los mordiscos del hambre! Le diré: 'He pecado contra el Cielo y contra ti. No soy más digno de que me llames hijo. Trátame pues, como a un trabajador del nivel más ínfimo, pero tenme bajo tu techo. Que te vea pasar...' No podré decirte: '...porque te amo'. No lo creerías, pero te lo dirá mi vida, y él lo comprenderá y antes de morir me volverás a bendecir...¡Oh! Así lo espero. Porque mi padre me ama"... y al regresar por la tarde se despidió de su patrón y pidiendo limosna por el camino regresó a su casa. Ahí estaban los campos paternos... la casa... y el padre que dirigía los trabajos, envejecido, enflaquecido por el dolor, pero siempre bueno... El culpable al contemplar aquella desgracia que había causado, se paró atemorizado... pero su padre, al volver los ojos, lo vio y corrió a su encuentro, pues todavía estaba lejos, y al llegar a él le echó los brazos al cuello y lo besó. Sólo el padre había reconocido en aquel vil mendigo a su hijo y solo él había sentido una palpitación de amor.
El hijo estrechado por aquellos brazos, con la cabeza sobre la espalda de su padre, murmuró entre sollozos: "Padre, permíteme que me arroje a tus pies". "No hijo mío, no a mis pies; sobre mi corazón que ha sufrido tanto con tu ausencia y que tiene necesidad de volver a la vida al sentir tu calor sobre mi pecho", y el hijo llorando con mayor fuerza, dijo: "Oh, padre mío, he pecado contra el cielo y contra ti, no soy más digno de que me llames hijo. Mas permíteme que viva entre tus siervos, bajo tu techo, viéndote, comiendo de tu pan, sirviéndote, bebiendo tu aliento y... a cada bocado de pan, a cada respiro se renovará mi corazón tan corrompido y será más honrado...".
Pero aquel hombre, teniendo siempre abrazado a su hijo, lo llevó ante los siervos que habían acudido de lejos y que contemplaban lo que sucedía. Les dijo: "Pronto. Traed aquí el vestido más hermoso, las palanganas de agua olorosa, lavadlo, perfumadlo, vestidlo, ponedle calzado nuevo y un anillo en el dedo. Después tomaréis un becerro cebado y matadlo. Que se prepare un banquete porque este hijo mío estaba muerto y ahora ha resucitado; estaba perdido y ahora ha sido encontrado. Quiero que también ahora, encuentre de nuevo su amor simple de niño, y mi amor y la fiesta de la casa por su regreso, se lo darán. Debe entender que para siempre es mi querido hijo menor, cual lo fue en su infancia lejana, cuando caminaba a mi lado haciéndome feliz con sus sonrisas y su balbuceo"... y los siervos cumplieron sus órdenes.
El hijo mayor estaba en la campiña y no supo nada hasta que regresó. Era el atardecer. Al llegar a su casa la vio llena de luces y oyó melodías de instrumentos y que salían de ella las danzas. Llamó a su siervo que andaba atareado y le preguntó: "¿Qué pasa?" El siervo respondió: "¡Ha regresado tu hermano! Tu padre ha mandado matar un becerro cebado porque ha vuelto a ver a su hijo sano y curado de su gran mal, y mandó a preparar un banquete. No esperan a otro para empezar más que a ti". El primogénito se enojó porque le parecía una injusticia tanta fiesta en honor de su hermano menor, que además de ser menor había sido malo y no quiso entrar y hasta trató de alejarse de la casa.
Pero su padre a quien le avisaron, salió corriendo, lo alcanzó y trató de convencerlo, rogándole que no amargase su alegría. El primogénito le respondió: "¿Y quieres que yo no esté descontento si cometes una injusticia y haces un desprecio a tu primogénito?... Desde que pude trabajar, te he servido y esto ya hace muchos años. Jamás he desobedecido ninguna de tus órdenes, ni siquiera un deseo tuyo. Siempre he estado cerca de ti, te he amado por dos para curarte la llaga que te causó mi hermano. Y ni siquiera me has dado un cabrito para comérmelo con mis amigos. Este que te ofendió... que te abandonó, que ha sido un holgazán y dilapidador, y que ha regresado ahora, acicateado por el hambre, a él lo honras y por él matas el mejor becerro. ¡Cuesta trabajo ser trabajador y sin vicios! ¡Esto no me lo deberías haber hecho!" El padre le dijo estrechándole contra el pecho: "¡Oh, hijo mío! ¿Puedes imaginar que no te ame porque no extiendo un velo de fiesta sobre tus acciones? Tus acciones son santas de por sí. El mundo te alaba por ellas. Pero este hermano tuyo, por el contrario, tiene necesidad de volver a ser colocado en la estima del mundo y a sus propios ojos... ¿Crees que no te amo porque no te doy un premio que puedas palpar? Mañana y tarde, en cada aliento y pensamiento mío estás presente a mi corazón y en cada momento te bendigo. Tienes el premio de estar siempre conmigo y todo lo que tengo es tuyo. Pero era justo hacer un banquete y dar una fiesta a tu hermano que había muerto y ha resucitado al bien. Que estaba perdido y ha regresado a nuestro amor" y el primogénito se sometió.
De igual modo, amigos míos, sucede en la casa del Padre. Y quien se tiene igual al hijo menor de la parábola, piense también que, si lo imita en ir al Padre, este le dirá: "No a mis pies, sino sobre mi corazón que ha sufrido con tu ausencia y que ahora está feliz por tu regreso". Quien esté en condiciones de primogénito sin culpa ante el Padre, no sea celoso de la alegría paterna, sino tome parte y ame a su hermano redimido.
Esto es todo. Quedaos Juan de Endor y Lázaro. Los demás vayan a preparar las mesas. Iremos pronto".
...Los apóstoles, junto con la Madre de Jesús y las mujeres, se dirigen a la casa precedidas por Marziam que va saltando entre ellas. De pronto se regresa y toma a María por la mano diciéndole: "Ven conmigo. Te debo decir una cosa. Nada más a ti". Y María le da gusto. Dan vuelta hacia el pozo que se encuentra en un ángulo del patio, cubierto con un emparrado que se extiende hasta la terraza en forma de arco. Detrás está Iscariote.

JUDAS (ISCARIOTE) ACUDE A MARÍA 
PARA QUE JESÚS LE PERDONE

"Judas... ¿qué quieres?... Vete, Marziam... habla... ¿qué quieres?"
"Me siento culpable... no me atrevo a ir al Maestro ni a verme con mis compañeros...Ayúdame..."
"Te ayudaré. Pero ¿no tienes idea de lo que afliges? Mi Hijo ha llorado por tu causa. Tus compañeros han sufrido. Pero ven. Nadie te dirá nada. Y si puede, no vuelvas a cometer iguales cosas. Es indigno de un hombre, y es sacrilegio ante el Verbo de Dios".
"Y tú, Madre, ¿me perdonas?"
"¿Yo? Yo no valgo para ti que te crees muy grande. Soy la más pequeña de las siervas del Señor... ¿Cómo te puedes preocupar por mí, si no tienes compasión por mi Hijo?"
"Porque también yo tengo madre, y si obtengo tu perdón, me parece que obtengo el suyo".
"Ella no conoce esta falta tuya".
"Pero ella me hizo jurar ser bueno con el Maestro. Soy perjuro. Siento en mi alma el reproche de mi madre".
"¿Lo sientes? Y el lamento y el reproche del Padre y del Verbo ¿no lo sientes? Eres un desgraciado, Judas. Siembras en ti y en quien te ama el dolor".
María tiene un rostro serio y triste. No habla con brusquedad, sino con mucha gravedad. Judas se echa a llorar.
"No llores. Procura corregirte. Ven" y lo toma de la mano. Lo lleva así a la cocina. La admiración en todos los rostros se dibuja.

JUDAS HA REGRESADO.
SED COMO EL PRIMOGÉNITO
DESPUÉS DE HABER HABLADO CON SU PADRE

María se adelanta piadosa a cualquier palabra que no lo fuera. Dice: "Judas ha regresado. Sed como el primogénito después de haber hablado con su padre. Juan, ve a avisar a Jesús".
Juan de Zebedeo sale a la carrera. Hay gran silencio en la cocina... luego Judas dice: "Perdóname, Simón, tú primero. Tienes un corazón paternal. Soy también yo un huérfano".
"Sí, sí, te perdono. Por favor, no hablemos más de eso. Seamos hermanos... y no me gustan esos altos y bajos de perdones pedidos y de recaídas. Envilecen a quien las comete, y a quien los da. Ahí está Jesús. Ve a El y... basta".
Judas se va, entre tanto que Pedro se desahoga rompiendo leña seca...            
III. 396-403.
A. M. D. G.